Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

domingo, 9 de abril de 2023

¡FELICES PASCUAS!

 

¡CRISTO HA RESUCITADO!







DOMINGO DE PASCUA - PADRE CASTELLANI

 


En el Domingo de Resurrección la Iglesia lee sencillamente siete versículos del último capítulo de Marcos que narra la ida de las Santas Mujeres con sus bálsamos ya inútiles al Santo Sepulcro, que encontraron vacío; y la aparición de un jovencito (de un “ángel”, dice Mateo; de “dos hombres en vestes lúcidas”, dice Lucas) que les anuncian la Resurrección y les dan orden de avisar a Pedro y los Discípulos; cosa que ellas no hicieron de miedo. Cuando les pasó el miedo, por la aparición de Cristo mismo, avisaron y no las creyeron. Las mujeres eran: María Magdalena, Juana, la otra María madre de Santiago el Menor, Salomé, madre de Juan “y otras”.

Quienes primero vieron a Cristo fueron mujeres, en este orden primero, su Santísima Madre; después, la Magdalena; después, el resto del grupito que llama el Evangelio “syneleelythyiai ek íes Galilaias” (“las que lo escoltaban desde Galilea”), una especie de rama femenina de la Acción Católica de aquellos tiempos. Y nadie las creyó: “según dicen las mujeres”, le dijeron los dos discípulos de Emmaús al Misterioso Peregrino, y en ese momento él se les enojó, y les dijo: “¡Oh cabezaduras!”. Pero, lo mismo, en la Iglesia primitiva se siguió invocando el testimonio de los varones, como lo hace San Pablo en su Primera Carta a los Corintios (XV 4): “Resurgió al tercer día según la Escritura, y fue visto por Pedro y luego por los Doce; después fue visto por más de 500 hermanos juntos [el día de la Ascensión] de los cuales están vivos los más hoy día y algunos murieron ya; después fue visto por Jácome y por todos los Apóstoles; y el ultimo de todos, como un abortivo, fue visto también por mí”. Eran un poco cabezas duras estos israelitas; y más dispuestos a negar todo que a ver visiones.

     Si yo dijera aquí la Resurrección de Cristo es el suceso más grande de la Historia del mundo, repetiría un lugar común; pero no rigurosamente exacto, si se quiere.

CANTOS DEL DÍA DE PASCUA

 

martes, 4 de abril de 2023

UTILIDAD EJEMPLAR DE LA PASIÓN DE CRISTO – SANTO TOMÁS DE AQUINO

 


 La Pasión de Cristo es suficiente para informar totalmente nuestra vida. Pues quien desea vivir con perfección, no debe hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz, y desear lo que Cristo deseó. Ningún ejemplo de virtud está ausente de la cruz.

Si buscas el ejemplo de la caridad, ninguno tiene mayor amor que éste, que es poner su vida por sus amigos (Jn 15, 13), y esto lo hizo Cristo en la cruz. Por consiguiente, si dio su alma por nosotros, no debe sernos pesado soportar por amor a él cualquier mal. ¿Qué retornaré al Señor por todas las cosas que me ha dado? (Sal 105, 12).

Si buscas ejemplo de paciencia, se encuentra excelentísimo en la cruz. Pues la paciencia es grande en dos cosas: o cuando se sufren pacientemente grandes males, o cuando se los soporta, y pudiéndoselos evitar, no se los evita. Mas Cristo sufrió grandes males en la cruz. Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, atended y mirad si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12) Lo sufrió pacientemente, porque padeciendo no amenazaba (1 Ped 2, 23) Como oveja será llevado al matadero, y como cordero delante del que lo trasquila enmudecerá (Is 53, 7). Asimismo, pudo evitarlos y no los evitó: ¿Por ventura piensas que no puedo rogar a mi Padre, y me dará ahora mismo más de doce legiones de ángeles? (Mt 26, 53) Por lo tanto, la paciencia de Cristo en la cruz fue máxima. Corramos con paciencia a la batalla, que nos está propuesta, poniendo los ojos en el autor y consumador de la fe, Jesús, el cual habiéndole sido propuesto gozo, sufrió cruz, menospreciando la deshonra (Hebr 12, 1-2)

Si buscas ejemplo de humildad, mira al crucificado; porque Dios quiso ser juzgado y morir bajo Poncio Pilato, cumpliéndose lo que dice el libro de Job (36, 17): Tu causa ha sido juzgada como la de un impío. Verdaderamente como la de un impío, por aquello de condenémosle a la muerte más infame (Sab 2, 20). El Señor quiso morir por el siervo, y él, que es la vida de los ángeles, quiso morir por los hombres.

Si buscas ejemplo de obediencia, sigue al que se hizo obediente hasta la muerte (Filip 2, 8) Porque como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron hechos pecadores; así también serán muchos hechos justos por la obediencia de uno solo (Rom 5, 19)

Si buscas ejemplo del desprecio de lo terreno, sigue al que es Rey de reyes y Señor de los que dominan, en el cual están los tesoros de la sabiduría; y, sin embargo, aparece en la cruz, desnudo, burlado, escupido, herido, coronado de espinas, abrevado con hiel y vinagre, y muerto. Falsamente, pues, te dejas impresionar por los vestidos y las riquezas: Se repartieron mis vestiduras (Sal 21, 19); falsamente te seducen los honores, porque yo he sufrido escarnios y azotes; falsamente te inquietan las dignidades, pues: Tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza (Mt 27, 29); falsamente te conmueven las delicias, porque en mi sed me dieron a beber vinagre (Sal 68, 22).

(In Symb.)


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

 


“Déjame pasar mi vida junto a ti, oh Madre mía, para hacer compañía a tu triste soledad, a tu profundo dolor; déjame sentir en mi alma la queja dolorosa de tus ojos y la desolación de tu corazón.

Lo que yo quiero es el camino de la vida y no la alegría de Belén; lo que yo quiero no es adorar al Niño Jesús en tus manos virginales; no quiero gozar en tu humilde casa de Nazaret de la amable presencia de Jesucristo, ni juntarme al coro de ángeles en tu gloriosa Asunción.

Quiero en mi vida los sarcasmos y mofas del Calvario, quiero la lenta agonía de tu Hijo, el desprecio, la ignominia, la infamia de la Cruz. Lo que yo quiero, oh Virgen dolorosa, es estar de pie a tu lado para fortificar mi espíritu por medio de tus lágrimas, consumar mi sacrificio por tu martirio, animar a mi corazón recordando tu soledad, amar a mi Dios y a tu Dios por la inmolación de mi ser”.

 

P. Miguel Pró, mártir cristero.


LA PALABRA “CRUZ”

 



Por MONS. DR. PAUL W. VON KEPPLER

  

«Porque la palabra de la cruz, para los que se pierden es locura; mas para nosotros, los que nos salvamos, es virtud de Dios.»

 Verbum enim crucis pereuntibus quidem stultitia est: iis autem qui salvi fiunt, id est nobis, Dei virtus est.    (1 Cor. 1, 18.)

  

La pena y el dolor que lleva consigo el Viernes Santo, la esperanza y la gracia que promete, el recuerdo de tristes hechos y el mensaje de salud que trae, todo está sintetizado y como personificado en un emblema, en una señal: la señal de la Cruz.

Cuando allá en tierra de infieles, después de las pri­meras instrucciones, el misionero levanta en alto la cruz, causa esta señal profunda impresión en los que la ven por vez primera. La contemplan con temeroso respeto y sienten a su vista singular atracción y repul­sión al mismo tiempo.

Nosotros, acostumbrados a verla desde nuestra in­fancia, la llevamos impresa en la retina, y no podemos recordar cuándo ni dónde la vimos la primera vez.

Hallárnosla en todas partes, en casa, en la iglesia, en el campo, en los caminos; y se nos ofrece bajo todos aspectos, figuras y formas. Es ya para nosotros cosa tan cotidiana, que ninguna impresión especial nos produce.

Hoy es cabalmente el día en que debemos fijar bien nuestra mirada en esta cotidiana señal, para que con­mueva profundamente nuestro espíritu y nuestro co­razón. Fijad vuestra atención en la cruz. ¿Puede haber cosa más llana y sencilla que esas dos líneas que se cruzan, ese palo enhiesto con su travesaño en el centro? Figura simplicísima, exacta, regular, y sin embargo es la imagen de la más radical contrariedad y oposición; el símbolo más expresivo del dolor, de la pena, de la muerte; árbol seco, sin hojas ni ramas; con sus dos brazos cortados y escuetos: y así y todo es la cruz en su forma fuertemente trabada, la imagen de aspiracio­nes vigorosas, de tesón firmísimo; la imagen de la for­taleza y de la vida.

LA CUARESMA Y LA SEMANA SANTA

 


Por GIL DE LA PISA

 

Esta época del año es desde hace medio siglo la que más añoranza me provoca. Quizás porque la infancia y la adolescencia las viví al modo como lo refleja de forma inigualable Galán y Galán en “La pedrada”:  

Cuando pasa el Nazareno de la túnica morada, con la frente ensangrentada, la mirada del Dios bueno y la soga al cuello echada, el pecado me tortura, las entrañas se me anegan en torrentes de amargura, y las lágrimas me ciegan, y me hiere la ternura”,  y que  inmediatamente prosigue así:

“Yo he nacido en esos llanos de la estepa castellana, cuando había unos cristianos que vivían como hermanos en república cristiana. Me enseñaron a rezar, enseñáronme a sentir y me enseñaron a amar; y como amar es sufrir, también aprendí a llorar. Cuando esta fecha caía sobre los pobres lugares, la vida se entristecía, cerrábamos los hogares y el pobre templo se abría…”

Lo cierto es que siento nostalgia del pasado. Probablemente no sea sencillo hacerse entender por las nuevas generaciones, porque la vida humana, hoy, disfruta de indudables progresos en el aspecto material que no se hubieran soñado hace ochenta años y ha provocado que, en otros aspectos, haya retrocedido de tal manera que no es posible reconocerla. Al desconocer el pasado no pueden valorar lo perdido; ése, es un privilegio de los viejos que tuvimos la gracia de disfrutarlo y la pena de perderlo. Esa nostalgia afecta de modo especial a cuantos nacimos en esos “llanos de la estepa castellana”, en la amplia meseta del Reino que descubrió y civilizó dos continentes (… que, luego, obsequió a España).

Ciertamente la Cuaresma y la Semana Santa no se vivían como ahora. Entonces afectaba a la vida social hasta el punto de cambiar de “chip”… –dicho con lenguaje de hoy–.  Las comidas se ajustaban a la abstinencia y al ayuno, cerraban los cines y dejaban de funcionar los locales de baile, etc.  El pueblo, por otra parte, acudía con asiduidad a los oficios litúrgicos incluso a los “de tinieblas” –con el aliciente para los niños de lucirse haciendo ruido con las carracas y las matracas–. Son muchos los “cuadros” que podríamos ofrecer sobre la forma sencilla y natural de la incorporación de la gente a las celebraciones litúrgicas desde el Domingo de Ramos hasta a la Pascua de Resurrección.

UN LIBRO PARA ESTE TIEMPO

  “Fátima y Rusia”, por Flavio Mateos. Disponible en todo el mundo a través de Amazon y Mercado Libre.   Tomo I - 438 páginas ·     ...