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miércoles, 23 de octubre de 2024

EL APOCALIPSIS DE SAN JUAN EN EL CINE

 


P. FLAVIO MATEOS

 

“Este libro sagrado [el Apocalipsis] era en gran manera necesario a la Iglesia, porque la más alta e importante ocupación de ella es prepararse a la segunda venida del Mesías”.

P. Julio María Matovelle

 

Mientras tienen misterios, tienen salud; cuando se destruye el misterio, se crea la morbosidad. El hombre común siempre ha sido cuerdo, porque el hombre común siempre ha sido místico”.

G. K. Chesterton

 

“Un secreto revelado desaparece; un misterio revelado crece”.

Enrique García-Máiquez

 

 

Argentina y el Apocalipsis

 

La Argentina es el país de Iberoamérica que ha tenido la rara fortuna de ver surgir en su tierra la mayor cantidad de escritores y hermeneutas dedicados a exponer, en diversas obras, tanto de ficción como de ensayo, los tiempos finales, apocalípticos y parusíacos. Así pues los numerosos escritos de autores como Padre Leonardo Castellani, Hugo Wast, Alberto Ezcurra Medrano, Juan Luis Gallardo, Federico Mihura Seeber, Padre Miguel Ángel Fuentes y Javier Anzoátegui, sientan un valioso precedente, que ahora se continúa con la obra de Simón Delacre, esta vez en la forma audiovisual. A los apuntados se pueden sumar Víctor Delhez, magnífico artista belga que desarrolló su carrera en Argentina y realizó, además de una ilustración de los Evangelios, la versión en grabados del Apocalipsis. También la versión argentina que dio el P. Castellani con su traducción de “Señor del Mundo” de R. H. Benson. Y por si fuera poco, la traducción y comentarios, dentro de su obra integral de la Biblia, de Mons. Juan Straubinger, también en la Argentina.

Fenómeno extraño, sin dudas, que forma parte del misterio de la Argentina, país del que ha surgido también –terrible desgracia- el peor pontífice y destructor de la Iglesia en toda su historia (inútil es mencionarlo), o que alberga actualmente, a nuestro humilde entender, al teólogo más destacado de la Iglesia en todo el mundo (Padre Álvaro Calderón).

Dejamos constancia del hecho, sin querer dilucidar los motivos de semejante y tan particular situación de nuestra patria. Curiosamente, el hecho de tanto considerar las ultimidades no ha tenido como efecto el saber ocuparse cristianamente de la inmediatez de la patria, precisamente porque lo que un puñado de católicos haya podido inculcar no concierne a una gran masa cretinizada por el liberalismo masónico que emerge no sólo de las instancias partidocráticas, sino también de las altas instancias clericales liberales, modernistas y apóstatas. Ya algunos de los autores mencionados han sabido ver el desorden de la inteligencia y la defección argentina con muchos años de antelación, cuando aún no habían surgido –para peor- los “influencers” y “youtubers” liberales de la estúpida “nueva derecha”. La Parusía habrá de encontrarlos a éstos, seguramente, contando votos, pues quizás hasta se hayan convencido que tal sea la manera de derrotar al Anticristo. Ajenos al misterio que mantiene la salud, querrán cuantificarlo todo sin tener en cuenta que la única multitud victoriosa ha sido la de los mártires, y serán éstos, tenaces enemigos del misterio de iniquidad, los nuevos y verdaderos “influencers” ante el trono de Cristo.

 

El Apocalipsis de San Juan: La película

 

Debemos hablar del Apocalipsis, pues hemos asistido a la magnífica película –o serie compendiada para la gran pantalla- “El Apocalipsis de San Juan”. Creemos necesario decir alguna cosa no solo a manera de gratitud, sino también de ponderación de una obra que entre nosotros podríamos llamar una “patriada”, no sólo por el esfuerzo de producción llevado a cabo en una Argentina que se desintegra velozmente, asolada por las “langostas” partidocráticas, sino de una Iglesia que, copada en su estructura oficial por sus peores enemigos, ha dejado hace mucho tiempo de orientarnos hacia el horizonte de la Patria celeste. De allí que, se lo quiera o no, inevitablemente predicar el Apocalipsis sea políticamente incorrecto en una época donde sólo se nos predica en lenguaje panteísta cuidar la “casa común” y ser “inclusivos” y “sinodales”. Mayor mérito y valiosa “inoportunidad”, entonces, la de esta obra que Delacre pone lujosamente en pantalla.

 

El Apocalipsis: Historia y Profecía

 

El Apocalipsis es uno de los libros más misteriosos de las Escrituras y, aparentemente, hermético (en el sentido propio de impenetrable). En principio, y antes de aproximarnos a su sentido, deberíamos tener en cuenta los consejos que nos son dados para abordar la lectura de la Sagrada Escritura, v.gr.: “Para indagar y comprender los sentidos de la Escritura es necesaria una vida recta, un ánimo puro y la virtud que es tal según Cristo, a fin de que la mente humana, corriendo por el camino de Él, pueda conseguir lo que busca, en cuanto es concedido a la mente humana penetrar las cosas de Dios” (San Atanasio); “Las Escrituras reclaman ser leídas con el espíritu con que han sido escritas: con ese espíritu se entienden” (San Bernardo); “La inteligencia de las Escrituras ha de buscarse no tanto revolviendo comentarios de intérpretes cuanto limpiando el corazón de los vicios de la carne, expulsados los cuales, pronto el velo de las pasiones cae de los ojos y empiezan éstos a contemplar, como naturalmente, los misterios de las Escrituras” (Abad Teodoro). Luego viene la imprescindible guía de los diversos maestros capaces de introducirnos poco a poco en los inextricables misterios que, si bien nunca se agotan, pueden iluminarnos a medida que se acerca su cumplimiento.

Le es concedido a la inteligencia humana penetrar hasta cierto punto las cosas de Dios, pero es cierto que tratándose de profecías, se van haciendo más claras con el correr del tiempo, a través de la sabiduría de los doctos y santos exégetas y de los hechos y circunstancias que se van verificando y nos ayudan a ver mejor. De manera tal que si su lectura es una bienaventuranza para nosotros, como lo afirma al comienzo el Apóstol San Juan: “Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca” (Apoc. 1,3.), se hace necesario sacarle todo el provecho posible, rescatando este libro no sólo del ostracismo, sino también de las manos torpes, impiadosas o sectarias tanto de los protestantes como de diversos personajes extremistas que parecen haberlo secuestrado. Comenta Mons. Straubinger que “A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. (…) Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear, estaba cerca en los albores del cristianismo, ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos?”. Sin dudas palabras que debemos tener presentes en los tiempos que vivimos.

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...