Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María
miércoles, 23 de abril de 2025
sábado, 22 de marzo de 2025
miércoles, 23 de octubre de 2024
EL APOCALIPSIS DE SAN JUAN EN EL CINE
P. FLAVIO MATEOS
“Este
libro sagrado [el Apocalipsis] era en gran manera necesario a la Iglesia,
porque la más alta e importante ocupación de ella es prepararse a la segunda
venida del Mesías”.
P.
Julio María Matovelle
“Mientras
tienen misterios, tienen salud; cuando se destruye el misterio, se crea la
morbosidad. El hombre común siempre ha sido cuerdo, porque el hombre común
siempre ha sido místico”.
G.
K. Chesterton
“Un
secreto revelado desaparece; un misterio revelado crece”.
Enrique
García-Máiquez
Argentina
y el Apocalipsis
La Argentina es el país de Iberoamérica
que ha tenido la rara fortuna de ver surgir en su tierra la mayor cantidad de
escritores y hermeneutas dedicados a exponer, en diversas obras, tanto de
ficción como de ensayo, los tiempos finales, apocalípticos y parusíacos. Así
pues los numerosos escritos de autores como Padre Leonardo Castellani, Hugo Wast, Alberto Ezcurra Medrano, Juan
Luis Gallardo, Federico Mihura Seeber, Padre Miguel Ángel Fuentes y Javier Anzoátegui, sientan un valioso
precedente, que ahora se continúa con la obra de Simón Delacre, esta vez en la forma audiovisual. A los apuntados se
pueden sumar Víctor Delhez,
magnífico artista belga que desarrolló su carrera en Argentina y realizó,
además de una ilustración de los Evangelios, la versión en grabados del
Apocalipsis. También la versión argentina que dio el P. Castellani con su
traducción de “Señor del Mundo” de R.
H. Benson. Y por si fuera poco, la traducción y comentarios, dentro de su obra
integral de la Biblia, de Mons. Juan
Straubinger, también en la Argentina.
Fenómeno extraño, sin dudas, que forma
parte del misterio de la Argentina, país del que ha surgido también –terrible
desgracia- el peor pontífice y destructor de la Iglesia en toda su historia
(inútil es mencionarlo), o que alberga actualmente, a nuestro humilde entender,
al teólogo más destacado de la Iglesia en todo el mundo (Padre Álvaro
Calderón).
Dejamos constancia del hecho, sin
querer dilucidar los motivos de semejante y tan particular situación de nuestra
patria. Curiosamente, el hecho de tanto considerar las ultimidades no ha tenido
como efecto el saber ocuparse cristianamente de la inmediatez de la patria,
precisamente porque lo que un puñado de católicos haya podido inculcar no
concierne a una gran masa cretinizada por el liberalismo masónico que emerge no
sólo de las instancias partidocráticas, sino también de las altas instancias
clericales liberales, modernistas y apóstatas. Ya algunos de los autores
mencionados han sabido ver el desorden de la inteligencia y la defección
argentina con muchos años de antelación, cuando aún no habían surgido –para
peor- los “influencers” y “youtubers” liberales de la estúpida “nueva derecha”.
La Parusía habrá de encontrarlos a éstos, seguramente, contando votos, pues
quizás hasta se hayan convencido que tal sea la manera de derrotar al
Anticristo. Ajenos al misterio que mantiene la salud, querrán cuantificarlo
todo sin tener en cuenta que la única multitud victoriosa ha sido la de los mártires,
y serán éstos, tenaces enemigos del misterio de iniquidad, los nuevos y
verdaderos “influencers” ante el trono de Cristo.
El
Apocalipsis de San Juan: La película
Debemos hablar del Apocalipsis, pues
hemos asistido a la magnífica película –o serie compendiada para la gran
pantalla- “El Apocalipsis de San Juan”. Creemos necesario decir alguna
cosa no solo a manera de gratitud, sino también de ponderación de una obra que
entre nosotros podríamos llamar una “patriada”, no sólo por el esfuerzo de
producción llevado a cabo en una Argentina que se desintegra velozmente,
asolada por las “langostas” partidocráticas, sino de una Iglesia que, copada en
su estructura oficial por sus peores enemigos, ha dejado hace mucho tiempo de
orientarnos hacia el horizonte de la Patria celeste. De allí que, se lo quiera
o no, inevitablemente predicar el Apocalipsis sea políticamente incorrecto en
una época donde sólo se nos predica en lenguaje panteísta cuidar la “casa
común” y ser “inclusivos” y “sinodales”. Mayor mérito y valiosa
“inoportunidad”, entonces, la de esta obra que Delacre pone lujosamente en
pantalla.
El
Apocalipsis: Historia y Profecía
El Apocalipsis es uno de los libros más
misteriosos de las Escrituras y, aparentemente, hermético (en el sentido propio
de impenetrable). En principio, y antes de aproximarnos a su sentido,
deberíamos tener en cuenta los consejos que nos son dados para abordar la
lectura de la Sagrada Escritura, v.gr.: “Para indagar y comprender los sentidos
de la Escritura es necesaria una vida recta, un ánimo puro y la virtud que es
tal según Cristo, a fin de que la mente humana, corriendo por el camino de Él,
pueda conseguir lo que busca, en cuanto es concedido a la mente humana penetrar
las cosas de Dios” (San Atanasio); “Las Escrituras reclaman ser leídas con el
espíritu con que han sido escritas: con ese espíritu se entienden” (San
Bernardo); “La inteligencia de las Escrituras ha de buscarse no tanto
revolviendo comentarios de intérpretes cuanto limpiando el corazón de los
vicios de la carne, expulsados los cuales, pronto el velo de las pasiones cae de
los ojos y empiezan éstos a contemplar, como naturalmente, los misterios de las
Escrituras” (Abad Teodoro). Luego viene la imprescindible guía de los diversos
maestros capaces de introducirnos poco a poco en los inextricables misterios
que, si bien nunca se agotan, pueden iluminarnos a medida que se acerca su
cumplimiento.
Le es concedido a la inteligencia humana penetrar hasta cierto punto las cosas de Dios, pero es cierto que tratándose de profecías, se van haciendo más claras con el correr del tiempo, a través de la sabiduría de los doctos y santos exégetas y de los hechos y circunstancias que se van verificando y nos ayudan a ver mejor. De manera tal que si su lectura es una bienaventuranza para nosotros, como lo afirma al comienzo el Apóstol San Juan: “Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca” (Apoc. 1,3.), se hace necesario sacarle todo el provecho posible, rescatando este libro no sólo del ostracismo, sino también de las manos torpes, impiadosas o sectarias tanto de los protestantes como de diversos personajes extremistas que parecen haberlo secuestrado. Comenta Mons. Straubinger que “A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. (…) Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear, estaba cerca en los albores del cristianismo, ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos?”. Sin dudas palabras que debemos tener presentes en los tiempos que vivimos.
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“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL” Por FLAVIO MATEOS El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...