Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

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viernes, 23 de mayo de 2025

DIOS QUIERE SALVAR A RUSIA SÓLO A TRAVÉS DE UN ACTO DE FE ABSOLUTAMENTE SOBRENATURAL DEL PAPA

 



Por P. GERARD MURA

De su libro Fátima, Roma, Moscú. La consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María aún está pendiente. AMF Santiago de Chile, 2005.

 

No cabe duda que el Papa Juan Pablo II tenía buena voluntad cuando, después del atentado, intentó obedecer a la Virgen de Fátima. Se puede considerar como signo el hecho que cada mañana haya renovado la consagración al Corazón Inmaculado de María. Sin embargo, por la oposición entre Fátima y la teología progresista, hoy en día omnipresente, no ha podido realizar la consagración tal como el Cielo lo ha pedido expresamente. Esta teología determina en medida variable el pensamiento de los laicos "emancipados", el pensamiento de la Jerarquía eclesiástica y de las autoridades vaticanas, y no deja de afectar el del mismo Papa. Juan Pablo II afirma que se ha efectuado cuanto era posible -considerando las circunstancias-, ¡y que por ende el Cielo ha aceptado la consagración! A estas "circunstancias" pertenece, sin embargo, el pensamiento, marcado por el progresismo, que domina en la actualidad a la Iglesia y según el cual se piensa tan humanamente y tan poco sobrenaturalmente. Y este progresismo no manifestará comprensión ante una solemne consagración que atropelle tan abiertamente las reglas de la diplomacia.

Se puede objetar: es verdad, se ha hecho todo lo que era posible en la perspectiva humanista, diplomática y progresista. Sin embargo, Dios quiere, como dejaremos en claro a través del acto de esta consagración, vencer justamente la actitud humanista, diplomática y progresista de la Iglesia, para lograr un acto de fe realmente sobrenatural ("sobrehumanista") de la jerarquía, y este deseo, el Cielo lo ha reforzado con la promesa de abundantes milagros.

Con todo, quedará de manifiesto que Dios aparentemente ha aceptado la consagración de Juan Pablo II, pero no como la consagración específica de Rusia, sino como consagración del mundo, tal como la de Pío XII. Veremos que con el acto de esta consagración, probablemente se conjuró el peligro de una Tercera Guerra Mundial gracias a una intervención del Cielo.

Recapitulando lo ya expuesto resulta que:

 

---Para salvar al pueblo ruso, que se encuentra desde hace mucho tiempo en cisma con la Iglesia Católica y que, en el siglo XX, ha caído en el comunismo ateo, el Cielo pide un acto de Fe sobrenatural de parte del Papa. Rusia debe ser salvada, no solamente por los esfuerzos naturales del Papa, sino por un acto de Fe del Santo Padre de tal magnitud, que logre sobrepasar los falsos criterios diplomáticos y refutar el omnipresente modo de pensar progresista, solo así, se podrá efectuar debidamente la consagración.

---Dios quiere precisamente ahora un acto de Fe de la Jerarquía de la Iglesia, ya que la desintegración de la Fe ha surgido de una desmesurada admiración por los éxitos naturales logrados en el manejo del mundo moderno y sus posibilidades, y además, porque la actual crisis de Fe partió desde la mismísima Jerarquía.

---Dios quiere destacar también en contra del concepto de la democrática teología del Pueblo de Dios, que la gracia divina es algo sobrenatural y que llega a los hombres exclusivamente desde arriba, es decir, desde El, y a través de la Jerarquía eclesiástica.

 

Así, la consagración de Rusia, evidentemente, no sólo encamina a la conversión de este pueblo; más bien, y a pesar de su modesta apariencia, será un verdadero medio de sanación para la crisis interna de la Iglesia, que es una grave crisis de Fe. El Papa, o permanece en el progresismo y rechaza hacer la consagración tal como la pide el Cielo: o bien, efectúa la consagración rechazando claramente con ello el progresismo. No parece existir otra posibilidad. Los frutos provenientes de la consagración serán, según la promesa del Cielo, magníficamente coronados por una intervención diáfana de la Bienaventurada Virgen María: "Pero, finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará". Dios quiere salvar al mundo de hoy a través del Corazón Inmaculado de María, y a través de un verdadero acto de Fe de la Jerarquía Católica”.

 

martes, 14 de enero de 2025

LA CONSAGRACIÓN DE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA SERÁ EL SIGNO DE LA ADHESIÓN DE ROMA A LA VERDADERA FE

 


Breve extracto de libro de Gérard Mura Fátima-Roma-Moscú, la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Este pasaje pone de relieve la incompatibilidad radical entre la petición de la Santísima Virgen y las falsas opiniones teológicas combinadas con la Ospolitik de la Roma conciliar actual.

La consagración de Rusia presupone el retorno de Roma. El día en que se cumpla exactamente como lo pidió la Virgen, podremos creer que Roma se ha convertido: «Simón, Simón, he aquí que Satanás te ha llamado para cribarte como el trigo. He rezado por ti, para que tu fe no desfallezca. Cuando hayas vuelto (conversus), confirma a tus hermanos» (Lc 22, 31-32).

Le Sel de la terre Nº 36, Printemps 2001.


 

La consagración, entendida como una condena del comunismo

 y de la Ostpolitik

 

Mirando hacia atrás en el tiempo, es posible ver en la consagración solicitada una estigmatización de las falsas opiniones teológicas y de los errores de la diplomacia vaticana respecto a la actitud de los últimos Papas hacia el comunismo. Una medida tan universal y solemne por parte de la autoridad de la Iglesia contra el comunismo ruso, como implica la consagración solicitada, representa una condena inequívoca del comunismo. Este es ya el primer efecto de la consagración. El comunismo ateo ha sido señalado al mundo como el problema número uno a escala global, un problema que ya no puede ser resuelto por medios humanos. [Nota de Agenda Fátima: Si bien el comunismo ya no vige en Rusia, el acto de consagración en sí es una condenación del comunismo, que hoy puede ser llamado “Globalismo” o “Nuevo Orden Mundial anticristiano”, del cual vimos un ensayo estremecedor en los casi tres años de confinamiento “sanitario”. Pero todos los papas conciliares han promovido un gobierno mundial, que no es el de Cristo Rey y la preeminencia de su única Iglesia]

El Concilio Vaticano II rechazó tal condena. Este rechazo se hizo evidente cuando la petición de una condena formal del comunismo, firmada por 450 padres, desapareció en las mazmorras vaticanas. Esto explica por qué los papas, desde el Concilio, no han llevado a cabo la consagración. [Nota Agenda Fátima: Y caído el comunismo soviético, sólo una manera de llevar a cabo el comunismo, los conciliares encontraron un mayor motivo para negarse a realizar la consagración tal como la pidió Nuestra Señora]

La consagración de Rusia es incompatible con toda tentativa de Ostpolitik vaticana que se quisiera como una tentativa de resolución del problema comunista con medios diplomáticos.

La consagración es incompatible con cualquier intento puramente natural y humano de paz mundial. Se opone a las soluciones de los grandes problemas mundiales que se basarían únicamente en la buena voluntad de los hombres y en los medios diplomáticos ignorando a Nuestro Señor Jesucristo y la acción sobrenatural de Dios en el mundo. [Nota Agenda Fátima: Es por eso que se anuncia una paz entre Rusia y Ucrania mediada por el presidente USA Trump, que no dará resultado duradero, pues no hay otro camino a la paz sino regresar a Dios, y los hombres de hoy son todos, con sus variantes, liberales, por no hablar de las autoridades de la Iglesia].

 

La consagración presupone una teología de un verdadero

 retorno a la fe de la Iglesia

 

El alcance de la consagración, y lo que también la hace tan difícil, es el hecho de que presupone necesariamente ciertas opiniones teológicas y se opone a otras. En este caso, se trata del caballo de batalla de la teología progresista, a saber, el ecumenismo.

A. La consagración de Rusia y la conversión prometida presuponen una teología de unión con las Iglesias orientales. Esto significa que el objetivo de las relaciones con las Iglesias orientales es su retorno al redil de la Iglesia católica. Y aquí es donde radica el problema, ya que la política actual de la Iglesia, imbuida de un falso ecumenismo, es lo contrario de esta actitud. La unión ecuménica que se busca hoy reconoce en la Iglesia ortodoxa una «Iglesia hermana», no buscando su retorno a la Iglesia romana, [sino] que al contrario, anima a los uniatas a unirse a Moscú. Volveremos sobre eso más adelante.

El Papa Juan Pablo II abandonó a los católicos uniatas, especialmente a la Iglesia ucraniana. Esto está muy claro en el documento firmado en Balamand, que fue elogiado por el Papa.

B. La devoción al Inmaculado Corazón de María, tal como es pedida en la consagración de Rusia, es fundamentalmente antiecuménica. No agrada ni a los protestantes ni a los ortodoxos, porque sólo se ha desarrollado en la Iglesia en los últimos siglos. La unión que hoy se busca con los cismáticos y herejes se basa en unos pocos denominadores comunes, negando en el proceso todas las verdades específicamente católicas.

El Cielo prometió la unión con los ortodoxos, insinuando incluso el regreso de otros herejes (siempre mediante la consagración). Pero el medio designado por el Cielo presupone poner en evidencia estas verdades, que ninguna comunidad cismática o herética acepta, verdades que no son cláusulas accidentales de la fe, sino verdades importantes y sobrenaturalmente fecundas: la devoción al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús, el primado de jurisdicción del Papa, la Inmaculada Concepción, la mediación universal de gracias y la corredención de María; éstas son las verdades connotadas por el acto de consagración de Rusia. Este es también el catálogo de las verdades específicas de la Iglesia Católica Romana.

El pedido de consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María y sus presupuestos teológicos nos revelan el antídoto perfecto dado por el cielo contra el ecumenismo, antídoto al que van unidas muchas promesas, sobre todo la de una posible y rápida «reunificación» de la Iglesia.

Mientras la jerarquía eclesiástica siga impregnada de modernismo y no esté dispuesta a volver a la verdadera fe, es imposible que cumpla hasta el final las exigencias del Cielo.

[Fin del extracto del libro Fátima-Roma-Moscú, del Padre Mura, página VII].

  

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