Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

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sábado, 16 de agosto de 2025

"EXPLICACIÓN DE LA SANTA MISA: MARÍA AL PIE DE LA CRUZ"

 

DOCE RAZONES POR LAS QUE NO ES PREFERIBLE EL NOVUS ORDO

 



Réplica al P. Longenecker

 

 

Por PETER KWASNIEWSKI

08/01/2019

 

El P. Longenecker es autor de varios libros excelentes. Hace años me gustó mucho y me resultó muy provechoso su libro sobre San Benito y Santa Teresita del Niño Jesús, y el estudio que publicó hace poco sobre la veracidad histórica de los Reyes Magos es muy interesante.

Pero parece que en lo que se refiere a liturgia no da la talla. Cada una de las afirmaciones que expresa en su artículo Twelve Things I Like About the Novus Ordo Mass (doce cosas que me gustan de la Misa Novus Ordo) puede refutarse y ha sido refutada en los abundantes trabajos publicados sobre el tema, de los que no parece tener ni idea. En realidad, el artículo denota un conocimiento mínimo de la historia, proceso y contenido de la reforma litúrgica (que, por ejemplo, está bien documentado en esta biografía de Anibale Bugnini) y de la riqueza que, en contraste, posee la liturgia tradicional.

Examinemos una por una las doce afirmaciones del P. Longenecker, que hemos destacado en negrita:

1. Es accesible. Cuando la liturgia está en la lengua vernácula la entiende mejor el pueblo. ¿Qué puede haber de malo en ello?

Es característico del racionalismo que informa el movimiento litúrgico (basado en sus precursores de la Ilustración) dar prioridad a que se entiendan las palabras por encima de un entendimiento más sintético y cabal del misterio de la Fe, que convoca a todos los sentidos y apela tanto al corazón como al intelecto. El empleo del latín, además de ser ni más ni menos lo que ha tenido la Iglesia durante más de 1500 años, genera un ambiente sobrenatural y sagrado que invita a la meditación y la adoración.

No sólo eso. Aspirar a que se entendiera más fácilmente llevó a los reformadores a bajar el nivel y simplificar buena parte del contenido de la Misa para que no fuera tan difícil. ¿Cuál es el elevado precio que hemos tenido que pagar por la perogrullesca accesibilidad  del Novus Ordo? La superficialidad y el aburrimiento. Está tan alcance que no se puede agarrar, como diría P.G. Wodehouse. Por eso hay un nuevo género de libros de autoayuda para no aburrirse en Misa y existen movimientos juveniles para animar el Novus Ordo. Esto contrasta con la Misa Tradicional en latín, que es elevada y sublime, y proporciona al feligrés desafíos a la altura de su dignidad racional y destino sobrenatural, y le descubren todo un panorama de descubrimientos en las oraciones y gestos de siempre.

Por último, nadie que sepa leer es incapaz de usar un misal diario en el que puede encontrar la traducción de todas las antífonas, oraciones y lecturas; eso sí, sin ningún intento oficial de traducir los intraducibles textos latinos antiguos, evitando así las interminables polémicas sobre qué estilo y registro de la lengua vernácula conviene emplear en la liturgia. Las oraciones principales de la Misa son fijas y se repiten semana tras semana, por lo que no es difícil seguirlas, como se puede observar en los niños de ambos sexos que asisten a la Misa tradicional en latín.

2. Es flexible. Debemos honrar el latín como lengua de la Iglesia, y es bastante fácil integrar un poco de latín, o mucho, en la Misa Novus Ordo. Es igualmente flexible en lo musical. No hace falta que cualquiera salga y se ponga a cantar, ni tocar rock ligero. Aprendan canto gregoriano y polifonía. Se adapta bien.

La idea de que la liturgia es cuestión de gustos y se puede escoger entre diversas opciones es ajena al desarrollo histórico de la liturgia cristiana en Oriente y en Occidente, el cual ha tendido siempre a un carácter más definido, coherente y estable de los textos, cantos y ceremonias litúrgicos. La liturgia es una representación ritual en el que los actores pierden su individualidad y se convierten en personajes aptos para los misterios representados. No se debe ver al sacerdote como alguien que preside y da color a la escena, sino como el guardián de un tesoro que ha recibido y presenta humildemente a los fieles. A éstos, a su vez, les resulta más fácil rezar cuando la liturgia es fija y pueden participar siempre de la misma rutina sagrada. Esta cualidad intrínseca de la buena liturgia brilla intencionalmente por su ausencia en el Novus Ordo.

LA PRIORIDAD EN LAS BATALLAS

 


Por RAFAEL GAMBRA

 

Tanto la vida de los hombres como la de los pueblos experimentan a veces momentos de plenitud y de victoria en los que parece que todo les es concedido, y a veces también grandes derrotas y retrocesos históricos que los reducen a sus mínimas posiciones y les obligan a recomenzar desde cero su vida.

Pensemos entre los primeros, y referido a nuestra patria, aquel año estelar de 1492 en que nuestros mayores alcanzan definitiva victoria sobre el infiel en la vega de Granada, y en que, como de propina, reciben con el gran descubrimiento las llaves de todo un mundo nuevo. Entre los segundos —los retrocesos catastróficos— recordemos aquel aciago 711 en que se consumó en una sola batalla "la pérdida general de la España". La aristocracia visigótica que en el año 710 se consideraba definitivamente asentada en una gran nación dotada ya de unidad religiosa, se ve de pronto fugitiva en las montañas asturianas para iniciar, con pequeñas escaramuzas, una reconquista que duraría casi ocho siglos.

Otro tanto acontece en la vida de los individuos. Hombres que, por ejemplo, han sido capaces de escalar las más altas montañas se ven de pronto incapaces de remontar la escalera de su casa. Unos y otros sin embargo —individuos y pueblos— han de reaccionar y afrontar su suerte histórica por precaria que sea la situación a que se han visto reducidos. Con la diferencia de que en el individuo la lucha contra la caducidad es, en un cierto plazo, causa perdida, al paso que los pueblos y civilizaciones pueden conocer renacimientos y nuevos días de esplendor.

CUANDO 6.000 SACERDOTES ESPAÑOLES SE NEGARON A CELEBRAR LA NUEVA MISA

 


El siguiente artículo apareció en el n.º 140 de la revista Itinéraires[1], en febrero de 1970, pocas semanas después de que la celebración de la nueva misa se hiciera obligatoria, el 1.º de diciembre de 1969. El título del artículo, el prólogo y la conclusión son de la redacción de Itinéraires. Las notas al pie son de La Porte Latine.

 

Prólogo

 

La Asociación Sacerdotal Española de San Antonio María Claret cuenta con 6. 000 sacerdotes y religiosos.

Ha dado al mundo católico un ejemplo de fidelidad sacerdotal y de intrepidez en el deber al dar a conocer a la Santa Sede la imposibilidad moral, intelectual y espiritual en la que se encuentran sus miembros para celebrar el santo sacrificio según el nuevo Ordo Missae.

Estamos autorizados por su presidente, el abad José Bachs, y su secretario, el abad José Mariné, a reproducir las dos cartas que, el 11 de diciembre, enviaron a Pablo VI y a Mons. Bugnini[2].

 

Carta a Pablo VI

 

Santísimo Padre,

Con profundo dolor le adjuntamos fotocopia de la carta que nuestra Asociación acaba de dirigir al Secretario de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, y que deseamos llevar personalmente al conocimiento de Vuestra Santidad.

La cuestión del nuevo Ordo comienza a ser una cuestión de conciencia de la máxima gravedad para millones de católicos, sacerdotes y laicos. No hablaremos de las razones doctrinales católicas; no sabríamos exponerlas mejor que el documento Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae[3], que Vuestra Santidad ha recibido recientemente acompañado de una carta firmada por los cardenales Ottaviani y Bacci, y que sería necesario refutar punto por punto según la doctrina del Concilio de Trento, si se quisiera probar la ortodoxia del Novus Ordo.

No hablaremos de ello, pero sí hablaremos de las razones protestantes. El Sr. Max Thurian afirma en La Croix del 30 de mayo de 1969 que con el nuevo Ordo «comunidades no católicas podrán celebrar la Santa Cena con las mismas oraciones que la Iglesia católica. Teológicamente, es posible». Si, pues, esta celebración por parte de un protestante es teológicamente posible, es que el nuevo Ordo ya no expresa ningún dogma con el cual los protestantes estén en desacuerdo. Ahora bien, el primero de estos dogmas es el de la Presencia Real, esencia y centro de la Misa de San Pío V. ¿Podría un pastor protestante celebrar el nuevo Ordo, si debiera hacer la consagración con la intención con la que lo hace la Iglesia católica? Lex orandi, lex credendi[4]: la liturgia es la expresión más alta de nuestra fe. ¿A dónde iremos si, en el mejor de los casos, la Misa silencia las verdades católicas?

domingo, 3 de agosto de 2025

OFERTORIO ANTIGUO, OFERTORIO NUEVO: UNA FRACTURA

 



Por P. MATTHIEU DE BEAUNAY

Durante un retiro pascual dado en Écône el 17 de abril de 1984, Monseñor Lefebvre enseñaba que «el sacrificio es lo más esencial en la vida humana normal. El acto más importante de una criatura normal, es decir, de alguien que cree en Dios, que reconoce a Dios como el Creador de todas las cosas, es expresar este reconocimiento a Dios todopoderoso por el sacrificio, por la oblación de un ser que significa la oblación del hombre mismo a Dios».

Santo Tomás de Aquino enseña que el sacrificio, como acto de culto público, comporta necesariamente la oblación, la inmolación y la manducación. Estas son sus tres partes esenciales. La Misa, renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, constituye este sacrificio, este acto principal del culto rendido a Dios. Sus tres partes responden a un doble fin necesario – que funda la razón de ser del Sacrificio – la gloria de Dios y la expiación de los hombres en cuanto pecadores.

En la primera parte esencial de la Misa, es decir el Ofertorio, se realiza la ofrenda de las oblatas. La palabra «oblatas» significa las materias que van a servir para la inmolación del sacrificio, a saber, el pan y el vino. Esta palabra lleva en sí la noción de oblación u ofrenda. Esta oblación es la de Cristo que se va a inmolar unos instantes después, pero es también la de cada oferente o asistente a la misa en particular, y la de la Iglesia en general. El contenido del Ofertorio, las oraciones que lo forman, deben estar en correspondencia con lo que es: la primera parte esencial del sacrificio, sin la cual no hay sacrificio, la oblación.

En el Novus Ordo Missae, la oblación es desnaturalizada por degradación. Ya no responde al doble fin esencial del Sacrificio. Se convierte en un intercambio entre Dios y el hombre. Este último aporta el pan y el vino que Dios cambia espiritualmente y ya no sustancialmente. He aquí el texto: «Bendito eres, Señor, Dios del universo, porque de tu generosidad hemos recibido el pan (o: el vino) que te ofrecemos, fruto de la tierra (o: de la vid) y del trabajo del hombre, del que proviene para nosotros el pan de vida (o: la bebida espiritual)». Las expresiones empleadas tienen un sentido indeterminado que se aleja de la noción de don verdadero con vistas al sacrificio glorificador y reparador de los pecados, tal como está expresado en la primera oración del Ofertorio tradicional: «Recibid, Padre santo y todopoderoso, esta hostia sin mancha…»

Siempre en la misma línea de «des-sacrificialización», el nuevo ofertorio está amputado de las tres oraciones: «Oh Dios, que creaste la naturaleza humana de manera admirable y que de manera más admirable aún la restauraste en su dignidad primera…», «Te ofrecemos, Señor, este cáliz en olor de suavidad…» y «Ven, Santificador, Dios eterno y todopoderoso…» Se trata verdaderamente de una amputación y no de un reemplazo, pues no hay oraciones colocadas en su lugar. ¡Una severa supresión cuando se estudia el sentido profundo de estas oraciones y el vínculo que expresan con la finalidad propiciatoria y sacrificial de la Misa en la que se insertan! El hombre y el sacerdote que ofrecen ya no se reconocen como pecadores que piden misericordia al Dios de Justicia infinitamente ofendido. La realidad del hombre pecador que ofrece a Jesús, su Redentor, en sacrificio para la expiación y la reparación de sus pecados es borrada. Esto acarreará poco a poco la pérdida de esta verdad en los espíritus y en los corazones.

¿En qué se convierte entonces el doble fin profundo, esencial, de este acto de religión más eminente del catolicismo? Este cambio en el Ofertorio, seguido de los del Canon y de la comunión, constituye una conmoción, por una parte, en la concepción católica de la economía de la salvación y, por otra, en la concepción aún más importante de Dios como Maestro y Señor. Cincuenta años más tarde, los hechos hablan por sí mismos. Los estudios sobre el número de católicos y el número de los que saben definir a Dios y que practican, revelan, en Francia y en el mundo, una caída abismal desde la salida de la nueva Misa.

Finalmente, un argumento de crítica externa resalta bien este cambio en la esencia de la Misa: la aprobación de este nuevo Ordo Missae recibida de los protestantes. En el mismo sentido, Monseñor Bugnini – gran arquitecto del Novus Ordo Missae – decía el 19 de marzo de 1965: «Debemos quitar de nuestras oraciones católicas y de la liturgia católica todo lo que pueda ser sombra de tropiezo para nuestros hermanos separados». ¡Hay que notar que estas palabras fueron pronunciadas cuatro años antes de la promulgación de la nueva misa!

https://laportelatine.org/formation/crise-eglise/nouvelle-messe/offertoire-ancien-offertoire-nouveau-une-fracture


sábado, 26 de julio de 2025

EL SANTO PATRONO DE LA RESISTENCIA A LA REFORMA LITÚRGICA

 



Hubo un hombre, en el siglo pasado, que vivió largos años con los estigmas de la pasión en su cuerpo y que realizó portentosos milagros en vida y después de muerto. El muy recordado padre Pío, elevado al honor de los altares por Juan Pablo II. Ahora bien, un santo lo es por sus virtudes heroicas. Una de ellas, que casi nadie sabe, por cierto, fue su oposición a la reforma litúrgica y su fidelidad a la misa de siempre. Es verdad que murió poco antes de que ésta se hiciese obligatoria. Pero es de saber que fue preparada por una serie de pequeños cambios, todos los cuales rechazó el Santo. Muy en especial la obligación de recitar al canon en voz alta. Tampoco aceptó la supresión del manípulo, signo del sacrificio. Vio en todos estos cambios la sombra de Lutero hasta el punto de negarse terminantemente a pedir la autorización que Mons. Bugnini quiso sonsacarle a fin de que reconociera la validez de la reforma que él encabezaba. Pienso que el padre Pío debería ser considerado el Santo Patrono de la resistencia a la reforma.

 

La Misa Nueva de Pablo VI. Breve examen crítico”, Juan Carlos Ossandón Valdés, Editorial Monasterio, Santiago de Chile, 2008, pág. 172.

 

sábado, 19 de julio de 2025

LA NUEVA MISA

 



Por P. RENÉ MARIE BERTHOD

 

·       ¿Qué es la misa?

·       La doctrina católica definida

·       ¿Qué sucede con la nueva misa?

·       La nueva misa y la presencia real

·       La nueva misa y el sacrificio eucarístico

·       La nueva misa y el papel del sacerdote

Este análisis de la nueva misa del canónigo Berthod va directo al grano.

El canónigo René Berthod (+26/06/1996), sacerdote de la congregación de los Canónigos del Gran San Bernardo, tras una larga y brillante carrera como profesor, fue durante varios años director del seminario de Écône. Eminente y profundo teólogo, gran conocedor de santo Tomás, aceptó en 1981 redactar una breve crítica de la nueva misa para la revista del Movimiento de la Juventud Católica de Francia, Savoir et Servir (n.º 9).

 

La Iglesia de Cristo fue instituida con una doble misión: una misión de fe y una misión de santificación de los hombres redimidos por la sangre del Salvador. Debe aportar a los hombres la fe y la gracia: la fe mediante su enseñanza, la gracia mediante los sacramentos que Cristo Señor le confió.

Su misión de fe consiste en transmitir a los hombres la Revelación hecha por Dios al mundo sobre las realidades espirituales y sobrenaturales, y conservarla sin alteración a través del tiempo y los siglos.

La Iglesia católica es ante todo la fe que no cambia; es, como dice san Pablo, la columna de la verdad que atraviesa los siglos, siempre fiel a sí misma y testigo inflexible de Dios en un mundo en perpetuos cambios y contradicciones.
A lo largo de los siglos, la Iglesia católica enseña y defiende su fe en nombre de un único criterio: “lo que siempre ha creído y siempre ha enseñado”. Todas las herejías, con las que la Iglesia se ha visto constantemente confrontada, han sido juzgadas y repudiadas en nombre de la no conformidad con ese principio. El principio reflejo primero de la jerarquía de la Iglesia, y especialmente de la Iglesia romana, ha sido mantener sin cambios la verdad recibida de los apóstoles y del Señor.

La doctrina del santo sacrificio de la misa pertenece a ese tesoro de verdad de la Iglesia. Y si hoy, en ese dominio particular, aparece una especie de ruptura con el pasado de la Iglesia, semejante novedad debería alertar a toda conciencia católica, como en los tiempos de las grandes herejías de siglos pasados, y provocar universalmente una confrontación con la fe de la Iglesia que no cambia.

 

¿Qué es la misa?


Sabemos, por supuesto, que la misa antigua no nos fue dada ya completamente hecha. Conserva lo esencial de las celebraciones hechas por los apóstoles por orden de Cristo; y nuevas oraciones, alabanzas y precisiones le han sido añadidas en una lenta elaboración, para explicitar mejor el misterio eucarístico y preservarlo de las negaciones heréticas.

La misa se ha elaborado progresivamente, conformándose en torno al núcleo primitivo legado por los apóstoles, testigos de la institución de Cristo. Como un estuche que encierra la piedra preciosa o el tesoro confiado a la Iglesia, “ha sido pensada, ajustada, ornamentada como una música. Lo mejor ha sido retenido, como en la construcción de una catedral. Ha explicitado con arte lo que contenía implícito en su misterio. Como el grano de mostaza, ha desarrollado sus ramas, si se quiere, pero todo estaba ya contenido en el grano”.

Esta elaboración o explicitación progresiva quedó esencialmente concluida en tiempos del papa san Gregorio, en el siglo VI. Sólo algunos complementos secundarios se le añadirán después. Esta obra de los primeros siglos del cristianismo ha sido una obra de fe para poner al alcance de la inteligencia humana la institución de Cristo en su verdad reconocida.
La misa es así la explicación del misterio eucarístico y su celebración.

 

La doctrina católica definida

 

Frente a las negaciones de Lutero, el Concilio de Trento recordó la doctrina inmutable de la Iglesia católica y la definió, en lo que concierne al santo sacrificio de la misa, esencialmente en los tres siguientes puntos doctrinales:

ATAQUES A LA SAGRADA EUCARISTIA Y AL SACERDOCIO EN EL NUEVO CATECISMO PROMULGADO POR JUAN PABLO II

 


Por MICHAEL HAYNES

Resumen del capítulo IV del libro “Os erros do Catecismo moderno”, Editora CDB, Rio de Janeiro, 2025.

 

El primer aspecto que se nota es que se ha perdido el sentido de propiciación en la Misa. Asimismo, los efectos de la Misa han sido alterados: en lugar de ser, ante todo, un acto de adoración a Dios, el primer efecto es descrito como un acto de acción de gracias. Cuando esto se combina con la ausencia de una enseñanza explícita sobre la propiciación, se entiende rápidamente que la Misa es vista como una acción centrada en el hombre y no en Dios, ya que el primer acto es agradecer a Dios por nuestros dones, en vez de adorarlo.

Al transformar la Misa en un acto de acción de gracias, el nuevo catecismo puede así emplear su enseñanza innovadora sobre la ofrenda comunitaria del sacrificio. Por medio de una astuta ambigüedad, el texto acentúa fuertemente el papel de los fieles en la Misa, conduciendo a una comprensión protestante de una ofrenda comunitaria realizada mediante un acto de la asamblea común. La comprensión del sacerdocio común es presentada de manera inadecuada, lo que lleva a una confusión sobre la verdadera naturaleza del papel de la congregación en el sacrificio.

Esta comprensión teológica es reforzada por la presentación de la Misa como una especie de banquete espiritual, la cual es promovida por encima de la verdad de que se trata del sacrificio incruento de la cruz. A través de estas referencias a la Misa como banquete, el nuevo catecismo puede avanzar sus objetivos ecuménicos de apaciguamiento tanto de protestantes como de judíos. Al suprimir la enseñanza clara de que la Eucaristía es un sacrificio, el catecismo puede entonces presentar la ambigua idea de una comida espiritual que da continuidad al sacrificio de la Última Cena. Este es un paso importante en la eliminación del concepto completo de la naturaleza de la Misa, además de alinear a la Iglesia con los servicios protestantes y los rituales judíos.

Todo esto se realiza con la mayor sutileza, al punto de que incluso las críticas aquí expuestas quizás no resulten obvias a primera vista. No obstante, es posible comprender verdaderamente la enseñanza que se ha perdido si se vuelve a las páginas del Catecismo de Baltimore o del Catecismo Romano. Allí, el lector encontrará sin ambigüedades la plena verdad sobre la Santa Eucaristía. Es tanto chocante como triste darse cuenta de cuánta verdad se ha perdido en el nuevo catecismo a través de equívocos y medias verdades. El nuevo catecismo presenta una afrenta sutil, pero extremadamente peligrosa, a la fe de todos los que creen en la Misa.

GOOGLE ELIMINA UN BLOG QUE DEFENDÍA LA MISA TRIDENTINA

 


El sitio web katholisch.de, en inglés, citado por el sitio InfoCatolica, informa que Google ha eliminado de su plataforma un blog que había recibido más de un millón de visitas en junio, dedicado a la defensa de la misa tradicional.

El blog «messainlatino.it» se creó en 2007 con el objetivo de defender la misa tradicional. En particular, reclamaba la autorización incondicional de este misal. También cuestionaba el misal reformado de Pablo VI o Novus ordo missae. Este blog es bien conocido por quienes se dedican a mostrar lo deficiente que es esta reforma y quienes conservan celosamente el tesoro de la tradición.

Missa in latino añadía, entre otras cosas, la denuncia de la Declaración Fiducia supplicans y los cambios que implica, al menos en la mente del hombre promedio, en cuanto a la doctrina moral de la Iglesia sobre las relaciones homosexuales, recordando, por ejemplo, que «los actos homosexuales se consideran un pecado según la enseñanza católica».

Desde el sábado por la mañana, el blog ya no es accesible. Si se intenta acceder a él, aparece un mensaje que dice: «El blog ha sido eliminado. Lo sentimos, el blog con la dirección lamessainlatino.blogspot.com ha sido eliminado. Esta dirección no está disponible para nuevos blogs». La restricción parece general y afecta a todos los países.

Al no haberse dado ninguna explicación sobre el motivo de esta desaparición, se abre un abanico de especulaciones. Pero, dados los temas que se tratan habitualmente, parece difícil imaginar una razón plausible.

 

https://fsspx.news/es/news/google-elimina-un-blog-que-defendia-la-misa-tridentina-53430

 

 

sábado, 12 de julio de 2025

EDITORIAL: ESCLARECIMIENTO DOCTRINAL INDISPENSABLE PARA EL COMBATE CRISTIANO

 


Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?”

 Jn. 8, 46.


Seguimos publicando material en gran parte inédito en internet (esto va en serio, algunos saben por qué lo decimos), o inédito en ciertos casos en español, además de diversos artículos de colaboradores y originales de nuestra parte. Y todo esto, a pesar de que casi nula repercusión o efecto percibimos en general, pues sabemos que el desinterés sobre los temas más importantes crece en proporción inversa a la curiosidad por lo subalterno. En solitario, sin apoyos ni estímulos, ni la peligrosa tentación de la multitudinaria tribuna virtual de “seguidores”, muy marginales, seguimos. Seguimos, porque, como decía el Padre Castellani:¿Para qué seguimos? ¿Para qué obstinarse frente a lo imposible? ¿No dice la Escritura que hay tiempo de hablar y de callar? ¿Y no es tiempo de callar cuando una histeria colectiva hace inútil toda argumentación o consejo, cuando las fuerzas ciegas de la materia tienen su hora y están decididas a aprovecharla? ¿Qué podemos nosotros contra la bomba atómica? Seguimos hablando para que siga respirando la patria. Mientras habla una nación, no está muerta, aunque esté con el alma en un hilo. Lo que decimos no vendrá a ninguna consecuencia ni producirá nada: sea. Pero sola en medio de la oscuridad, nuestra nación necesita hablar alto para no tener miedo. Para que el día de mañana cuando el historiador diga: "La prepotencia del dinero y la furia de la ambición con el carnerismo de la ignorancia y el miedo hicieron meter la cola entre las piernas o agitarla en innobles zalemas-al‑amo a todos los argentinos...", para que entonces se pueda decir: NO A TODOS, para eso hablamos”.

Y hablamos y escribimos nosotros, para que el nombre de Cristo suene bien alto, el de Cristo Rey, y no un Cristo falsificado por los mercaderes de la neo religión conciliar-sinodal-judaizada.

Contra ajenos y propios, y esperando contra toda esperanza, mientras nos dé el cuero, seguimos.

Si algún lector nos queda del otro lado, habrá podido notar que hemos incorporado al blog, además del fundamental tema de las apariciones de Fátima –a las cuales le hemos dedicado cuatro libros, tema que vergonzosamente permanece ajeno al interés general de los católicos “comprometidos”-, otro tema que no puede soslayarse: la crisis a partir de la reforma litúrgica, y el problema de la nueva misa. No importa que sea un tema espinoso o polémico, puesto que es esencial su abordaje. Como dice el Padre Calderón (probablemente el mejor teólogo que hay hoy sobre este desdichado planeta) en su magnífico artículo que incluimos en esta entrega: ¿podemos ser indiferentes a la nueva misa? Y puesto que vemos, alarmados, el desconocimiento garrafal que hay a ese respecto, no sólo de la feligresía general, sino de muchos destacados católicos dedicados a las letras o las actividades intelectuales, vamos publicando una buena medida de artículos de diversos estudiosos -la mayoría franceses-, y, como antes señalamos, inéditos en castellano, a fin de que los que desean ser católicos dedicados a adorar a Dios como Él quiere ser adorado, tengan los fundamentos necesarios para hacerlo, en vez de seguir entrampados en el culto bastardo creado por Bugnini en compañía de seis pastores protestantes, bajo la supervisión de las logias vaticanas (el mismo Bugnini ha confesado: "La imagen de la liturgia dada por el Concilio es totalmente diferente de la que existía antes"). ¿Se puede ser verdaderamente contrarrevolucionario, mientras se reza la misa querida por la revolución? (Por supuesto, no basta para ser contrarrevolucionario rezar la misa tradicional, y después hacer cualquier cosa; hablamos de vivir la misa y por lo tanto vivir la cruz de Cristo, pero ese es otro tema aparte).

¿INDIFERENTES A LA NUEVA MISA?

 


Por P. ALVARO CALDERON

 

Dos ritos diferentes coexistiendo para la celebración de la misa. Realmente ¿debemos considerarlos a ambos como dos expresiones de una misma cosa? Ciertamente no es una cuestión de gustos: es la fe católica la que está en juego. Recordemos cómo debemos juzgar la misa reformada de 1969.

Muchos problemas se nos resolverían si fuéramos al menos indiferentes a la Nueva Misa. De Roma no nos piden otra cosa. De tantos católicos perplejos por la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, muchos han creído que lo malo del nuevo rito venía sólo de la manera de celebrarlo y peregrinan por las parroquias buscando Padres, siempre escasos, que celebren con piedad y no den la comunión en la mano. Otros, mejor informados, saben que la diferencia no está en los modos del sacerdote sino en el mismo rito y reclaman la Misa tradicional argumentando, con algo de hipocresía, el enriquecimiento que implica la pluralidad de ritos: el nuevo es bueno pero el viejo también ¡mejor entonces los dos!

Aunque en Roma no hay tontos, han dejado correr esta excusa para los grupos tradicionales que se ampararon en la Comisión Ecclesia Dei. Es más, a los Padres tradicionalistas de la diócesis de Campos, Brasil, les han permitido quedarse con su rito tradicional aún diciendo que la Misa Nueva es menos buena. Pero en Roma molesta nuestra Fraternidad porque no sólo no dice que es buena, sino que la combate como perversa, inquietando la perplejidad que después de cuarenta años de Concilio tantos católicos no dejan de padecer. Si al menos guardáramos indiferencia —¡que recen los otros como quieran!— de Roma nos ofrecerían dejarnos en paz. ¿Podemos ser indiferentes a la Misa Nueva?

La víspera de su Pasión, habiendo llegado la hora de ofrecer a su Padre el sacrificio redentor, Nuestro Señor hizo un pacto con su Iglesia: Hæc quotiescumque feceritis, in mei memoriam facietis (Acordaos de que he muerto por vuestros pecados, que Yo me acordaré de vosotros en la presencia del Padre). Y como Dios que es, nos dejó el inmenso misterio de la Misa, por la que su Sacrificio permanece siempre vivo, siempre nuevo, permitiéndonos asistir como ladrones arrepentidos: Memento Domine, famulorum famularumque tuarum (Acuérdate de nosotros ahora que estás en tu Reino).

La memoria viva de la Pasión que se renueva por la doble consagración gracias a los poderes del Sacerdocio, la unión misteriosa con la Víctima divina que se realiza por la comunión, es la única vía que tiene el duro corazón del hombre para volver al amor de Dios, porque nada llama tanto al amor como el saberse muy amado, y la Pasión de Nuestro Señor fue la máxima demostración de amor: nadie ama más que aquel que da la vida por su amigo. Por eso la obra de la Redención que Cristo llevó a cabo en la Cruz, no se hace efectiva para nosotros sino gracias al Sacrificio de la Misa.

Ahora bien, así como no cabe indiferencia ante la Cruz de Cristo, tampoco ante el rito que renueva su Sacrificio. Quien no está conmigo está contra Mí, dijo Nuestro Señor, y esta ley se impuso por la Pasión. Puedo pasar al lado de un vendedor si pienso que lo que ofrece no lo necesito; pero no puedo pasar al lado de un hombre herido porque él me necesita a mí. No es patente pecado la indiferencia ante el Jesús de los Milagros, pues puedo decir con San Pedro: aléjate de mí, que soy un pecador; pero es horrible traición decir: no conozco a ese hombre, ante el Jesús Crucificado. Es la Cruz de Nuestro Señor la que nos urge a tomar partido, ¡no me es lícito dejar de lado a Aquél que muere por mis pecados!

El nuevo rito creado bajo Pablo VI para sustituir el bimilenario rito romano de la Santa Misa, ha suprimido el escándalo de la Cruzevacuatum est scandalum crucis! La intención inmediata que guió la reforma de la Misa fue el ecumenismo: crear un rito suficientemente ambiguo como para ser aceptado por los protestantes más “cercanos” al catolicismo; pero la intención última ha sido suprimir la espiritualidad dolorista de la Cruz, porque su negatividad supuestamente repugna al hombre moderno.

Es asombroso, pero si a nuestra religión le quitamos el escándalo de la Cruz, cesa la persecución y los judíos son los primeros en aceptarnos el diálogo ecuménico. Ya San Pablo señalaba este misterio a los Gálatas, tentados de judaizar creyendo necesario circuncidarse:

Si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡se acabó ya el escándalo de la cruz!

Como lo muestra el librito sobre El problema de la reforma litúrgica, de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, la teología que subyace tras la misa de Pablo VI escamotea la Pasión de Nuestro Señor para quedarse solamente con las alegrías de la Resurrección: supera el Misterio de la Cruz con la nueva estrategia del Misterio Pascual. Se ha vuelto a repetir lo que pasó cuando Jesús anunció por primera vez su Pasión:

Pedro, tomándole aparte, se puso a amonestarle diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suceda (San Mateo, 16, 22).

Visto con ojos muy humanos, con Cristo resucitado la Iglesia puede entrar en el mercado de este mundo, que se muere por todos lados, con un producto de lujo: la esperanza de resurrección; pero con el Crucificado todos los sermones tienen que empezar como el primero de San Pedro, reprochándole peligrosamente a los poderosos de este mundo: Vosotros le disteis muerte (Hechos 2, 23). Pero, ¿cuál fue la reacción de Nuestro Señor ante el cambio de estrategia publicitaria que le proponía su Vicario?

sábado, 5 de julio de 2025

LAS PROFUNDAS DEFICIENCIAS DOCTRINALES DE LA NUEVA MISA

 



Por P. FRANÇOIS-MARIE CHAUTARD

 

• 1) En cuanto al misterio cristiano

• 2) En cuanto al aspecto sagrado de los misterios

• 3) Supresión del aspecto sacrificial

• 4) Disminución de la fe en la presencia real

 

El mayor reproche que se le hace al misal de Pablo VI concierne a la profesión de la fe católica. El rito mismo, en sus gestos y en sus palabras, en su conjunto como en sus detalles, altera la fe católica. No la contradice frontalmente, la disimula, la silencia, la ahoga.

 

1) En cuanto al misterio cristiano

 

El rito tiene por tarea instruir a sacerdotes y fieles y disponerlos al culto de Dios mediante el recuerdo de las verdades de fe. Ahora bien, el nuevo rito se acompaña de un empobrecimiento considerable de esos recordatorios. Numerosas verdades son alteradas y ocultadas mediante la supresión de oraciones cuyo número y precisión no han sido reemplazadas:

  • El pecado: el NOM [1] ya no contiene las oraciones Indulgentiam, Aufer a nobis, Oramus te, Deus qui humanæ, Suscipe sancte Pater, que todas recordaban la condición pecadora del hombre.
  • El desprecio de las cosas del mundo:
    «Han cambiado en este nuevo misal todas las oraciones, todas las plegarias que hablaban del desprecio de las cosas de este mundo para unirnos a las celestiales. ¿Qué idea tuvieron los que cambiaron estas cosas? ¿Acaso las cosas celestiales no son tales que debamos despreciar las terrenales, que son para nosotros ocasión de pecado?» [2]
  • El combate espiritual:
    «Se han suprimido en las oraciones todo lo que indicaba lucha, combate espiritual. Los términos ‘perseguidores, enemigos’, todo eso ha sido suprimido sin razón. Por ejemplo, misa de san Juan de Capistrano: “[Dios que...] hicisteis triunfar [a vuestros fieles] sobre los enemigos de la Cruz (...) haced, os lo suplicamos, que, por su intercesión, venzamos las trampas de nuestros enemigos espirituales”» [3]
  • El misterio de la Redención: se habla de “salvación” de una manera muy vaga.
  • La virginidad perpetua de la Virgen María: en el NOM, es posible (según la selección de las oraciones propuestas) no hablar de la Virgen María. Y se sabe que la virginidad perpetua de María es una piedra de tropiezo para los protestantes... De hecho, la palabra “perpetua” solo aparece en una de las cuatro plegarias eucarísticas. En cambio, el rito antiguo repetía este dogma al menos cinco veces.
  • La realeza de Cristo Rey:
    «Con respecto a Cristo Rey, se suprimieron dos estrofas que hablaban del Reino social de Nuestro Señor Jesucristo» [4]
  • La fe en los novísimos (las postrimerías):
    «El rito de los difuntos ha sido modificado. La palabra anima ha desaparecido con frecuencia de numerosas oraciones por los difuntos, porque con las nuevas filosofías ya no se sabe realmente si hay una distinción real entre alma y cuerpo. Entonces, ya no se debe hablar del alma. ¡Es increíble, inimaginable! Ya no hay devoción por los difuntos, ya no existe el sentido del purgatorio» [5]

 

2) En cuanto al aspecto sagrado de los misterios.

 

Las mismas rúbricas del misal institucionalizan esta pérdida del sentido de lo sagrado a través de la mutabilidad permanente del rito y un relajamiento litúrgico general.

  • La mutabilidad permanente del rito desnaturaliza su carácter sagrado, aunque solo sea por la diversidad de misas: la primera parte de la misa cuenta con 3 fórmulas, la segunda con 3, y el canon con 4. Así, se puede construir “su” misa según 3×3×4 posibilidades. Y eso limitándose a las palabras, sin contar los gestos y otras ceremonias que pueden añadirse o inventarse a voluntad por los consejos parroquiales. Dar al sacerdote y a su consejo parroquial una libertad de gestos casi total y una gran parte de iniciativa colectiva para los textos de la misa engendra mecánicamente una pérdida del respeto debido al propio rito. Rara vez la imaginación o la fantasía van de la mano con el sentido del respeto.
  • En cambio, la utilización de un rito estabilizado desde hace unos quince siglos y codificado en detalle en sus palabras y gestos, engendra un profundo respeto por parte del sacerdote y los fieles. La regla pedagógica más elemental para enseñar el carácter sagrado de un objeto es no ponerlo en todas las manos y prohibir transformarlo a su antojo.
  • Un relajamiento litúrgico general provocado por el abandono y la supresión de una gran parte de las marcas de respeto, en particular:
    • la obligación de la piedra de altar, así como del carácter precioso de los vasos sagrados, de uno de las tres manteles del altar, o de ciertos ornamentos (el manípulo, el amito, el cordón, el velo del cáliz, la bolsa, e incluso la misma casulla) ;
    • las genuflexiones, cuyo número pasa de 12 a 2, y los signos de la cruz, que pasan de 47 a 7 u 8 ;
    • el número de oraciones, que reduce la duración de la misa —en su forma más breve— a 10/12 minutos.

Mons. Lefebvre lo observaba lúcidamente:

*«La desacralización se produce en primer lugar:

·       Por la lengua vernácula. La supresión de la lengua sagrada que era el latín ha vuelto profana, en cierto modo, la santa misa, y la ha convertido en algo que ya no es realmente sagrado.

·       Por la pronunciación de esta traducción en voz alta durante toda la santa misa. Ya no hay momentos de silencio, ya no hay palabras dichas en voz baja por el sacerdote (…) que inviten a la meditación sobre el gran misterio que allí se realiza.

·       Por la introducción de la mesa en lugar del altar. (…)

·       Por la posición del sacerdote. La misa de cara al pueblo no invita en absoluto al recogimiento frente al misterio que se desarrolla. El sacerdote mismo es distraído por las personas que tiene delante. Y la gente es distraída por el sacerdote, especialmente si éste actúa de forma un tanto viva, un tanto desordenada, o de manera poco respetuosa. (…)

·       Por la distribución de la Eucaristía por parte de los fieles».*
— Mons. Lefebvre, 1 de octubre de 1979.

 

3) Supresión del aspecto sacrificial

 

«La misa no es un sacrificio... llamémosla bendición, eucaristía, cena del Señor... que se le dé cualquier otro nombre que se quiera, con tal de no mancharla con el título de sacrificio. Esta abominación [...] que se llama Ofertorio. De ahí resuena y se siente todo el carácter de sacrificio».
— Lutero, Formulæ missæ et communionis, 1523

Lamentablemente, el NOM se inclina hacia una comida y no hacia un sacrificio. Esta evolución se traduce de cuatro maneras:

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...