El texto
que sigue es traducción de una conferencia dada por el general Paitier el 3 de
septiembre último durante las 52 Journées Chouannes. Reproducido por Lectures
FranÇaises N° 785, Septiembre 2022, revista mensual editada por
DPF VAD en Chiré-en-Montreuil.
Por el general (2S) MARC
PAITIER
El fin de la URSS era una oportunidad inmensa para el porvenir
de Occidente, pero en lugar de asociar Rusia al concierto de las naciones
europeas, la hemos despreciado, marginado. Hemos cometido un trágico error de apreciación
pensando que teníamos todo por ganar con una Rusia débil. La guerra en Ucrania es una consecuencia de
este enceguecimiento.
Constato que hoy es imposible debatir objetivamente de
este evento dramático. Del lado del pensamiento dominante, prevalece la
histeria anti-rusa con un maniqueísmo que prohíbe toda aproximación crítica.
Todo punto de vista divergente es tildado de complotismo; la menor diferencia
es denunciada como una complicidad con Moscú.
Esta dictadura de lo “políticamente correcto” no se ahorra,
desgraciadamente, a nuestra pequeña familia de pensamiento que sostiene más
bien la parte rusa, pero en el seno de la cual la investigación de la verdad es
también a veces sacrificada sobre el altar de la ideología y de la toma de
partido. Yo he hecho la amarga
experiencia luego de dos artículos escritos en una publicación que nos es muy
próxima y que me han valido cartas de insultos de parte de algunos lectores
porque yo no presentaba todo según el punto de vista que ellos habrían querido
escuchar. Ningún argumento me fue opuesto, solamente injurias. Triunfo de la
vulgaridad y caída de la inteligencia.
Lo confieso, yo formaba parte de aquellos y éramos
numerosos comprendidos en esto las oficinas y los estados mayores bien
informados, que pensaban que Rusia no invadiría jamás militarmente Ucrania. Yo
estimaba que se trataba de una intoxicación de la propaganda norteamericana.
Cuando esta invasión se tornó realidad, los Estados
Unidos seguidos de manera casi unánime por las democracias occidentales hicieron
el juego de condenar a Rusia, de demonizar a su presidente y de tomar la
defensa de la “valiente Ucrania”, víctima del “ogro ruso”. Habíamos encontrado
un enemigo, el buen tiempo de la guerra fría que oponía el campo del bien
contra el campo del mal se había restablecido.
En ningún momento, hemos asistido a una puesta en
perspectiva de los acontecimientos con la distancia que conviene para países
que no son directamente concernientes por una guerra que es en principio una
guerra civil. Nos hemos asociado servilmente a la línea norteamericana con un
discurso belicoso que no se había escuchado desde hace mucho tiempo. Olvidados
los dividendos de la paz resultante del colapso del muro y del imperio soviético.
El espectro del retorno de la guerra sobre el teatro europeo, la amenaza
nuclear siendo entrevista con desenvoltura, cuidado y ligereza me han permitido
comprender esos encadenamientos irracionales y esos enceguecimientos que en el
pasado han ensangrentado el continente europeo.
Dispongo de algunas páginas para tratar un tema de extrema
complejidad. No buscaré por lo tanto ser exhaustivo. No abordaré la cuestión de
las operaciones militares. Comenzaré por el extraordinario formateo de la opinión
que contiene todos los ingredientes de la desinformación. Me interesaré en las
razones del conflicto ubicando los eventos de actualidad en la perspectiva histórica
que los esclarecen. Pondré a la luz el juego malsano de los Norteamericanos y
la inexistencia estratégica de los Europeos antes de considerar las sombrías perspectivas
que este conflicto deja entrever. Sobre
cada uno de esos puntos, uno puede tener aproximaciones e interpretaciones
diferentes. No pretendo detentar todas las claves de comprensión, sino
simplemente dejar aquí algunas reflexiones de sentido común.
EL MODELADO DE LA OPINIÓN
Como en los Balcanes, en los años 90, la guerra en Ucrania hoy da lugar a un formidable condicionamiento de la opinión destinada a hacer caer toda la responsabilidad del conflicto sobre las espaldas de Moscú y a prohibir todo razonamiento fuera de esta consideración. Los responsables políticos, cual fuere, por otra parte, la simpatía que ellos hayan podido probar hacia Rusia, son llevados a condenar sin reserva la intervención rusa y a exaltar la resistencia ucraniana. No conozco más que dos excepciones que resisten a ese diktat [en Francia]: Thierry Mariani e Yves Pozzo di Borgo. Vaya en su honor.