Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

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sábado, 30 de agosto de 2025

CONTRA CHARLATANERÍAS

 

Benedicto XVI Judaizante

 


por DON CURZIO NITOGLIA


Primera parte

INTRODUCCIÓN

La época actual es la de las charlatanerías. Una de ellas consiste en presentar a Benedicto XVI como el campeón de la ortodoxia católica. Para hacer esto se insiste en ignorar lo que ha escrito el mismo Joseph Ratzinger desde los años cincuenta hasta 2023 y, en cambio, se buscan artículos escritos por algunos ensayistas sobre Ratzinger.

Normalmente los escritos de Ratzinger nos hacen entender de manera mucho más fundamentada la naturaleza de su pensamiento que todos los ensayos que se han escrito sobre Joseph Ratzinger.

En una serie de artículos me basaré, como siempre he hecho hasta ahora, en los escritos de Ratzinger para demostrar, negro sobre blanco, su heterodoxia.

 “JUDÍOS Y CRISTIANOS” (2019)

Recientemente, han surgido discusiones sobre el modernismo del papa Bergoglio y el presunto apego a la Tradición apostólica de Benedicto XVI.

En realidad, si se estudia el tema, se evidencia que Ratzinger – incluso poco tiempo antes de dejar este mundo – mantuvo sus posiciones modernistas.

Para no aburrir al lector, me detengo en un aspecto de su teología modernizante y en ruptura con la Tradición: el de las relaciones entre Cristianismo y Judaísmo post/bíblico.

El libro Judíos y Cristianos (Cinisello Balsamo, San Paolo, 2019) redactado por el “papa emérito” BENEDICTO XVI junto con el rabino jefe de Viena ARIE FOLGER, que es perniciosamente judaizante pero de manera oculta, de modo que pueda dañar más, como “la serpiente que se esconde entre la hierba”, es más peligrosa que aquella bien visible en medio de un camino.

A partir del contenido doctrinal de este libro, se evidencia claramente:

  1. Que en el origen de la teología del Concilio Vaticano II está la doctrina judaizante de la Declaración Nostra aetate del 28 de octubre de 1965, la cual cabalísticamente abre el camino al antropocentrismo que impregna la doctrina de los 16 documentos conciliares;
  2. Que el Concilio pastoral, la Declaración conciliar Nostra aetate y la enseñanza postconciliar, desde Pablo VI (1963-1978) hasta Francisco (2013-2025), están en ruptura o en oposición de contradicción con la doctrina católica bimilenaria (desde Jesús hasta Pío XII), revelada por Dios, definida por el Magisterio dogmático y constante de la Iglesia, sostenida por la Tradición apostólico/patrística y por la enseñanza de los Doctores escolásticos desde Santo Tomás de Aquino hasta la primera mitad del siglo XX.

Por lo tanto, es más que oportuno estudiar y refutar los principios expuestos en el volumen citado.

sábado, 16 de agosto de 2025

DOMINUS JESUS O LA “ORTODOXIA” DE LA IGLESIA CONCILIAR

 



A propósito de los festejos de algunos por el 25 aniversario de esta desdichada declaración.

 

Editorial de Le Sel de la terre N° 35, Invierno 2000-2001

 

Dominus Jesus y los elementos de Iglesia

 

En la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus Jesus, del 6 de agosto de 2000, leemos lo siguiente:

Por la expresión subsistit in, el Concilio Vaticano II quiso proclamar dos afirmaciones doctrinales: por una parte, que a pesar de las divisiones entre cristianos, la Iglesia de Cristo continúa existiendo en plenitud en la sola Iglesia católica; por otra parte, «que numerosos elementos de santificación y de verdad subsisten fuera de sus estructuras [1]», es decir, en las Iglesias y comunidades eclesiales que no están todavía en plena comunión con la Iglesia católica (56).

El texto hace referencia a una nota (56) que es la siguiente:

Contraria al significado auténtico del texto conciliar es, pues, la interpretación que saca de la fórmula subsistit in la tesis de que la única Iglesia de Cristo podría también subsistir en Iglesias y comunidades eclesiales no católicas. «El Concilio había, por el contrario, escogido la palabra subsistit precisamente para poner de relieve que existe una sola “subsistencia” de la verdadera Iglesia, mientras que, fuera de su conjunto visible, existen solamente elementa ecclesiae que – siendo elementos de la misma Iglesia – tienden y conducen hacia la Iglesia católica.» (A propósito del libro Iglesia: carisma y poder, del padre Leonardo Boff. Notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe: AAS 77 [1985] 756-762.)

Estos textos no constituyen una enseñanza nueva. Es incluso el nudo de la herejía conciliar sobre el ecumenismo [2].

Existen ciertamente en las comunidades cristianas separadas de la Iglesia católica vestigios de la Iglesia católica: por ejemplo, los protestantes han conservado la Sagrada Escritura (a menudo más o menos alterada), los cismáticos orientales (falsamente llamados «ortodoxos») han conservado los sacramentos, etc.

La primera operación de la «nueva teología» consistió en cambiar el vocabulario. Se intercambió la palabra «vestigios» tradicionalmente utilizada para designar estas realidades, pero considerada demasiado negativa porque hace pensar en «ruinas», por la expresión «elementos de la Iglesia [3]».

Este cambio de vocabulario no es inocente. La palabra «vestigio» expresaba una verdad importante, a saber, que la realidad robada a la Iglesia católica por la comunidad cristiana deja de ser una realidad viva, se convierte en una «ruina».
Es verdad que la Sagrada Escritura, leída en el sentido que conoce la Iglesia católica, es santificante; es verdad que los sacramentos recibidos en comunión con la Iglesia católica nos justifican, pero ya no es lo mismo cuando estas realidades están incluidas en una falsa religión.

Por ejemplo, un bautismo recibido de un ministro protestante, suponiendo que sea válido, es de por sí un signo de que se acepta la herejía protestante. La participación activa en cualquier ceremonia religiosa de una comunidad herética o cismática es de por sí una marca de pertenencia a la herejía y al cisma: «La asistencia activa en las acciones litúrgicas comporta de por sí una cierta profesión de fe [4].»

LAS “SEMILLAS DEL VERBO”

 


 Editorial Le Sel de la terre N° 38, Otoño 2001.

 

Las “semillas del Verbo”

 

En su primera encíclica, Redemptor hominis, el papa Juan Pablo II se expresaba así:

Con razón, los Padres de la Iglesia veían en las diversas religiones como otros tantos reflejos de una única verdad, como “semillas del Verbo” [1] que testimonian que la aspiración más profunda del espíritu humano está orientada, a pesar de la diversidad de caminos, hacia una dirección única, expresándose en la búsqueda de Dios y, al mismo tiempo, por medio de la tensión hacia Dios, en la búsqueda de la dimensión total de la humanidad, es decir, del sentido pleno de la vida humana [2].

Esta frase es un intento de justificar el diálogo interreligioso: unas “semillas del Verbo” estarían contenidas en las diversas religiones, y las convertirían en “reflejos de una única verdad”.

El papa pretende apoyarse en los Padres de la Iglesia. Y, en nota, se refiere a san Justino y a Clemente de Alejandría.

En realidad, Clemente no es un Padre de la Iglesia en sentido estricto. Para serlo, se requiere, entre otras cosas, la ortodoxia de la doctrina y la santidad de vida [3]. Ahora bien, nos dice el padre Cayré:

[La obra de Clemente] no está, sin embargo, exenta de todo reproche: a) su mística era un poco idealista; en los últimos Stromatas, hizo a veces descripciones hiperbólicas del estado de los perfectos (ausencia de pasiones, contemplación perpetua); insistió más de la cuenta sobre el sacerdocio (metafórico) del gnóstico; b) en su ascesis misma, que es verdaderamente cristiana por el lugar que en ella ocupa Cristo como revelador y como maestro, descuida quizá un poco el papel del sufrimiento y de la oración (esta última es señalada sobre todo al final, en el gnóstico), mientras exalta en exceso el de la filosofía; c) por último, practica cierto esoterismo, tomando algunas doctrinas de tradiciones secretas, más bien que de los órganos oficiales de la fe [4].

Además, la Iglesia romana ha rehusado inscribirlo (como santo) en su martirologio:

Por consejo de Baronio, Clemente no fue admitido en el martirologio romano revisado por Clemente VIII, y Benedicto XIV mantuvo esta decisión, sin zanjar absolutamente la cuestión de doctrina y de virtud, […] por razones de oportunidad, que son las siguientes: su vida demasiado poco conocida, ninguna huella de culto público rendido en la Iglesia, doctrina por lo menos dudosa y sospechada por diversos historiadores o teólogos [5].

Pero hay algo más grave: cuando se van a verificar los textos de san Justino y de Clemente, se ve que no dicen en absoluto lo mismo que el papa.

San Justino no habla de las “diversas religiones”, sino que habla de los filósofos y de los poetas. Y esa “semilla” que está difundida por todas partes es la de la razón, no la de una revelación sobrenatural.

San Justino distingue incluso muy claramente el “germen” plantado en todo hombre (la razón), de la participación en el Verbo que se da por la gracia. Citemos su segunda Apología, a la que se refiere Juan Pablo II:

13, 2: Cristiano, reconozco que lo soy. […] No que la doctrina de Platón sea ajena a la de Cristo, pero no le es absolutamente idéntica, como tampoco la de los otros, estoicos, o poetas y prosistas. 3. Pues cada uno de ellos ha visto, parcialmente, de lo que ha recibido del Verbo divino difundido [spermatikou, literalmente: difundido como una semilla] en el mundo, aquello que le es afín, y de ello ha hablado bien; pero aquellos que se han contradicho a sí mismos en puntos más importantes muestran con evidencia que no poseen la ciencia infalible y el conocimiento irrefutable. 4. Lo que todos ellos han enseñado de bueno nos pertenece, pues, a nosotros, los cristianos, porque, después de Dios, adoramos y amamos al Verbo nacido del Dios inengendrado e inefable, ya que incluso se hizo hombre por nosotros, a fin de venir a participar en nuestras miserias para curarnos de ellas. 5. De hecho, todos los escritores podían, de manera indistinta, ver la realidad gracias al germen del Verbo que ha sido plantado en ellos. 6. Pero una cosa es un germen (sperma) y una semejanza dados a los hombres en proporción a sus facultades, y otra cosa es el objeto mismo cuya participación e imitación les es concedida en proporción a la gracia de la que es fuente [6].

En cuanto a Clemente de Alejandría, él habla también no de las “diversas religiones”, sino de los filósofos (y aún así, no de cualquier filósofo, sino solamente de Platón y Aristóteles) y de los poetas que han tenido “algunas teorías justas”. Da como ejemplo a Arato, poeta griego citado por san Pablo en su discurso en el Areópago (Hch 17, 22-28). “De donde resulta claramente que, utilizando ejemplos poéticos tomados de los Fenómenos de Arato [7], [san Pablo] aprueba lo que los griegos han dicho de bueno [8].”

Este intento de Juan Pablo II de querer apoyar su “extraña teología” en “los Padres de la Iglesia” es, por tanto, vano. Los Padres de la Iglesia siempre han considerado, junto con el Espíritu Santo, que los dioses de los paganos eran demonios [9]. Nunca han dicho que las religiones paganas eran “reflejos de una única verdad”. Para ellos, esas religiones eran simplemente falsas, y había que apartarse de ellas para hacerse cristiano.

Si en el mundo pagano había algunas “piedras de espera” de la verdadera religión, era debido al “milagro griego”, es decir, al trabajo de esos filósofos que, con la ayuda de la razón natural, habían logrado reencontrar una parte de las verdades que el hombre puede saber sobre Dios sin la revelación [10].

sábado, 26 de julio de 2025

LA DEMOLICIÓN DEL PAPADO POR ETAPAS

 

La demolición del Papado por etapas

 


 

Por P. FLAVIO MATEOS

 

Capítulo de nuestro libro “FATIMA Y EL MILAGRO DEL SOL. LA GUERRA DEL ANTICRISTO CONTRA EL PAPADO”, Ediciones Reacción, 2024. Lo actualizamos.

 

Puede verse una lógica en las acciones y actitudes de los revolucionarios que tomaron la Iglesia en el Vaticano II (“la Revolución de octubre pacífica en la Iglesia”, como lo llamó el dominico Congar). La intrusión de la democracia (influencia sobre todo del americanismo, pero llevada a cabo con particular habilidad por los neo-teólogos subjetivistas alemanes) ha debido desacralizar paulatinamente el Papado, mientras iban democratizando cada vez más la Iglesia, que de conciliar está pasando a ser ahora sinodal. En una palabra: protestante.

Podemos establecer algunos de esos hitos en este camino de deformación del Papado:

 

1.- Colegialidad y bicefalismo en la Iglesia, en la constitución dogmática Lumen Gentium (1964). [1]

2.- Pablo VI visita la sede de las Naciones Unidas (ONU). Se presenta como un hombre igual a los demás, que ha de ponerse al servicio de las Naciones (cuando las Naciones deben estar al servicio de la Iglesia). Hace una “ratificación moral y solemne de esta augusta Organización” (nacida de la Revolución anticristiana y merced al triunfo masónico-liberal-comunista tras la Segunda Guerra Mundial), y afirma que “Los pueblos se vuelven a las Naciones Unidas como hacia la última esperanza de concordia y paz” (¡!) (1965).

3.- Pablo VI entrega su anillo, símbolo de la autoridad papal suprema, al herético, cismático y falso arzobispo de Canterbury, en la basílica de San Pablo extramuros (1966).

4.-Declaración de Pablo VI: “el Papa es el más grave obstáculo en el camino hacia el ecumenismo” (1967).

5.- Deposición de la tiara por Pablo VI (1969). La Iglesia adopta la democracia, el Papa deja de ser un monarca.

6.- Actitudes populistas, adopción de sombreros, gorras o cascos grotescos y hasta bailes de música moderna por parte de los papas conciliares (desde el posconcilio hasta la actualidad).

7.- Reunión interreligiosa de Asís. El Papa (Juan Pablo II) es uno más entre todos los líderes de las falsas religiones. (1986)

8.- Juan Pablo II es el primer Papa en visitar una sinagoga (1986). El Papa en pie de igualdad con el Rabino de Roma, como dos amigos. Los Papas posteriores seguirán su ejemplo.

9.- Redefinición ecuménica del Papado, proyectada en la encíclica Ut unum sint de Juan Pablo II (1995).

10.- Benedicto XVI quita la tiara de su escudo papal (2005).

11.- Tras su renuncia (2013), Benedicto XVI se convierte en “papa emérito” (viejo proyecto suyo, en connubio con Karl Rahner). Permanece en Roma, donde hay ahora “dos Papas”.

12.- Francisco se dedica sistemáticamente a derruir la imagen de Papa, bajo capa de “humildad”. Hasta llegará a colocarse una nariz de payaso.

13.- Documento de estudio del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos: “El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y en las respuestas a la encíclica Ut unum sint”, tendiente a establecer una “Iglesia sinodal”, donde el Papa pasaría a ser no ya un primus inter pares con los obispos católicos, sino también con los de otras denominaciones o sectas cristianas. Así lo explicita el cardenal Koch (modernista y, desde luego, “sinodal”): “el primado debe ejercerse de manera sinodal […] poniéndonos a la escucha de las diferentes tradiciones cristianas con respecto a la sinodalidad y al primado, como contribución al proceso sinodal”.

14.-Francisco, hacia el penoso final de su pontificado, aparece públicamente sin la sotana blanca, con un grotesco pijama.

15.-León XIV, promotor de la iglesia “sinodal” o “democrática, afirma indirectamente en un discurso a una “Peregrinación ecuménica ortodoxa-católica de los Estados Unidos” que Roma (es decir, el Papa) no tiene la primacía respecto de las otras denominaciones cristianas. El Papa ya no es “un obstáculo en el camino al ecumenismo”. La doctrina católica es arrojada al cesto de la basura.

 

Última reflexión: aunque los modernistas, herejes y masones hagan todos los esfuerzos que su perversa sinuosidad les aconseje, aunque conjuren y arbitren asambleas y nuevos documentos, todo va a un final fracaso: el Papado seguirá en pie puesto que la palabra de Dios no pasa: “Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella” (Mt. XVI, 18).

 

[1] “¿Cómo introduce esta constitución la bicefalia en la Iglesia? Tras recordar que el Papa «tiene la potestad plena, suprema y universal sobre la Iglesia [...]», LG añade inmediatamente que «el orden de los obispos [...] constituye también el sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia» (§ 22). Mientras que hasta entonces la Iglesia había sido una monarquía con un único poder supremo, el del Papa, LG afirma de repente un doble poder supremo, una Iglesia bicéfala. Junto al Papa, el colegio episcopal (incluido el Papa) también está sometido al poder supremo. Este cambio de doctrina fue tan considerable que el Papa Pablo VI consideró que debía intervenir y redactar una «nota explicativa prævia» (nota explicativa preliminar) que debía adjuntarse a la Constitución, en la que matizaba este cambio: «Para no poner en tela de juicio la plenitud del poder del Romano Pontífice, [...] el colegio está siempre y necesariamente de acuerdo con su cabeza, que en el colegio conserva íntegramente su oficio de vicario de Cristo y pastor de la Iglesia universal». Esta nota impide, pues, que el colegio ejerza por sí solo el poder supremo en la Iglesia, lo que constituye una herejía condenada, pero no suprime la «bicefalia». El nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 ratificó esta doctrina de la doble potestad suprema en el canon 336: «El colegio episcopal, cuya cabeza es el sumo pontífice y del que forman parte los obispos [...] está también, en unión con su cabeza y nunca sin ella, sometido a la suprema autoridad de la Iglesia”. (Petit catéchisme du concile Vatican II, Le Sel de la terre No 93, ÉTÉ 2015).

miércoles, 23 de julio de 2025

LA IGLESIA CONCILIAR

 


Nos queda orar para que el Señor derrumbe este edificio de la Iglesia conciliar con un soplo de su boca y, mientras tanto, que nos mantenga firmes y generosos en el combate por la fe, y asiduos en el estudio de este misterio de iniquidad.

 

 

En una carta del 25 de junio de 1976 dirigida a Mons. Lefebvre de parte del papa Pablo VI, Mons. Giovanni Benelli (sustituto de la Secretaría de Estado) utilizó por primera vez una expresión que haría fortuna: «la Iglesia conciliar».

[Si los seminaristas de Écône] son de buena voluntad y están seriamente preparados para un ministerio presbiteral en la verdadera fidelidad a la Iglesia conciliar, se procurará entonces encontrar la mejor solución para ellos.

Mons. Lefebvre había destacado esta expresión. Suspendido a divinis por haber realizado ordenaciones el 29 de junio del mismo año 1976, escribía el 29 de julio:

¡Qué más claro! A partir de ahora, hay que obedecer y ser fieles a la Iglesia conciliar y ya no a la Iglesia católica. Ese es precisamente todo nuestro problema; estamos suspendidos a divinis por la Iglesia conciliar y para la Iglesia conciliar, de la cual no queremos formar parte.

Esta Iglesia conciliar es una Iglesia cismática porque rompe con la Iglesia católica de siempre. Tiene sus nuevos dogmas, su nuevo sacerdocio, sus nuevas instituciones, su nuevo culto, ya condenado por la Iglesia en muchos documentos oficiales y definitivos.

Varios defensores de la Tradición católica comentaron esta expresión. Citamos entre otros a Jean Madiran [número especial de Itinéraires, abril de 1977: La condamnation sauvage de Mgr Lefebvre, p. 113-115]:

Que actualmente haya dos Iglesias, con un solo y mismo Pablo VI a la cabeza de ambas, no es responsabilidad nuestra, no lo inventamos, constatamos que así es.

Gustavo Corção en la revista Itinéraires de noviembre de 1974, y luego el P. Bruckberger en L'Aurore del 18 de marzo de 1976, lo señalaron públicamente: la crisis religiosa ya no es como en el siglo XVI, tener dos o tres papas simultáneamente para una sola Iglesia; hoy es tener un solo papa para dos Iglesias, la católica y la postconciliar.

Entre los estudios publicados sobre este tema, cabe destacar:

·      Un artículo sobre la «Eclesiología comparada» publicado en Le Sel de la terre n.º 1, verano de 1992. El autor retoma las reflexiones de Mons. Lefebvre sobre las cuatro notas de la Iglesia y sobre la nueva eclesiología (la nueva doctrina sobre la Iglesia) surgida del Concilio Vaticano II y expuesta por el papa Juan Pablo II al promulgar el nuevo Código. Expone que la Iglesia conciliar es una realidad distinta de la Iglesia católica, que posee sus propias cuatro notas características: es ecuménica, humanista, creyente y conciliar, en lugar de una, santa, católica y apostólica.

·      El editorial de Le Sel de la terre n.º 59 (invierno de 2006-2007): «Una Jerarquía para dos Iglesias». Exponiendo las cuatro causas de una sociedad, definía así a la nueva Iglesia conciliar:

Es la sociedad de los bautizados que se someten a las directivas del papa y de los obispos actuales, en su voluntad de promover el ecumenismo conciliar, y que, en consecuencia, aceptan toda la enseñanza del Concilio, practican la nueva liturgia y se someten al nuevo derecho canónico.

Luego, el editorial respondía a la objeción: “No es posible que una misma jerarquía dirija dos Iglesias, porque si se manda a una Iglesia distinta de la Iglesia católica, se apostata. Si el papa dirige otra Iglesia, ya no es papa; caemos en el sedevacantismo”.

El error de la objeción está en imaginar a la Iglesia conciliar como una sociedad que impone formalmente el cisma o la herejía, como una Iglesia ortodoxa o una comunidad protestante. Si adhiero a la Iglesia anglicana, por ejemplo, soy formalmente cismático, incluso hereje, y ya no formo parte de la Iglesia católica.

Pero puedo ser conciliar, es decir, para simplificar, ecumenista, y aún conservar la fe católica. Sin duda pongo en peligro mi fe y la de los demás. Pero no abjuro de inmediato.

Por eso, los miembros de la jerarquía, en la medida en que no lleven sus errores hasta el punto de renegar de la fe católica, siguen siendo miembros de la jerarquía católica, incluso si son conciliares.

Estas reflexiones fueron continuadas por el P. Alain Lorans en una conferencia en el 8º congreso teológico de Si Si No No titulada Un papa para dos Iglesias (ver Nouvelles de chrétienté n.º 115, enero-febrero de 2009). El autor insistía en la discontinuidad entre las dos Iglesias y mostraba que el papa Benedicto XVI intentaba en vano resolver la dicotomía mediante su hermenéutica de la continuidad.

Sin duda, la Iglesia conciliar no debe ser puesta en el mismo plano que la Iglesia católica. Esta última es la única Iglesia verdadera, la única Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Pero eso no impide que la Iglesia conciliar sea una realidad: un partido, un sistema, una sociedad, que se asemeja analógicamente a la Iglesia, la ocupa (provisionalmente) y la desvía de su fin. El sueño expuesto por la Alta Venta (logia superior de la masonería italiana) se ha hecho realidad. Los papas Gregorio XVI y Pío IX publicaron sus documentos. He aquí un extracto de 1820:

Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar como los judíos esperan al Mesías, es un papa según nuestras necesidades. Queréis establecer [...] que el clero marche bajo vuestros estandartes creyendo marchar bajo las banderas apostólicas. [...] Habréis predicado una revolución con tiara y capa, marchando con la cruz y la bandera, una revolución que solo necesitará un leve estímulo para incendiar los cuatro rincones del mundo.

He aquí otro extracto de una carta de «Nubius» a «Volpe» (nombres codificados para mantener el secreto, como es costumbre en la masonería), del 3 de abril de 1824:

Nos han cargado con un pesado fardo, querido Volpe. Debemos hacer la educación inmoral de la Iglesia y llegar, mediante pequeños medios bien graduados, aunque algo mal definidos, al triunfo de la idea revolucionaria por medio de un papa. En este proyecto, que siempre me ha parecido de un cálculo sobrehumano, aún avanzamos a tientas.

El triunfo de la idea revolucionaria por medio de un papa, ¡ese es realmente el atentado supremo!, como dice Mons. Lefebvre al citar estos pasajes en su libro Lo han destronado [2ª edición, Escurolles, Fideliter, 1987, p. 148]. He aquí el comentario que ofrece:

“Cálculo sobrehumano”, dice Nubius, ¡quiere decir cálculo diabólico! Pues se trata de calcular la subversión de la Iglesia por su propio jefe, lo que Mons. Delassus llama el atentado supremo, porque no se puede imaginar nada más subversivo para la Iglesia que un papa ganado por las ideas liberales, un papa utilizando el poder de las llaves de san Pedro al servicio de la Contra-Iglesia. ¡Y acaso no es eso lo que vivimos actualmente, desde el Vaticano II, desde el nuevo derecho canónico! Con ese falso ecumenismo y esa falsa libertad religiosa promulgados en el Vaticano II y aplicados por los papas con una fría perseverancia pese a todas las ruinas que esto ha provocado por más de veinte años.

Mons. Lefebvre decía también:

La Iglesia está ocupada por esta Contra-Iglesia que conocemos bien y que los papas conocen perfectamente, y que los papas han condenado a lo largo de los siglos: desde hace ya casi cuatro siglos, la Iglesia no ha cesado de condenar esta Contra-Iglesia que nació sobre todo con el protestantismo, que se desarrolló con él, y que está en el origen de todos los errores modernos, que destruyó toda la filosofía, y que nos ha arrastrado a todos los errores que conocemos y que los papas han condenado: liberalismo, socialismo, comunismo, modernismo, sillonnismo. De eso estamos muriendo. Los papas han hecho todo para condenarlo, ¡y he aquí que ahora quienes ocupan los asientos de quienes condenaron todo esto están de acuerdo con ese liberalismo y ese ecumenismo! Por eso no podemos aceptarlo. Y cuanto más claras se vuelven las cosas, más nos damos cuenta de que este programa, todos estos errores, han sido elaborados en las logias masónicas (21 de junio de 1978, ver Le Sel de la terre n.º 50, p. 244).

Lamentablemente, nada ha cambiado desde estas reflexiones de Mons. Lefebvre, salvo que las ruinas se han acumulado durante casi 50 años. Nos queda orar para que el Señor derrumbe este edificio de la Iglesia conciliar con un soplo de su boca y, mientras tanto, que nos mantenga firmes y generosos en el combate por la fe, y asiduos en el estudio de este misterio de iniquidad.

 

Lettre des dominicaines d’Avrillé, n° 65, Avril 2013.

 

sábado, 19 de julio de 2025

ATAQUES A LA SAGRADA EUCARISTIA Y AL SACERDOCIO EN EL NUEVO CATECISMO PROMULGADO POR JUAN PABLO II

 


Por MICHAEL HAYNES

Resumen del capítulo IV del libro “Os erros do Catecismo moderno”, Editora CDB, Rio de Janeiro, 2025.

 

El primer aspecto que se nota es que se ha perdido el sentido de propiciación en la Misa. Asimismo, los efectos de la Misa han sido alterados: en lugar de ser, ante todo, un acto de adoración a Dios, el primer efecto es descrito como un acto de acción de gracias. Cuando esto se combina con la ausencia de una enseñanza explícita sobre la propiciación, se entiende rápidamente que la Misa es vista como una acción centrada en el hombre y no en Dios, ya que el primer acto es agradecer a Dios por nuestros dones, en vez de adorarlo.

Al transformar la Misa en un acto de acción de gracias, el nuevo catecismo puede así emplear su enseñanza innovadora sobre la ofrenda comunitaria del sacrificio. Por medio de una astuta ambigüedad, el texto acentúa fuertemente el papel de los fieles en la Misa, conduciendo a una comprensión protestante de una ofrenda comunitaria realizada mediante un acto de la asamblea común. La comprensión del sacerdocio común es presentada de manera inadecuada, lo que lleva a una confusión sobre la verdadera naturaleza del papel de la congregación en el sacrificio.

Esta comprensión teológica es reforzada por la presentación de la Misa como una especie de banquete espiritual, la cual es promovida por encima de la verdad de que se trata del sacrificio incruento de la cruz. A través de estas referencias a la Misa como banquete, el nuevo catecismo puede avanzar sus objetivos ecuménicos de apaciguamiento tanto de protestantes como de judíos. Al suprimir la enseñanza clara de que la Eucaristía es un sacrificio, el catecismo puede entonces presentar la ambigua idea de una comida espiritual que da continuidad al sacrificio de la Última Cena. Este es un paso importante en la eliminación del concepto completo de la naturaleza de la Misa, además de alinear a la Iglesia con los servicios protestantes y los rituales judíos.

Todo esto se realiza con la mayor sutileza, al punto de que incluso las críticas aquí expuestas quizás no resulten obvias a primera vista. No obstante, es posible comprender verdaderamente la enseñanza que se ha perdido si se vuelve a las páginas del Catecismo de Baltimore o del Catecismo Romano. Allí, el lector encontrará sin ambigüedades la plena verdad sobre la Santa Eucaristía. Es tanto chocante como triste darse cuenta de cuánta verdad se ha perdido en el nuevo catecismo a través de equívocos y medias verdades. El nuevo catecismo presenta una afrenta sutil, pero extremadamente peligrosa, a la fe de todos los que creen en la Misa.

miércoles, 23 de abril de 2025

CUATRO RAZONES PARA RECHAZAR EL NUEVO ROSARIO

 



Por P. FABRICE DELESTRE

 

1 - El Rosario, tal como se reza desde la época de Santo Domingo (entre 1170 y 1221), es decir, desde hace ocho siglos, ha dado innumerables pruebas de su eficacia sobrenatural, tanto a nivel individual (es un poderoso instrumento de santificación, gracias al cual el Cielo se ha poblado y se poblará hasta el fin del mundo con innumerables elegidos) como a nivel social y político, asegurando la victoria de la Cristiandad sobre los enemigos de la verdadera Fe (cátaros, musulmanes y protestantes en particular): toda la historia de la Iglesia desde el siglo XIII da testimonio de ello. Por tanto, dado que el Santo Rosario ha mostrado su perfecta eficacia durante ocho siglos, asegurando la salvación de las almas y de la Iglesia militante, no hay razón para modificarlo sustancialmente. Además, en las últimas apariciones de Fátima, reconocidas por la Iglesia, a las que se refiere el Papa (Juan Pablo II, n.d.t.) en su carta apostólica (Rosarium Virginis Mariae, §7), la Santísima Virgen pide, en cada una de sus apariciones, el rezo diario del Rosario tal como se ha practicado siempre.

2 - El Antiguo Testamento contiene 150 Salmos, que forman el marco del Oficio Divino o breviario, que todos los sacerdotes están obligados a recitar diariamente en honor de la Santísima Trinidad y de Nuestro Señor Jesucristo. Este Oficio Divino está diseñado de tal manera que cada semana el sacerdote recita cada Salmo al menos una vez. El Rosario, con sus 150 Avemarías, rezadas en honor de Nuestra Señora, siempre ha sido considerado, en el espíritu de la Iglesia, como algo semejante al Oficio Divino; por ello, se le llamó «el Salterio de Nuestra Señora», lo que tenía la ventaja de subrayar el lugar especial y único que ocupa Nuestra Señora en la devoción de la Iglesia y, en consecuencia, el culto particular que debe rendirse a la Santísima Virgen María: el culto de la hiperdulía.

El mismo Papa subraya esta correspondencia entre las 150 Avemarías del Rosario y los 150 Salmos del Antiguo Testamento (ibid. §19). ¿Por qué entonces añadir 5 nuevos misterios, haciendo así del Rosario 200 Avemarías, lo que causaría confusión y rompería la bella simetría que tan bien expresa la verdadera devoción de la Iglesia en toda su riqueza tan perfectamente ordenada?

3 - Asimismo, existe una elocuente correspondencia entre los quince misterios del Rosario y los tiempos más importantes del año litúrgico:

- Los cinco misterios gozosos, centrados en la Encarnación y la Natividad de Nuestro Señor, se hacen eco de los tiempos litúrgicos de Adviento y Navidad.

- Los cinco misterios dolorosos nos sumergen en el espíritu del tiempo cuaresmal, totalmente orientado hacia la pasión y muerte de Nuestro Señor en la Cruz.

- Por último, los cinco misterios gloriosos nos recuerdan el tiempo pascual y su espíritu lleno de alegría y esperanza sobrenatural[1].

Sin embargo, mientras que la finalidad del año litúrgico es «hacer partícipe al cristiano, estación tras estación y casi día tras día, de los sentimientos de Cristo en sus diferentes misterios, haciendo así que el hombre viva la vida en Dios[2], el Rosario considera los principales misterios de la vida de Nuestro Señor de otra manera: “prestando una atención muy explícita al lugar que en ellos ocupa la Virgen[3]”. En consecuencia, el año litúrgico y el Santo Rosario, complementarios entre sí, ocupan un lugar bien definido en la vida cristiana: (...) La liturgia no suprime el Rosario, que tiene su propio carácter irreductible[4]». Proponer cinco nuevos misterios, que giran en torno a Nuestro Señor y en los que María está casi ausente[5], «para dar una consistencia claramente más cristológica al Rosario[6], conduce a desnaturalizar este último porque no respeta su especificidad, y esto es muy grave. Existe aquí un peligro muy real que podría conducir a un nuevo desprecio del Rosario y a nuevos ataques a su utilidad en la vida cristiana: si se despoja al Rosario de su «carácter propio e irreductible», se volverá inútil para muchos, porque se verá como una duplicación de la liturgia.

4 - Estos nuevos misterios de «consistencia cristológica» disminuyen el carácter mariano del Rosario, oscureciendo de un plumazo el lugar único que María ocupa en el plan de la Redención: el papel de mediadora universal de todas las gracias, en virtud de su Corredención al pie de la Cruz. De hecho, en el texto de la carta apostólica del Papa [Juan Pablo II, n.d.b.], no encontramos ni una sola vez mencionados los términos «Maternidad Divina y Virginal», «Inmaculada Concepción», «Corredención», «Mediadora Universal de todas las Gracias», que se refieren a los privilegios únicos que recibió la Santísima Virgen, de los cuales los dos primeros son dogmas de fe definidos, uno de ellos desde el año 431 en el Concilio de Éfeso, y el otro en 1854 por el Papa Pío IX. Sólo el privilegio de la Asunción se menciona una vez, en el número 23 de la carta apostólica. Se tiene la clara impresión de que el Papa intenta evitar el uso de términos que disgustarían a los protestantes y que podrían crear nuevos obstáculos al ecumenismo conciliar, al tiempo que intenta hacer aceptable para esos mismos protestantes un Rosario revisado y corregido que les permita «profundizar en la implicación antropológica del Rosario, una implicación más radical de lo que parece a primera vista. Quien contempla a Cristo, recordando las etapas de su vida, no puede dejar de descubrir en Él la verdad sobre el hombre. Esta es la gran afirmación del Concilio Vaticano II, que ha sido a menudo objeto de mi magisterio, desde la encíclica Redemptor hominis: «En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece verdaderamente en el misterio del Verbo encarnado' (...). Se puede decir, pues, que cada misterio del Rosario, bien meditado, aclara el misterio del hombre[7]».

Reconozcámoslo, desde esta perspectiva, ¡no queda mucho de la devoción mariana tradicional, tal como la Iglesia la ha entendido y fomentado siempre!

 

Notas:

[1] - El P. Pius Parch, en la introducción a su libro La Guía del Año Litúrgico, hace esta hermosa comparación: «El viaje a través del año eclesiástico es como una excursión por las montañas. Tenemos que escalar dos montañas: la primera es la Navidad. Y luego la montaña principal de la Pascua. En ambos casos, hay

- Una ascensión: es el tiempo de la preparación; Adviento, preparación para la Navidad; Cuaresma, preparación para la Pascua.

- Un viaje por las alturas, de una cumbre a otra: de Navidad a Epifanía; de Pascua a Pentecostés.

- Y un descenso a la llanura: los domingos después de Epifanía; los domingos después de Pentecostés.

Se ve que once de los quince misterios tradicionales del Rosario permiten ascender o situarse en las alturas de las que habla el P. Pío Parch, mientras que los nuevos misterios luminosos no se encuentran, salvo el quinto, en los tiempos litúrgicos en los que culmina el año eclesiástico, y no ocupan un tiempo litúrgico preciso, destruyendo así la correspondencia entre el Rosario y el año litúrgico.

[2] - Cita de Mons. Festugière, extraída de su libro La Liturgie Catholique.

[3] - Citas tomadas del artículo OP del P. Calmel titulado: «Dignité du Rosaire», publicado en el nº 62 de la revista Itinéraires, abril de 1962, p.142.

[4] - P. Calmel, ibid.

[5] - La Virgen está totalmente ausente de cuatro de los cinco misterios luminosos, y aunque está presente en las bodas de Caná, no se nos invita explícitamente a contemplar el papel que desempeña en este episodio, sino sólo a Jesucristo en su autorrevelación. El Papa reconoció bien esta dificultad e intentó responder a la objeción al final del número 21 de la carta apostólica, explicando que si «en los misterios [luminosos], a excepción de Caná, María está presente sólo en segundo plano, (...) el papel que desempeña en Caná acompaña, en cierto modo, todo el itinerario de Cristo». Pero toda esta explicación es poco convincente. Algunos podrían objetar que María no está al lado de su Hijo en los tres primeros misterios dolorosos. A este respecto, hay que entender que, en la mediación de todos los misterios dolorosos, se nos invita a contemplar a la Virgen de los Dolores, la Corredentora del género humano al pie de la cruz; esta Corredención de Nuestra Señora había sido profetizada por el anciano Simeón en el episodio de la presentación del Niño Jesús en el templo (cuarto misterio doloroso), cuando dice a María «y a ti, una espada te atravesará el alma, y así se revelarán los pensamientos ocultos en el corazón de un gran número» (Lc 2, 35).

De este modo se subraya bien la continuidad entre los misterios gozosos y los misterios dolorosos, continuidad que se rompe si se intercalan los misterios luminosos, ya que María, por una disposición de la divina providencia, está casi ausente de la vida pública de Nuestro Señor, para significar que su misión no era la misma que la de los apóstoles. P. Calmel, concluyendo su artículo «La dignidad del Rosario», ya citado, señala muy bien la importancia capital de la corredención de María en la meditación de los misterios dolorosos: «El Rosario es una oración de compasión porque se dirige a la Virgen Dolorosa que sufrió infinitamente al pie de la Cruz por la redención de la humanidad»[6].

[6] - Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae § 19.

[7] - Rosarium Virginis Mariae § 24. La cita del Concilio Vaticano II está tomada de la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, nº 22.

 

https://fbmv.org/quatro-razoes-para-se-rejeitar-o-novo-rosario/

 

lunes, 17 de marzo de 2025

DEL JUDEO/CRISTIANISMO AL MUNDIALISMO ANTICRISTICO

 


Por DON CURZIO NITOGLIA

 

Preámbulo

 

Hasta Pío XII (1958)

 

ANTES DEL VATICANO II, la distinción y oposición entre el cristianismo y el judaísmo talmúdico o postbíblico era pacífica, como la que existe entre un círculo y un cuadrado. De hecho, el cristianismo cree en la divinidad de Jesús mientras que el judaísmo postbíblico la niega y la considera una blasfemia herética.

 

La revolución teológica judaizante

 

Desgraciadamente, la distinción no sólo se desvaneció lentamente (con JUAN XXIII, † 1963) sino que fue anulada con Nostra Aetate (1965) y el magisterio de JUAN PABLO II (1978-2005) y BENEDICTO XVI (2005 - 2013).

Así, de la distinción se pasó a la confusión y homologación doctrinal y teológica de contrarios (Cristo y la negación de Cristo).

 

Revolución teológica judaizante práctica

 

Sin embargo, quedaba por dar un paso más. Las declaraciones del rabinato y del alto clero a este respecto son de una gravedad sin precedentes, pero son reales y hay que tomar nota de ellas. Una vez concluida la nivelación doctrinal, tenía que llegar la nivelación práctica: sobre todo política (1948, el Estado de Israel / 1993, su reconocimiento por el Vaticano) y económico-financiera (la crisis del dólar y del euro).

 

El nuevo orden mundial.

 

Desde 2001 hasta 2011 hemos asistido al levantamiento constante y progresivo (casi disimulado y no alardeado explícitamente) de la 'Torre de Babel' del 'Nuevo Orden Mundial' con una 'República Universal' (EEUU/Israel) y un 'Templo Universal» (Asís I-III, 1986-2001).

 

De la doctrina de «Nostra Aetate» a la acción conjunta judeo-cristiana.

 

Precisamente en los últimos tiempos se habla abierta y explícitamente de una segunda fase de acción conjunta judeo-cristiana (ya no sólo de conversaciones), que debe preludiar un Nuevo Orden Económico/Político Mundial, todo ello a la luz de la Shoah y de Nostra Aetate, que son tan correlativos como padre e hijo.

Ofrezco al lector las siguientes consideraciones con la esperanza de que los cristianos abran los ojos y no caigan víctimas de la globalización religiosa y económico/política, que es la peor tiranía, disfrazada de «democracia», imaginable.

El siguiente párrafo es un comentario sobre esta segunda fase, para mostrar cómo desde la Shoah y Nostra Aetate hemos llegado ahora a la fase final de la realización económica/financiera del Nuevo Orden Mundial deseado por los rabinos y clérigos neomodernistas.

 

2011 LA SEGUNDA FASE GLOBALISTA DEL GIRO JUDEO/CRISTIANO:

 LA CULMINACIÓN DE LA GLOBALIZACIÓN:

 

PAPA WOYTJLA

 

JUAN PABLO II -en su Discurso al Cuerpo Diplomático del 24 de febrero de 1980- había comenzado a sentar explícitamente las bases para la construcción del Nuevo Orden Mundial al decir:

«La justicia y el desarrollo van de la mano de la paz. Son partes esenciales de un Nuevo Orden Mundial aún por construir. Son un camino que conduce a un futuro de felicidad y dignidad humana».

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...