Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

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viernes, 17 de febrero de 2023

LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD

 


Márquez, Milei y Laje (y seguidores varios fuera de cuadro)

La foto es aporte nuestro y no del blog de donde citamos el artículo.



Por DENES MARTOS

 

 

"¿Eres tú alguien con derecho a librarse de un yugo?
Hay quienes pierden su último valor
al librarse de su dependencia.
¿Libre de qué?
¡Qué le importa eso a Zaratustra!...
Tu mirada debe anunciarme claramente:
¡libre para qué!
"
F. Nietzsche, Zaratustra

 

1) CONTEXTO

Cuando lo vi a Javier Milei corriendo sobre el escenario gritando como un desaforado "¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!" no pude menos que sonreír y pensar: "Ahí tenemos a otro payaso que trata de cosechar votos prometiendo lo que no puede cumplir". Es que bastaba escuchar al buen hombre por cuatro o cinco minutos para tener la absoluta certeza de que no tenía ni la más palidísima idea del significado de la palabra "libertad" entendida en términos sociopolíticos.  Eso, sin mencionar que hablar acerca de un concepto filosófico fuertemente teórico y en buena medida abstracto – al menos como lo entienden los hijos del Iluminismo y la Revolución Francesa – es una de las maneras más sencillas de vender un humo de colores que todos miran con interés pero que no tiene un significado preciso para nadie.

Javier Milei recitando reiteradamente un verso del Himno Nacional me hizo recordar al Raúl Alfonsín de 1983 recitando a cada rato el preámbulo de la Constitución de 1853. Después, cuando tuvo que "resignar" su cargo anticipadamente, en medio de una hiperinflación fuera de todo control, de ese discurso constitucional no quedó ni el recuerdo. Como que, al abandonar el barco y pasarle el timón al riojano, tampoco se animó a repetir ese otro mantra electoral suyo sobre aquella democracia con la que supuestamente "se come, se educa y se cura."

Pero después, tras revisar algunas encuestas y estadísticas, me vine a enterar de que la gran mayoría de los simpatizantes de Milei está formada por personas de entre 16 a 26 años.  O sea, personas nacidas entre 1996 y 2006. Es decir: personas que, fuera de las versiones políticamente correctas permitidas, no tienen ni idea de lo que sucedió en la Argentina bajo los gobiernos militares, la guerrilla, Martínez de Hoz, el Rodrigazo, la guerra de Malvinas, la hiper de Alfonsín y tantos otros desastres que vivimos quienes ya peinamos canas... o ya no tenemos nada para peinar... 

Considerando la enorme desinformación que impera en la Argentina y en el mundo entero sobre los acontecimientos históricos del Siglo XX y de lo que va del XXI, es bastante obvio que los integrantes de esa franja etaria son relativamente fáciles de manipular. Es que no tienen puntos de referencia sólidos. Instruidos en una Historia falsificada y adoctrinados en ideologías utópicas compran fácilmente el mito de una Argentina fracasada por obra y gracia del fracaso de su economía y no por el fracaso de su política. De lo cual se deduciría que si arreglamos la economía que anda mal la política se podría enderezar con facilidad. Ése es el mito que Milei y sus afines le quieren vender a esa generación y a través de ella a todo Fuenteovejuna.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

LA VERDAD

 



Por CHARLES MAURRAS (1868-1952)

 

Sí, señor; sí, señora; es porque «el discurso es duro» que su eficacia será dulce; es porque el libro deja un “«sabor amargo en la lengua» que, más adelante, será tónico y curativo.

Los jalones colocados en las rutas no ponen sus indicadores en estilo dulce y florido: emplean el estilo de su utilidad. Precisos, directos, insistentes y autoritarios, no dicen: si yo no me engaño, no dudan de sí, no se excusan por lanzar con rudeza a la vista de los transeúntes las flechas de la dirección y las cifras de la distancia. Mas ¿se queja el viajero? Por poco que tenga el corazón dispuesto a filosofar, agradece al autor provechosas brutalidades por las cuales ni siquiera se siente tiranizado.

A él le toca aminorar o apresurar la velocidad, seguir o cambiar de orientación. La piedra miliar sólo dice en términos claros lo que es, y aquello que hay que tener en cuenta. Cuanto más el dato preciso limite el pensamiento, en razón misma de aquel estrecho mojón, las fantasías del corazón, los votos de la imaginación, las necesidades, las comodidades y los intereses personales obtendrán más seguridad y mejor podrán darse libre curso. Una indicación incierta, un dato vago o falso, pareciendo lisonjear la arbitrariedad del paseante, restringirán la libertad de su movimiento, de su reposo, disminuirán sus poderes reales, pues los riesgos anexos a las consecuencias de un itinerario descuidado y caprichoso serán multiplicados por la insuficiencia de aquella información.

Es gran error pensar que las contingencias, como se dice, se acomoden más fácilmente con un principio flojo y flotante: muy por el contrario, toda indecisión en los principios complica el estudio de los hechos, así como su tratamiento; la incertidumbre hállase introducida de ese modo en el único punto donde podía venirle un poco de luz, y a las complejidades de la tierra se habrán agregado las sombras del cielo.

La verdad, sol duro, pero claro, se contenta con establecer desde arriba lo que hay que saber y pensar antes de obrar. Muestra el bien, señala el mal, hace distinguir las proporciones en que el uno y el otro se encuentran y se mezclan en la infinita variedad de nuestros casos humanos. Una vez así esclarecido, el hombre está lejos de haber resuelto los problemas de su vida práctica, pero tiene con qué resolverlos...

La verdad no sólo está defendida por aquello que tiene naturalmente de general, de elevado, de abstracto y de extraño al hombre, sino que, para decidirse a elevarse hasta ella, se precisa un impulso generoso del pensamiento, más allá del presente, un amplio cálculo acerca del porvenir. Para adherir a dicha verdad que todo vela, es preciso además un esfuerzo de la voluntad, que imponga silencio a muchos instintos.

La verdad, «no digo la sinceridad, digo la verdad entera, el acuerdo del lenguaje y del pensamiento con las realidades exteriores», la verdad juzga aún ser otra cosa que la suprema voluptuosidad de la inteligencia: es la habilidad soberana, es la fuerza todopoderosa.

La sinceridad no es la verdad. La intención más recta y la voluntad más firme no pueden hacer que lo que es no sea.

No sobrestimemos ninguna virtud, pero hagamos justicia a las virtudes de la evidencia. No hay sonrisa, mueca o parloteo de floridos ingenios que pueda resistírseles. Las decisiones que ellas provocan son graves, a veces penosas en la vida del espíritu, la vida exterior no les obedece siempre, pero el servicio que prestan es tal que prevalecen sobre todo.

Lo verdadero vale por sí mismo, pero hay verdades amargas y verdades dulces. Las hay útiles, las hay peligrosas. Las hay que debemos reservar para los sabios y otras que convienen como alimentos de todos.

¡Algunos revolucionarios puramente oratorios y místicos pueden juzgar que, fábula o verdad, cualquier cosa es buena para el pueblo! Nosotros creemos que el pueblo tiene necesidades menos exigentes que la minoría selecta. La verdad le hace tanta falta como el pan. La mentira histórico-política envenena a un pueblo con la misma limpieza que el cianuro de potasio.

Un desdén que no se expresa no es una acción. Por el contrario, un error y una mentira que no nos tomamos el trabajo de desenmascarar adquieren poco a poco la autoridad de lo verdadero.

 

* En «Mis ideas políticas», Editorial Huemul, Buenos Aires - 1962. Traducción castellana de Julio Irazusta. Págs. 87-89.

 

Fuente:https://blogdeciamosayer.blogspot.com/2022/09/la-verdad-charles-maurras-1868-1952.html

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