El Verbo Divino tiene por
Su Madre un amor infinitamente más grande que el que siente por todas Sus demás
criaturas. El honor de la Inmaculada le es infinitamente querido, porque es Su
Madre.
Considera, si quieres, la
profunda verdad de esta afirmación sobre el honor de la Inmaculada en el
contexto de estos tiempos modernos. ¿Qué honor ha rendido la Iglesia
institucional a la Madre de Dios, que tantas veces vino a mostrarnos el camino
para volver a Dios? ¿Qué honor ha
mostrado realmente la Iglesia a la Virgen en el siglo pasado? ¿Qué Vicario de Cristo ha obedecido su
petición?
Se dice que el Papa Pío
XII dijo de Nuestra Señora de Guadalupe: «Estamos seguros de que mientras seas
reconocida como Reina y Madre, México y América estarán seguros».
Piensen en estas palabras
mientras observamos los horribles destrozos de la Fe y de la cultura católica
en todos los países del continente americano en la actualidad. Si tan sólo el
pontífice, o incluso uno de sus sucesores cumplieran con los deseos de Nuestra
Señora, toda esta devastación podría haberse evitado. Y luego, piense en lo
fácil que todavía podemos obtener las gracias necesarias para restaurar la
gloria de la Santa Madre Iglesia siguiendo el simple mandato de nuestro Señor
Jesucristo de hacer reparación al Inmaculado Corazón de María.
LA ERA DE LA APOSTASÍA
La Era de la Apostasía
comenzó con la desobediencia de Lutero, que era el propio sacerdote de Lucifer,
y cuya revuelta se extendió por toda la Cristiandad en el siglo XVI, dejando a
su paso un pueblo huérfano, privado de la gracia, que no paraba de alardear
sobre la dignidad del hombre mientras destruía asiduamente cualquier signo de
la verdadera dignidad del hombre, que sólo se encuentra en el amor de nuestro
Señor Jesucristo. Porque nuestra única dignidad está en el Sagrado Corazón de
Jesús, que nos amó primero y nos lavó de nuestros pecados con su sangre. -
Apoc. 1,5
En respuesta a esta monumental afrenta, Aquel que es amor, ¡envió al mundo su mayor amor! Es decir, Dios nos concedió a su propia Madre. Mientras el malhablado Lutero lanzaba sus despreciables blasfemias, Nuestro Señor envió a la Santísima Virgen a sus hijos del Nuevo Mundo para concederles el favor de su imagen, milagrosamente impresa en la tilma de tela de cactus de Juan Diego. Esta imagen muestra a Nuestra Señora como la «Mujer vestida de Sol» del Apocalipsis. Así, vemos a Nuestro Señor contrarrestar la vil y odiosa desobediencia de Lutero con la obediencia amorosa, y contrarrestar lo que es sucio y feo con lo que es puro y bello - Nuestro Señor contrarresta el engaño con la Verdad.