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sábado, 18 de noviembre de 2023

DEFINICIÓN DE NACIONALISMO

 



NOTA AGENDA FÁTIMA: Cambiando lo que haya que cambiar, los principios son los mismos para el Nacionalismo Argentino o Nacionalismo Católico.

 

Por PHILIPPE PLONCARD D’ASSAC 

 

El nacionalismo  se define como  el conjunto de principios que históricamente han constituido a la nación y le permiten permanecer incorrupta en sus características nacionales que la hacen lo que es. Por lo tanto, el nacionalismo se opone a cualquier cosa que tienda a deshacer la nación.

Se opone así a ideologías que la niegan, como la demoplutocracia que, bajo la influencia de lobbys filosóficos y bíblicos, tienden a cuestionarla en cada elección, defendiendo a la vez un separatismo y un globalismo que no puede construirse sólo sobre las ruinas de la naciones.

Esto es lo que Adam Weishaupt, judío asquenazí, nacido el 6 de febrero de 1748 en Ingolstadt (Alemania), convertido al catolicismo y luego convertido a la masonería, fundador de los Illuminati  de Baviera,  había comprendido perfectamente mientras luchaba contra el surgimiento del nacionalismo.

Designó como oponentes de su  internacionalismo masónico  –la  República Universal–  que ellos anunciaban, a aquellos a quienes llamó en sus términos, los  nacionalistas  o  “partidarios del amor nacional”.

Los opuso a los partidarios del “Amor General”, los antepasados ​​de nuestros globalistas de hoy, de los cuales él era uno.

¡No es porque los jacobinos pidieran “defender la nación en peligro” que debemos tomarlos por “nacionalistas”!

La Nación que defendían no era la misma, sino una Nación abstracta resultante de la visión ideológica internacionalista de la  Ilustración, que desembocó en la  República Universal.

Hasta el punto de que Anacharsis Kloots, nacido en una rica familia judía holandesa, se convirtió en prusiano, uno de los principales agitadores revolucionarios extranjeros en Francia, fue nombrado ciudadano francés por la Convención tras la publicación de su libro ¡La República  Universal! La lógica revolucionaria ya se volvió hacia los partidarios extranjeros del internacionalismo opuestos a la Nación.

Así, la  Nación ideológica  de los  jacobinos  no sólo ya no tiene nada que ver con la defensa de la  Nación Patrimonio,  sino que se opone a ella y tiende a destruirla.

 

 -*-

 

A diferencia  del Patriotismo, que se centra en defender la integridad del suelo nacional en caso de invasión durante una guerra, el Nacionalismo se centra en defender el patrimonio intelectual, moral, político, religioso y artístico, que define el genio nacional y hace que una nación sea diferente de cualquier otra, así como un individuo es diferente de cualquier otro, con personalidad propia.

 Estos dos conceptos deberían ser complementarios pero pueden conducir a actitudes opuestas en caso de  guerra ideológica  como durante la  Segunda  Guerra Mundial:

-Quienes sólo vieron la invasión física del territorio se unieron a De Gaulle bajo el control de las democracias anglosajonas y de los lobbies que habían empujado a la Tercera República a declarar la guerra a Alemania, sin estar preparada para ello.

– Los que entendieron que, si Francia había sido invadida físicamente, era porque otra invasión, esta intelectual, la había desarmado y que antes de cualquier reconquista era necesario eliminar los falsos principios que habían debilitado a los responsables de la declaración de guerra.

Éste fue el origen de la guerra civil franco-francesa de 1940-1945, que las grandes democracias anglosajonas que trabajaban en nombre de la plutocracia cosmopolita globalista utilizaron para debilitarnos utilizando como señuelo el patriotismo fachada de un De Gaulle. Cf.  Capítulo VII  –  Documentos para la Historia, sobre la mentira gaullista.

Este drama franco-francés culminaría con la carnicería de la  Liberación-Depuración  organizada por los gaullocomunistas que, bajo una fachada de " patriotismo ", liquidarían a los cuadros nacionalistas de la  Revolución Nacional  y los devolverían al poder en las furgonetas de los extranjeros, los responsables de la debacle de 1940, los comunistas y los lobbies que habían desarmado a Francia.

Hoy estamos sufriendo todas las consecuencias.

El nacionalismo  tampoco  debe confundirse con  el separatismo.

Demasiado a menudo denominados con el mismo nombre por el mundo político-mediático, los separatismos de los países de nuestro antiguo imperio, así como de Córcega, Bretaña, el País Vasco, etc., son alimentados por el globalismo para debilitarnos e imponernos mejor sus  “diktats”  políticos y económicos.

El pseudo “derecho de los pueblos a la autodeterminación” es sólo una máquina de guerra destinada a generar ambiciones separatistas en beneficio del globalismo para debilitar a la nación.

Éste es el objetivo de  la Regionalización, preludio a la creación de una Europa supranacional de las  regiones, impuesta por los distintos gobiernos franceses, tanto de izquierda como de derecha gaulloliberal, al servicio de un mundialismo apátrida.

El resultado de este enfoque es que una nación dividida en regiones será significativamente menos poderosa para oponerse a las actividades globalistas, ya que la parte será menos fuerte que el todo.

En otras palabras: “La unión hace la fuerza”.

Incapaz de gestionar el dinero de los franceses, el Poder, a través del regionalismo, alivia su carga financiera transfiriéndola a las regiones sin reducir los impuestos nacionales.

El ciudadano vuelve a ser engañado, pagando dos veces por unos servicios cada vez más deteriorados.

Para comprender plenamente lo que  representa el nacionalismo francés y comprender las razones de su surgimiento en su deseo de defender el patrimonio nacional, es necesario conocer:

– Las condiciones históricas de la aparición de Francia como nación,
– Los principios que la constituyeron y en los que se basa,
– Las razones del surgimiento del nacionalismo francés a finales del siglo XVIII.

 

Fuente:

https://nationalisme-francais.com/definition-du-nationalisme.html

 



HERENCIA Y HEREDEROS. LA FIDELIDAD A LA PATRIA, SOSTÉN DE LAS NACIONES.

 



Por JEAN OUSSET

De su libro «Patria, Nación, Estado»

 

Hay patrias (patrimonios) mediocres, sin grandes bienes materiales y espirituales; con historia humilde, pasado oscuro: sin esplendor en las artes, la literatura o la Filosofía; sin grandes jefes militares o políticos, etc. En resumen, una herencia muy pobre. Pero, en cambio, una altiva nación ardientemente adherida a este patrimonio, por pequeño que sea, valerosamente decidida a hacer rendir ciento por uno a lo que los antepasados le han transmitido, así es como empiezan los grandes destinos colectivos.

Dicho de otro modo, hay patrias pobres, pero servidas, defendidas, explotadas por naciones generosas. Es sin duda pensando en ellas que Tucídides escribió: «La fuerza de la ciudad no está en sus murallas ni en sus navíos, sino en el carácter de sus hombres.»

Debe insistirse en el dualismo entre la noción de herencia y la noción de heredero, dualismo indispensable para comprender las variedades de lo real en semejante dominio. Hay herencias pobres, pero si el heredero es sabio y valiente, existe la promesa de un gran porvenir.

Pero, por desgracia, hay también magníficas herencias que Dios permite que caigan en manos de herederos indignos. En este caso es cuando la Historia registra los mayores desastres. Patrias hay a las que Dios ha colmado de ricas tierras, ciudades y monumentos sagrados y profanos; que tienen un patrimonio rebosante del oro puro de mil bienes humanos y divinos, de las obras maestras de la literatura y de las artes; que patrocinan descubrimientos admirables y gozan de innumerables testimonios de santos… Sin embargo, todo esto puede caer en manos de una generación enervada, muelle; en manos de un rebaño de imbéciles o de puercos encenagados en un oro que ya no pueden hacer fructificar. Tal es el caso de todas las naciones que no han sido dignas de una patria magnífica, o, si se prefiere, es el caso de una patria (patrimonio) admirable, pero perjudicada y arruinada por una nación que perdió el sentido de su herencia. Naciones que desperdician el patrimonio, que queman las reliquias de sus santos y transportan al Panteón una turbamulta de imbéciles, perturbados y canallas.

En fin, el último ejemplo posible de las relaciones entre el elemento patria y el elemento nación es el caso de las patrias (patrimonios) olvidadas, que son como una suntuosa herencia que, más o menos culpablemente, los herederos olvidaron y abandonaron progresivamente. Un tesoro existe allí, pero los vivos se agitan alrededor de él sin verlo, sin utilizarlo. Y, de pronto, alguien advierte el valor de esas riquezas que se pisotean o se olvidan, y gracias a él los vivos se sobresaltan y la nación vuelve a encontrar a la patria, haciéndose posible otra vez un gran destino.

Esto es lo que viene a decir Alphonse Daudet, en Cartas desde mi molino, cuando habla de la restauración provenzal llevada a cabo por Federico Mistral: «Mientras Mistral me decía sus versos en esta bella lengua, latina en más de sus tres cuartas partes, que antaño hablaron las reinas y hoy sólo comprenden nuestros pastores, yo admiraba interiormente a este hombre, y al pensar en el estado de ruina en que encontró a su lengua materna y lo que él ha hecho de ella, me figuraba a uno de esos viejos palacios de los príncipes de Baux, como los vemos en los Alpilles : sin techos, sin balaustradas en las escalinatas, sin cristales en las ventanas…» El patrimonio está puesto en pública subasta, dispersado, despreciado. Los herederos lo pisotean sin apreciarlo, prestos a abandonarlo. Pero he aquí que un buen día uno de sus hijos se enamora profundamente de estas grandes cosas y se indigna al verlas profanadas. «Rápidamente expulsa al ganado del patio principal…» Restituye cada cosa a su sitio y le devuelve el esplendor, restaurando la patria.

Tal es la estrecha relación que une a la patria (patrimonio) con la nación. Sin apego a su patria (patrimonio), las naciones se hunden, no tardan en dispersarse, y hasta la misma patria desaparece en ruinas. Podemos decir, pues, que la fidelidad a la patria es el sostén de las naciones. Y asimismo, que el amor y el celo de una generación pueden bastar para restablecer el esplendor del patrimonio heredado de los antepasados: la patria.

 

Fuente:https://peregrinodeloabsoluto.wordpress.com/2023/11/10/herencia-y-herederos-la-fidelidad-a-la-patria-sosten-de-las-naciones/

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