NOTA AGENDA FÁTIMA: Cambiando lo que haya que
cambiar, los principios son los mismos para el Nacionalismo Argentino o
Nacionalismo Católico.
Por PHILIPPE
PLONCARD D’ASSAC
El nacionalismo se define
como el conjunto de principios que históricamente han constituido
a la nación y le permiten permanecer incorrupta en sus características
nacionales que la hacen lo que es. Por
lo tanto, el nacionalismo se opone a cualquier cosa que tienda a deshacer la
nación.
Se opone así a ideologías que la niegan, como la
demoplutocracia que, bajo la influencia de lobbys filosóficos y bíblicos,
tienden a cuestionarla en cada elección, defendiendo a la vez un separatismo y
un globalismo que no puede construirse sólo sobre las ruinas de la naciones.
Esto es lo que Adam Weishaupt, judío asquenazí,
nacido el 6 de febrero de 1748 en Ingolstadt (Alemania), convertido al
catolicismo y luego convertido a la masonería, fundador de los
Illuminati de Baviera, había comprendido
perfectamente mientras luchaba contra el surgimiento del nacionalismo.
Designó como oponentes de su internacionalismo
masónico –la República Universal– que
ellos anunciaban, a aquellos a quienes llamó en sus términos, los nacionalistas o “partidarios
del amor nacional”.
Los opuso a los partidarios del “Amor
General”, los antepasados de nuestros
globalistas de hoy, de los cuales él era uno.
¡No es porque los jacobinos pidieran “defender
la nación en peligro” que debemos tomarlos por “nacionalistas”!
La Nación que defendían no era la misma, sino una
Nación abstracta resultante de la visión ideológica internacionalista de
la Ilustración, que desembocó en la República
Universal.
Hasta el punto de que Anacharsis Kloots, nacido en
una rica familia judía holandesa, se convirtió en prusiano, uno de los
principales agitadores revolucionarios extranjeros en Francia, fue nombrado
ciudadano francés por la Convención tras la publicación de su libro ¡La
República Universal! La lógica revolucionaria ya se
volvió hacia los partidarios extranjeros del internacionalismo opuestos a la
Nación.
Así, la Nación ideológica de
los jacobinos no sólo ya no tiene nada que ver con
la defensa de la Nación Patrimonio, sino que se
opone a ella y tiende a destruirla.
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A diferencia del Patriotismo, que
se centra en defender la integridad del suelo nacional en caso de invasión
durante una guerra, el Nacionalismo se centra en defender
el patrimonio intelectual, moral, político, religioso y artístico, que
define el genio nacional y hace que una nación sea diferente de cualquier otra,
así como un individuo es diferente de cualquier otro, con personalidad propia.
Estos dos conceptos deberían ser
complementarios pero pueden conducir a actitudes opuestas en caso
de guerra ideológica como durante la Segunda Guerra
Mundial:
-Quienes sólo vieron la invasión física del
territorio se unieron a De Gaulle bajo el control de las democracias
anglosajonas y de los lobbies que habían empujado a la Tercera República a
declarar la guerra a Alemania, sin estar preparada para ello.
– Los que entendieron que, si Francia había sido
invadida físicamente, era porque otra invasión, esta intelectual, la había
desarmado y que antes de cualquier reconquista era necesario eliminar los
falsos principios que habían debilitado a los responsables de la declaración de
guerra.
Éste fue el origen de la guerra civil
franco-francesa de 1940-1945, que las grandes democracias anglosajonas que
trabajaban en nombre de la plutocracia cosmopolita globalista utilizaron para
debilitarnos utilizando como señuelo el patriotismo fachada de un De
Gaulle. Cf. Capítulo
VII – Documentos para la Historia,
sobre la mentira gaullista.
Este drama franco-francés culminaría con la
carnicería de la Liberación-Depuración organizada
por los gaullocomunistas que, bajo una fachada de " patriotismo ",
liquidarían a los cuadros nacionalistas de la Revolución
Nacional y los devolverían al poder en las furgonetas de los
extranjeros, los responsables de la debacle de 1940, los comunistas y los lobbies
que habían desarmado a Francia.
Hoy estamos sufriendo todas las consecuencias.
El nacionalismo tampoco debe
confundirse con el separatismo.
Demasiado a menudo denominados con el mismo nombre
por el mundo político-mediático, los separatismos de los países de nuestro
antiguo imperio, así como de Córcega, Bretaña, el País Vasco, etc., son
alimentados por el globalismo para debilitarnos e imponernos mejor sus “diktats”
políticos y económicos.
El pseudo “derecho de los pueblos a la
autodeterminación” es sólo una máquina de guerra destinada a generar
ambiciones separatistas en beneficio del globalismo para debilitar a la nación.
Éste es el objetivo de la
Regionalización, preludio a la creación de una Europa supranacional de
las regiones, impuesta por los distintos gobiernos franceses,
tanto de izquierda como de derecha gaulloliberal, al servicio de un mundialismo
apátrida.
El resultado de este enfoque es que una nación
dividida en regiones será significativamente menos poderosa para oponerse a las
actividades globalistas, ya que la parte será menos fuerte que el todo.
En otras palabras: “La unión hace la
fuerza”.
Incapaz de gestionar el dinero de los franceses, el
Poder, a través del regionalismo, alivia su carga financiera transfiriéndola a
las regiones sin reducir los impuestos nacionales.
El ciudadano vuelve a ser engañado, pagando dos
veces por unos servicios cada vez más deteriorados.
Para comprender plenamente lo que
representa el nacionalismo francés y comprender las razones de
su surgimiento en su deseo de defender el patrimonio nacional, es necesario conocer:
– Las condiciones históricas de la aparición de
Francia como nación,
– Los principios que la constituyeron y en los que se basa,
– Las razones del surgimiento del nacionalismo francés a finales del siglo
XVIII.
Fuente:
https://nationalisme-francais.com/definition-du-nationalisme.html