Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

martes, 14 de noviembre de 2023

MILEIKOWSKY

 



Por JORGE KAPLAN

 

De cara a las próximas elecciones, hay un solo Partido en Argentina. Por lo menos desde el regreso de la “Democracy” lo ha habido. Con su primera figura tutelar, el masón Raúl Ricardo Alfonsín, y otros hermanos de las logias que lo han continuado en la Casa Rosada. Y esas logias “discretas”, vaya si hay que saberlo, trabajan para Ellos: los “peatones del Mar Rojo” o la “Bestia escarlata” del Apocalipsis. La “Sinagoga de Satanás”.

Hay diferencias de criterios, de puntos de vista, de intereses privados. Hay diferencias gestuales, diferencias auténticas y diferencias artificiales. Porque debe haber diferencias, en un mercado de oferta y demanda política. Unos son más moderados, otros más extremos. Es lo que pasa en Israel entre la “izquierda” y la “derecha”. Con Netanyahu ganó la derecha ultraliberal y belicista que quiere apurar la supremacía mundial judía. En Argentina la izquierda kirchnerista apoya pero siempre con alguna que otra reticencia, con alguna doblez o inconformidad debido al mejunje que conforma su espacio político, verdadera “bolsa de gatos”. Del otro lado aparece la derecha liberal, que triunfó antes con Macri –quien fue el encargado de lograr que viniese por primera vez a la Argentina un premier israelí, el mismo Netanyahu- y ahora jugó con dos candidatos, del cual ha quedado para el match final Javier Milei. Pero, ¿Milei o Mileikowsky?

Parece que nadie lo ha notado, pero Mileikowsky es el verdadero apellido de Benjamin Netanyahu. Y de Mileikowsky a llamarse Milei, hay solo un paso. Eso parece ser lo que ha hecho el candidato de “La Libertad avanza”, que tiene muchas cosas en común (además del apellido, de comprobarse) con el actual genocida israelí (que no israelita).

Milei, el “Peluca”, ha hecho siempre constar su explícito apoyo a Israel (y EE.UU.), ha dicho que tiene su rabino que lo asesora, ha manifestado que estudia la Torá, ha viajado a Nueva York a visitar la tumba del “Rebe” quien fue el máximo líder de Jabad Lubavitch y, aunque fue bautizado católico, ha manifestado su intención de apostatar para convertirse prontamente al judaísmo. Como si fuera poco, ha elegido al león como emblema identificatorio, y el león es lo que identifica en su escudo a la ciudad de Jerusalén. También ha afirmado Milei su intención de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, en lugar de Tel Aviv, lo que reafirmaría la condición absolutamente judía de la ciudad. Y ha dicho que Israel sería el primer país que visitaría si fuese presidente. Pero todavía Milei ha ido más allá, mostrando en una gran pantalla, en uno de sus últimos actos de campaña, el toque de un sofar o trompeta ritual judía. Y ha publicado en las redes sociales un afiche en hebreo. Y, todavía peor, ha mostrado imágenes de destrucción horrorosas, a partir de terribles bombas, en una filmación en su cierre de campaña. ¡Oh! Casualmente es lo que está haciendo en estos momentos su pariente Netanyahu en Gaza: pura y absoluta destrucción (y eso que Netanyahu es arquitecto, diría alguien en chanza).

Por si no faltara más, Milei ha hecho públicamente apología de la usura, afirmando que los usureros son héroes. Desde luego, muy lógico viniendo de alguien de su condición. 

Ah, sí, pero lo chistoso (digámoslo así) de todo esto es que hay supuestos nacionalistas, católicos y “batalladores culturales” que han apoyado entusiastamente la campaña de este personaje, y nos aseguran que caeremos en pecado si no vamos a votarlo. ¡Zambomba!

Pero llama a atención también -¿de verdad?- que los mesurados progres que abominan de este personaje por su violencia declarativa y gestual, salen a apoyar a su “pariente” que está llevando a cabo una destrucción horrorosa en la franja de Gaza. O por lo menos callan sus bocas. Por supuesto, todos están preocupados en combatir el “antisemitismo”, así que mejor obedecer y fermer la bouche.

Ainda mais, un detalle que cierra toda esta paródica y monstruosa situación, que en nuestras tierras tiene un tinte grotesco o cachivachesco, pero francamente vomitivo. Milei (o Mileikowsky), que no es afecto al matrimonio ni la vida familiar, sino al “sexo tántrico”, se ha emparejado recientemente con una hembra que es bailarina y vedette la cual de por sí blasfema al entregarse a toda clase de impudicias y acciones lascivas a través de mentores como Sofovich (en su época) o Tinelli, entre tantos corruptores mediáticos, haciéndose llamar “artísticamente” como Fátima (y explícitamente, sí, por la Virgen de Fátima). Nada menos. Y, para colmo, la tal “artista” nació un día 3 de febrero, es decir, aniversario de la infausta Batalla de Caseros donde la Patria fue derrotada por la masonería anglo-brasileña. País paródico, si los hay, la tal “Fátima” Florez cobró notoriedad por imitar cómicamente a Cristina Kirchner, que merced a sus incontables cirugías, tics y guarangadas mediáticas, es en sí misma una parodia. Por lo tanto, esta otra mujer, parodia de parodia, podría ser la parodiante “primera dama” de un país convertido en parodia.

Aunque todo indica que el ganador del show democrático resultará el corrupto Sergio Massa, prototipo del político servil a los intereses globalistas, hombre de confianza de Soros, que no incurre por el momento en los excesos y demencias que protagoniza el ultra-sionista Mileikowsky. Habrá entonces menos pan y también menos circo. Pero la destrucción ha de continuar, por supuesto, quizás menos acelerada.

Cuando un país deja de ser cristiano y se vuelve maradoniano, eso es lo que ocurre. Un “triste y solitario final”, merecido, se avizora en el horizonte.

No sé a Ud. amigo lector, pero a mí se me hace que si no es por el triunfo prometido por Nuestra Señora de Fátima, esto no tiene remedio ni vuelta atrás. Por lo menos que ese momento nos encuentre en actitud digna, resistiendo de pie, sin una entrada al circo (o al Coliseo) en nuestra mano. Si tenemos que ir al Coliseo, Dios permita que estemos en la arena, frente a los leones, y no en las gradas, siendo “soberanos” espectadores del bochornoso show democrático, producido por la masonería. Si van a destruir a la Argentina, que antes tengan que destruirnos a quienes aún la amamos. Porque “Dios no nos pide que venzamos, sino que no nos dejemos vencer”. Y no dejarse vencer, es ya haber vencido.

  

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