Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

viernes, 3 de noviembre de 2023

MI ENTREVISTA CON LUCÍA

 




Tuve la suerte de obtener permiso para ver y habar con Lucía, la única sobreviviente de las apariciones de la Santísima Virgen de Fátima. Para ello fui a Coimbra, ciudad situada en el norte de Portugal, célebre por su Universidad, al Convento de las Carmelitas Descalzas, donde Lucía está actualmente como religiosa de coro. Fui al momento recibido en el locutorio. Lucía estaba autorizada por el señor Obispo a levantarse el velo y a contestar a mis preguntas.

Lucía, que tiene a la fecha 46 años, se conserva joven y de muy buena salud; su fisonomía abierta, franca, sencilla, modesta, inteligente y discreta, muy equilibrada y tranquila, sin exageraciones de ninguna especie; perfectamente normal. No es aquel “bicho arrancado a la selva” como fue definida al entrar en las Religiosas Doroteas; su rostro sin ser hermoso, es distinguido y agradable, con una expresión de paz y de bondad en su mirada que impresiona muy favorablemente.

 

-¿Es cierto lo que se ha dicho que un ángel les dio la Sagrada Comunión, teniendo él en sus manos la Hostia y el Cáliz?

-Sí, señor; fue así.

-¿Usted tiene completa seguridad? ¿No sería una ilusión infantil de Vds., tan pequeños aún?

-Tengo completa seguridad.

-¿Pero no se turbarían ante un acontecimiento tan extraordinario?

-No, señor. Antes de este hecho, el ángel se nos había aparecido en dos oportunidades. Una vez de un modo vago, más o menos, impreciso; y otra vez claramente, y nos enseñó a rezar. Así no nos sorprendió su última aparición y lo que en esta se verificó.

-¿Vd. se da cuenta bien ahora de la responsabilidad que tiene por estas afirmaciones y se ratifica en ellas ante Dios?

-Sí, señor; y no podría decir otra cosa sin faltar a la verdad.

-¿Estos hechos ocurrieron antes de las apariciones de la Virgen?

-Sí, señor; quizás serían una preparación para estas.

-¿Y por qué no hablaron de ellas antes?

-Tal vez porque no habríamos sabido explicarnos, no nos atrevimos.

-¿Y la devoción de los cinco primeros sábados de mes, fue realmente pedida por la Santísima Virgen? ¿Y las gracias que se ha dicho concederá a los que los hagan, de asistirlos y ayudarlos a la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación?

-Sí, señor; con el fin de dar reparación a su Corazón Inmaculado por los pecados que tanto lo lastiman y ultrajan. A ella le es muy grata esta devoción y desea verla extendida más y más y recompensará a los que la practican con las condiciones debidas de confesión, comunión y rezo de una tercera parte del Rosario meditado.

-¿Puedo yo certificar esto en la predicación o por escrito, como la expresión de la verdad más completa?

-Sí, señor; la Santísima Virgen lo desea mucho.

-Sobre las imágenes de Nuestra Señora de Fátima, ¿cuál es la que debe preferirse, la común o la con el corazón sobre el pecho?

-Señor, sobre esto nada puedo decir ni expresar la realidad de la imagen. No es posible. Ni los artistas podrán jamás reflejar en ella su hermosura. No puedo excluir uno ni otra. Creo, sin embargo, preferible la común, adoptada desde el principio.

-¿Y sobre la consagración al Corazón Inmaculado, como condición de la conversión de Rusia?

-Señor, muy grata es para ella la consagración de todos a su Corazón, como parte esencial de su mensaje de Fátima. Pero como condición de la conversión de Rusia, es la consagración de esta, que aún no ha sido realizada.

-Es verdad lo que se ha dicho, que Vd. estuvo con S.S. el Papa Pío XII, o le escribió, o que Su Santidad deseaba leer la carta que está en poder del Sr. Obispo de Leiria y debe mantenerse cerrada hasta 1960?

-No, señor; no he hablado nunca con el Papa, ni he estado en Roma, ni le he escrito, ni el Papa ha leído dicha carta; son invenciones.

 

No creí discreto ni oportuno seguir interrogándola sobre las nuevas apariciones de la Sma. Virgen a ella y otras gracias personales. Satisfechos mis deseos, regresé de Coimbra, dándole las gracias a la Santísima Virgen por la bondad maternal para su indigno servo.

 

Un Sacerdote del Perú, 1953.

El hombre de bien, Editorial Don Bosco, Buenos Aires, 13 de noviembre de 1953.

 

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