«El camino de nuestro retorno a Dios, el
camino de nuestra conversión, está completamente trazado. … Despreciarlo o
apartarse de él es despreciar la Misericordia de Dios, insultar las
predilecciones divinas de Su Corazón. Si es una locura o una mentira diabólica
pretender volver al Padre ignorando a Su Hijo amado y único, Mediador soberano
entre Dios y los hombres, es una blasfemia semejante, y un signo seguro de la
obra del espíritu maligno, querer ir a Jesús descuidando el Corazón Inmaculado
de Su Madre, a quien Él ha establecido como nuestra Mediadora universal. “Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el
camino que te conducirá a Dios”, declaró Nuestra Señora a Lucía el 13 de
junio de 1917.
Así, la admirable disposición del misterio de
la gracia, cuyos aspectos estéticos y místicos hemos considerado, se presenta
ahora ante nuestros ojos como una exigencia dramática. En el plan de Dios, el
culto y el amor a la Santísima Virgen no son algo secundario y opcional. Por el
contrario, todo el mensaje de Fátima proclama que son la condición
indispensable para obtener la salvación. En Tuy, la Santísima Virgen informó
solemnemente a Su mensajera de este hecho. Muchas almas se condenan porque se
niegan a conformarse dócilmente a las predilecciones de Dios hacia Ella, porque
la desprecian y la insultan: “Tantas son las almas que la justicia de Dios
condena por pecados cometidos contra Mí…”.
Podemos comprender fácilmente este terrible
rigor: puesto que Ella es verdaderamente nuestra Madre, la Madre de todos los
hombres, nuestra Co-Redentora, Abogada y amantísima Mediadora, ¿cómo podría
esta Virgen toda bondad, y además Madre de Dios, la Inmaculada en quien la
Trinidad se complace, no tener un derecho absoluto a la veneración, la gratitud
y el amor filial de todos Sus hijos? Dios ya no sería Dios si no castigara
severamente a quienes escupen en el rostro de semejante Madre y no se
arrepienten. El crimen es aún mayor porque Dios quiere que Ella sea más
conocida, más amada y más exaltada en nuestros tiempos.
En efecto, “ha llegado el momento”¹; y desde
hace dos siglos las peticiones del Cielo se han vuelto cada vez más
apremiantes. Ha llegado la hora para que la Iglesia jerárquica… haga ahora
resplandecer la plena gloria del Corazón Inmaculado y la presente al mundo, de
modo autoritativo y en nombre de Cristo, como la Mediadora de la Gracia y de la
Misericordia para todas las almas y para todas las naciones, para la Iglesia y
para la Cristiandad. Las apariciones de Fátima, con su culminación en
Pontevedra y Tuy, corresponden a las apariciones de Paray-le-Monial. Después
del Sagrado Corazón de Jesús, el Corazón Inmaculado de María viene en nombre de
Dios a dar a conocer la devoción que se le debe, en preparación para su
“triunfo”, el cual, a su vez, anuncia el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús.
Tomado de La verdad completa sobre Fátima,
vol. II, pp. 491-493. Fr. Michel de la Trinité»
