Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

martes, 9 de diciembre de 2025

NOTAS SOBRE LA GUERRA DE LA OTAN CONTRA RUSIA EN UCRANIA Y OTROS ESCENARIOS DE LA GEOPOLÍTICA MUNDIAL.

 


Por LUIS ALVAREZ PRIMO

08 de diciembre de 2025

 

    George Keenan (1904-2005), el influyente diplomático e historiador estadounidense de la Unión Soviética de posguerra, abogó por una política de contención del expansionismo soviético. Adoptada por el gobierno de Truman, la tesis de Keenan se convirtió en la política exterior permanente de los EE.UU. durante la llamada Guerra Fría (1947-1991) y sirvió a los propios fines expansionistas del imperio angloestadounidense, que el mismo Keenan, al poco tiempo, comenzó a criticar en favor de una política de diálogo y acercamiento con la URSS.

     La cruzada anticomunista había comenzado. En 1953, cuando murió Stalin, la hegemonía militar, económica y financiera anglo estadounidense daría un salto cualitativo al poner a su servicio a la Iglesia católica mediante la operación cultural y doctrinaria judeo-masónica llamada la “Proposición Americanista” (David Wemhoff). La Guerra Fría continuó y finalmente, la URSS implosionó en 1991.

   Tal como destacó Putin en la famosa entrevista con Tucker Carlson (febrero 2024), se daba entonces una oportunidad para considerar la eventual concertación de un acuerdo que procurara estabilidad y paz al orden internacional. Conversado el asunto con Clinton, la respuesta que este dio a Putin, persuadido por la élite del “Deep State”, fue negativa. El imperio anglo estadounidense continuó su expansión en Europa incorporando a la OTAN, una tras otra, a las ex repúblicas del Pacto de Varsovia: Polonia, Checoslovaquia, Rumania, Países Bálticos, etc.  Al decir de Keenan, miembro del grupo de “los hombres sabios” (wise men) de la política exterior de los EE.UU., eso fue un “trágico error”.

    Efectivamente, la política exterior estadounidense, controlada por el Lobby de Israel (John Mearsheimer), con característico “chuzpah” judío, sobrepasó la línea roja que Vladimir Putin al frente del gobierno de la Federación de Rusia había trazado, y respecto de lo cual había advertido durante casi dos décadas: Ucrania no se debía incorporar a la OTAN porque ello comportaba una “amenaza existencial” para Rusia.

   Ensoberbecidos en su poderío hegemónico y en su dominación unipolar del mundo (se había alcanzado “el fin de la historia”), Estados Unidos promovió la guerra civil, un golpe de estado y un cambio de régimen en Ucrania. Codicioso de expansión, de los recursos de Rusia y de los dineros que da la guerra, el departamento de Estado estadounidense desoyó a Putin y subestimó a Rusia, y avanzó en la ejecución de planes trazados con antelación, entre otros, por la Rand Corporation,  para realizar su larga marcha imperialista hacia el oriente contra el enemigo en ascenso: China. La consecuencia fue la Operación Militar Especial de la Federación lanzada en febrero del 2022 que movilizó la colosal capacidad militar y tecnológica del pueblo ruso bajo el formidable liderazgo de Vladimir Putin y la brillante élite de hombres políticos, diplomáticos y militares que lo acompañan. El resultado está a la vista, malgré las estúpidas y vergonzosas campañas desinformativas de los grandes medios del colectivo globalista occidental: La operación militar quirúrgica de Putin, centrada exclusivamente en objetivos militares con el fin de preservar a la población civil de Ucrania, ha arrasado la inmensa maquinaria militar del régimen terrorista de Kiev montada por los EE.UU. y la OTAN, lo cual ha llevado progresivamente al agotamiento de sus recursos militares y financieros (guerra de desgaste). Rusia no ha dejado de aprovechar las oportunidades que toda crisis comporta, alcanzando los asombrosos logros tecnológicos, diplomáticos, socio-económicos, culturales y geopolíticos a los que nos hemos referido en notas anteriores.

     Típicamente, como todos los imperios, Estados Unidos se extralimitó (Paul Kennedy) y hoy, en contraste con Rusia, China y los demás miembros de los BRICS + , se halla en caída libre, agobiado, por un lado, por una crisis socio económica, financiera y cultural doméstica muy difícil de superar (la cosmovisión materialista, el activismo capitalista, el secularismo y la soberbia tecnocrática dominantes han agotado el modelo) y, por otro, por una sobre expansión militar imperialista que precipita un desastre estratégico de proporciones.

    Estados Unidos, y la OTAN, ya han sido derrotados en Ucrania. Y lo seguirá siendo en todos los escenarios geopolíticos donde pretenda imponer sus políticas colonialistas. No obstante, la vocinglería belicista de los globalistas al servicio del “imperialismo internacional del dinero” continúa a contramano de la historia.

    Por su parte, Trump, sin cultura ni preparación, ve que su histrionismo -- narcisista y contradictorio-- no sirve más que para inflar su ego y sus negocios (para lo cual está su yerno judío y sionista, el desarrollador inmobiliario Jared Kushner). Tampoco produce los resultados declamados y prometidos para alcanzar la paz. Trump, el hombre de paz que terminaría con todas las guerras en las que está involucrado EE.UU., no dejó nunca de apoyarlas con armas, inteligencia y recursos financieros, tanto al régimen de Kiev como al gobierno genocida de Netanyahu. Como justa recompensa y reconocimiento, en lugar del codiciado premio Nobel de la Paz recibió la copa FIFA de la paz.

    Los políticos europeos, todos cortados con la tijera de una mediocridad espeluznante nunca vista, son el hazmerreír del mundo. La opinión pública los repudia. La imagen positiva de Starmer en Inglaterra es sólo del 10 %, Macron tiene un 11%, y Merz, el 18 %. A los burócratas cleptómanos arrogantes e impiadosos de la UE como Úrsula Von der Leyen o a la inefable Kaya Kallas les llegará el momento de rendir cuentas ante los tribunales de aquende o allende.

    La desesperación en que sus fracasadas políticas los han sumido, tiene en el caso del gobierno del primer ministro inglés Keith Starmer, una deriva totalitaria inocultable: Inglaterra, que tuvo una tradición de defensa y respeto a la libertad de expresión, se ha convertido en un reino orwelliano, un estado policial donde se encarcela al que critica a Israel o defiende los derechos del pueblo palestino o simplemente dice la verdad lisa y llana sobre los temas que comprometen al sistema. Se ha encarcelado a una mujer por rezar el rosario frente a una clínica abortiva (la tasa de aborto en Inglaterra hoy es del 42%), también a una médica del servicio nacional de salud, y en el aeropuerto de Gatwick se detuvo hace pocos días (y se obligó al exilio) a George Galloway, combativo ex parlamentario socialista entre 1987 y 2024, famoso presentador de radio y T.V., anticapitalista, anti imperialista, crítico de la guerra en Iraq y de Israel en Gaza. Hoy en Gran Bretaña a todo el que disiente con algún grado de predicamento en las redes sociales, se lo descalifica llamándolo “freak”, fanático, excéntrico, antisocial, y se lo cancela con el ostracismo o la cárcel.

     Lejos de estar aislado, Putin ha sido recibido, con máximos honores y gran majestuosidad en la India, por la presidenta Droupadi Murmu y el primer ministro Narendra Modi. Ambos reafirmaron lazos de amistad y firmaron acuerdos estratégicos de orden económico, energético, tecnológico y militar.

   Mientras tanto el genocidio israelí continúa en Gaza al igual que los ataques criminales de Israel al sur del Líbano. Esta semana se vio en todo el mundo cómo soldados israelíes en Yenin, en la ocupada Cisjordania, acribillaron a dos detenidos indefensos, con las manos en alto, que no ofrecían ninguna resistencia. En el Foro de Doha la representante de la ONU para los territorios palestinos ocupados, la jurista Francesca Albanese, nuevamente ha denunciado “la brutalidad del genocidio israelí, del cual son cómplices demasiados estados” que “han apoyado a Israel con ayuda material, apoyo diplomático y participación directa en las acciones israelíes en Gaza”.

    En el Caribe, Trump aún no se decide a atacar a Venezuela, pero continúa su hostigamiento con incesantes provocaciones aéreas para ablandar a Maduro Moro.

      Las conversaciones entre Putin y los improvisados diplomáticos enviados al Kremlin por Donald Trump, su yerno J. Kushner y S. Witkoff, no han trascendido ni han arrojado resultados. Al respecto, el régimen de Kiev, hace planteos que Putin caracterizó como “ridículos”. Lo cierto es que Zelensky, acosado, como dijimos, por una ola de casos de corrupción, sólo hace lo que sabe: reclamar auxilios financieros y militares a la UE. Esta responde con promesas que cada vez tardan más en materializarse. Como último recurso, ante la debacle en desarrollo, Kiev realiza ataques terroristas—muchos frustrados-- contra objetivos civiles rusos (un edificio en Grozny, dos petroleros en el mar Negro, etc.), con drones que son mayoritariamente interceptados. Lo cual provoca respuestas durísimas de las fuerzas de la Federación.

    Los seudo planes de paz de los europeos y los ucranianos están completamente alejados de la realidad porque no tienen en cuenta las demandas rusas ni las realidades de la guerra en curso, ni los objetivos de la Operación Militar Especial, directamente vinculados a las causas de la guerra.

   Así las cosas, Rusia sigue ganando territorio en Ucrania. Con sus misiles Iskander destruye los sistemas “Patriot” ucranianos más rápido de lo que Occidente puede reponerlos (cada misil Patriot cuesta 2.5 millones de dólares; su financiación es una carga especialmente pesada para Alemania y otros aliados de la OTAN). El ejército ruso penetra una ciudad ucraniana tras otra con tácticas que se ajustan a las realidades del terreno (por ejemplo, el novedoso avance en pequeñas células de tres o cuatro soldados). Pronto llegará a Odesa.

     Putin participó activamente en la cumbre de la Organización de Tratado de Seguridad Colectiva (Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán) en Bislek, y esbozó las prioridades de la presidencia del grupo para 2026, entre otras, el aumento de la capacidad de combate de los contingentes nacionales y la mejora de la gestión y del equipamiento de las fuerzas colectivas.

    Como todas las instituciones del estado de la Federación, la justicia también funciona: recientemente un tribunal militar condenó a cadena perpetua a los ocho implicados en el atentado contra el puente de Crimea perpetrado en octubre del 2022.

    Los delirantes globalistas europeos dicen estar organizándose militarmente para enfrentar la (¡inexistente!) amenaza expansionista rusa. Putin les ha respondido que Rusia está dispuesta a fijar por escrito la ausencia de intenciones de atacar a Europa, pero que, si es necesario, también está preparada para responder a un ataque como mejor convenga.

    ¿Nos preguntamos, qué se puede esperar de imbéciles como el canciller alemán Merz, alienado por la narrativa del holocausto, como lo ha demostrado en su reciente visita a Israel? Ninguno de estos polichinelas parece conocer de historia.

 

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...