“Para
abreviar el proceso, Aldrich, Warburg & Co.
redactaron la legislación monetaria que Aldrich presentaría luego como obra de
su comité particular. Logró que el Congreso aprobara esta legislación en 1913, bajo el título de "Ley de la
Reserva Federal de 1913". La gran mayoría de los
ciudadanos estadounidenses creyó sinceramente que esta ley protegería sus
intereses y pondría el control de la economía nacional en manos del gobierno
federal. Nada más lejos de la verdad. El Sistema de Reserva Federal colocaba a los banqueros
asociados de América y Europa en posición de provocar y controlar la Primera Guerra Mundial. Esta afirmación será probada. La
guerra fue provocada para permitir a los conspiradores internacionales
desencadenar la Revolución Rusa de 1917”.
Capítulo
VI del libro PAWNS IN THE GAME, del Com. William Guy Carr, 1958.
Cuando los Rothschild obtuvieron el control
del Banco de Inglaterra tras el espectacular "asesinato" financiero
cometido por Nathan en 1815, él y sus socios insistieron en que el oro se
convirtiera en la única base para la emisión de billetes. En 1870, los
banqueros europeos se enfrentaron a un pequeño inconveniente en su sistema de
control: en América se usaban una cantidad considerable de monedas de plata.
Los banqueros europeos decidieron que la
plata debía ser desmonetizada en los Estados Unidos. En aquella época,
Inglaterra poseía mucho oro y muy poca plata; América, por el contrario, tenía
mucha plata y poco oro [1]. Los banqueros de ambos lados del Atlántico sabían
que mientras existiera esta diferencia entre oro y plata, no podrían obtener el
control absoluto de la economía de la nación, control que es esencial para el
éxito de una manipulación a gran escala.
Los banqueros internacionales europeos
enviaron a Ernest Seyd a América y pusieron a su disposición $500.000 en bancos
estadounidenses para corromper a miembros clave de la legislatura. En 1873, a
instancias de los banqueros, ciertos agentes presentaron un “proyecto de ley” que
fue presentado inocentemente como una “ley para reformar la acuñación de moneda
y las leyes monetarias”. Estaba redactado con inteligencia y muchas de sus
páginas ocultaban el verdadero objetivo del proyecto. El senador John Sherman,
cuya carta a la casa Rothschild ya hemos citado, fue el único que apoyó el
proyecto de ley. Sherman contó con el respaldo del congresista Samuel Hooper.
El senador Sherman dio una explicación muy plausible pero engañosa del objetivo
del proyecto, que fue adoptado por unanimidad. Pasaron tres años antes de que
se comenzara a comprender la importancia de este proyecto camuflado cuyo
objetivo era desmonetizar la plata.
El presidente Grant lo firmó sin leer el
contenido, tras haberle asegurado que se trataba simplemente de una cuestión
rutinaria relacionada con reformas necesarias en la acuñación y leyes
monetarias. Según los archivos del Congreso, ninguno de los miembros —excepto
los del comité que apoyó el proyecto— comprendió su significado.
Los banqueros internacionales consideraban
la promulgación de este proyecto como esencial para sus planes, cuyo objetivo
no era otro que obtener el control absoluto del sistema monetario de los
Estados Unidos. Instruyeron a Ernest Seyd para que se presentara como un
experto en acuñación. Después de constituir un comité favorable a los intereses
de sus jefes, ocupó un puesto en dicho comité como asesor. Luego ayudó a
redactar el proyecto de ley, siguiendo las instrucciones de los Rothschild.
El congresista Samuel Hooper presentó el
proyecto en la Cámara el 9 de abril de 1872. Se informa que declaró:
“El señor Ernest Seyd, de Londres, es un
escritor distinguido que ha tratado con gran atención las cuestiones de moneda
y acuñación. Tras examinar el primer borrador del proyecto, ha dado numerosas y
valiosas sugerencias que se han incorporado al texto”.
El Sr. John R. Elsom, en su libro Lumières sur la fondation du Trésor, afirma en la página 49: