El siguiente artículo apareció en el n.º 140 de la
revista Itinéraires[1], en
febrero de 1970, pocas semanas después de que la celebración de la nueva misa
se hiciera obligatoria, el 1.º de diciembre de 1969. El título del artículo, el
prólogo y la conclusión son de la redacción de Itinéraires. Las notas al pie son de La Porte Latine.
Prólogo
La Asociación
Sacerdotal Española de San Antonio María Claret cuenta con 6. 000 sacerdotes y religiosos.
Ha dado al mundo
católico un ejemplo de fidelidad sacerdotal y de intrepidez en el deber al dar
a conocer a la Santa Sede la imposibilidad moral, intelectual y espiritual en
la que se encuentran sus miembros para celebrar el santo sacrificio según el
nuevo Ordo Missae.
Estamos
autorizados por su presidente, el abad José Bachs, y su secretario, el abad
José Mariné, a reproducir las dos cartas que, el 11 de diciembre, enviaron a
Pablo VI y a Mons. Bugnini[2].
Carta a Pablo VI
Santísimo Padre,
Con profundo dolor
le adjuntamos fotocopia de la carta que nuestra Asociación acaba de dirigir al
Secretario de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, y que deseamos
llevar personalmente al conocimiento de Vuestra Santidad.
La cuestión del
nuevo Ordo comienza a ser una cuestión de conciencia de la máxima gravedad para
millones de católicos, sacerdotes y laicos. No hablaremos de las razones
doctrinales católicas; no sabríamos exponerlas mejor que el documento Breve
Examen Crítico del Novus Ordo Missae[3], que Vuestra Santidad ha recibido
recientemente acompañado de una carta firmada por los cardenales Ottaviani y
Bacci, y que sería necesario refutar punto por punto según la doctrina del
Concilio de Trento, si se quisiera probar la ortodoxia del Novus Ordo.
No hablaremos de ello, pero sí hablaremos de las razones protestantes. El Sr. Max Thurian afirma en La Croix del 30 de mayo de 1969 que con el nuevo Ordo «comunidades no católicas podrán celebrar la Santa Cena con las mismas oraciones que la Iglesia católica. Teológicamente, es posible». Si, pues, esta celebración por parte de un protestante es teológicamente posible, es que el nuevo Ordo ya no expresa ningún dogma con el cual los protestantes estén en desacuerdo. Ahora bien, el primero de estos dogmas es el de la Presencia Real, esencia y centro de la Misa de San Pío V. ¿Podría un pastor protestante celebrar el nuevo Ordo, si debiera hacer la consagración con la intención con la que lo hace la Iglesia católica? Lex orandi, lex credendi[4]: la liturgia es la expresión más alta de nuestra fe. ¿A dónde iremos si, en el mejor de los casos, la Misa silencia las verdades católicas?
El buen pueblo,
que sin saberlo o contra su voluntad es arrojado a la herejía, si conserva
costumbres cristianas (pero por desgracia, no las conserva), salva su alma. No
será así con aquellos que lo hayan empujado. Santísimo Padre, no queremos esa
responsabilidad. He aquí por qué nos atrevemos a dirigirle esta carta, después
de haberle suplicado en una anterior (5-IX-69) que permita a la Iglesia
universal conservar la Misa de San Pío V junto al nuevo Ordo.
Con el mayor
respeto, besamos el Anillo de Pedro.
Carta a Mons. Bugnini
Reverendo Padre,
Le escribimos en
nombre de los 6.000 sacerdotes, miembros de nuestra Asociación. Al leer muy
atentamente su comentario Ad un mese dall’introduzione del nuovo Ordo Missæ[5]
(Osservatore Romano, 31-X-69, p. 3), creemos que hay un malentendido que
es importante aclarar lo antes posible. Precisamente porque somos sacerdotes
que han obedecido toda su vida en silencio, creemos que ha llegado el momento
en que es nuestro estricto deber alzar la voz.
No somos unos
«viejos sacerdotes preocupados por no tener ya la fuerza ni la posibilidad
física de aprender otras normas para celebrar el nuevo Ordo». La tenemos
perfectamente: lo que no tenemos es la posibilidad moral, intelectual y
espiritual. Nosotros, sacerdotes católicos, no podemos celebrar una misa que el
Sr. Thurian de Taizé ha declarado que puede celebrar, sin dejar de ser
protestante. La herejía no puede ser jamás materia de obediencia. Por eso
pedimos la Misa de San Pío V, para cuya celebración recibimos las órdenes
sacerdotales. La mayoría de nosotros somos párrocos, con experiencia pastoral
directa. Jamás nuestros feligreses habrían tenido siquiera la idea de pedir
otra misa. Son hechos que creemos nuestro deber dar a conocer.
Con nuestros
saludos más distinguidos en Jesús y María.
Conclusión
Seis mil
sacerdotes que se atreven a dar abiertamente su testimonio de fe católica[6]. Y
cuántos que, sin atreverse aún, piensan lo mismo y no pueden pensar de otro
modo.
La misa católica
necesita hoy testigos que digan su nombre, que pongan en la balanza su persona
y, si es necesario, su vida.
¡Honor y gloria a
los seis mil sacerdotes españoles que fueron los primeros!
Que cada uno, bajo la mirada de Dios, medite su ejemplo.
Fuente: Revue Itinéraires n.º 140, febrero de 1970
/ La Porte Latine
Notas al pie:
- Itinéraires, revista fundada por Jean Madiran en 1956, se dio a conocer por su
oposición valiente y argumentada a las reformas del Concilio, con la
colaboración de Louis Salleron, Gustave Thibon, Jacques Perret, Luce
Quenette, dom Gérard Calvet, Alexis Curvers, etc.
- Mons. Annibale Bugnini, secretario de la
Sagrada Congregación para el Culto Divino, jefe de la comisión que
estableció el Novus Ordo Missae o nuevo rito de la Misa tras el
Concilio Vaticano II. También fue él quien tuvo a su cargo imponer su
celebración a todos los sacerdotes a partir del 1.º de diciembre de 1969.
- Documento redactado por teólogos y dirigido al
papa Pablo VI en junio de 1969, con la firma de dos cardenales, entre
ellos el antiguo Prefecto del Santo Oficio. El Breve Examen Crítico
concluye que el Novus Ordo «se aleja de forma impresionante, en
conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa».
- «La regla de la oración es la regla de la fe».
- «A un mes de la introducción del Novus Ordo
Missae». El padre Bugnini declaraba que la celebración de la Nueva
Misa sería obligatoria, salvo quizá para sacerdotes ancianos sin
ministerio. Escrita un mes antes de su implementación en las parroquias,
la denuncia de la reforma litúrgica por parte de estos sacerdotes no se refiere
a abusos, como algunos hoy en día limitan su crítica de la nueva misa.
- ¡Oposición masiva! Por lo tanto, es imposible
considerar que esta reforma fue aceptada pacífica y serenamente como una
continuidad del rito latino.