“Si digo la verdad, ¿por
qué no me creéis?”
Jn. 8, 46.
Seguimos
publicando material en gran parte inédito en internet (esto va en serio,
algunos saben por qué lo decimos), o inédito en ciertos casos en español,
además de diversos artículos de colaboradores y originales de nuestra parte. Y
todo esto, a pesar de que casi nula repercusión o efecto percibimos en general,
pues sabemos que el desinterés sobre los temas más importantes crece en proporción
inversa a la curiosidad por lo subalterno. En solitario, sin apoyos ni estímulos,
ni la peligrosa tentación de la multitudinaria tribuna virtual de “seguidores”,
muy marginales, seguimos. Seguimos, porque, como decía el Padre Castellani: “¿Para qué seguimos? ¿Para qué obstinarse frente a lo
imposible? ¿No dice la Escritura que hay tiempo de hablar y de callar? ¿Y no es
tiempo de callar cuando una histeria colectiva hace inútil toda argumentación o
consejo, cuando las fuerzas ciegas de la materia tienen su hora y están
decididas a aprovecharla? ¿Qué podemos nosotros contra la bomba atómica? Seguimos
hablando para que siga respirando la patria. Mientras habla una nación, no está
muerta, aunque esté con el alma en un hilo. Lo que decimos no vendrá a ninguna
consecuencia ni producirá nada: sea. Pero sola en medio de la oscuridad,
nuestra nación necesita hablar alto para no tener miedo. Para que el día de
mañana cuando el historiador diga: "La prepotencia del dinero y la furia
de la ambición con el carnerismo de la ignorancia y el miedo hicieron meter la
cola entre las piernas o agitarla en innobles zalemas-al‑amo a todos los
argentinos...", para que entonces se pueda decir: NO A TODOS, para eso
hablamos”.
Y
hablamos y escribimos nosotros, para que el nombre de Cristo suene bien alto, el
de Cristo Rey, y no un Cristo falsificado por los mercaderes de la neo religión
conciliar-sinodal-judaizada.
Contra
ajenos y propios, y esperando contra toda esperanza, mientras nos dé el cuero,
seguimos.
Si algún lector nos queda del otro lado, habrá podido notar que hemos incorporado al blog, además del fundamental tema de las apariciones de Fátima –a las cuales le hemos dedicado cuatro libros, tema que vergonzosamente permanece ajeno al interés general de los católicos “comprometidos”-, otro tema que no puede soslayarse: la crisis a partir de la reforma litúrgica, y el problema de la nueva misa. No importa que sea un tema espinoso o polémico, puesto que es esencial su abordaje. Como dice el Padre Calderón (probablemente el mejor teólogo que hay hoy sobre este desdichado planeta) en su magnífico artículo que incluimos en esta entrega: ¿podemos ser indiferentes a la nueva misa? Y puesto que vemos, alarmados, el desconocimiento garrafal que hay a ese respecto, no sólo de la feligresía general, sino de muchos destacados católicos dedicados a las letras o las actividades intelectuales, vamos publicando una buena medida de artículos de diversos estudiosos -la mayoría franceses-, y, como antes señalamos, inéditos en castellano, a fin de que los que desean ser católicos dedicados a adorar a Dios como Él quiere ser adorado, tengan los fundamentos necesarios para hacerlo, en vez de seguir entrampados en el culto bastardo creado por Bugnini en compañía de seis pastores protestantes, bajo la supervisión de las logias vaticanas (el mismo Bugnini ha confesado: "La imagen de la liturgia dada por el Concilio es totalmente diferente de la que existía antes"). ¿Se puede ser verdaderamente contrarrevolucionario, mientras se reza la misa querida por la revolución? (Por supuesto, no basta para ser contrarrevolucionario rezar la misa tradicional, y después hacer cualquier cosa; hablamos de vivir la misa y por lo tanto vivir la cruz de Cristo, pero ese es otro tema aparte).