BENIGNIDAD Y UTILIDAD DE CRISTO AL NACER
SANTO TOMÁS DE AQUINO
I. Ha
aparecido la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor para con los hombres (Tit
3, 4).
Debe advertirse que
Cristo nos mostró su benignidad por la comunicación de su divinidad, y su
misericordia, tomando nuestra humanidad.
1º) Ha aparecido la
bondad. Comentando estas palabras, dice San Bernardo: "Ha aparecido el
poder de Dios en la creación de las cosas, su sabiduría en el gobierno de las
mismas, pero su bondad se manifiesta principalmente en la humanidad. Porque es
una gran prueba de bondad añadir a la humanidad el nombre de Dios."
2º) No por
obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, mas según su misericordia (Tit
3, 5). Por lo cual dice San Bernardo: "¿Qué prueba más clara de su
misericordia que haber tomado la misma miseria? ¿Qué prueba más llena de
piedad, que haberse hecho heno por nosotros el Verbo de Dios?" Por eso
canta la Iglesia: Cristo redentor de todos, Hijo único del Padre.
II. De la utilidad de
Cristo se dice en Isaías (9, 6): Ha nacido un niño para nosotros,
esto es, para utilidad nuestra. Cuatro son las utilidades del nacimiento de
Cristo que podemos considerar en las cuatro cualidades de los niños: pureza,
humildad, amabilidad y mansedumbre, las cuales se dan de modo excelentísimo en
Jesús niño.
1º) Encontramos en él
suma pureza, porque es candor de la luz eterna y espejo sin mancilla (Sab
7, 26). Esa pureza se manifiesta en la concepción y en el parto virginal. Pues
la incorrupción no pudo engendrar a la corrupción. Por lo cual dice Alcuino:
"El creador de los hombres, para hacerse hombre y nacer del hombre, debió
elegir una madre tal que supiera convenirle y serle agradable. Quiso, pues, que
fuese virgen, para nacer sin mancha de una madre inmaculada y purificar la
mancha de todos."
2º) Encontramos
también en este niño suma humildad: Se anonadó a sí mismo (Filp
2, 7).
Esta humildad, como
dice San Bernardo, aparece en el establo, en los pañales que le envuelven y en
el pesebre donde descansa.
3º) Hallamos en
el niño la soberana amabilidad, porque es más hermoso que los hijos de los
hombres, y aun que las milicias angélicas. Esta amabilidad es resultado de la
unión de la divinidad con la humanidad. Por lo cual dice San Bernardo: "Es
un espectáculo lleno de suavidad contemplar al hombre creador del hombre."
4º) Finalmente
vemos en este niño la suprema mansedumbre, porque: es benigno y
clemente, paciente y de mucha misericordia, y que se deja doblar sobre el
mal (Joel 2, 13). Y San Bernardo dice: "Cristo es niño, y puede
ser aplacado suavemente. ¿Quién ignora que el niño perdona fácilmente? Y si no
tenernos pecado grave, podemos ser reconciliados con poco. He dicho con poco,
pero no sin penitencia." Y así como se manifestó su bondad sobre toda
esperanza, así podernos esperar también, más de lo que pensamos, parecida
benevolencia de Juicio.
(De Humanitate
Christi)