Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María
viernes, 7 de octubre de 2022
martes, 24 de mayo de 2022
LA DEVOCIÓN MEDIEVAL A LA VIRGEN DEL ROSARIO
LA DEVOCIÓN
MEDIEVAL A LA VIRGEN DEL ROSARIO
Son muchísimas las
devociones a la Santísima Virgen que se difundieron durante el Medioevo. Tal
vez una de las más importantes, que más han recomendado los Sumos Pontífices y
que en sus diversas manifestaciones y en forma reiterada ha pedido la misma
Madre del Cielo, sea el rezo del Santo Rosario. A partir del siglo XIII fueron
los miembros de la Orden de los Predicadores quienes le dieron un fuerte
impulso a esta práctica devocional. Surgió como el “salterio de la Virgen”. Al
no poder el común de los fieles recitar los 150 salmos, que los clérigos
rezaban en su Oficio diariamente, se inició la práctica de rezar 150 Ave Marías
acompañada de la meditación de los Misterios de la Vida de Cristo y de su Santa
Madre. Esta forma de piedad mariana se fue extendiendo por la Cristiandad
Occidental, hasta alcanzar una altísima difusión. Un gran apóstol de la Virgen,
San Luis María Grignion de Montfort, ya en el siglo XVII, en un precioso libro
dedicado al Rosario, nos presenta una narración acerca del origen del mismo,
llena del encanto y de la ingenua frescura de la fe.
“(...)
el Santo Rosario (...) no ha sido dado a la Iglesia (...) sino recién en el año
1214 (...).
Viendo Santo
Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los
albigenses, entró en un bosque cercano a Tolosa (Francia), y pasó en él tres
días, y tres noches en continua oración y penitencia.(...) La Santísima Virgen
se le apareció (...) y le dijo: ‘¿Sabes, mi querido hijo Domingo, de qué arma
se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?’ (...). Ella
agregó: ‘Sabe que el arma principal ha sido el Salterio angélico (...); por lo
cual, si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, predica mi
salterio’.
El Santo se
levantó totalmente consolado (...).
Así, Santo
Domingo -inspirado por el Espíritu Santo e instruido por la Santísima Virgen y
por su propia experiencia- predicó todo el resto de su vida el Santo Rosario,
con el ejemplo y con la voz, en las ciudades y en el campo, ante grandes y
pequeños, ante sabios e ignorantes, ante católicos y herejes.
El Santo Rosario -que él rezaba todos los días- era su preparación antes de predicar y el lugar a donde acudía después de hacerlo. Un día de San Juan Evangelista, estando en Nuestra Señora de París detrás del altar mayor en una capilla, preparándose mediante el rezo del Santo Rosario (...). Llegada la hora del sermón subió al púlpito y, después de haber dicho en alabanza de San Juan Evangelista sólo que había merecido ser custodio de la Reina del Cielo, dijo (...) que él no les hablaría con las palabras de la sabiduría humana, sino con la sencillez y fuerza del Espíritu Santo. Entonces les predicó y les explicó, palabra por palabra, como a niños, la salutación angélica. (...)
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“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL” Por FLAVIO MATEOS El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...