Por D.
CURZIO NITOGLIA
Sólo un ciego puede negar que hay mucha
confusión en la Iglesia. Lamentablemente, es cierto que hay mucha confusión en
el ambiente eclesial; pero no en la Iglesia misma -que es divina en su causa
final (el cielo), eficiente (Jesucristo) y formal (Credo, Sacramentos y
Mandamientos)- sino sólo en su causa material; es decir, en el ambiente
eclesial actual: fieles y ministros; además, la gran confusión no comenzó bajo
Bergoglio, sino ya con el Pontificado de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.
Es loable
reafirmar la doctrina de siempre en estos tiempos de confusión dogmática, moral
y litúrgica. Sin embargo, no basta con oponerse a las aperturas "teo/democráticas"
del Papa Bergoglio sobre la moral matrimonial.
Es
necesario remontarse a la causa de este embrollo: los decretos del Concilio
Vaticano II, la nueva misa montiniana y, finalmente, el pan/ecumenismo
especialmente con el judaísmo talmúdico, que rechazó al Mesías Jesús de
Nazaret.
Ahora
bien, ¿cómo es posible conciliar judaísmo y cristianismo? En San Pablo (1ª
Tes., II, 15) se revela divinamente que "Los judíos no agradan a Dios; crucificaron al Señor Jesús. Persiguieron
a los Profetas, y también nos persiguen a nosotros los Apóstoles, impidiéndonos
predicar el Evangelio, para que no se conviertan los paganos".
Es más,
el mismo Jesús hablando en sus últimos días con los dirigentes del judaísmo
farisaico o rabínico/talmúdico les dijo: "Tenéis por padre al diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro
padre, que fue homicida desde el principio" (Juan, VII, 44).
Me parece que los cristianos verdaderamente
fieles al Evangelio de Cristo se encuentran hoy entre dos fuegos o como se dice
"entre Escila y Caribdis": entre el "teocon" y el
"teodem".
De hecho,
los mencionados "conservadores" en teología moral, son dogmáticamente
judaizantes (en el sentido teológico de la palabra).
Sostienen
que la alianza entre cristianismo y judaísmo es posible y propia, como si la
Antigua Alianza no hubiera sido revocada, sustituida y perfeccionada por la
Nueva y Eterna Alianza, en la estela de la enseñanza del Concilio Vaticano II (Nostra Aetate) y la postconciliar
especialmente de Juan Pablo II (Maguncia, 1981: "La Antigua Alianza nunca revocada"; Sinagoga de Roma e Iglesia
de Jesús, 1986: "Los judíos hermanos
mayores de los cristianos en la Fe de Abraham").
Ciertamente,
el comunismo es ateo, materialista e "intrínsecamente perverso" (Pío
XI, Encíclica Divini Redemptoris Missio,
19 de marzo de 1937), pero se trata de un craso error, obvio y fácilmente
evitable por el simple creyente. En cambio, el conservadurismo angloamericano
oculta su malicia sub specie boni, es decir, actúa como "el diablo
tentador, que finge ser el ángel bueno" (San Ignacio de Loyola, Ejercicios
Espirituales, nº 313 ss.): la defensa de la Familia, de la Tradición (por Juan
Pablo II y Benedicto XVI), de la Misa 'tridentina', y la mano tendida a los
Tradicionalistas. Así que este error está "escondido", como "una
serpiente entre la hierba" ("latet in erba anguis", Virgilio) y
puede morder a los que se le acercan imprudentemente: "Latrare potest,
mordere non potest nisi volentem".
En este
sentido y sólo en este sentido puede decirse que, en cierto sentido, los
errores dogmáticos de Juan Pablo II y Benedicto XVI son más peligrosos que los
morales de Francisco.
Ciertamente,
el inimicus homo, del que habla el Evangelio (Mt, XIII, 25), ha funcionado muy
bien: desde hace 50 años (y no sólo desde el pontificado de Bergoglio) ha
sembrado la discordia tanto en la derecha como en la izquierda, dejándonos
entre dos fuegos, a saber, entre los modernistas pro-comunistas
("theodem") y cercanos a la "Teología de la Liberación" por
un lado y los modernistas/conservadores pro-sionistas y judaizantes
("theocon") por el otro.
No se
puede separar a Bergoglio de Ratzinger y Juan Pablo II y a estos de Juan XXIII,
Pablo VI y el Concilio Vaticano II, son esencialmente la misma cosa con diferencias
incidentales: lo que tienen en común es el neo-modernismo del Vaticano II, lo
que los diferencia es la forma de presentarlo, interpretarlo y aplicarlo: más
rápida, cruda y 'siniestra' la de Bergoglio, más lenta, fina y 'conservadora'
la de Ratzinger, pero todo exceso es un defecto y todo defecto es una falta de
verdad.
En medio
de estos dos fuegos enemigos, ¿dónde nos refugiaremos?
Me viene
a la mente lo que Pedro le dijo a Jesús: "¿Adónde
iremos, Señor? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna" (Juan, VI, 70).
¡Pero Jesús nos anima: "Nolite
timere pusillus grex! Placuit Patri vestro dare vobis Regnum" (Lc.,
XII, 32).
Es
necesario evitar el error ya sea por exceso o por defecto, ya sea de
"derechas" o de "izquierdas", ya sea el bergoglismo o el
ratzingerismo, ya sea el procomunismo extra/comunitario "theodem" o
el teo/conservadurismo sionista y judaizante.
Aferrémonos,
pues, a lo que Jesús reveló (que encontramos en la Tradición Apostólica y en la
Sagrada Escritura interpretada por el Magisterio constante y tradicional de la
Iglesia) y huyamos del señuelo de las "sirenas" que ya cantaban hace
60 años y que hoy provienen de los "izquierdistas" amantes de las
"periferias existenciales" o de los estetizantes
"derechistas" todos "encajes y puntillas", pero carentes de
la tradicional sustancia dogmática y antimodernista.
En
semejante confusión, tanto en la izquierda como en la derecha, cómo no recordar
a Pío IX en el exilio de Gaeta que, mirando al mar tempestuoso, pensó en la
situación igualmente tempestuosa que atravesaba entonces la Iglesia, atacada
por liberales conservadores de derecha (Cavour y Vittorio Emmanuele II) y
radicales socialistas de izquierda (Garibaldi y Mazzini). ¿Cómo remediar tanta
furia, se preguntaba angustiado el Papa? El Cielo le iluminó y decidió
proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción que aplastaba por sí sola la
cabeza de la Serpiente infernal ("Ipsa
conteret caput tuum") y todas las herejías ("Gaude Maria Virgo, cunctas haereses sola contrivisti in universo
mundo").
En la
confusión de hoy, que no perdona ambiente, recurramos a la Virgen Inmaculada
("Adeamus cum fiducia ad thronum
gratiae ut misericordiam consequamus"), cumplamos con nuestro deber
cotidiano y la Virgen intervendrá para restablecer el orden en su Iglesia.
d. Curzio
Nitoglia
FUENTE:
https://doncurzionitoglia.wordpress.com/2023/09/12/dove-va-la-chiesa-cattolica/