Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

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viernes, 23 de mayo de 2025

CASTELLANI Y LEFEBVRE

 

 



"Conforme a la consigna enunciada por el Padre Leonardo Castellani, Monseñor Marcel Lefebvre se levantó contra la destrucción de las instituciones cristianas. En 1977, el Padre Castellani le dedicó un libro emblemático, El Ruiseñor fusilado, a sabiendas de su condición de "suspendido a divinis".

“A Monseñor Marcel Lefebvre recuerdo de su paso fructuoso y meritorio por este país. Homenaje del sacerdote simple. Leonardo Castellani, julio de 1977”.


sábado, 17 de mayo de 2025

SANTA TERESITA Y EL PADRE CASTELLANI

 


“Constituye para mí una curiosidad observar que si bien Castellani le tuvo devoción de joven, no menciona a Santa Teresita en toda su obra publicada. Hay, sí, una referencia circunstancial en Dulcinea –p. 222- que muestra que Castellani leyó Historia de un alma, pero nada más. En una carta de 1929, señala que lo había leído, años atrás, ‘con provecho’. Luego, en oportunidad de su ‘tercera probación’ le dio por rezar una jaculatoria por él inventada. ‘Oh Teresita milagrosa/que en mi segundo noviciado/reflorezca como una rosa/lo que el primero ha marchitado’ (Borrador de carta al P. Pita, fechado el primero de octubre de 191). También visitará Lisieux en 1932 para pedir salud…pero ahí termina la cosa”.

(Castellani jesuita, 1899-1949, S. Randle, Ed. Vórtice)

 

“Anoche soñé con la Virgen Santísima, Santa Teresa y Santa Teresita (curiosa esta frase española “soñar con…”). Yo me porté humilde, natural y con inmensa reverencia; y me sentía feliz y puro como un niño –o como un resucitado.

Mis sueños son siempre bestiales pesadillas o dementes incoherencias. Nunca he tenido un sueño como éste.

Bah. Puede ser una simple euforia corporal producida por el narcótico o las píldoras –o un engaño cualquiera”.

 

(Diario, 13 de marzo de 1953).

 

[Nota del blog: exactamente sesenta años después, el 13 de marzo de 2013, nosotros tuvimos una bestial pesadilla, cuando escuchamos en vivo y en directo la nominación del nuevo papa Jorge Mario Bergoglio, q.e.p.d.]


martes, 6 de mayo de 2025

«EL PAPADO» - P. LEONARDO CASTELLANI

 




¡Extraña, vive Dios, la dinastía

que fundó un pescador en Galilea!

Sin armas, a las armas desafía,

y es débil e inmortal como una idea.

 

A sus pies, las catervas, a porfía

la asaltan con el hacha y con la tea,

y ella de noche reza; y luego el día

a enterrar sus émulos emplea.

 

No hay otra tal en todas las edades

que a tanto golpe y tal furor se avece

con tanta fuerza pertinaz e interna;

que contraste tan duras tempestades

y tan gallardamente se enderece,

tranquila, intacta, inconmovible, eterna. 

 

* * *

 

Como aquellas pirámides triunfantes

clavadas como líbicos peñones

ven pasar a sus plantas, incesantes,

las oleadas de mil generaciones.

 

Ramsés, Cleopatra, Antonio, coruscantes

Cruzados, Saladino, los Borbones,

Napoleón con sus tropas fulgurantes

y Míster Roosevelt, cazador de leones,

 

todo fue y ellas son… así el Papado,

pirámide de luz de bases dobles,

cuyo ápice se yergue hasta la gloria

sobre Pedro, que es Piedra, sustentado

ve desfilar ante sus pies inmobles

la larga caravana de la Historia…

 

Y cuando de este siglo diamantino

queden ruinas no más, y medios arcos,

y se hable de Venecia y de San Marcos

como hoy de Menfis y del Sesostrino.

 

Cuando el turista zelandés o chino

venga a mirar curioso los arcaicos

restos de Londres, o a buscar mosaicos

del Louvre, en el desierto parisino,

 

Aún habrá Vaticano, todavía

en medio de otros pueblos y otros nombres,

y sin sombra de ruina ni desmedro,

levantará la mano dulce y pía

bendiciendo a los hijos de los hombres

el sucesor milésimo de Pedro.

 

 20-V-1924, Colegio del Salvador, Buenos Aires.


https://blogdeciamosayer.blogspot.com/2025/05/el-papado-p-leonardo-castellani-1899.html

 

sábado, 15 de marzo de 2025

«EVOCANDO A CASTELLANI»

 


Por FEDERICO IBARGUREN (1907-2000)

 

En un nuevo aniversario de la muerte del P. Leonardo Castellani -15 de marzo de 1981- vaya esta cordial y afectuosa evocación.

 

«Bienaventurados seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren, y os persiguieren y, mintiendo, dijeren toda suerte de mal contra vosotros. Alegraos entonces y saltad de gozo, porque es grande vuestra recompensa en los cielos» (San Mateo, cap. V)

Fue mi maestro y era mi amigo. Las puertas del cielo se abrieron ya para él; y en la tierra nosotros, los sobrevivientes que tanto lo quisimos (y a quien tanto le debemos) rogamos ahora a Dios Nuestro Señor por su noble alma.

Personalidad originalísima, sin lugar a dudas, la de nuestro máximo pensador católico argentino, el Padre Castellani. Compleja, polifacética personalidad intelectual y de las letras; restauradora en este siglo XX ateo y negador que vivimos; personalidad impar bajo cualquier aspecto que se la considere (incluso a juicio de sus adversarios ideológicos o detractores religiosos).

Hasta el último día se mantuvo sereno el excepcional Maestro de tres generaciones nuestras; lúcido, firme en las convicciones, ortodoxo y cordial con la Cruz de sus males a cuestas; luchando quijotescamente contra las modernas herejías en la descristianizada y «democrática» Argentina liberal contemporánea –siempre «desfaciendo entuertos»– no obstante la notoria salud declinante que desde tiempo atrás lo aquejaba. Su fina espiritualidad –pese a su vejez– no lo abandonó nunca. No decayó jamás su fe comprometida con el mensaje evangélico de Jesucristo: «Hijo de Dios Padre y Segunda Persona de la Santísima Trinidad» –mal que les pese a no pocos de nuestros «hermanos separados» (sic)– que volverá al fin de los tiempos, cumpliéndose, así, en plenitud, la Promesa parusíaca en cuya realización próxima el genial santafesino ex-jesuita creyó firmemente siempre.

Temperamentalmente hablando, Castellani era un hiperemotivo típico, de reacciones francas, apasionadas y directas; un hombre total, auténtico hasta en su original atuendo: con sotana, boina vasca y cinturón militar. Audaz en ocasiones y tímido en otras; caballeresco por dentro y por fuera, pero, a la vez muy afectivo, sensible de alma en extremo. ¡Amigo leal y entrañable!

Desde el punto de vista intelectual, Castellani fue –por su talento– un extraordinario prodigio desde muy joven y su genio brilló no sólo en la Argentina, sirviendo incondicionalmente a la Iglesia tradicional en medio de la crisis que hoy la sacude. Abarcó todos los secretos del saber divino y humano, sobresaliendo como teólogo de rara penetración dogmática en Europa; como metafísico insigne y como profesor de filosofía (en Buenos Aires y en Salta). Ensayista, psicólogo, crítico literario, periodista inimitable… autor hasta de novelas y cuentos con mensaje religioso, etc. Y escribió, además, proféticas poesías autobiográficas desgarradoras, dignas de una antología que sus discípulos de ayer le debemos agradecer y aplaudir.

La salvación del país en bancarrota fue un constante leit-motiv obsesivo para él: amó a Dulcinea –o sea, a la Patria terrenal idealizada– católicamente, hasta su muerte. Egregio caudillo de bravos legionarios «cristóbales», los diagnósticos que escribió en vida sobre las causas de la actual postración argentina son notables (sensacionales y acaso escandalosos para no pocos dirigentes políticos ingenuos o inadvertidos que aún lo combaten). Su profunda caridad como la de San Pablo (Saulo de Tarso), le hizo acuñar –sin romanticismo alguno– esta certera definición evangélica del patriotismo: «Si los sujetos que viven en un mismo campo geográfico se odian cordialmente unos a otros, no se puede decir que allí exista patria; porque “si no amas a tu prójimo, al cual ves, ¿cómo amarás a la patria a la cual no ves?”. En amor al prójimo se resuelve prácticamente el amor a la patria; y si no es amor al prójimo, nada es».

En otro orden de ideas, para nuestra madura generación de abuelos que peinan canas y para el país joven de ahora –el de nuestros hijos y nietos–: ¿qué significado tendrá, me pregunto yo, el alto magisterio cultural y religioso asumido en vida –sin beneficio de inventario y en grado heroico de virtudes– por el Padre Leonardo Castellani? Bien. Al caer enfermo (hace casi un lustro) y después de sufrir una dolorosa operación quirúrgica, lo visité una tarde en su departamento de la calle Caseros. Lo encontré pálido, enjuto, envejecido, rezando en la oscuridad. Ante una optimista pregunta mía con respecto a sus trabajos en general, me contestó palpando las negras cuentas de un rosario que apretaba entre sus descarnados dedos: «Lo único que en adelante me interesa, Peco, es prepararme a bien morir; en cuanto a mi obra escrita: ¡bah! Antes tendrá que padecer la suerte natural de las semillas: pudrirse bajo la tierra para que, Dios mediante, aparezcan –si llueve– los verdes brotes de la planta. Estamos todos sometidos, Peco, a esa inexorable ley biológica que es al mismo tiempo sobrenatural: morir para resucitar. Y también, por supuesto, deben cumplir dicha ley nuestras obras humanas». Tal la visión prospectiva que, sobre sí mismo, nos dejó el grande hombre a quien hoy lloramos con hondo pesar.

El Padre Castellani, por voluntad inapelable del Altísimo, ha finalizado santamente, sufridamente, su periplo en este valle de lágrimas que para él fuera nuestra patria. Es cierto. Pero como en la épica leyenda del Cid Campeador ganará todavía –aunque en espíritu e inteligencia– muchas batallas después de muerto en la larga guerra por la Reconquista de la Argentina, de cuya ardua empresa Castellani fue, enhorabuena, su principal y quizá más tesonero Adelantado bajo el conocido seudónimo de Militis Militorum. «Dios juega con trampa –sentenciaba desde San Juan en el año 1962–; tiene en la manga el As de Espada, la carta de la Resurrección. Cuando esté más oscuro, sabed que por allí amanece». Máxima ésta de prosapia claramente lugoniana, según se ve.

Y bien: las puertas del cielo se abrieron ya para nuestro grande amigo, a los 81 años de edad. Y en la tierra, a quienes somos sus sobrevivientes discípulos y admiradores que tanto lo quisimos, nos toca rezar con fervor a la Santísima Virgen María por su bienaventuranza eterna… hasta la Resurrección de la Carne.

* En «Revista Cabildo», 2ª época, Año V, n° 42, 15 de mayo de 1981.

 

https://blogdeciamosayer.blogspot.com/2025/03/evocando-castellani-federico-ibarguren.html

 

 

martes, 4 de marzo de 2025

SERMON DEL POLVO

 


Sermón del polvo, por el Padre Castellani

 

 

Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris” (“Hombre, acuérdate que polvo eres y que al polvo volverás”).

El polvo quita la vista y el polvo devuelve la vista.  En las comarcas de Tierra Santa, la tierra salitrosa y arenosa levanta un polvo finísimo y blanco, que por una parte reflejando vivamente la luz ardiente del sol oriental y por otra parte alzándose con el viento en nubes enceguecedoras, produce numerosas oftalmías y en muchísimos casos la ceguera.  Cuando leéis los Evangelios, reparáis cuántas veces se nombra en ellos esta temible desgracia; cuántos ciegos no curó el Señor; la señal que dio a San Juan Bautista para indicarle que el Mesías llegó: “Los ciegos ven”; la comparación que usó en la parábola: “Si un ciego guía a otro ciego, los dos se van al hoyo”.

A uno de estos pobres desdichados curó el Señor en las puertas del Templo, según nos cuenta San Juan en el capítulo IX, poniéndole en los ojos un poco de barro; escupió en el polvo, hizo un poco de lodo, se lo echó en los ojos y le dijo: “Anda a lavarte en la piscina de Siloé”.

Señor, ¿qué hacéis?  ¿Polvo para curar a un ciego?  ¿Saliva para curar la ceguera?  La saliva que es cáustica y el polvo que es fricante, más bien volverán ciego a uno que ve, Señor, que no volverán los ojos a uno que no ve.

Dejadme hacer, dejad hacer al que es la Luz del mundo.  “Y fue, y se lavó y vio” —dice San Juan— “volvió viendo, volvió sanado”.

Polvo tenemos en los ojos, polvo de la tierra nos tiene ciegos.  Polvo son las riquezas, polvo son los honores, polvo son los placeres; polvo enceguecedor que nos impide ver.  Mas la Iglesia, Madre nuestra ansiosa por sanarnos, Esposa de Cristo poderosa para sanarnos, nos echa este día un puñado de polvo a la cara, y a imitación de su Divino Maestro dice a los pobres ciegos: “Con lo mismo que te enfermó, yo te sano.  Pero no con lo mismo: porque el polvo solo, el polvo de la tierra, no sirve para sanar, sino para enfermar más, si no se le mezcla la saliva de un Dios, es decir, la palabra de Dios”.  Y la Iglesia mezcla a este polvo de la tierra una palabra de Dios, una palabra tomada del Libro del Génesis, una palabra sencilla, verdadera y cáustica.

“¡Hombre, acuérdate que polvo eres y que al polvo volverás!” (Libro del Génesis, III, 19).

Si nos pusiese solamente ceniza en la frente para recordarnos la muerte que ha de reducirnos a polvo, no curaría la Iglesia nuestras llagas, sino más bien aumentaría nuestra tristeza; y la tristeza no es el remedio de nuestros males.  ¡Bastante tristeza nos da este siglo inquieto!  A este asilo de paz, a este puerto de oración en medio del estrépito de la calle abierto, venimos precisamente algunas veces huyendo de la tristeza del mundo.  Y bien, señores; no temáis, porque el polvo que allá fuera enferma, aquí dentro sana; el polvo que la Iglesia nos pone en los ojos nos devuelve la vista, aunque sea cáustico en el momento de la operación; y el que ve, señores, no está triste: porque el que ve, sabe adónde va; porque el que ve, camina seguro; el que ve, no tropieza en la piedra ni cae en el hoyo.

martes, 14 de enero de 2025

EL REENCUENTRO DE LOS ARGENTINOS

 



“¡El reencuentro de los argentinos en la democracia! El reencuentro de los argentinos no se va a verificar en la democracia; se va a verificar cuando una minoría enérgica de argentinos se reencuentren firmemente en Cristo”.

 Padre Leonardo Castellani

miércoles, 23 de octubre de 2024

EL APOCALIPSIS DE SAN JUAN EN EL CINE

 


P. FLAVIO MATEOS

 

“Este libro sagrado [el Apocalipsis] era en gran manera necesario a la Iglesia, porque la más alta e importante ocupación de ella es prepararse a la segunda venida del Mesías”.

P. Julio María Matovelle

 

Mientras tienen misterios, tienen salud; cuando se destruye el misterio, se crea la morbosidad. El hombre común siempre ha sido cuerdo, porque el hombre común siempre ha sido místico”.

G. K. Chesterton

 

“Un secreto revelado desaparece; un misterio revelado crece”.

Enrique García-Máiquez

 

 

Argentina y el Apocalipsis

 

La Argentina es el país de Iberoamérica que ha tenido la rara fortuna de ver surgir en su tierra la mayor cantidad de escritores y hermeneutas dedicados a exponer, en diversas obras, tanto de ficción como de ensayo, los tiempos finales, apocalípticos y parusíacos. Así pues los numerosos escritos de autores como Padre Leonardo Castellani, Hugo Wast, Alberto Ezcurra Medrano, Juan Luis Gallardo, Federico Mihura Seeber, Padre Miguel Ángel Fuentes y Javier Anzoátegui, sientan un valioso precedente, que ahora se continúa con la obra de Simón Delacre, esta vez en la forma audiovisual. A los apuntados se pueden sumar Víctor Delhez, magnífico artista belga que desarrolló su carrera en Argentina y realizó, además de una ilustración de los Evangelios, la versión en grabados del Apocalipsis. También la versión argentina que dio el P. Castellani con su traducción de “Señor del Mundo” de R. H. Benson. Y por si fuera poco, la traducción y comentarios, dentro de su obra integral de la Biblia, de Mons. Juan Straubinger, también en la Argentina.

Fenómeno extraño, sin dudas, que forma parte del misterio de la Argentina, país del que ha surgido también –terrible desgracia- el peor pontífice y destructor de la Iglesia en toda su historia (inútil es mencionarlo), o que alberga actualmente, a nuestro humilde entender, al teólogo más destacado de la Iglesia en todo el mundo (Padre Álvaro Calderón).

Dejamos constancia del hecho, sin querer dilucidar los motivos de semejante y tan particular situación de nuestra patria. Curiosamente, el hecho de tanto considerar las ultimidades no ha tenido como efecto el saber ocuparse cristianamente de la inmediatez de la patria, precisamente porque lo que un puñado de católicos haya podido inculcar no concierne a una gran masa cretinizada por el liberalismo masónico que emerge no sólo de las instancias partidocráticas, sino también de las altas instancias clericales liberales, modernistas y apóstatas. Ya algunos de los autores mencionados han sabido ver el desorden de la inteligencia y la defección argentina con muchos años de antelación, cuando aún no habían surgido –para peor- los “influencers” y “youtubers” liberales de la estúpida “nueva derecha”. La Parusía habrá de encontrarlos a éstos, seguramente, contando votos, pues quizás hasta se hayan convencido que tal sea la manera de derrotar al Anticristo. Ajenos al misterio que mantiene la salud, querrán cuantificarlo todo sin tener en cuenta que la única multitud victoriosa ha sido la de los mártires, y serán éstos, tenaces enemigos del misterio de iniquidad, los nuevos y verdaderos “influencers” ante el trono de Cristo.

 

El Apocalipsis de San Juan: La película

 

Debemos hablar del Apocalipsis, pues hemos asistido a la magnífica película –o serie compendiada para la gran pantalla- “El Apocalipsis de San Juan”. Creemos necesario decir alguna cosa no solo a manera de gratitud, sino también de ponderación de una obra que entre nosotros podríamos llamar una “patriada”, no sólo por el esfuerzo de producción llevado a cabo en una Argentina que se desintegra velozmente, asolada por las “langostas” partidocráticas, sino de una Iglesia que, copada en su estructura oficial por sus peores enemigos, ha dejado hace mucho tiempo de orientarnos hacia el horizonte de la Patria celeste. De allí que, se lo quiera o no, inevitablemente predicar el Apocalipsis sea políticamente incorrecto en una época donde sólo se nos predica en lenguaje panteísta cuidar la “casa común” y ser “inclusivos” y “sinodales”. Mayor mérito y valiosa “inoportunidad”, entonces, la de esta obra que Delacre pone lujosamente en pantalla.

 

El Apocalipsis: Historia y Profecía

 

El Apocalipsis es uno de los libros más misteriosos de las Escrituras y, aparentemente, hermético (en el sentido propio de impenetrable). En principio, y antes de aproximarnos a su sentido, deberíamos tener en cuenta los consejos que nos son dados para abordar la lectura de la Sagrada Escritura, v.gr.: “Para indagar y comprender los sentidos de la Escritura es necesaria una vida recta, un ánimo puro y la virtud que es tal según Cristo, a fin de que la mente humana, corriendo por el camino de Él, pueda conseguir lo que busca, en cuanto es concedido a la mente humana penetrar las cosas de Dios” (San Atanasio); “Las Escrituras reclaman ser leídas con el espíritu con que han sido escritas: con ese espíritu se entienden” (San Bernardo); “La inteligencia de las Escrituras ha de buscarse no tanto revolviendo comentarios de intérpretes cuanto limpiando el corazón de los vicios de la carne, expulsados los cuales, pronto el velo de las pasiones cae de los ojos y empiezan éstos a contemplar, como naturalmente, los misterios de las Escrituras” (Abad Teodoro). Luego viene la imprescindible guía de los diversos maestros capaces de introducirnos poco a poco en los inextricables misterios que, si bien nunca se agotan, pueden iluminarnos a medida que se acerca su cumplimiento.

Le es concedido a la inteligencia humana penetrar hasta cierto punto las cosas de Dios, pero es cierto que tratándose de profecías, se van haciendo más claras con el correr del tiempo, a través de la sabiduría de los doctos y santos exégetas y de los hechos y circunstancias que se van verificando y nos ayudan a ver mejor. De manera tal que si su lectura es una bienaventuranza para nosotros, como lo afirma al comienzo el Apóstol San Juan: “Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca” (Apoc. 1,3.), se hace necesario sacarle todo el provecho posible, rescatando este libro no sólo del ostracismo, sino también de las manos torpes, impiadosas o sectarias tanto de los protestantes como de diversos personajes extremistas que parecen haberlo secuestrado. Comenta Mons. Straubinger que “A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. (…) Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear, estaba cerca en los albores del cristianismo, ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos?”. Sin dudas palabras que debemos tener presentes en los tiempos que vivimos.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

CASTELLANI Y EL LLANTO SOBRE LA PATRIA

 




Por PADRE LEONARDO CASTELLANI

 

Es para llorar el espectáculo que presenta el país, mirado espiritualmente. El liberalismo ha suministrado a la pobre gente –no a toda, sino a la que no ama bastante la verdad- una religión y una moral de repuesto, sustitutivas de las verdaderas; un simulacro vano de las cosas, envuelto a veces en palabras sacras.

¡Qué es ver a tanto pobre diablo haciendo de un partido político un absoluto y poniendo su salvación en un nombre que no es el de Cristo –aun cuando el nombre de Cristo está allí también, de adorno o de señuelo-! Se pagan de palabras vacías, vomitan fórmulas bombásticas, se enardecen por ideales utópicos, arreglan la nación o el mundo con cuatro arbitrios pueriles, engullen como dogmas o como hechos las mentiras de los diarios; y discuten, pelean, se denigran o se aborrecen de balde, por cosas más vanas que el humo…Una vida artificial, discorde con la realidad, les devora la vida.

Claro que en los truchimanes que arman todo el tinglado –y viven de eso- el caso no es tan simple: ellos saben que detrás de su “fe democrática” y su “moral cívica” se esconde –para ellos solos- el poder y el dinero; sobre todo el dinero. ¡Oh el dinero, el gran ideal nacional de los argentinos! “Hacer” mucho dinero rápidamente y por cualquier medio es la Manzana de la Vida: la Serpiente no necesita aquí gastarse mucho. Pero por lo mismo donde pecan, por ahí perecen. De mentiroso a ladrón no hay más que un paso; y de eso a todos los otros vicios, e incluso crímenes, medio paso. Pueblo de mentirosos y ladrones, bonita ejecutoria vamos a ganar en el mundo si seguimos por estos caminos. “Criadores de vacas y cazadores de pesos”, ya nos llamó Unamuno.

Dios los ha entregado al torbellino de sus vanas cogitaciones “porque no amaron la caridad de la verdad” –dice S. Pablo-. La verdad aquí es una mercadería despreciada; tanto que ni gratis la quieren y aun pagan para que los engañen. El mismo día dieron en Buenos Aires sendas conferencias un estudioso argentino que es un verdadero doctor sacro, ducho en la ciencia de la salvación y que habla “como los propios ángeles”, o poco menos, y Lanza del Vasto. El argentino que tiene realmente algo que decir a su gente –y para eso ha sido mandado aquí por Dios- tuvo doce oyentes; el diletante extranjero tuvo una muchedumbre, que acudió solícita, propio como los monos cuando les agitan delante un trapo con colorinches. Desdichado el pueblo que no reconoce a sus maestros; y más desdichado el que mata a sus profetas. Pero los maestros y los profetas son ahora los politiqueros (…)

El politiquero desea que le guarden “lealtad”, a él, incluso por encima de los propios hijos: del carnaval electoral y todos sus desdichados adminículos quiere hacer un Absoluto. Ese es su negocio. (…) Y es que en el fondo existe detrás de la mafia de marras una cosa más grave, que no existió en la antigüedad; y es esa herejía que mencionamos. ¡Qué diferente es la “democracia” de Aristóteles de la “democracia” de estas tierras! Las “ideologías” han ingresado a las facciones políticas –que teóricamente deberían tratar de los medios y no de los fines- dividiendo a los hombres en lo profundo, dando un cariz religioso a la “contienda cívica” e incubando verdaderas guerras civiles latentes –y no latentes- en todas las naciones; que tienen el implacable rigor de las guerras religiosas (…)

Un cura electoralero me inspira más repulsión que un cura concubinario; será que yo no sirvo para esto. Y todavía, si Dios no nos detiene, el clero argentino va a ayudar al tercer triunfo del liberalismo y la masonería en la Argentina –después del cual no se sabe lo que viene. (…)

No hay que engañarse: en el mundo actual no hay más que dos partidos. El uno, que se puede llamar la Revolución, tiende con fuerza gigantesca a la destrucción de todo el orden antiguo y heredado, para alzar sobre sus ruinas un nuevo mundo paradisíaco y una torre que llegue al cielo; y por cierto que no carece para esa construcción futura de fórmulas, arbitrios y esquemas mágicos; tiene todos los planos, que son de lo más delicioso del mundo. El otro, que se puede llamar la Tradición, tendido a seguir el consejo del APOKALYPSIS: “conserva todas las cosas que has recibido, aunque sean cosas humanas y perecederas”.

Si no fuera pecado alegrarse del mal ajeno –y más del mal de la Patria, que es mal de todos- una risa inextinguible como la de los dioses agitaría a todo hombre cuerdo ante el espectáculo del carnaval político con sus disfraces, oropeles, patrañas y gritos destemplados: en lo que ha ido a parar la famosa “democracia”, que como elissir d’amore, panacea de todos los males y “religión del porvenir” nos vendieron el siglo pasado, puesto que los argentinos estamos patinando todavía en el siglo de Fernando VII con música de Donizetti. Había un error religioso, una herejía, en el fondo de ese sistema halagüeño, el cual enseguida denunciaron los pensadores; error que lógicamente se ha desarrollado en diversas absurdidades e inmoralidades; para ver lo cual ya no es necesario ser gran pensador. Y hay gente que se ha vuelto pensadora por fuerza…en las cárceles de la Libertad.”

(Dinámica Social, Buenos Aires, Nº 85-86, noviembre-diciembre de 1957).

  


ESTAMOS CANSADOS

 

-Estamos cansados de los católicos de cartelito, que son antiliberales de palabra, pero liberales en sus acciones, sus actitudes, su vida social y sus acomodos electorales.

-Estamos cansados de los católicos que teorizan sobre el Reinado Social de Jesucristo, pero practican el Reinado social del Egoísmo, para no pasar por retrógrados, impopulares y puristas.

-Estamos cansados de los católicos liberales que presuntuosos se niegan a escuchar la verdad de la doctrina de la Iglesia, porque no quieren cambiar de vida y separarse del pecado, la frivolidad, el amiguismo y la indispensable cuota de aprecio social, ya que se auto engañan creyendo que se puede ser a la vez de Cristo y del mundo, sin el menor conflicto.

-Estamos cansados de los católicos que apoyan o promueven el sistema democrático al que dicen deplorar, y apoyan candidatos ostensible y manifiestamente liberales, masones, sionistas, globalistas, cipayos, sinvergüenzas y corruptos, en base a interminables justificaciones táctico-intelectuales (“yo lo voto por Victoria”, “es pro-vida”), para pretender seguir siendo, a pesar de su cobarde, idiota o traidora complicidad, lo que eran antes de haberla cometido.

-Estamos cansados de los católicos nacionalistas que coinciden entre sí en lo esencial, y mucho más que eso, y que conocen y comparten la doctrina social de la Iglesia y la doctrina antiliberal y contrarrevolucionaria así como la misma lectura de la historia argentina, que han recibido de los mismos maestros y referentes, pero están siempre separados, dispersos, divididos, solitarios, enemistados y/o enfrentados, apegados o enmarcados dentro de su propio valer, cátedra o círculo de seguidores y discípulos, sin lograr jamás buscar o encontrar la forma de unir y organizar las fuerzas para pelear en mejores condiciones –fuera del maldito sistema masónico-partidocrático- y con mayor eficacia por la Verdad, el Bien y la Belleza, y el Reinado de Cristo y de María en las almas y en la Patria Argentina.

-Estamos cansados de los católicos que agreden, ningunean o desdeñan a los que quieren ser íntegros, verdaderos, coherentes y combatientes, por haber tenido la suerte de haber visto alguna verdad y osar señalarla, antes que los supuestos prestigiosos intelectuales que no vieron o no se animaron a ver, como fue el caso de la Plandemia, y ahora de la pandemia judeo-liberal de los mileinialls. Pero esos que se equivocaron y denostaron al resto, nunca lo reconocerán ni se disculparán con aquellos a los que acusaron de trasnochados, conspiracionistas, exagerados, impotentes, apresurados o negacionistas.

-Estamos cansados del Clero, oficial, conciliar y sodomita, pero también conservador, línea-media, tradicionalista (FSSPX), “resistente” y sedevacantista, porque unos demuelen y otros no se ponen a la altura de lo que piden las circunstancias para reaccionar en lo que es una guerra donde no se puede ser neutral o acomodarse bajo la tranquilidad que ofrece una económicamente solvente organización eclesial. Nos cansa el acomodo, el silencio cuando se debe hablar, el clericalismo, la pereza, la soberbia, la indiferencia por el prójimo, la falta de celo, el desinterés por la doctrina social y política y la cuestión social y patriótica, guareciéndose en una aislada burbuja, la incomprensión del dolor ajeno, el trato a los fieles como una masa de gente a la cual sólo cabe impartirles sacramentos como el boticario distribuye sus medicamentos o el vacunador sus vacunas. Cansa la falta de espíritu combativo, y en algunos cansa el afán de figurar, el sectario personalismo farisaico, la vanidad mediática.

-Estamos cansados de los católicos que no valoran la amistad, la palabra, el compromiso, encerrándose en su torre de marfil, ignorando al resto y sobre todo a los pobres, enfermos y deshauciados.

-Estamos cansados de los católicos que no reconocen, no apoyan, y no tienen gratitud para con los que dedican su escaso tiempo al esfuerzo intelectual en la difusión de la buena prensa, la investigación y la reflexión, a pesar de que se benefician constantemente de ello.

-Estamos cansados de la falsificación de la Iglesia, el catolicismo, el patriotismo, que se extienden cada vez más hasta no dejar casi en pie a católicos verdaderos, consecuentes, íntegros, fervientes, caritativos, militantes y sacrificados. Y todo eso ocurre porque el silencio, la pereza, la ignorancia y la inacción de los buenos permite el avance y triunfo de los malos. En nuestros días, más que nunca, la fuerza principal de los malos, es la cobardía y la debilidad de los buenos, y todo el nervio de Satán reside en la molicie de los cristianos” (San Pío X)

-Sí, como marginados, indigentes y exilados, estamos cansados de vivir en una sociedad que se dice cristiana, pero no tiene ni fe, ni esperanza ni caridad, y que es una completa falsedad. Estamos cansados pero, aun en la  derrota temporal, seguimos resistiendo, por gracia de Dios, por amor a la verdad. “Sólo en la verdad se puede fundamentar una verdadera grandeza; sólo diciéndola se puede caminar a ella. Hoy día estamos tan sumergidos en mentiras que el amor a la verdad representa una especie de martirio, y conduce al martirio real cuando se vuelve verdadera pasión; y la verdad se vuelve pasión en todos aquellos que se abren al espíritu de Dios” (P. Castellani)

 

miércoles, 11 de octubre de 2023

MARÍA, VENCEDORA DE LAS HEREJÍAS

 


“Cualquier acción política sana entre nosotros deberá colocar a su cabeza a la Madre de Dios, vencedora de todas las herejías y exorcista de los demonios todos”.

 

Por P. LEONARDO CASTELLANI

  

Pobre patria. No se ve remedio próximo a sus grandes males ocultos o manifiestos. Nuestra única estrella es la opinión pública consciente más y más; y, la constancia y lucidez de muchos jefes patriotas. Por desgracia, aislados y divididos entre sí.

El remedio no puede ser solamente político, tiene que empezar por ser religioso. Esto no implica que deben cesar de hacer la (posible) política, los que de eso tienen vocación (…)

En las Misas comunes de la Virgen hay un “tracto” que llama la atención: “Sancta Dei Genitrix, cunctas hæreses sola interemisti in universo mundo”: Santa Madre de Dios, tú sola has matado las herejías en el mundo universo.

María Santísima no fue teóloga ni doctora de la Iglesia. Si se dijera por ejemplo de San Agustín, daría en la tecla. Aunque siempre sería exagerado; pues, San Agustín no mató todas las herejías ni en vida, ni después con sus libros. Al contrario, algunas herejías se apoyaron en sus libros, como la luterana, la calvinista y la jansenista. ¿Por qué traduce la Iglesia esa extraña afirmación: “Mataste todas las herejías”, que no parece verdad?

Dos razones se nos ofrecen:

Una, que todas las herejías han sido adversas a María Santísima, desde Nestorio, que siguiendo a Arrio, negó en el siglo V que ella fuese Madre de Dios, hasta el actual progresismo o modernismo, que sugiere lo mismo, llamándola capciosamente “Madre de Jesús”, como lo hace el nuevo o novelero o nuevaolero Catecismo Francés, siguiendo, según creemos, a otroquetal Catecismo Holandés.

Por no decir “Madre de Dios”, suprimen el Ave María.

Entre estos dos, todas las herejías, que son innúmeras, o han intentado rebajar a María o han callado acerca de ella. Y tenemos ante los ojos la cuarta Gran Herejía, el Protestantismo, que suprimió airadamente el culto de la Graciaplena, tratándolo de idolatría. Mas, al mismo tiempo, los españoles, aquí en América, plantaban más imágenes de María que todas las que quemaron en Alemania e Inglaterra los herejes.

Hay una sola herejía (que yo sepa) que tomó el nombre de María: los “mariavitas” polacos, que al principio de este siglo contaron en Polonia un millón de adeptos. Mas, era mejor que no lo hiciesen, pues tomaron el nombre de la Virgen sin Mancha para profanarlo con idioteces, blasfemias e indecencias. San Pío X los condenó en 1910, los llamados viejocatólicos suizos los excomulgaron en 1924 y actualmente los bolches los han hecho desaparecer. Fue fraguada en 1906 por un sacerdote apóstata y una monja más loca que una cabra; la cual pretendía la Virgen se había encarnado en ella —que no tenía nada de virgen.

La segunda razón y causa de la primera es que la Santísima Virgen por su sola presencia rebate todas las herejías; como si dijéramos que solamente una imagen de la Virgen hace temblar o rechinar a los herejes, como hace temblar a los demonios en los exorcismos; pues parecería en ellos, que la invocación a María les hace más efecto que la misma invocación a Cristo o a la Santísima Trinidad…

Lo que pasa es que todos los dogmas cristianos como que convergen y van a centrarse en María Santísima; pues, en efecto:

a)     La Inmaculada Concepción supone el Pecado Original, la base de toda dogmática católica;

b)     La Encarnación de Cristo en y por María expresa la Redención, el otro dogma central correlativo al del Pecado: “Qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de cælis; et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine” —dice el Credo de Nicea, que Su Santidad Paulo VI recitó y glosó días pasados. Me hicieron saber que un sacerdote porteño dijo desde el púlpito que no habría que llamar “Redentor” a Jesucristo. Si eso es verdad, a ese cuitado tendría que salir a defenderlo Sánchez Viamonte.

c)      Finalmente, la fiesta de la Asunción de María a los cielos simboliza la resurrección de la carne; y de añadidura, la infalibilidad del Papa.

La resurrección y asunción de María a los cielos es hoy día un dogma de fe definido. Él supone la inerrancia del Papa; porque no hay una palabra acerca de él en la Escritura: el hecho ha sido observado por la tradición, y refirmado por la autoridad del Pontífice.

Si nuestro país medio descristianizado y presa de politiqueros y herejes y pillastres, ha de ser salvado, lo será por la permanente devoción a María Santísima, y la intervención benévola de la Patrona de Buenos Aires y del país todo, venerada en Luján, y en diez santuarios del interior.

Cualquier acción política sana entre nosotros deberá colocar a su cabeza a la Madre de Dios, vencedora de todas las herejías y exorcista de los demonios todos.
 

R.P. Leonardo Castellani, S.J.

(Tomado de “Jauja” nº 23, noviembre de 1968)

                

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