-Estamos cansados de los católicos de cartelito, que
son antiliberales de palabra, pero liberales en sus acciones, sus actitudes, su
vida social y sus acomodos electorales.
-Estamos cansados de los católicos que teorizan sobre
el Reinado Social de Jesucristo, pero practican el Reinado social del Egoísmo,
para no pasar por retrógrados, impopulares y puristas.
-Estamos cansados de los católicos liberales que
presuntuosos se niegan a escuchar la verdad de la doctrina de la Iglesia,
porque no quieren cambiar de vida y separarse del pecado, la frivolidad, el
amiguismo y la indispensable cuota de aprecio social, ya que se auto engañan
creyendo que se puede ser a la vez de Cristo y del mundo, sin el menor
conflicto.
-Estamos cansados de los católicos que apoyan o
promueven el sistema democrático al que dicen deplorar, y apoyan candidatos ostensible
y manifiestamente liberales, masones, sionistas, globalistas, cipayos,
sinvergüenzas y corruptos, en base a interminables justificaciones
táctico-intelectuales (“yo lo voto por Victoria”, “es pro-vida”), para
pretender seguir siendo, a pesar de su cobarde, idiota o traidora complicidad,
lo que eran antes de haberla cometido.
-Estamos cansados de los católicos nacionalistas que
coinciden entre sí en lo esencial, y mucho más que eso, y que conocen y
comparten la doctrina social de la Iglesia y la doctrina antiliberal y
contrarrevolucionaria así como la misma lectura de la historia argentina, que
han recibido de los mismos maestros y referentes, pero están siempre separados,
dispersos, divididos, solitarios, enemistados y/o enfrentados, apegados o
enmarcados dentro de su propio valer, cátedra o círculo de seguidores y
discípulos, sin lograr jamás buscar o encontrar la forma de unir y organizar
las fuerzas para pelear en mejores condiciones –fuera del maldito sistema
masónico-partidocrático- y con mayor eficacia por la Verdad, el Bien y la
Belleza, y el Reinado de Cristo y de María en las almas y en la Patria
Argentina.
-Estamos cansados de los católicos que agreden,
ningunean o desdeñan a los que quieren ser íntegros, verdaderos, coherentes y
combatientes, por haber tenido la suerte de haber visto alguna verdad y osar
señalarla, antes que los supuestos prestigiosos intelectuales que no vieron o
no se animaron a ver, como fue el caso de la Plandemia, y ahora de la pandemia
judeo-liberal de los mileinialls. Pero esos que se equivocaron y denostaron al
resto, nunca lo reconocerán ni se disculparán con aquellos a los que acusaron
de trasnochados, conspiracionistas, exagerados, impotentes, apresurados o
negacionistas.
-Estamos cansados del Clero, oficial, conciliar y
sodomita, pero también conservador, línea-media, tradicionalista (FSSPX),
“resistente” y sedevacantista, porque unos demuelen y otros no se ponen a la
altura de lo que piden las circunstancias para reaccionar en lo que es una
guerra donde no se puede ser neutral o acomodarse bajo la tranquilidad que
ofrece una económicamente solvente organización eclesial. Nos cansa el acomodo,
el silencio cuando se debe hablar, el clericalismo, la pereza, la soberbia, la
indiferencia por el prójimo, la falta de celo, el desinterés por la doctrina
social y política y la cuestión social y patriótica, guareciéndose en una
aislada burbuja, la incomprensión del dolor ajeno, el trato a los fieles como
una masa de gente a la cual sólo cabe impartirles sacramentos como el boticario
distribuye sus medicamentos o el vacunador sus vacunas. Cansa la falta de
espíritu combativo, y en algunos cansa el afán de figurar, el sectario personalismo
farisaico, la vanidad mediática.
-Estamos cansados de los católicos que no valoran la
amistad, la palabra, el compromiso, encerrándose en su torre de marfil,
ignorando al resto y sobre todo a los pobres, enfermos y deshauciados.
-Estamos cansados de los católicos que no reconocen,
no apoyan, y no tienen gratitud para con los que dedican su escaso tiempo al
esfuerzo intelectual en la difusión de la buena prensa, la investigación y la
reflexión, a pesar de que se benefician constantemente de ello.
-Estamos cansados de la falsificación de la Iglesia,
el catolicismo, el patriotismo, que se extienden cada vez más hasta no dejar
casi en pie a católicos verdaderos, consecuentes, íntegros, fervientes,
caritativos, militantes y sacrificados. Y todo eso ocurre porque el silencio,
la pereza, la ignorancia y la inacción de los buenos permite el avance y
triunfo de los malos. “En nuestros días, más que nunca, la fuerza
principal de los malos, es la cobardía y la debilidad de los buenos, y todo el
nervio de Satán reside en la molicie de los cristianos” (San Pío X)
-Sí, como marginados, indigentes y exilados, estamos
cansados de vivir en una sociedad que se dice cristiana, pero no tiene ni fe,
ni esperanza ni caridad, y que es una completa falsedad. Estamos cansados pero,
aun en la derrota temporal, seguimos
resistiendo, por gracia de Dios, por amor a la verdad. “Sólo en la verdad se puede
fundamentar una verdadera grandeza; sólo diciéndola se puede caminar a ella.
Hoy día estamos tan sumergidos en mentiras que el amor a la verdad representa
una especie de martirio, y conduce al martirio real cuando se vuelve verdadera
pasión; y la verdad se vuelve pasión en todos aquellos que se abren al espíritu
de Dios” (P. Castellani)