Por FERNANDO DEL PINO CALVO-SOTELO
18 de marzo de 2025
La verdad es
hija del tiempo. Cinco años después del comienzo del covid, el relato oficial
se desmorona. El abrumador peso de la evidencia científica y la publicación de
informes oficiales revisionistas que desmontan el relato político-mediático
hegemónico desde 2020 ha provocado que algunos medios españoles hayan entonado
un meritorio, aunque insuficiente mea culpa. Uno de ellos reconoce
que «lo que eran fake news de algunos de aquellos etiquetados
como negacionistas ahora está alineado con los hechos probados», y propone que,
en adelante, «deberíamos escuchar otras voces, aunque no concuerden con la
narrativa del Estado, de los medios, de los verificadores de información (…) ni
con nuestra más arraigada ideología» (elocuente, esto último, ¿no?) [1].
En otros
países ha ocurrido algo similar. Recientemente, uno de los periodistas
del New York Times titulaba así su artículo: “Nos engañaron de
mala manera”[2]. Otro arrepentido
del británico The Times reconocía que ya no cree «que los
confinamientos salvaran una sola vida, y de hecho posiblemente causaron la
muerte de muchas personas». Tras pedir que la próxima vez «conservemos nuestro
espíritu crítico y no menospreciemos como parias a aquellos que discrepan del
relato oficialmente aprobado», termina con una reflexión: «Debemos recordar que
cuanto mayor sea el consenso, más dudas debemos tener sobre el mismo»[3]. Amén.
En realidad,
eran los políticos, la UE, los medios de comunicación, los payasos fact-checkers y
parte del estamento médico, es decir, el contubernio
político-mediático-farmacéutico, los negacionistas que propagaban bulos sin
cesar.
El origen del Covid: un escape de laboratorio
El primer
bulo del establishment fue el supuesto origen zoonótico del
covid con aquel inventado pangolín que aún sobrevive en el bosque escapando de
sus perseguidores, como Rambo. El sentido común nos hacía preguntarnos hace ya
dos años cuál era la probabilidad a priori de que, de todos los lugares
habitados del planeta, el virus emergiera precisamente en una ciudad donde
existían laboratorios que estaban trabajando precisamente con ese tipo de
coronavirus.
Hoy ninguna
fuente seria cuestiona que la pandemia fue con toda probabilidad causada por un
escape de un laboratorio biológico en Wuhan que las autoridades chinas y los
EEUU ocultaron con la ayuda de la corrupta OMS mientras China exportaba el
virus al resto del mundo. El interés de EEUU era doble: los científicos y las
instituciones norteamericanas que habían financiado la investigación del
coronavirus en Wuhan querían borrar sus huellas, y el Deep State quería
debilitar la posibilidad de reelección de Trump, que defendía la teoría del
escape biológico.
La verdad
―que fue censurada― era conocida o al menos sospechada desde 2020, pero fue
ocultada al gran público. Los servicios de inteligencia alemanes otorgaron desde
un principio una probabilidad de hasta el 95% de que el virus proviniera del
laboratorio chino, pero la ex canciller Merkel decidió mantener el informe en
secreto[4]. Del mismo modo, el
exdirector del Mi6 presentó al gobierno británico un informe clasificado en el
que declaraba que «no existe ninguna duda razonable de que el covid-19 ha sido
diseñado en el Instituto de Virología de Wuhan», pero el establishment lo
enterró[5].
Las
controladísimas revistas médicas contribuyeron a tal ocultación, con una
excepción. En 2021 el British Medical Journal publicó que «la
supresión de la teoría de la fuga de laboratorio no se basa en ninguna
evaluación clara de la ciencia», y que se había producido «a pesar de que no
existen pruebas de la explicación alternativa, esto es, de la propagación
natural de los animales a los seres humanos». El BMJ terminaba criticando que
no se investigara el «verosímil» escape de laboratorio como origen del covid[6].
En 2022 el
Senado norteamericano publicó un profuso informe científico llegando a las
mismas conclusiones, que fueron corroboradas meses después por el director del
FBI cuando reconoció que «muy probablemente» el origen del covid era artificial[7]. Finalmente, en
noviembre de 2024 el Congreso de EEUU llegó a la misma conclusión con un
relevante informe que cuestionó casi todas las medidas tomadas para combatir la
pandemia[8].
A pesar de
ello, algunos «expertos» continúan congelados en la versión oficial y asustan
con la posibilidad de que recurra una epidemia de parecidas proporciones. Si
ocurriera, sería la primera pandemia natural importante desde hace un siglo,
pues el covid, repito, no fue una epidemia de origen natural, sino un accidente
biológico causado por un escape de laboratorio. En otras palabras, el covid fue
el Chernóbil de las armas biológicas.