Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

viernes, 30 de diciembre de 2022

ESTO SÍ ES HABLAR CON "PARRESÍA"

 


Declaración de Mons. Viganò concerniente a las sanciones canónicas impuestas al Padre Frank A. Pavone

 

Es necesario que los Cardenales y los Obispos comprendan las graves consecuencias de su silencio cómplice.

Agere sequitur esse, nos enseña la filosofía escolástica: la acción de cada entidad depende de la naturaleza de la entidad misma. Esto significa que las acciones de una persona son consistentes con lo que es esa persona. Encontramos confirmación de este principio ontológico en las recientes sanciones canónicas impuestas por la Santa Sede al padre Frank A. Pavone, sacerdote pro-vida bien conocido y apreciado, comprometido desde hace décadas en la batalla contra el horrible crimen del aborto. Si, en efecto, un Dicasterio romano decide fulminar contra un sacerdote reduciéndolo al estado laico, acusándolo de blasfemia e impidiéndole defenderse en un proceso canónico regular; y si no se toman decisiones similares contra clérigos notoriamente heréticos, corruptos y fornicadores, no es ilegítimo preguntarse si una acción de persecución no revela un espíritu perseguidor, y si una acción contra un buen sacerdote anti-aborto no traiciona el odio del perseguidor hacia el Bien y hacia los que luchan por él. Este castigo injusto e ilegítimo es tanto más odioso cuanto que nos acercamos a la Solemnidad de la Natividad, si se considera que en el asesinato de los inocentes, el Enemigo del género humano quiere matar al Niño Rey.

La secta bergogliana eclipsa a la Iglesia católica, ocupa con arrogancia puestos de dirección y abusa escandalosamente de su autoridad con un fin opuesto al que Nuestro Señor, Jefe de la Iglesia, ha querido. No hay esfera doctrinal, moral, disciplinaria y litúrgica que no haya sido objeto de su vandalismo. Nada se salva de lo poco que quedaba después de sesenta años de demolición sistemática por el Concilio Vaticano II; y lo que sobrevive como un vestigio hundido de las glorias del pasado está bajo la amenaza constante de nuevas y peores devastaciones.

Por tanto, es evidente que el Sanedrín romano - cuyo trabajo desconcierta incluso a los intérpretes más prudentes de los asuntos del Vaticano - tiene como objetivo la persecución de los buenos y la promoción de los malos. El caso del «borrado» del padre Pavone es una nueva demostración de que este objetivo se persigue con feroz obstinación, tanto para alimentar un clima de terror en el clero como para inducirlo a una obediencia servil y cobarde, y para provocar desorientación y escándalo en los fieles y en los que siguen considerando a la Iglesia como una referencia moral. Todo esto sucede mientras el jesuita Marko Ivan Rupnik, sobre quien pesa una pena por crímenes muy graves castigados de excomunión latæ sententiæ, ve suprimida la pena canónica por el hermano y compañero que vive en Santa Marta; y mientras la Curia Romana está infestada de personajes imposibles, sodomitas notorios, fornicadores, corruptos y herejes. La secta bergogliana se distingue por la gravedad de las faltas: cuanto más graves son, más prestigiosos son los cargos asignados.

Frente a esta violación de los principios más elementales de justicia y prudencia de gobierno, y a la evidente determinación de los dirigentes de la Jerarquía de actuar contra mentem legis, es necesario que los Cardenales y los Obispos comprendan las consecuencias gravísimas de su silencio cómplice y levanten valientemente la voz para defender la parte sana del cuerpo eclesial: esto se impone por el respeto de la verdad católica violada, el honor de la Iglesia humillada por sus propios prelados y la salvación eterna de las almas puestas en peligro por las palabras y las acciones de los malos pastores que usurpan una autoridad que no les pertenece sino a Cristo Rey y Sumo Pontífice, Cabeza del Cuerpo Místico.

Si servir a la Iglesia y defender la vida de criaturas inocentes en este tiempo de apostasía constituye un pecado que merece la expulsión del estado clerical, mientras que la propaganda en favor del aborto, la promoción de la ideología de género o la violación de vírgenes consagradas no se consideran motivo de excomunión, el padre Frank puede considerar esta vergonzosa decisión del Vaticano como una fuente de orgullo, recordando las palabras del Salvador: “Dichosos vosotros cuando os insultan, os persiguen y, mintiendo, dicen todo tipo de maldad contra vosotros por causa mía (Mt 5, 11). Y los que han sido culpables y cómplices de esta persecución contra los buenos deberían temblar al pensar en el juicio que les espera. Deus non irridetur (Ga 6, 7).

 

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

22 de Diciembre de 2022

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