Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

martes, 13 de junio de 2023

13 DE JUNIO (Actualización)

 


Iglesia y Sinagoga.

 

 

Por FLAVIO MATEOS

 

El combate entre la Iglesia y la Contra-Iglesia parece poder compendiarse en ciertas fechas llamativamente coincidentes, que son como jalones en esa guerra sin cuartel que está llegando a su culmen, y que nosotros para este tiempo hemos denominado Agenda Fátima contra Agenda 2030”, “Cristianismo contra Comunismo” o “Iglesia de Cristo contra Sinagoga de Satanás”.

Una de esas fechas que merecen destacarse –aunque nadie lo haga- es la del 13 de junio. Vamos a ver de qué manera. Los hechos señalados no serán encontrados por el lector en las habituales efemérides de la prensa masiva:

Con fecha de 13 de junio de 313 se dio a conocer el famoso edicto de Milán, por el cual el emperador Constantino, ¡luego de tres siglos de feroz persecución! dio libertad a los cristianos. El mismo Constantino había tenido una señal del Cielo (la Cruz, “in hoc signo vinces”) y recibiría posteriormente el Bautismo. Esto, por supuesto, no cayó en absoluto bien a los judíos, que bregaban por la persecución y exterminio de los cristianos. Según el cardenal Lustiger, de origen y mentalidad judía, nada menos que Arzobispo de París, los cristianos desposeyeron a los judíos de su papel de pueblo elegido y pueblo sacerdotal: “Cuando Constantino garantizó a los cristianos una tolerancia que equivalía a un reconocimiento del cristianismo en la vida del Estado y lo estableció como religión del Imperio, los judíos fueron violentamente marginados. Éste era un modo simplista y grosero de rechazar los tiempos de la redención y su trabajo de parto. El mito de la sustitución del pueblo cristiano por el pueblo judío se alimentaba, pues, de un secreto e inconfesable ataque de celos, y legitimaba la apropiación de la herencia de Israel, cuyos ejemplos podrían multiplicarse” (Discurso con motivo de la entrega del premio Nostra Aetate el 20 de octubre de 1998 en la sinagoga Sutton Place de New York).

Podría decirse que ese 13 de junio fue la gran victoria de la Iglesia contra el imperio de Satanás y el comienzo de lo que sería la Cristiandad. Fue un golpe mortal al espíritu revolucionario judío, que sólo volvería a resurgir con fuerza a partir de la Revolución protestante.

Pasemos al 13 de junio de 1917. Casi un mes antes, habían llegado a Rusia cuatro revolucionarios para organizar la toma del poder: Lenin, Zinoviev, Radek y Sokolnikov. Mientras tanto en Fátima, Portugal se producía la segunda aparición de la Santísima Virgen, donde la Madre de Dios afirmaba que Dios quería establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón. Aparentemente los dos hechos, en uno y otro extremo de Europa, no tendrían nada que ver. Pero se vería que sí, y más claramente lo haría entender el Cielo poco después.

En efecto, el 13 de junio de 1929, ya habiendo triunfado la Revolución bolchevique en Rusia, y amenazando expandirse a todo el mundo, la Virgen apareció a la hermana Lucía en Tuy, en una teofanía trinitaria donde solemnemente pidió que el papa y los obispos del mundo entero consagrasen a Rusia a su Inmaculado Corazón. Todos los males traídos por la revolución: comunismo, naturalismo, ateísmo, crímenes en masa y persecución a los religiosos, y el desarrollo posterior de todos esos errores que perduran hasta hoy, sólo podían ser contrarrestados y vencidos mediante el triunfo del Corazón Inmaculado, al cual debía serle consagrada Rusia. Pero los papas no obedecieron al llamado de Ntra. Sra del Rosario de Fátima, no exactamente como lo había pedido. La diplomacia, los enemigos internos, diversas circunstancias y debilidades hicieron que no se cumpliese con la consagración. Vino entonces, tras la terrible Segunda guerra mundial y la expansión del comunismo, la Revolución dentro de la Iglesia: el concilio Vaticano II (sobre el cual parece advirtió la Virgen en la tercera parte del Secreto que Roma jamás ha revelado). Llegamos entonces al año clave: 1960, ya con el Concilio en preparación. Nuevamente en la misma fecha tiene lugar un hecho de capital importancia. El activista judío Jules Isaac consigue, luego de haber manejado los hilos convenientemente a través del Cardenal Bea, una audiencia con el papa Juan XXIII. Recordemos: Jules Isaac había fundado en 1948 la “Amistad Judeo-Cristiana” destinada a “la rectificación de la enseñanza cristiana”. Y había llegado a exponer al papa Pío XII los “Diez puntos de Seelisberg”, conferencia que se había organizado en Suiza para estudiar el problema del “antisemitismo” en la Iglesia. Pero Isaac no obtuvo entonces buenos resultados.

Con Juan XXIII los judíos cosecharían excelentes frutos. Isaac le entregó el memorándum titulado: “Necesidad de una reforma de la enseñanza cristiana respecto a Israel” exactamente el día 13 de junio de 1960. Ese día fue el comienzo oficial del cambio de actitud de la Iglesia hacia los judíos, que sería coronado por el documento Nostra Aetate en el Concilio, refrendado en sus acciones por todos los papas posteriores. Desde entonces se ha trabajado intensamente a favor del “Noaquismo”, una religión de sustitución del Catolicismo, del cual empezaron a vaciarse los dogmas para que restase una culpabilizada organización parecida al protestantismo, capaz de unirse con las “religiones monoteístas”. La Iglesia llamada despectivamente “triunfalista”, que con Constantino excluyó a los judíos y los llamó deicidas, ahora, en una misma fecha, empezaba a golpearse el pecho por aquel gran pecado de origen.

Pero el 13 de junio está vinculado tanto a la Revolución como a la Contrarrevolución. Es interesante comprobar que esa fecha guarda relación notoria con dos hechos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, la congregación fundada por Monseñor Marcel Lefebvre, el campeón de la contrarrevolución en la Iglesia del siglo XX. Fue el 13 de junio de 1988 cuando el Arzobispo dio a conocer en público en Écône a los cuatro sacerdotes que serían consagrados obispos el 30 de junio de ese año, comenzando así el “Operativo Supervivencia” de la Tradición.

Y de signo contrario, fue el 13 de junio de 2012 en que estuvo a punto de caer la FSSPX. ¿Qué pasó o iba a pasar ese día en Roma? Vayamos a los antecedentes. Tras el Vaticano II, la Tradición católica estaba amenazada de muerte por los liberales y modernistas conciliares. Un solo Arzobispo –a quien luego se le unió Monseñor Antonio de Castro Mayer- se había levantado para sostener la bandera de la Tradición y muy especialmente del Santo sacrificio de la Misa: Monseñor Lefebvre. Se lo había intentado reducir al silencio, se había procurado corromperlo, comprarlo y hasta atentar contra su vida. Pero el Obispo no retrocedió. Finalmente se lo “excomulgó”, pero su obra continuó: la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Particularmente molesta resultaba, para los judíos que habían infiltrado el Vaticano, esa resistencia. Luego, cuando muerto ya Lefebvre, y tras muchos años de ablande –y quizás también de infiltración- lograron que esa irreductibilidad se cambiara en una actitud amistosa y conciliadora, a través del “levantamiento de las excomuniones” que en verdad eran inexistentes. Los mandantes de Roma decidieron ordenar una depuración de los elementos “antisemitas” dentro de la FSSPX. Así es como realizaron una campaña mediática internacional contra uno de sus obispos, Monseñor Williamson, por supuestamente haber negado uno de los dogmas fundamentales sino el principal de la nueva religión: la “Shoa”, el “Holocausto”. La cúpula de la Fraternidad se plegó genuflexa a la condena y el maltratado obispo fue enviado al ostracismo. Desde entonces la vuelta de la FSSPX dentro de las murallas vaticanas, donde estaría mejor controlada, iba en lento pero franco progreso. Entonces llegó el 13 de junio de 2012: ese día estaba estipulado para la concreción del acuerdo entre Roma modernista y la FSSPX, a la cual se le había propuesto una prelatura personal, a la manera del Opus Dei. Con ese fin había viajado su Superior general Mons. Fellay hasta el Vaticano. Sin embargo, a último momento, debido sobre todo a las filtraciones que hubo de los términos del acuerdo, y una creciente resistencia al interior de la FSSPX, se decidió suspenderlo hasta tiempos mejores. Luego de lo cual la FSSPX comenzó a deshacerse de los más recalcitrantes antiliberales, expulsó a Mons. Williamson y cambió –suavizó- más aún su lenguaje público en relación a las autoridades romanas. Tanto que Mons. Fellay llegó a ser vapuleado por un entrevistador judío sin dificultad y sin escándalo. El 13 de junio podría haber sido una gran victoria de los enemigos de la Iglesia que querían someter de una vez y para siempre la obra de Mons. Lefebvre. Era la fecha elegida para el “Operativo Suicidio”.

Un año más tarde, el 13 de junio de 2013, sucedió otro hecho llamativo que, al igual que todos los que venimos destacando, tienen como protagonistas a los talmúdicos enemigos del Mesías, N. S. Jesucristo. Helo aquí: Vladimir Putin, presidente de Rusia, afirmó públicamente –y no precisamente como un elogio, y ante un auditorio judío- que el 80% del gobierno revolucionario comunista de Rusia estaba compuesto por judíos. Se trataba del primer jefe de estado que hacía público ese hecho. De tal modo quedaba claramente establecido algo que los historiadores calificados de “antisemitas” siempre habían enseñado. También para todo aquel que quiere ir más allá de las motivaciones políticas o económicas de la Revolución, se podía entender así el componente “místico” de la misma. Y si a eso le sumamos que para contrarrestarlo, la Virgen pidió se difundiese la devoción a su Inmaculado Corazón y la consagración de Rusia, entendemos mejor que se trata de una guerra ante todo religiosa, y que el comunismo –y toda su serie de errores que se esparcieron desde 1917 con fuerza por todo el mundo- tienen que ver con otra “cosmovisión” religiosa, protagonizada e impulsada por los mismos que se sintieron “excluidos” cuando Constantino y el Imperio Romano abrazaron la fe cristiana.

Pero la extraña serie de coincidencias no se termina allí, puesto que el 13 de junio de 2019, la ONU y el Foro Económico Mundial (o Foro de Davos) firmaron un Memorando de Entendimiento sobre una asociación estratégica de ambos organismos internacionales, para acelerar conjuntamente la satánica “Agenda 2030”. Pocos meses después estalló la “pandemia” del llamado Covid-19, y luego la guerra de la OTAN contra Rusia. El Occidente apóstata y anticristiano que obedece los mandatos de la Sinagoga de Satanás, junto con el Vaticano, se han apostado, cada uno a su modo, contra Rusia, pues terminó volviéndose un obstáculo para el proceso de reunificación tan avanzado en pro de un gobierno mundial. Incluso en materia religiosa, los cismáticos rusos se niegan a bregar por un entendimiento amistoso con los ecumenistas romanos, lo cual significa otro obstáculo más para la realización de loa ansiada “Agenda 2030”.

Estas concordancias y otras que hemos señalado en otros artículos, nos sirven como un llamado de atención para comprender mejor lo que la Providencia nos quiere decir y así poder elaborar una síntesis más comprensiva del combate total que desde el inicio de los tiempos sostenemos los cristianos contra las fuerzas del infierno. En esta fecha señalada aparecen marcados la victoria de la Iglesia que pasó a regir sobre el poder secular, la devoción que el Cielo nos trajo en Fátima para que esos poderes de las naciones volviesen a someterse al poder espiritual de la Iglesia, particularmente a partir de la consagración de Rusia, y también la triunfante resistencia al interior de la Iglesia contra las fuerzas de la Revolución. Y esa misma fecha ha venido a señalar acontecimientos que van en el sentido contrario: la toma del poder de la Iglesia por parte de la Contra-Iglesia, el intento de destruir la Reacción de la Tradición, y el impulso final hacia el gobierno mundial anticristiano.

     Por todo esto una vez más nos animamos a afirmar que lo único que puede oponérsele y vencer a la “Agenda 2030” o “Gran Reinicio” anticristiano es la “Agenda Fátima”, que traerá –el momento sólo Dios lo sabe- el triunfo del Corazón Inmaculado de María.

Recordemos, finalmente, que el 13 de junio de 2029 se cumplirán los cien años del pedido de consagración de Rusia al Corazón Inmaculado, solicitud del Cielo que jamás ha sido atendida de acuerdo a los términos e intenciones manifestadas por la Virgen. Y N. S. Jesucristo trazó un paralelo entre este incumplimiento –que se hará pero tarde- con la desobediencia del rey de Francia al pedido de consagración de su reino a su Sagrado Corazón. Cien años después, día por día, estalló la Revolución francesa de 1789. ¿Llegará el 13 de junio de 2029 el gran castigo y de qué modo? ¿Será el Anticristo? ¿Vendrán los tres días de oscuridad y a continuación el triunfo del Corazón Inmaculado de María? Podríamos pensar en esto último, si consideramos la fecha en que Dios quiso hacer el pedido de consagración de Rusia, en una solemne teofanía trinitaria, coincidente con el edicto de Milán que fue el triunfo público y resonante del Cristianismo frente al gran imperio romano. El futuro tiene la respuesta.

 

¡Viva el Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María!

 


UN LIBRO PARA ESTE TIEMPO

  “Fátima y Rusia”, por Flavio Mateos. Disponible en todo el mundo a través de Amazon y Mercado Libre.   Tomo I - 438 páginas ·     ...