Por
FLAVIO MATEOS
Una interesante noticia ha circulado recientemente por
algunos medios: el papa Francisco en una conferencia sobre “La
estética global de la imaginación católica”, mencionó a los que serían sus tres
escritores favoritos. Alguna prensa titula así: “El papa Francisco nombró a sus tres escritores favoritos: un ruso, un
francés y un italiano” (https://www.infobae.com/leamos/2023/05/29/el-papa-francisco-nombro-a-sus-tres-escritores-favoritos-un-ruso-un-frances-y-un-italiano/)
¿Quiénes son
esos tres escritores?
Dante
Alighieri, León Bloy y Fiódor Dostoievski.
¿Qué tienen en común los tres escritores? Los tres
están fuertemente influenciados por el Gnosticismo.
Sobre Dante Alighieri hay incontables
estudios eruditos, de hecho su estudio específico se denomina
"Dantología". Sin embargo, son menos difundidos los estudios acerca
de lo por nosotros señalado. La fuente fundamental de su pensamiento ha
permanecido recubierta por el hermetismo de su complejo simbolismo. Pero hay
investigadores que lo esclarecen bien. Para empezar señalamos como
insustituible el excelente informe de Etienne Couvert en su libro “Visages et masques de la Gnose”,
Éditions de Chiré, 2011, Capítulo II, llamado “La vérité sur Dante. Dante et la Gnose”, aparecido primeramente en
la revista “Lecture et Tradition N°
358, Diciembre 2006. Basado en estudios pormenorizados de Miguel Asin-Palacios
(que descubre el origen musulmán del pensamiento del Dante), de André Bellessort,
de Louis Gillet, de Alain Pascal, de Etienne Gilson y de B. Nardi entre otros,
explica que “La Divina Comedia” es
una paráfrasis de muchas obras árabes. El pensamiento de Alighieri es
neo-platónico, pero expuesto en un lenguaje escolástico. Dante expresa un
anticlericalismo exacerbado y la cólera de Dante contra los papas, los
sacerdotes y los monjes son expresados con fórmulas idénticas a las de los
Fraticelli, herejes que profieren palabras que más tarde habrá de repetir
Lutero. Llega a introducir en el Paraíso a personajes como Joaquín de Fiore y
Siger de Brabant. Si bien el primero no condenado por la Iglesia, Santo Tomás y
San Buenaventura lo consideraban un falso profeta, en tanto que el segundo fue
excomulgado. Que el Dante haya sido objeto de una encíclica papal laudatoria (In praeclara Summorum, de Benedicto XV)
no significa que el sumo pontífice estuviese acertado, sino que no había
accedido a los estudios esclarecedores que luego se realizarían, además que
manifiesta el complejo entramado de ideas detrás de la superficie en el eximio
poeta florentino, que hacen que no resulte fácil conocer su verdadero
pensamiento. El tema del Gnosticismo exige un conocimiento de los temas y
maneras propias de introducir sus ideas, vehiculizadas sobre todo mediante la
literatura y el cine. Es por eso que se hace necesario recurrir a los
entendidos en la materia (un Jean Vaquié, un Etienne Couvert, un Alain Pascal,
un Paolo Tauffer, entre otros).
León Bloy participa también de la confusión respecto de su
aparentemente ortodoxia católica en un amplio público que parece haberse
interiorizado poco con su obra. Pero también, afortunadamente, y sobre todo en
su país de origen, se le han dedicado estudios pormenorizados para
desenmascararlo. En nuestro libro “Castellani
y Lefebvre” (Ediciones Reacción, 2022), págs. 84 a 113, damos cuenta de un
escritor originalmente revulsivo, cáustico, agudo pero a la vez blasfemo, a
veces obsceno e influido por el Gnosticismo. Remitimos allí a los estudios
realizados por Raymond Barbeau, Louis Jugnet, Antoine de Motreff, Christian
Lagrave, entre otros (en Brasil se publicó un artículo de C. Nougué hace unos
años atrás). Si bien Bloy no fue condenado por el Santo Oficio, que juzgó su
obra, claramente como detallamos en el libro de acuerdo a los informes
conocidos, debió ser condenado, y se lo perdonó sobre todo porque ya por
entonces los liberales lograron imponerse sobre los antiliberales y porque,
como dijo el informe sobre el dominico Lehu: “no minimiza la impiedad contenida
en la obra de Bloy y reconoce su profunda impregnación; por un lado comparte la
tesis de un Bloy demente, por otro juzga que el asco que despierta una obra tan
extravagante ahuyentará a la mayor parte del público antes de que se hunda en
el olvido”.
Respecto de Dostoievsky,
también resultará útil sumergirse en la obra de E. Couvert “La Gnose universelle”, Éditions de
Chiré, 1993, págs. 147 a 175, dentro del capítulo llamado “Gnose et pensée russe”, donde se estudia la influencia gnóstica en
los más famosos y talentosos escritores y filósofos rusos: Khomiakov Soloviev,
Berdiaev, Florensky, que han reactualizado en el mundo moderno el Gnostcismo de
Orígenes y de Clemente de Alejandría. En cuanto a Dostoievsky, y también respecto
de Tolstoi, se califica la suya de “una literatura panteísta”. El primero muy
influido por Swedenborg, y el segundo por Rousseau y Schopenhauer. Ideas gnósticas
que sin dudas influyeron en la pudrición intelectual que contribuyó a la Revolución
comunista.
Así pues, el papa Francisco destaca a tres escritores
talentosos pero que están lejos de ubicarse en la sana ortodoxia católica, los
dos primeros con el agravante de ser católicos furiosamente anticlericales. No
debería sorprendernos y, particularmente, pensamos que Bergoglio sabe bien a
quiénes menciona, pues no es ningún ingenuo.
A la ingenuidad parecen jugar los medios católicos que
dejan pasar estas noticias sin el menor comentario o interés, y sin jamás hacer
ninguna mención al gnosticismo, a la masonería y el panteísmo que como el humo
de Satanás ha invadido tenebrosamente el Vaticano.