Por MICHAEL HAYNES
Resumen del capítulo IV del libro “Os
erros do Catecismo moderno”, Editora CDB, Rio de Janeiro, 2025.
El primer aspecto que se nota es que se ha perdido el sentido
de propiciación en
la Misa. Asimismo, los efectos de la Misa han sido alterados: en lugar de ser,
ante todo, un acto de adoración a Dios, el primer efecto es descrito como un
acto de acción
de gracias. Cuando esto se combina con la ausencia de una
enseñanza explícita sobre la propiciación, se entiende rápidamente que la Misa
es vista como una acción centrada en el hombre y no en Dios, ya que el primer
acto es agradecer a Dios por nuestros dones, en vez de adorarlo.
Al transformar la Misa
en un acto de acción de gracias, el nuevo catecismo puede así emplear su
enseñanza innovadora sobre la ofrenda comunitaria del sacrificio. Por medio de una
astuta ambigüedad, el texto acentúa fuertemente el papel de los fieles en la
Misa, conduciendo a una comprensión protestante de una ofrenda comunitaria realizada
mediante un acto de la asamblea común. La comprensión del sacerdocio común
es presentada de manera inadecuada, lo que lleva a una confusión sobre la
verdadera naturaleza del papel de la congregación en el sacrificio.
Esta comprensión
teológica es reforzada por la presentación de la Misa como una especie de banquete espiritual,
la cual es promovida por encima de la verdad de que se trata del sacrificio incruento de la cruz.
A través de estas referencias a la Misa como banquete, el nuevo catecismo puede
avanzar sus objetivos ecuménicos de apaciguamiento tanto de protestantes como
de judíos. Al suprimir la enseñanza clara de que la Eucaristía es un
sacrificio, el catecismo puede entonces presentar la ambigua idea de una comida espiritual
que da continuidad al sacrificio de la Última Cena. Este es un paso importante
en la eliminación del concepto completo de la naturaleza de la Misa, además de
alinear a la Iglesia con los servicios protestantes y los rituales judíos.
Todo esto se realiza
con la mayor sutileza, al punto de que incluso las críticas aquí expuestas
quizás no resulten obvias a primera vista. No obstante, es posible comprender
verdaderamente la enseñanza que se ha perdido si se vuelve a las páginas del Catecismo de Baltimore
o del Catecismo Romano. Allí, el lector encontrará sin
ambigüedades la plena verdad sobre la Santa
Eucaristía. Es tanto chocante como triste darse cuenta de cuánta verdad se ha perdido en el
nuevo catecismo a través de equívocos y medias verdades. El nuevo catecismo
presenta una afrenta sutil, pero extremadamente peligrosa, a la fe de todos los que creen
en la Misa.