Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

miércoles, 23 de julio de 2025

CUANDO EL CARDENAL RATZINGER APROBÓ UNA MISA SIN LA FÓRMULA DE CONSAGRACIÓN

 





Por JUAN CARLOS OSSANDÓN VALDÉS

 

El 17 de enero de 2001, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por S.E. Joseph cardenal Ratzinger, reconoce la validez de la misa de Addai y Mari. Esta liturgia es usada por los asirio-caldeos que se dividen, a su vez, en nestorianos (herejes) y Caldeos (católicos). En esa zona se conserva una tradición, ¿o leyenda?, antiquísima que enseña que entre los setenta y dos discípulos que Jesús envió en misión en Palestina, figuraban san Addai y san Mari. Cuando las autoridades de Jerusalén iniciaron el primer genocidio dirigido a suprimir la naciente Iglesia y durante el cual fueron asesinados los dos Santiago, san Esteban y se salvaron milagrosamente san Pedro y san Pablo, entre muchos otros cuyos nombres desconocemos, se produjo la dispersión de los cristianos más notables de Jerusalén y estos santos misioneros se dirigieron a Mesopotamia donde fundaron la Iglesia. No puede ser confirmada, por desgracia, la presencia de tales apóstoles en esa zona, ni siquiera sus nombres; mas lo cierto es que esta "anáfora" es muy antigua. ¡Otra vez nos abruman con una palabra griega! Como el latín parece estar proscrito... Se trata simplemente de lo que siempre hemos llamado, en latín, un "canon"; es decir esa oración invariable así era, en efecto, antes de la reforma que incluye la fórmula consagratoria sin la cual no hay misa. Pero hay una diferencia notable: los caldeos católicos - incluyen las palabras consagratorias; los nestorianos herejes no. La "anáfora" aprobada por la Congregación romana es la nestoriana, la que carece de dicha fórmula. Aclaremos que el que no aparezca este texto esencial es presentado como prueba de su antigüedad, la que algunos creen podría remontarse al siglo tercero. En efecto, suele hablarse de la "ley del arcano"; es decir, en la Iglesia primitiva no se escribía la fórmula de los sacramentos para evitar su profanación. Hay que recordar que lo "bien visto" en la sociedad romana era practicar varios cultos al mismo tiempo. ¡Esos paganos eran mucho más ecuménicos que nosotros! Y, por eso, no pudieron tolerar al cristianismo, ya que no lo era. Éste afirmaba la necesidad de abandonar toda religión idolátrica, ya que los dioses eran, en realidad, demonios. Roma respondió organizando genocidios que hoy llamamos persecuciones. Si los pontífices de aquella época hubiesen sido ecuménicos como los actuales, posiblemente no habría habido persecución alguna.

Estamos en presencia de algo inaudito en sentido estricto: Jamás se hubieran imaginado nuestros padres en la fe que una misa pudiese ser válida sin las palabras de la consagración. Con razón el cardenal Ratzinger ha hablado de un "trabajo de clarificación teológica intensa que ha culminado en una “decisión tan fundamental”. ¡Ya lo creo! ¡Hubo que esperar 21 siglos para que la Jerarquía se diera cuenta de que la consagración sobraba en la celebración de la misa!

Su Eminencia justifica su decisión mediante tres razones: Antigüedad de la liturgia, el reconocimiento de la plenitud de fe en la iglesia Asiria y, finalmente, el que las palabras de la consagración se hallan "diseminadas" en ese misal. El cardenal calla el carácter herético de esa iglesia, por lo que no merece llamarse iglesia; calla el hecho de que no hay fe, como ya explicamos, cuando se peca contra ella, aunque sea en un artículo aparentemente mínimo; pero lo que nos resulta absolutamente incomprensible es que alguien halle en las oraciones de ese misal lo que no figura en él. Hemos leído las oraciones y no se halla traza alguna de las palabras de la consagración. De hecho, los que usaban dicho misal y aceptaron el concilio de Florencia se apresuraron a añadir la formula sagrada. De modo que hoy solamente los herejes nestorianos conservan esa deficiencia que hace inválida su misa.

¿Cómo explicar tan evidente error en la actual Jerarquía? No hallo otra explicación que el prurito de ecumenismo que corroe al Vaticano desde tiempos de Pablo VI. No entra en el objetivo de este libro entrar en este tema. Baste recordar que desde 1864 la Santa Sede está prohibiendo asistir a las reuniones ecuménicas que comenzaban a proliferar entre protestantes. Si se quiere conocer los fundamentos doctrinales de tal prohibición, habría que releer muchas encíclicas, en especial la "Testem benevolentiae" de León XIII que condena al americanismo y la "Mortalium animos" de Pio XI, sin olvidar al tan vilipendiado "Syllabus" de Pio IX. No podemos dejar pasar la ocasión sin señalar la consecuencia necesaria del ecumenismo: el indiferentismo. En otras palabras: se considera indiferente, en orden a la salvación, la religión que cada uno practique, siempre que se la siga adecuadamente.

Recuerdo que dos obispos, en diferentes ocasiones y con distinto motivo, me manifestaron su asombro por el cambio producido entre los fieles desde la conclusión del último concilio. Ya nos les importa, me decía uno de ellos, que su amigo no sea católico; antes era motivo de preocupación y de oración. Lo único asombroso, pienso yo, es que esos obispos se asombren... ¿Acaso no han leído la Dignitatis Humanae ni la Nostra Aetate? Quien las comprenda cae necesariamente en el indiferentismo. Y más aún con la nueva liturgia cuyo mayor mérito, según sus defensores, consiste en ser pluralista. Mas la Escritura reza: "No te vuelvas a todos los vientos, ni quieras ir por cualquier camino; porque de eso se convence reo todo pecador que usa doble lenguaje".

 

La Misa Nueva de Pablo VI. Breve examen crítico”, Juan Carlos Ossandón Valdés, Editorial Monasterio, Santiago de Chile, 2008, págs.125-127.

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...