Por P.
GERARD MURA
De su
libro Fátima, Roma, Moscú. La
consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María aún está pendiente.
AMF Santiago de Chile, 2005.
No cabe
duda que el Papa Juan Pablo II tenía buena voluntad cuando, después del
atentado, intentó obedecer a la Virgen de Fátima. Se puede considerar como
signo el hecho que cada mañana haya renovado la consagración al Corazón
Inmaculado de María. Sin embargo, por la oposición entre Fátima y la teología
progresista, hoy en día omnipresente, no ha podido realizar la consagración tal
como el Cielo lo ha pedido expresamente. Esta teología determina en medida
variable el pensamiento de los laicos "emancipados", el pensamiento
de la Jerarquía eclesiástica y de las autoridades vaticanas, y no deja de
afectar el del mismo Papa. Juan Pablo II afirma que se ha efectuado cuanto era
posible -considerando las circunstancias-, ¡y que por ende el Cielo ha aceptado
la consagración! A estas "circunstancias" pertenece, sin embargo, el
pensamiento, marcado por el progresismo, que domina en la actualidad a la Iglesia
y según el cual se piensa tan humanamente y tan poco sobrenaturalmente. Y este
progresismo no manifestará comprensión ante una solemne consagración que
atropelle tan abiertamente las reglas de la diplomacia.
Se puede
objetar: es verdad, se ha hecho todo lo que era posible en la perspectiva
humanista, diplomática y progresista. Sin embargo, Dios quiere, como dejaremos en
claro a través del acto de esta consagración, vencer justamente la actitud
humanista, diplomática y progresista de la Iglesia, para lograr un acto de fe
realmente sobrenatural ("sobrehumanista") de la jerarquía, y este
deseo, el Cielo lo ha reforzado con la promesa de abundantes milagros.
Con todo,
quedará de manifiesto que Dios aparentemente ha aceptado la consagración de
Juan Pablo II, pero no como la consagración específica de Rusia, sino como
consagración del mundo, tal como la de Pío XII. Veremos que con el acto de esta
consagración, probablemente se conjuró el peligro de una Tercera Guerra Mundial
gracias a una intervención del Cielo.
Recapitulando
lo ya expuesto resulta que:
---Para
salvar al pueblo ruso, que se encuentra desde hace mucho tiempo en cisma con la
Iglesia Católica y que, en el siglo XX, ha caído en el comunismo ateo, el Cielo
pide un acto de Fe sobrenatural de parte del Papa. Rusia debe ser salvada, no
solamente por los esfuerzos naturales del Papa, sino por un acto de Fe del
Santo Padre de tal magnitud, que logre sobrepasar los falsos criterios
diplomáticos y refutar el omnipresente modo de pensar progresista, solo así, se
podrá efectuar debidamente la consagración.
---Dios quiere
precisamente ahora un acto de Fe de la Jerarquía de la Iglesia, ya que la
desintegración de la Fe ha surgido de una desmesurada admiración por los éxitos
naturales logrados en el manejo del mundo moderno y sus posibilidades, y
además, porque la actual crisis de Fe partió desde la mismísima Jerarquía.
---Dios
quiere destacar también en contra del concepto de la democrática teología del
Pueblo de Dios, que la gracia divina es algo sobrenatural y que llega a los
hombres exclusivamente desde arriba, es decir, desde El, y a través de la
Jerarquía eclesiástica.
Así, la
consagración de Rusia, evidentemente, no sólo encamina a la conversión de este
pueblo; más bien, y a pesar de su modesta apariencia, será un verdadero medio
de sanación para la crisis interna de la Iglesia, que es una grave crisis de
Fe. El Papa, o permanece en el progresismo y rechaza hacer la consagración tal
como la pide el Cielo: o bien, efectúa la consagración rechazando claramente
con ello el progresismo. No parece existir otra posibilidad. Los frutos
provenientes de la consagración serán, según la promesa del Cielo, magníficamente
coronados por una intervención diáfana de la Bienaventurada Virgen María:
"Pero, finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará". Dios quiere
salvar al mundo de hoy a través del Corazón Inmaculado de María, y a través de
un verdadero acto de Fe de la Jerarquía Católica”.