Vladimir Putin en su capilla privada en el Kremlin.
Por LUIS
ALVAREZ PRIMO
El 9 de mayo de 2025 la Federación de
Rusia celebrará el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial cuando
Alemania se rindió en Berlín ante el ejército soviético. La tragedia bélica que
terminó en 1945 costó a la Unión Soviética la vida de 27 millones de rusos. Y a
ellos se recordará y rendirá tributo. El
acto central estará dado por un impresionante desfile militar de la Fuerzas
Armadas de Rusia y la participación destacada de las representaciones militares
de China, Vietnam y Corea del Norte.
La Unión Europea – mezquina e
irrespetuosamente y como queriendo reescribir la historia-- ha advertido a sus
estados-miembro que no deben enviar ningún tipo de representación a Moscú. El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic,
decidido participar en el Desfile de la Victoria en Moscú, curiosamente debió
interrumpir su visita oficial a los EE.UU. y regresar a su país donde fue
hospitalizado. El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, quien el año
pasado sobrevivió a los 5 balazos que le dieron en un atentado, también tenía
decidido viajar a Rusia, pero debió cancelar reuniones por problemas de salud.
Conociendo los métodos de presión de la euro-burocracia de Bruselas, muchos
especulan con causas más ominosas que una simple indisposición. Sin embargo, de
acuerdo a la última información, todo hace presumir que Vucic y Fico no han de
faltar a la cita junto a los primeros mandatarios de China, Brasil, Venezuela y
Cuba.
El acontecimiento de marras tiene lugar en
el contexto de la guerra en Ucrania que ya lleva 3 años. En el mundo hay 56 conflictos bélicos de
mayor o menor intensidad, lo cual habilita para afirmar que la Tercera Guerra Mundial
está en marcha. En todos esos conflictos se detecta, en su origen, con más o
menos claridad, la larga y tenebrosa mano del imperialismo judeo-masónico
angloestadounidense, que divide para reinar, pero hoy desespera ante su
inexorable declinación. Es la trayectoria de todos los imperios (Paul Kennedy,
“The Rise and Fall of Great Powers”),
a cuyo ascenso sigue, años más o años menos, la decadencia y la caída cuando
pierden la noción de las realidades últimas.
El perverso e ilegítimo régimen ucraniano de Volodimir Zelensky, el cocainómano comediante judío títere de los Estados Unidos y la OTAN, ha firmado en estos días un acuerdo de entrega de recursos naturales (gas, petróleo, tierras raras) y vasallaje político con la administración Trump con el objeto de que los Estados Unidos comiencen a cobrarse algo de los 350 mil millones de dólares que invirtió en la inicua guerra que promovió contra Rusia en Ucrania. Trump, siempre el showman y el hombre de negocios, parece haber desistido de su presunta vocación por la paz y ha reanudado el apoyo militar y financiero a Ucrania, con lo cual la guerra, otrora imputada a Biden ha pasado a ser también la suya. Muestra de ello es el ataque ucraniano en la tarde/noche del 3 de mayo contra Rusia, con una verdadera tormenta de drones, misiles de crucero y barcos no tripulados cargados con explosivos (en las regiones de Crimea, Krasnodar, Rostov, Briansk, Kursk y Belgorod) que Rusia pudo derribar con el único costo de un avión SU30 cuyos dos pilotos se eyectaron y sobrevivieron. Dicho ataque ucraniano nunca podría haberse llevado a cabo sin la asistencia técnica de los operadores de la OTAN y la inteligencia satelital provista por los EE.UU.
Como bien se sabe, malgré la desinformación habitual de los grandes medios, EE.UU. ha
perdido la guerra en Ucrania, así como perdió la guerra en Vietnam contra las
fuerzas de Ho chi Minh y en Afganistán contra los talibanes. Tampoco se puede
decir que haya tenido gran éxito en Medio Oriente donde el codicioso
imperialismo globalista neocon fue
responsable de diversos genocidios en lo que va del siglo XXI (Iraq, Libia,
Siria) y lo sigue siendo hoy contra el pueblo palestino en Gaza al financiar a
Israel y proveerle las bombas que siguen matando niños, mujeres, jóvenes y
hombres palestinos inocentes. Al respecto, no podemos dejar de mencionar la
valiente resistencia del movimiento nacionalista y anti imperialista hutí en
Yemen que con certeros lanzamientos de misiles a 2.000 kms. de distancia pone
presión al criminal gobierno sionista de Netanyahu a fin de que no bloquee la
ayuda humanitaria de la cual depende la supervivencia de los martirizados
palestinos: ayer se paralizó el aeropuerto Ben Gurión al atravesar la cúpula de hierro israelí un
misil hutí que cayó, a modo de advertencia, a 350 metros de la principal
terminal del aeropuerto. Esto, no obstante los bombardeos que EE.UU. lleva a
cabo contra la población civil en Yemen (más de 500 muertos) desde su
portaviones H. S. Truman en el Mar Rojo con el fin de amedrentar a los
aguerridos hutíes.
Lo cierto es que el imperio anglo
estadounidense está en franca declinación: su oligarquía dirigente se niega a
reconocerlo. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Además de las
guerras perdidas en los últimos 70 años, la economía, la sociedad y la cultura
estadounidense están en grave crisis. Un endeudamiento fenomenal agobia a los
gobiernos de los EE.UU., que pretenden que sus aliados europeos y el resto del
mundo lo pague. Al mismo tiempo, el crecimiento económico, comercial y
tecnológico de la República Popular de China y sus aliados de los BRICS+
continúa superando al del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino
Unido y Estados Unidos). La
participación global del PIB de los BRICS+ es del 36 % en tanto que la
participación global del G7 es del 28%. Los BRICS+ tienen el 60 % de la
población global en tanto que el G7 tiene menos del 20 %. Hoy cualquier estado
que necesita grandes obras de infraestructura (puertos, ferrocarriles,
represas, usinas de energía, etc.) recurre a China y a los BRICS+ donde puede
conseguir mejores condiciones. En EE.UU.
la matrícula de los estudiantes universitarios cae. Muchos, ante la
imposibilidad de pagar los altos costos de las universidades en ese país, se
trasladan a Europa. China, India, Rusia tienen una fuente de mano de obra cada
vez más calificada.
Las contradicciones de la política económica
de Trump (ejemplo: los errores garrafales de concepto y ejecución relativos a
las tarifas) y de las diversas administraciones anteriores generan
incertidumbre, lo cual es el peor enemigo de la inversión productiva.
En el campo militar, Rusia y China han
superado a los EE.UU. y sus aliados (tanto en el desarrollo de sus fuerzas
armadas, como en los campos de la tecnología, la producción de armamentos, la
estrategia, la conducción político-militar, el patriotismo y el compromiso de
la población). Con cientos de bases militares en más de 80 países, el imperio
estadounidense se ha sobre extendido.
Para mayor contraste, la conducción de la
diplomacia rusa y china es de una meticulosidad, prudencia, seriedad y
sobriedad completamente ausentes en los estados miembros del G7, en los que
predomina la improvisación, la ignorancia de la historia y de las relaciones
internacionales y, con harta frecuencia, la prepotencia colonialista que los
pueblos ya no toleran, por lo menos en áreas crecientes del planeta.
Para finalizar, y a modo de colofón
anecdótico, me permito comentar lo siguiente: Hace pocos días Vladimir Putin
mantuvo una larga entrevista con un conocido periodista ruso quien con sus
preguntas dio pie a que Putin pusiera de manifiesto facetas más íntimas de su
personalidad. Así, por ejemplo, preguntado si perdonaba siempre, respondió
afirmativamente, excepto en un caso: la traición. Luego, Putin mostró el
elegantemente sobrio departamento donde vive en el Kremlin (algo no muy
habitual en los gobernantes de Rusia), en particular, la capilla donde reza. La
impresión que dio es la de un estadista que lleva una vida cuasi monástica. Un
hombre que ama a su pueblo, con el que mantiene una estrecha cercanía, sensible
al dolor y siempre atento a reconocer y honrar los actos de heroísmo, entrega,
patriotismo y servicio a la Madre Rusia.
Mientras tanto, los católicos nos hallamos
en vigilia y tensa espera de cara a Roma. Superada por el momento la pesadilla
del nefasto papado del difunto Bergoglio, rezamos para que Dios Padre nos
mande, como dijo un cardenal, no un papa bueno sino un buen papa. Es probable
que el péndulo comience a oscilar hacia el centro. La cría cardenalicia
bergogliana es tan numerosa como mediocre pero no tonta y sabe que hay mucho malestar
en la Iglesia. Y no sin causa: Hace unos días visité el pueblo donde nací, San
Cayetano, provincia de Buenos Aires. (Diócesis de Bahía Blanca). El domingo fui
a misa. Después de la lectura del Evangelio, el sacerdote, de unos 35 años,
bajó del altar para decir su homilía micrófono en mano cual un conductor
televisivo, pero antes anunció que tres catequistas tenían algo para ofrecer y
las invitó a pasar, lo cual hicieron a los saltos y a los gritos, matraca y
peluca en mano que pusieron en la cabeza a la que se había ubicado delante de
una pequeña mesa con mantel, cerca del reclinatorio, próximo al altar. Otra
traía una torta con una vela y otra alcanzó un cuchillo a la cumpleañera, que
en medio de la artificial algarabía procedió a cortarla y ofrecerla a los
divertidos feligreses que quisieran probarla. Unos amigos me dicen que envíe
las fotos que saqué del sacrílego entremés al obispo. Me pregunto si vale la
pena.