Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

martes, 13 de mayo de 2025

ELLA SOLA ES NUESTRA ESPERANZA

 


Por P. FLAVIO MATEOS

Capítulo de su libro “Fátima y Rusia”.

 

 

Quiero que continuéis rezando el rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella os puede ayudar”.

LA SMA. VIRGEN MARÍA

Fátima, 13 julio 1917.

 

 

"Reza mucho las oraciones del Rosario. Solo yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mí se salvarán."

NTRA. SRA. DE AKITA

13 de octubre de 1973

 

 

“La Virgen sin mancha, vencedora de todas las herejías, no cederá el paso ante su enemigo amenazante si encuentra servidores fieles, dóciles a su mandato, Ella obtendrá nuevas victorias, más grandes de las que podríamos imaginarnos…”

R. P. MAXIMILIANO KOLBE

 

 

“Él estaba persuadido de que sus hermanos conocerían que por su medio les había de dar Dios libertad; mas ellos no lo entendieron”.

HECHOS DE LOS APÓSTOLES, VII, 25.[1]

 

 

Bastaríanos señalar de manera destacada que Nuestra Señora del Rosario, la Santísima Virgen María, dijo en sus apariciones de Fátima que debemos rezar cotidianamente el Santo Rosario y practicar la devoción reparadora de los cinco primeros sábados de mes a su Inmaculado Corazón; que debemos rezar y hacer sacrificios para salvar las almas que están en peligro de caer en el infierno; que debemos cumplir nuestro deber de estado; que Rusia debe ser consagrada a su Corazón Inmaculado por el Papa junto con los obispos para que el mundo encuentre un tiempo de paz; y que finalmente esto último se hará aunque no sin que venga antes un tremendo castigo para el mundo por su apostasía, sus crímenes e iniquidades; y entonces debería todo el mundo dedicarse a obedecer puntualmente –hoy implica una tenacidad heroica, es cierto, pero no imposible- los pedidos amorosos de nuestra Madre del Cielo, sin más cuestionamientos y sin dilaciones, para que lo antes posible se realice la referida consagración.

Pero, ¡ay!, sobre todo eso han echado silencio, tierra, humo y basura los jerarcas modernistas de la Iglesia oficial, menospreciando el mensaje y, por lo tanto, a la emisora del mensaje, la Madre de Dios. ¡Ellos mismos se han hecho parte del mensaje a través del “Tercer secreto” que no han revelado cuando debieron hacerlo, y luego publicaron queriendo neutralizarlo! ¡La desobediencia continúa! ¿Hasta cuándo?

Pero no sólo hay negligencia o culpa en las autoridades, muchas de ellas cómplices o dominadas por las huestes de Satán aposentadas en el Vaticano. En una entrevista que le realizó el Padre Agustín Fuentes, vice postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco en Coimbra, el 26 de diciembre de 1957, afirmó Sor Lucía:

“Padre, la Santísima Virgen está muy triste porque nadie ha prestado ninguna atención a Su Mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos continúan su camino, pero sin dar ninguna importancia a Su Mensaje. Los malos, no viendo realmente caer el castigo de Dios sobre ellos, continúan su vida de pecado sin atender siquiera el Mensaje. Pero créame, Padre, Dios castigará al mundo y eso será de una manera terrible. El castigo del Cielo es inminente.”[2]

¡Nadie hace caso a la Madre de Dios! Es por esto que nunca será suficiente nuestro llamado de atención y nuestra insistencia sobre este tema. Y por eso insistimos. ¡Urge hacerlo, aunque nuestra voz sea sólo un eco reprobado por las paredes del cobarde confinamiento de las almas! ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando el mensaje de la Virgen en Fátima?

En la mencionada entrevista a la Hna. Lucía del P. Fuentes, ésta dijo: “Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron, porque en todas las apariciones de la Santísima Virgen María, siempre la vieron muy triste. Ella nunca nos sonrió. Esa tristeza, esa angustia que notamos en Ella, penetró nuestras almas. Esa tristeza es causada por las ofensas contra Dios y los castigos que amenazan a los pecadores. Y así, nosotros, niños, no supimos qué pensar, excepto inventar diversos medios de rezar y hacer sacrificios.” La Virgen se mostró llorando en La Salette, en Siracusa, en Akita[3], quizás en otros sitios, como llorara aquel primer Viernes Santo. ¿De quién es la culpa sino de nosotros y nuestros pecados?[4] Nuestro Señor le dijo a Sor Josefa Menéndez: “El mundo corre precipitadamente a abismarse en los placeres, y es tanta la multitud de los pecados que se cometen, que mi Corazón está anegado en un torrente de amargura y de tristeza. ¿Dónde encontraré alivio a mi dolor?”.

También Santa Teresa de Jesús había dicho dolorida: “¡Las almas!, ellas caen al infierno tan numerosas como copos de nieve en un día de invierno”, que fue lo que les mostró la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos. Y agregaba la gran Teresa: “Y Jesús llora…”.

Jesús y María lloran por la pérdida de las almas. Eso es lo que hay en el fondo de todo este plan satánico que se está llevando a cabo, eso es lo que concierne a la actual apostasía en la Iglesia y las sociedades modernas. La humanidad está en peligro, y no se trata del problema “ecológico” de la “Madre Tierra”, subterfugio publicitado por los decrépitos globalistas, para provocar el arribo del “Nuevo Orden Mundial” anticristiano. La emergencia es el peligro de las almas que el diablo quiere llevarse consigo para el infierno. Dios no piensa en abstracto, como los utópicos y revolucionarios mundialistas onusianos, por eso sabía decir Gómez Dávila: “Porque sabemos que el individuo le importa a Dios, no olvidemos que la humanidad parece importarle poco”. No le interesa a Dios el “desarrollo sustentable” ni la “fraternidad universal” en un mundo donde opera el diablo, sino la santidad de sus criaturas a las que creó para llevarlas a su Cielo por la eternidad.

Ahora bien, que los malos desdeñen el mensaje de Ntra. Sra. no puede sorprendernos. Pero que los buenos no le presten atención, ¿a qué se debe? Sin dudas, a una desorientación diabólica que cada vez más se ha ido posesionado del mundo. Hay una falta de fe sin parangón, una apatía y tibieza hacia Nuestro Señor insoportables, una lenta apostasía en el amor[5], la falta de celo de quienes permanecen indiferentes al destino de la Iglesia y de sus patrias alguna vez cristianas, el abandono de la oración y la falta de meditación, la ignorancia de Jesucristo[6], la falta de intimidad con su Sagrado Corazón, un cómodo sentimentalismo que evita el sacrificio, la apertura constante a las cosas del “mundo” que nos distraen, el naturalismo ambiente que disminuye hasta borrar la gravedad y la noción del pecado y, además de eso, en muchos, una espera de que sean las autoridades jerárquicas (el clero) y sólo ellas quienes, merced a órdenes o llamadas específicas, aseguren indubitablemente que ese, el señalado por Nuestra Señora en Fátima, es el camino a seguir, sin lo cual prefieren permanecer inoperantes y al margen. Recordemos que la Hna. Lucía dijo que ya no deberíamos esperar llamados a la oración y la penitencia (la reforma espiritual) por parte de la Jerarquía de la Iglesia. Lo dijo en la misma entrevista referida: “Padre, no debemos esperar un llamado al mundo que venga de Roma, de parte del Santo Padre, para hacer penitencia. Ni debemos esperar que el llamado a penitencia venga de los Obispos de nuestras diócesis, ni de las congregaciones religiosas. ¡No! Nuestro Señor ya ha usado muy a menudo esos medios y el mundo no ha prestado atención. Por eso ahora es necesario a cada uno de nosotros comenzar a reformarnos espiritualmente. Cada persona debe, no solamente salvar su propia alma, sino también ayudar a salvar todas las almas que Dios ha puesto en su camino”.

La gente actualmente [escrito en 2020, n.d.b.] está muy preocupada por la “emergencia sanitaria”, en verdad una enmascarada guerra declarada contra la humanidad por la élite globalista anticristiana. Pero no se piensa que muy probablemente sean también los comienzos de una situación que podría derivar en una Tercera Guerra mundial cuyas consecuencias, teniendo en cuenta el sofisticado y poderosísimo arsenal nuclear con que cuentan las principales potencias, serían absolutamente devastadoras, al lado de las cuales la Segunda Guerra Mundial parecería sólo un pequeño ejercicio de exhibición. Recordemos que la Sma. Virgen anticipó que, si los hombres no dejaban de ofender a Dios, vendría esa Segunda Guerra, la cual fue acortada merced a la consagración del mundo realizada por el papa Pío XII.

No somos los primeros[7] y esperamos no ser los últimos, en sostener estas conclusiones, las cuales esperamos desarrollar en las páginas que siguen:

1) Dios concederá la paz al mundo a través del Corazón Inmaculado de María.

2) Lo hará mediante la consagración de Rusia, pedido expreso de Dios.

3) No hay ni habrá otro medio de salvación para la Iglesia y el mundo que el señalado por la Sma. Virgen en sus apariciones de Fátima.

Conceder la paz al mundo no significa evitar sólo una guerra mundial, sino que exista una paz verdadera, esto es, el orden en la tranquilidad, debido a la influencia salvífica de la Iglesia católica en las naciones, las cuales le deben estar sometidas, como el cuerpo al alma. Significa una derrota –sea por el tiempo que fuere- de la Revolución, obra suprema de Satanás que utiliza al mundo para desviar a los hombres de Dios y así perder las almas.[8]

El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol del mensaje de Fátima, ha sido muy enfático en su visión de la situación actual: “Las cosas no pueden continuar así indefinidamente. El mundo está al borde de algo de suma importancia, sea para bien o para mal – o el Triunfo del Inmaculado Corazón de María prometido, o el descenso final hacia la III Guerra Mundial. Estamos muy cerca del final de nuestro curso, de una manera u otra.”[9]

Contra los que pregonan una falsa esperanza para el mundo, contra los que promueven un “gran reseteo”, una “fraternidad universal”, un “Nuevo Orden Mundial” o cualquier proyecto globalizador y sinárquico, como también contra los que buscan acuerdos traidores con los enemigos de la Iglesia católica que son los liberales y modernistas enquistados en Roma, hay que repetirlo una y otra vez: la Santísima Virgen María es nuestra única esperanza, en Ella se encuentra la solución y sólo Ella puede ayudarnos. Así lo quiere Dios. Nuestro Señor Jesucristo lo afirmó a Sor Lucía en una revelación de 1936. Cuenta Sor Lucía:

“Interiormente he hablado al Señor de este asunto. Y hace poco le preguntaba por qué no convertía a Rusia sin que Su Santidad hiciese esta consagración.

“‘Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para después extender su culto y poner, al lado de la devoción de Mi Corazón divino, la devoción a este Corazón Inmaculado’”.[10]

También el Hno. Michel de la Trinité explicitaba lo fundamental de las apariciones de Fátima, diciendo:

“El secreto del secreto, es la voluntad de Dios de acordarnos todo por la mediación de María, en respuesta a nuestra devoción a su Corazón Inmaculado. No solamente los bienes espirituales, sino también la paz temporal, y eso para el mundo entero. ¿Se ha remarcado que una de las palabras de Nuestra Señora, contada fielmente por Lucía a su párroco el día siguiente de la aparición, decía ya la misma cosa, con el mismo vigor, el mismo exclusivismo? “Continuad rezando el rosario todos los días…para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque ella sola os podrá socorrer”.

Dicho de otra forma: no hay más salvación para nosotros que por la Virgen María; era ya el núcleo esencial del secreto de Fátima que se encontraba así divulgado desde julio de 1917”.[11]

“El mensaje de Fátima –sostenía John Vennari- debe ser el centro de la vivencia de nuestro Catolicismo, el centro del modo como vemos el mundo. Creo que todo lo que Nuestra Señora manifestó en Fátima nos muestra que debemos basar nuestra visión del mundo en el mensaje de Fátima, y no en cosa alguna que, de cualquier modo, la pueda contradecir”[12]. ¿Acaso este autor estaba exagerando? Veamos: el mensaje de Fátima de 1917 tiene como sello el mayor milagro público de Dios desde que Nuestro Señor fundó su Iglesia, el llamado “Milagro del Sol”.[13] Es el remate de todas las apariciones, es el signo en el cielo que culmina todos aquellos portentosos signos de las anteriores apariciones de Nuestra Señora y, como dice un autor, aquel signo negado a la insolencia con que lo pidieron los fariseos a Nuestro Señor, Nuestra Señora del Rosario de Fátima lo ha maternalmente acordado al mundo moderno “a fin de que todo el mundo crea”. “La grandeza de ese prodigio increíble de Fátima es así proporcionado a la grandeza de los peligros que amenazan al mundo; y el mensaje de Fátima, confirmado por ese “signo en el cielo” es como el remedio específico providencial, directamente opuesto a esos peligros actuales[14]

El mensaje de Fátima, además, está basado enteramente en la Tradición transmitida por la Iglesia, pues recuerda la doctrina católica a un mundo abismado en el neo-paganismo que ha rechazado a Jesucristo, y a la vez se inserta en la historia, ya que la revelación tiene un carácter histórico y la obra de la Iglesia obra en la historia, por no decir que hace a la historia que gira en torno a ella, pues continúa la obra iniciada por Jesucristo. Es “una reafirmación urgente de las enseñanzas de la tradición de la Iglesia –continua Vennari- y una reafirmación de la urgente necesidad de reparación –lo que tiene implicaciones especiales en nuestro tiempo”[15]. También, este mensaje refuerza la importancia de la Santísima Virgen en el plan de la salvación, cosa que hoy se olvida. Por eso, como afirma este autor:

“Yo acentúo a propósito este aspecto porque, para muchos, la devoción a Nuestra Señora de Fátima no asume un lugar central, siendo muchas veces relegada para una posición lateral y periférica. Sería algo semejante a la devoción a Santa Rita de Cassia, a San Judas Tadeo, o la devoción a San Antonio. A pesar de ser considerada una práctica muy buena y un auxilio para nuestra vida espiritual, sería apenas algo extra –una devoción posible pero lateral, y cuya importancia, apenas secundaria, no es tomada suficientemente en serio”[16].

Por último, recordemos con este autor que Nuestro Señor “hizo de la devoción al Inmaculado Corazón de María una condición inevitable para la conversión de Rusia y para ser concedido al mundo un período de Paz[17].

Pero Fátima, objetarán algunos, no es más que una revelación privada, no es palabra del Magisterio, ¿por qué comprometerse en seguir su mensaje? Tocaremos ese tema nuevamente más adelante, pero digamos con otro autor que “podría pensarse que, para los Papas, no fue posible reconocer con suficiente claridad que el mensaje de Fátima realmente venía de Dios. Sin embargo, anticipándose a semejante duda, Dios ha dado muchos signos milagrosos, signos absolutamente proporcionados a la magnitud de la petición del Cielo a los Papas. Hubo signos generales y también los hubo personales para cada uno de los Papas. Hubo muchos milagros de curación en Fátima, que prueban claramente el origen celestial del mensaje”[18].

En efecto, los signos y milagros se han ido sucediendo desde entonces, así como los terribles males ocurridos por el desprecio de las peticiones del Cielo en Fátima. De igual modo que ocurrió con los pedidos desechados del Sagrado Corazón, acarreando el grandísimo castigo de la Revolución de 1789, no solo para Francia sino para el mundo, estamos viviendo los años del castigo por esa irresponsable desobediencia, siendo que, repetimos, no han faltado, sino que han sido abundantes las pruebas milagrosas, ejemplos de conversión y santidad, y el reconocimiento de la Iglesia de estas apariciones. Los criterios de credibilidad para reconocer que tales apariciones han sido obra de Dios, como son los milagros, las profecías y la concordancia con las verdades de la fe católica, se han verificado absolutamente. La Iglesia examinó cuidadosamente las evidencias durante trece años (otra vez el número 13), para finalmente aprobarlas el 13 de octubre de 1930. Dijo el cardenal Cerejeira, patriarca de Lisboa, en un discurso acerca de “Fátima y la Iglesia” del 30 de octubre de 1942, en la vigilia de la clausura de las fiestas por los 25 años de las apariciones de Fátima: “No es la Iglesia que ha impuesto Fátima a la fe popular; es Fátima que se ha impuesto a la Iglesia. Sin la Iglesia y contra el poder del Estado, la luz del milagro brillaba cada vez más claro en el cielo de Portugal y el entusiasmo de las multitudes de peregrinos se comunicaba a la nación entera. La Iglesia ha examinado los hechos con una mirada escrupulosa durante 13 años, antes de pronunciarse. Fátima se había tomado todo este tiempo para imponerse a la Iglesia”[19].

Por lo tanto, habiendo sido despejadas todas las dudas posibles al respecto, la desobediencia al mensaje de Ntra. Señora implica una gran irresponsabilidad e imprudencia. Un solo ejemplo de lo ocurrido en relación con la desobediencia a Nuestra Señora, es el furor anticatólico, absolutamente diabólico, desatado en España:

“En el año 1931, dos años después de la aparición de Tuy, al escuchar Pio XI la petición del Cielo con respecto a la consagración de Rusia, rechazó este pedido por primera vez, sin siquiera ordenar una mayor investigación teológica acerca de la veracidad de las apariciones, y a pesar de que ya estaba convencido acerca de Fátima. Justamente, por ese mismo tiempo comenzaron los preparativos para la revolución en España, la cual estalló en 1936. La Monarquía Católica fue depuesta y reemplazada por un gobierno liberal, que mostró pronto su faceta anticlerical. Ya en mayo de 1931 (11-13 mayo) más de cien iglesias y monasterios fueron sistemáticamente saqueados y reducidos a cenizas en las ciudades españolas bajo la mirada indiferente de la policía. El 13 de octubre de 1931, declara en las Cortes el Primer Ministro Azaña: “Hoy España ha dejado de ser católica”.

Ya en 1934, se inicia en Asturias un levantamiento inspirado por los comunistas. Luego de la victoria de la izquierda en las urnas, en febrero de 1936, la tan anticlerical revolución se extiende a todo el país. Los atentados a iglesias y monasterios se multiplican inquietantemente. En su escrito del 1° de julio de 1937, los obispos españoles mostrarán claramente que la Revolución Española procedía de Rusia. El 13 de julio de 1936 muere el primer mártir de la Guerra Civil Española: el diputado Calvo Sotelo, un buen católico y decidido anticomunista. Su muerte fue notificada con anticipación por un diputado comunista. ¡Era precisamente un 13 de julio, fecha en que la Virgen María anunció en Fátima que el comunismo esparciría sus errores por el mundo entero![20]

Éste sería el preludio de una verdadera guerra civil que, en los primeros seis meses, cobró como víctimas a diez obispos, unos cinco mil sacerdotes y cientos de religiosas y seminaristas. Cifras más exactas de los mártires han sido establecidas posteriormente. Para el período de tiempo que va desde el 18 de julio de 1936 al 1° de abril de 1937, por ejemplo, se asesinaron 12 obispos, 4.172 sacerdotes seglares, 2.365 religiosos, 283 religiosas y 249 seminaristas por odio a la Fe. En una carta de los obispos españoles enviada a todos los obispos del mundo el 1° de julio de 1937, se confirma este balance y se agrega que fueron destruidas o completamente saqueadas 20.000 iglesias. Los sacerdotes y religiosos fueron martirizados de todas las formas imaginables (perseguidos con perros, crucificados…). Los obispos opinan que en el Martirologio Romano no figura método que no haya sido utilizado aquí; y agregan: “No creemos que, en la historia del cristianismo y en un lapso de tan pocas semanas, se haya producido semejante estallido de odio contra Jesucristo y su Santa Religión”. A esta carta, en la cual se muestra claramente la parcialidad y la sinrazón de esta furia destructora, dieron su consentimiento sin reservas unos 1.200 obispos de todo el mundo[21].

Se difamó a la religión católica de todas las maneras posibles. Se llegó al extremo de sacar los cuerpos de personas de Iglesia de sus tumbas para exponerlos delante de las iglesias. Fueron cerradas todas las iglesias, con excepción de una sola, y el oficio divino fue absolutamente prohibido. La policía incluso pesquisó y destruyó todos los objetos que tenían relación con el culto, hasta los cuadros religiosos. Acerca del levantamiento en Asturias en 1934, se informa: “En el campo de San Francisco, sacerdotes son rociados con bencina y quemados vivos. En Sama de Langres se cuelga a uno [sacerdote] en una carnicería [con ganchos carniceros], desnudo y con el vientre abierto, y con un letrero que dice ‘Carne de cerdo a la venta’. Da la clara impresión de que el odio que aquí aflora es demasiado para proceder sólo de origen humano.

Sor Lucía hizo notar que la única ciudad española que no tuvo que sufrir la pérdida de muchas vidas humanas durante la Guerra Civil fue Sevilla, asiento episcopal de la diócesis del mismo nombre, que había sido consagrada en forma solemne, por su obispo, al Inmaculado Corazón de María”.[22]

El Padre Gruner se explaya acerca del castigo anunciado por la Virgen y del que Lucía tanto advertía:

“¿Cuál es, entonces, ese castigo del que habló la Hermana Lucía? … usad los ojos de la Fe para entenderlo. No aludo a la Fe en el Mensaje de Nuestra Señora, sino más bien a la comprensión de Su Mensaje desde la perspectiva de la Fe Católica…

“Vemos que nuestra Fe Católica se ha vuelto cómoda, que la Cruz ya no está presente, que ya no tenemos que hacer ningún sacrificio.

“Una persona me dijo, ‘A mí no me gusta esta forma de Catolicismo porque no me agrada, así que, sencillamente, lo dejaré de lado’. Se piensa que se puede buscar y elegir. He atendido gente que me dijo que fue con el Confesor A, y si él les dijo algo que ellos no querían escuchar, fueron con el Confesor B porque sabían que este iba a ser más blando.

“De Dios nadie se burla…

“El castigo infligido sobre nosotros muestra que el diablo ha tenido su oportunidad y la ha aprovechado. Ha triunfado no sólo sobre aquellos 55.000 sacerdotes que dejaron su ministerio [entre los años de 1965 y 1975], sino con todos aquellos que se han rendido a la interpretación modernista de las Escrituras, de la Liturgia e incluso del Dogma –y en la interpretación modernista de Fátima.

[…]

“San Juan Eudes explica que el castigo más terrible que Dios puede enviar a Su pueblo es darle sacerdotes malos (que obviamente incluye malos Obispos y Cardenales y hasta podría incluir al Papa)…

“[Hoy] tenemos la infiltración de todos tipos de gente corrupta dentro del sacerdocio. Es obvio que Dios está muy enfadado con Su pueblo a causa de todos los malos sacerdotes que ahora vemos en la Iglesia, sobre todo por los escándalos en los que se ven implicados… Pero hay algo todavía peor que esos escándalos de sacerdotes y obispos corruptos y perversos. Peor aún es la corrupción de nuestra Fe católica por los llamados ‘defensores’ de la Fe.

“Aquellos que pretenden que el ‘magisterio vivo’ tome precedencia sobre las definiciones dogmáticas, inmutables e infalibles, están conduciendo incontables almas al infierno. La perversión de los sacerdotes, Obispos y Cardenales que dicen que no es necesaria la conversión de los incrédulos a la Fe católica es una mayor perversión que la pedofilia – siendo la pedofilia una perversión abominable. Esta herejía –aunque fuese promovida por los Cardenales gozando del apoyo implícito o explícito del Papa – no cambiaría en nada la perversidad de tal enseñanza.

“Aquellos que defienden tal enseñanza del ‘Magisterio vivo’ o han perdido su fe o han sido ignorantes de ella por completo, toda su vida. Pero su ignorancia en este asunto no necesariamente les perdona del pecado grave”. [23]

San Juan Eudes hablaba así:

“La prueba más evidente de la cólera de Dios, y el castigo más terrible que Él puede enviar al mundo, se manifiesta cuando permite que Su pueblo caiga en las manos de Padres que son más de título que de hecho, Padres que practican la crueldad de lobos en vez de la caridad y el afecto de pastores dedicados…

“Cuando Dios permite estas cosas, eso es una prueba muy clara de cómo está muy airado con Su pueblo, y deja caer sobre él Su cólera más temible. Es por eso que clama sin cesar a los cristianos: “Convertíos a mí, oh hijos rebeldes…Y os daré pastores según mi corazón” (Jer. 3:14-15). Así, las infidelidades en las vidas de los sacerdotes constituyen un flagelo que cae sobre las personas como consecuencia del pecado”[24]

Pero ahí no se detiene el castigo. La Hna. Lucía ha afirmado:

“Dios ha decidido purificar por medio de la sangre a todas las naciones que quieren destruir su reinado en las almas; pero a pesar de esto promete ser apaciguado y conceder el perdón, si la gente reza y hace penitencia”.[25]

En otro lugar, ella agrega:

“Como ahora es la hora de la justicia de Dios sobre el Mundo, es necesario que se continúe orando. Por eso, es necesario inculcar en las personas una gran confianza en la misericordia de nuestro buen Dios y en la protección del Inmaculado Corazón de María, la necesidad de la oración acompañada del sacrificio, sobre todo de aquello que es necesario hacer para evitar el pecado… [E]n el estado en que se encuentra el Mundo, lo que Dios desea son almas que, unidas a Él, se sacrifiquen y orenÉl necesita almas que se Le entreguen sin reserva. ¡Y qué pequeño es este número![26]

El Padre Gruner es muy claro acerca de nuestra responsabilidad en el alcance de este castigo:

“Esta generación se ha elegido para ser bendecida o maldecida por Fátima. No tenemos otra elección. No hemos escogido nacer en esta generación, pero aquí estamos y la elección es nuestra.

Tal vez pensemos que tenemos otras opciones, pero sólo tenemos una. Podemos obedecer a Nuestra Señora o no.

“No podemos dejar de obedecerla, bajo el pretexto de que realmente no sabemos lo que quiere. Eso es simplemente erróneo. Ni podemos dejar de obedecerla bajo el pretexto de que no tenemos que hacerlo porque es una ‘revelación privada’. Eso también es falso.

“Podemos obedecer a Nuestra Señora y alcanzar las bendiciones que prometió – O, en caso contrario, podemos rehusar obedecerla y merecer la maldición de Fátima.

“Mereceremos ser maldecidos, y hemos sido maldecidos hasta ahora, por no obedecerla. Y la maldición se hará peor hasta que finalmente llegue el tiempo cuando los que hayan sobrevivido digan: ‘Esa generación le hizo caso omiso a Nuestra Señora – y nosotros no cometeremos su mismo error. Obedeceremos hasta alcanzar la bendición”.[27]

Una interesante analogía hace el P. Gruner con el Antiguo Testamento, acerca de nuestra actual situación:

“Cuando Moisés sacando al pueblo fuera de Egipto, y los egipcios que les habían dado libertad para marcharse cambiaron de idea, el pueblo de Dios, capitaneado por Moisés, se encontraba en aquel momento delante del Mar Rojo. Y detrás de ellos, venía el ejército de los egipcios, con espadas desenvainadas, preparadas para matarlos a todos. Y Dios puso la salvación física de todo el pueblo en las manos de un solo hombre, en las manos de Moisés. Dijo a Moisés que extendiese su vara sobre el Mar Rojo, y, por la obediencia de Moisés, fueron guiados a través del Mar Rojo por la Virgen María (es decir, la Virgen Miriam, hermana de Moisés, que simbolizaba el papel de la Santísima Virgen en nuestra salvación) Y así se salvaron el pueblo de Dios por la obediencia al caudillo que Dios les había enviado.[28]

“Además de ser un acontecimiento verdadero de los tiempos del Antiguo Testamento, simboliza también la Iglesia y los fieles católicos de hoy. La mayoría de nosotros no reconoce que estamos rodeados por enemigos con espadas desenvainadas, preparados para destruir físicamente la Iglesia católica. Y poca gente se da cuenta de que seremos salvados solamente a través de la obediencia del Papa a la orden que Dios le dio, es decir, consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María.

“Estamos cercados y estamos siendo aplastados poco a poco, sin embargo la mayor parte de nosotros no lo vemos. Y la única solución es obedecer a Nuestra Señora de Fátima de la manera exacta como Dios ordenó con respecto a la Consagración de Rusia y la devoción de los Primeros Sábados del mes.

“Tal vez digamos, ‘No puedo hacer mucho. No soy el Papa. No soy un Obispo’. Sin embargo se puede hacer más para atender a lo que Dios y Nuestra Señora nos piden hacer. Puede salvarse un gran número de almas por nuestras manos y esto depende de nosotros. Como señaló el Papa Pio XII, es un gran misterio, pero de cómo los católicos colaboran con la gracia de Dios depende el número de las almas salvadas.

“Nuestra Señora de Fátima lo dijo de una manera mucho más personal, cuando dijo: ‘Van muchas almas al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas’.

“Fíjense, si la Santísima Virgen quisiese, podría aparecerse al Papa y a los Cardenales para moverlos a realizar la Consagración, pero prefiere usar Sus propios medios para alcanzar Su victoria. Cada uno de nosotros es elegido para participar en la obra con que la Santísima Virgen desea realizar para alcanzar Su Triunfo. Estoy comprendiendo cada vez más que esto está, en realidad, más en las manos de los sacerdotes y el laicado que en las de los Obispos y hasta las del Papa, por lo menos en esta fase del Triunfo de Nuestra Señora.

“Y así, aunque no veamos el resultado de nuestras oraciones cotidianas, aunque no vemos el resultado de alentar a nuestros parroquianos y a quien nos oye para que recen el Rosario todos los días, el hecho es que esta batalla es esencialmente espiritual. Y será ganada por las fuerzas de la gracia cuando empleamos los medios de la gracia.

“Todos nosotros necesitamos rezar para que el Papa y los Obispos consagren Rusia. Esto no es estar en contra del Papa ni en contra de los Obispos. Al final, está en sus manos. Al final, ellos deben obedecer para que seamos nosotros salvados. Y deben obedecer a Nuestra Señora de Fátima, y deben consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María. Pero mientras tanto, para obtener estas gracias necesitamos tener una cruzada de Rosarios y devociones del Primer Sábado”.[29]

Es tiempo de decir más que nunca, es necesario proclamar con una tenacidad tildada de “locura”, las verdades que salvan, aunque nadie nos escuche y los que son de los nuestros nos ignoren o descarten. Estamos inmersos en una guerra sobrenatural (cfr. Ef. 6,12) y los tiempos son de una gravedad como nunca antes lo han sido. La hora de las grandes pruebas ha comenzado. Pero hemos de recordar siempre que somos soldados de Cristo, que nos obtuvo la victoria en la Cruz; somos vasallos de un Rey que pronto vuelve; somos hermanos del Hijo de Dios Padre e hijos de este mismo Dios Omnipotente y Misericordioso bajo cuya mirada todos los acontecimientos ocurren y toda nuestra vida se desenvuelve. No podemos temer quienes tenemos la esperanza basada en la fe sobrenatural, y contamos con la promesa de María, Madre de Dios. Quienes estamos enrolados en la milicia de Cristo Rey y la Inmaculada, no debemos callar, ni vacilar ni bajar nuestra bandera. Non possumus.

“Decir la verdad es como respirar, a poco de dejar de hacerlo, sobreviene la muerte. Callar es otra forma de consentir en la mentira, y a veces tan grave como mentir. Grita, pues, con mil lenguas la verdad, porque el mundo está podrido a causa del silencio de los buenos.”

(Santa Catalina de Siena)

Si recuperamos el sentido militante cristiano, sabremos afrontar esta guerra bajo el estandarte de la Inmaculada:

“Debemos vencer la terrible sugestión del mal y ser más bien nosotros los que dominamos al demonio al punto de obligarlo a no corrompernos la vida, como la luz hace huir a las tinieblas y la llama disuelve el hielo, obligándolo a derretirse. Si todos los cristianos conservaran íntegro y fuerte su carácter, representarían en el mundo el ejército del bien y lo obligarían a rendirse. Un solo grupo de soldados en perfecto uniforme, con el paso marcial y las armas adecuadas, se impone ante un gran gentío de desaforados; ahora bien, nosotros somos el ejército del Señor, vestidos y armados por Él, y debemos imponernos al mundo con nuestra vida, con nuestro hábito y con nuestras obras santas, Sólo así el mundo no prevalece y el maldito reino del mal está vencido”.

(Padre Dolindo Ruotolo)[30]

Por todo esto es necesario no olvidar las verdades esenciales que la Iglesia nos ha transmitido, como esta recordada muy oportunamente por el gran papa san Pío X:

“La Iglesia es militante y está, en consecuencia, sumida en una lucha continua. Esa lucha hace del mundo un verdadero campo de batalla y de todo cristiano un soldado valeroso que combate bajo el estandarte de la cruz. Esa lucha ha comenzado con la vida de nuestro Santísimo Redentor y no ha de terminar más que con el mismo fin de los tiempos. Así pues, hace falta que todos los días, como los valientes de Judá al volver de la cautividad, rechazar con una mano al enemigo y levantar con la otra las paredes del Templo santo, es decir: trabajar en la propia santificación”.[31]


 



[1] El relato del diácono San Esteban, refiere lo ocurrido con Moisés, que fue lo mismo que pasó con el Mesías. Y, como podemos ver, lo que está ocurriendo con nuestra Libertadora la Sma. Virgen. Pero, a pesar de este rechazo, mucho tiempo después Dios, fiel a sus promesas, hizo que ese mismo Moisés que habían rechazado triunfara: “este mismo los libertó, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto y en el mar Rojo y en el desierto por espacio de cuarenta años” (Hech. VII, 36). Así nosotros esperamos nuestra liberación, venida de manos de la Sma. Virgen del Rosario de Fátima.

[2] “El 26 de diciembre de 1957, el padre Fuentes, sacerdote mexicano, vicepostulador de las causas de beatificación de los videntes tuvo una conversación con la hermana Lucía. De regreso a México el 22 de mayo, compartió esta entrevista durante una conferencia a los misioneros del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora de Guadalupe. El texto fue luego publicado en su versión original en español y en traducción al inglés, con todas las autorizaciones jerárquicas, en particular la del Obispo de Fátima. Desafortunadamente, este texto fue severamente distorsionado por ciertas revistas de divulgación que agregaron predicciones grotescas sobre los cataclismos del fin del mundo, y arribó en ese estado a la curia episcopal de Coimbra. Ésta debió intervenir por una nota oficial con una severa condena”.

La entrevista fue publicada por el Padre Alonso, puede encontrarse aquí: Père Joaquim Maria Alonso, La Vérité sur le secret de Fatima, Paris, Téqui, 1959. Cfr. Le Sel de la terre N° 53, Verano 2005. La entrevista fue documentada por el Hermano Michel de la Sainte Trinité en el Volumen III de su serie Toute la Verité sur Fatima [“Toda la verdad sobre Fátima”], una de las obras más completas que se conocen sobre el tema Fátima. Transcribimos la traducción de la publicación en la revista The Fatima Crusader, tomado desde la misma obra en su versión inglesa (The Whole Truth about Fatima, Vol. III -The Third Secret-, pp. 336-338).

El castigo era ciertamente inminente. Cinco años después de aquellas palabras, dio comienzo el Concilio Vaticano II.

[3] El Padre Thomas Teiji Yasuda, S.V.D, máxima autoridad mundial acerca de las apariciones de Ntra. Sra. en Akita, Japón, y testigo de todas las lacrimaciones de la estatua de la Virgen, explica: “En 1981, un misterioso evento me enseñó que Dios hizo que la estatua llorara para enseñarle a la Iglesia Católica Romana la verdad de la Corredención por la Santísima Virgen María llamando la atención de la Iglesia a los sufrimientos y lágrimas de María al pie de la Cruz. Me ha sido dada esta comprención después de que un ángel explicara el profundo significado de las 101 lacrimaciones de la estatua a sor Agnes Katsuko Sasagawa, una de las monjas en el convento. Sor Agnes inmediatamente corrió a mi oficina para contarme el mensaje angélico después de la aparición. El mensaje y las lágrimas constituyen revelaciones privadas. Aquellos que recibieron el mensaje y fueron testigos de los misteriosos eventos no tienen la tarea de definir o promulgar una doctrina o dogma de la fe. Sin embargo, no significa que el mensaje y las lágrimas puedan ser ignoradas. Este mensaje relacionado con la Corredención y las lágrimas de la estatua de la Santísima Virgen María tienen el mismo profundo significado que las apariciones Marianas en Lourdes en 1858 (…)… las lágrimas de la estatua resultaron del objetivo Divino de llamar la atención de todos los Católicos Romanos a los sufrimientos de María al pie de la Cruz como Corredentora. Las lágrimas milagrosas fueron creadas por Dios para enseñarle a toda la Iglesia Católica Romana que la Santísima Virgen María sufrió y lloró como la Madre de Jesucristo en su noble acto de Corredención, cuando dio su pleno consentimiento a Su inmolación”. (https://www.corazones.org/maria/akita.htm)

[4] Cabe hacer una aclaración acerca de los sufrimientos de la Sma. Virgen. Lo haremos con un comentario referido a los sufrimientos de Ntro. Señor, porque puede decirse lo mismo, además de que ambos Corazones están estrechamente unidos:

“Jesús en el Paraíso, como en el Tabernáculo, no sufre y no puede sufrir, porque se encuentra en el estado de gloria; pero si es impasible, no está, por cierto, indiferente a los honores y a los ultrajes. Cuando se habla entonces de sufrimientos de su Corazón, como si fueran actuales, se expresa un concepto que no corresponde, es verdad, a la realidad, pero que está conforme al uso de la tradición católica. En efecto, el Corazón de Jesús que sufrió en su vida mortal, es el mismo, idéntico Corazón, que vive ahora en el Cielo y en el Santísimo Sacramento: se dice que sufre para significar que El sufrió, cuando podía sufrir, y no sólo por las penas físicas y morales, inherentes a su condición de Redentor, sino también por la previsión clara, precisa y especial, de cada uno de los pecados de los hombres hasta el fin de los siglos. Pues bien, cada día nuestra malicia, lo obliga a presenciar aquellos excesos de ingratitudes, aquellos triunfos de la iniquidad, que hacían temblar su Corazón veinte siglos atrás y por cuanto está en él, serían actos, si El no estuviese ya glorificado, que renovarían la tragedia de sus dolores.

En este sentido se deben entender las palabras de Santa Margarita María, relativas a aquel serafín y las cuales rinden homenaje al Sagrado Corazón, “para reparar las profundas amarguras que El ha sufrido y sufre todavía en el Santísimo Sacramento, como consecuencia de las ingratitudes y frialdad de nuestros corazones”.

Para no volver más sobre el argumento, recuerdo ahora que si Jesús no puede actualmente sufrir por las culpas de la humanidad, goza sin embargo actualmente, por nuestras reparaciones y expiaciones, porque el estado de gloria admite sucesivos acrecentamientos de la felicidad accidental; Él goza porque le testimoniamos nuestro amor, que se contrapone a los pecados actuales que El deplora y trata de consolarlo por los sufrimientos atroces de su Pasión, que El no ha olvidado. Además, nuestras expiaciones y reparaciones tienen una eficacia retroactiva: Jesús las vio claramente durante su vida mortal, y fue entonces consolado, así hoy mismo, goza todavía, por el consuelo que entonces le proporcionaron.

Es por esto que Jesús sugiere a S. Margarita la práctica de la “Hora Santa”, para mitigar la amargura que El sintió en el huerto de los Olivos”.

(Manete in dilectione mea, Editorial Sagrado Corazón de Jesús, Chile, s/f. Resaltados en el original. El autor firma la introducción a su magnífico libro “Un siervo inútil del Sagrado Corazón”. Nos ha parecido que nuestro propio nombre acompañando esta obra –Dios lo sabe mejor que nadie- indica menos aún que eso, como si dijésemos, un aumentativo de la disminución).

[5] “Nuestro Señor comunicaba íntimamente a un alma el siguiente pensamiento: “Hace mucho tiempo que tu eres un alma amada por mí; ¿podrías tornarte ahora un alma que me ame?” (Até Deus por S. Inácio, Raúl Plus S.J. Livraria Apostolado da imprensa, 1945.), de la misma obra: “Admitir a Dios, no es para San Ignacio sino un mínimo; es necesario mucho más: apasionarse por su gloria”.

[6]El que no oye la divina Palabra no puede amar a Dios, pues no lo conoce. Y si no lo ama, no puede cumplir sus mandamientos (Jn. 14, 23 s.). Leamos, pues, esa carta (la Sagrada Escritura) que Dios –dice S. Gregorio– escribió al género humano; oigamos atentos el Mensaje que Él nos mandó por medio de su Hijo, para que no se apague nuestro amor”.  (Mons. Straubinger, comentario a Heb. 12,25).

[7] Cfr. ¡Sólo Ella nos puede ayudar! Las fuerzas del mal están dirigiendo el Mundo hacia la guerra, por James Hanisch, Good Council Publications, Pound Ridge, Nueva York, 2015.

[8]Obtenednos, Madre de Misericordia, de Dios, la paz por la que suspiran los pueblos: paz en la verdad, paz en la justicia, paz en la caridad de Cristo. Obtenednos, sobre todo, las gracias que, en un instante, pueden convertir el corazón de los hombres, estas gracias que preparan y aseguran la paz”, P. R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador, p. 289.

[9] Cit. en ¡Sólo Ella nos puede ayudar! Las fuerzas del mal están dirigiendo el Mundo hacia la guerra, por James Hanisch.

[10] Carta de Sor Lucía al Padre José Gonçalves del 18 de mayo de 1936, citada en P. Antonio Maria Martins S.J., Novos Documentos de Fátima, Livraria Apostolado da Imprensa, Porto, 1984, pág. 172; Cf. Frère Michel de la Sainte Trinité, The Whole Truth About Fatima, Vol. II, Immaculate Heart Publications, Buffalo, Nueva York, 1989, pág. 631.  En James Hanisch, ob. cit.

[11] Frère Michel de la Sainte-Trinité, Toute la vérité sur Fatima, La science et les faits, t. I, CRC, 4e éd., 1986, p. 229.

[12] J. Vennari, Uma visao do mundo baseada em Fátima, Cruzada Internacional do Rosário de Fátima, Canadá.

[13] De acuerdo a los testimonios este milagro consta de tres fases:1)El Sol se vuelve opaco, con reflejos de madreperla; los ojos pueden fijarse en él sin problemas, a pesar de que no hay absolutamente nubes ni un eclipse; 2)Irradiación de colores, con rotación en haces irisados, que se difunden por todo el cielo, parecidos a fuego de artificio; 3)Movimiento del disco solar, al principio como aumentando, y dando la sensación de precipitarse sobre la tierra; de inmeiato, movimiento de traslación del disco sobre el firmamento, tanto en línea recta como quebrada.(Cfr. Fátima, as suas provas e os seus problemas, Sebastiao Martins dos Reis, Lisboa, 1953).

El Obispo de Leiria-Fátima en su aprobación de las apariciones en 1930 dijo al respecto: “El fenómeno solar del 13 de octubre de 1917, descrito por los diarios de la época, ha sido el más maravilloso y el que ha causado más impresión sobre todas las personas que han tenido la felicidad de contemplarlo. Los tres niños habían fijado por anticipado el lugar y la hora donde debía tener lugar, y su predicción corrió pronto por todo Portugal. Y a pesar de una jornada mala y lluviosa, miles y miles de personas se encontraron en Fátima a la hora de la última aparición. Y esta multitud asistió a todas las manifestaciones del Astro-Rey, que rendía así homenaje a la Reina del cielo y de la tierra, más brillante que el sol en el apgeo de su brillo, como dice el Cantar de los Cantares. Este fenómeno, que ningún observatorio astronómico registró, y que por consecuencia no fue natural, lo vieron con sus ojos personas de todas las clases sociales…incluso lo vieron gentes que se encontraban a kilómetros de distancia, lo que destruye toda explicación por ilusión colectiva.”

[14] J. Castelbranco, Le prodige inouï de Fatima, pág. 60.

[15] J. Vennari, Ibid.

[16] J. Vennari, ibid.

[17] J. Vennari, ibid.

[18] R.P. Gérard Mura, Fátima, Roma, Moscú. Santiago de Chile, 2005, pág. 52.

[19] Cit. en Comment Fatima s’est imposé à l’Église, abbé Fabrice Delestre, LST n° 53, pág. 35.

[20] Curiosamente José Calvo Sotelo había nacido en Tuy, allí donde la Sma. Virgen pediría ante Sor Lucía la consagración de Rusia. Había estado exiliado en Portugal y en Francia, fue en este último país donde tuvo una transformación doctrinaria, llegando a reunirse entre otros con Charles Maurras. Calvo Sotelo fue condenado a muerte desde el mismísimo “Honorable Congreso”: “En medio de la anarquía, de la subversión, del humo de los incendios de iglesias y conventos, de atentados y asesinatos, Calvo Sotelo es condenado a muerte en el mismo Parlamento, por el Presidente del Consejo de Ministros, Casares Quiroga. Su respuesta muestra hasta dónde llega su espíritu  de sacrificio:

“Bien, señor Casares Quiroga.  Me doy por notificado de la amenaza de su señoría.  Me ha convertido su señoría en sujeto, y, por lo tanto, no sólo activo, sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos.  Bien, señor Casares Quiroga. Lo repito: mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi Patria y para gloria de España, las acepto también.  ¡Pues no faltaba más!  Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un Rey castellano: «Señor, la vida podéis quitarme, pero más no podéis». Y es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio”.

Ignacio Anzoátegui le dedicó este aforismo: “Desatar con su muerte una guerra que cuesta a la Cristiandad victoriosa un millón y medio de muertos es ser alguien. Es ser un mártir con realeza de primitivo mártir del Cristianismo”.

[21] La Carta Colectiva, iniciativa de Franco, fue propuesta al insigne Cardenal Gomá, encontrando el entusiasta apoyo de todos los obispos menos dos. Enviada la Carta a la Santa Sede, luego de nueve meses el Sec. de Estado Card. Pacelli (futuro Pío XII) pidió al Card. Gomá que no enviara esta Carta a todo el mundo, pero ya se había hecho y recogido el apoyo de numerosos obispos. Ha trascendido una carta privada del Card. Pacelli al Card. Gomá (del 31/7/1937), finalmente no remitida donde consta esta falta de apoyo de Roma, en momentos en que España libraba una tremenda guerra contra el comunismo y necesitaba el decisivo apoyo del Papa. Una vez más vemos que no había prendido el mensaje de Fátima, debido a esta manía diplomática, conciliadora y democratizante del Vaticano, que parecía no advertir la gravedad de la amenaza no sólo para España sino también para la misma Iglesia. De hecho luego de la Guerra Civil el Vaticano tardó catorce años en firmar un Concordato con España, antiguo deseo de Francisco Franco.

[22] G. Mura, Fátima, Roma, Moscú, págs. 86-87.

[23] Cit. en ¡Sólo Ella nos puede ayudar! Las fuerzas del mal están dirigiendo el Mundo hacia la guerra, por James Hanisch.

[24] San Juan Eudes, The Priest: His Dignity and Obligations, Kenedy and Sons, Nueva York, 1947, reimpreso por Immaculate Heart Publications, Buffalo, NY, págs. 9-10. En: J. Hanisch, ob. cit.

[25] Carta al Obispo de Leiria, el 24 de octubre de 1939, citada en Frère Michel de la Sainte Trinité, The Whole Truth About Fatima, Vol.II, Immaculate Heart Publications,Buffalo, Nueva York, 1989, pág. 685. En J. Hanisch, ob.cit.

[26] Carta del 18 de agosto de 1940 al Padre José Gonçalves, citada en Padre António Maria Martins, S.J, Novos Documentos de Fátima, Livraria Apostolado da Imprensa, Porto, 1984, págs. 238-239; Cf. Frère Michel de la Sainte Trinité, The Whole Truth About Fatima, Vol. II, Immaculate Heart Publications, Nueva York, 1989, págs. 727-728. En J. Hanisch, ob. cit.

[27] En Hamisch J, ob. cit.

[28] Puede hacerse una analogía también entre el Mar Rojo y Rusia, que fue el gran país Rojo comunista. El mar realiza tres acciones milagrosas: primero se abre, segundo deja pasar al Pueblo de Dios, tercero aplasta a sus enemigos. La Rusia roja se ha abierto al cristianismo y ya no persigue la religión, faltan ahora los dos siguientes pasos, permitir la salvación de los católicos, y aplastar a sus enemigos. La acción del mar Rojo dependió de que un hombre obedeciera a Dios, la conversión de Rusia depende de lo mismo. La acción de Moisés se produjo cuando la situación del pueblo judío era absolutamente desesperada, posiblemente ahora ocurra lo mismo.

[29] Padre Nicholas Gruner, “Fátima y el Inmaculado Corazón de María”, Alocución de la Conferencia, Fátima: el único camino a la Paz mundial, el 20 de agosto de 2007;

http://www.fatima.org/span/peaceconf/brazil_2007/transcripts/fg _1.pdf

 

[30] D. Ruotolo, El Apocalipsis de San Juan, Parte 2, pág. 183. Fundación Jesús de la Misericordia, Quito, Ecuador, 2013.

[31] S. Pío X, Discurso pronunciado el 13 de diciembre de 1908 después de la lectura de los decretos de beatificación de Juana de Arco, Juan Eudes, Francisco de Capillas y Teófano Vénard y sus compañeros

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