NOTA: En aras
de la caridad volvemos a publicar el siguiente artículo con algunas
correcciones.-
Por
FLAVIO MATEOS
Se nos
permitirá el neologismo del título, a fuer de ser sintéticos en manifestar
aquello de que habla nuestro artículo. Pues no se trata sólo de quienes niegan
el mensaje de la Virgen en Fátima, sino ya de quienes procuran ultimarlo, de
matarlo por asfixia guardándolo en el sótano de la historia, entre los
escombros dejados como herencia por el rebelde y orgulloso mundo moderno.
Los Fatimicidas son los modernistas de la
Iglesia conciliar, que ya desde el “nuevo milenio” pretendieron cancelar
Fátima, recluyéndolo en los límites cronológicos del convulsionado siglo XX.
Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger estuvieron a la cabeza de esa maniobra.
Pero
también podrían considerarse fatimicidas
algunos miembros de la “Tradición católica” en tanto y en cuanto insistan en
combatir algún aspecto del mensaje de Fátima porque, según ellos, se habría
vuelto “anacrónico”, se le pasó la fecha de vencimiento, como cualquier remedio
farmacéutico. Ellos también, lamentablemente al igual que los conciliares,
dejan arrumbado el mensaje de la Virgen –o al menos alguna parte sustancial- entre
los trastos viejos del pasado. Se terminó. Fracasó. El Cielo perdió la partida.
El Milagro del Sol no fue más que un número de circo para consuelo de las
pobres multitudes. La solemne teofanía trinitaria no ha servido para nada…
No, no decimos que quienes hacemos referencia digan tales cosas, pero las dejan traslucir. Acabamos de ver, por caso, un video (1) donde un profesor brasileño es solicitado para explayarse sobre diversos temas, entre ellos Fátima. Es inquirido de este modo por un complaciente entrevistador:
Entrevistador:
¿Sería un error seguir pidiendo la
consagración de Rusia en los términos establecidos por Nuestra Señora de
Fátima, eso sería luchar contra un fantasma que no existe más, que sería
precisamente el comunismo?
Profesor:
Exactamente, eso es.
Todo el
fundamento de este fatimicidio, según
podemos ver, se construye sobre la
omisión de una parte esencial del mensaje de la Virgen en Fátima, el día 13
de julio de 1917, y que es éste: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo
Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún
tiempo de paz”.
Esa parte del mensaje lo
descartan (2), y aún en algún caso se sospecha de todo aquel que lo recuerda
para pedir la consagración de Rusia, llegando hasta acusar de milenarismo a
quien esto pide o desea. Acusación que recae las más de las veces sobre quienes
no son milenaristas, ni “optimistas”, sino realistas, pero de un realismo
sobrenatural, y por tanto, nada estrecho en los márgenes de unas conclusiones definitivas
donde se pretende hacer entrar por fuerza la historia, en un esquema donde el
intelectual se siente a sus anchas.
La historia pertenece a
Dios y Dios ha querido darnos a conocer el mensaje de Fátima, misterioso, terrible,
pero a la vez esperanzador. Y como se trata de un mensaje del Cielo, debe ser
tomado entero. No podemos aceptar Fátima en parte, a la manera de los herejes
que escogen esto sí y aquello no. Tanto las apariciones, como los milagros, los
hechos y los mensajes de Fátima, todo debe ser aceptado (o si no, todo
rechazado). Y todo ello –con ser una revelación privada- ha sido debidamente
documentado, examinado y aprobado por la Iglesia.
Ya hemos tocado
este tema en uno de los primeros artículos de nuestro libro y en este mismo
blog (aquí: https://agendafatima.blogspot.com/2021/11/debe-hacerse-la-consagracion-de-rusia.html). Vale
la pena insistir en ello.
Si la
Virgen afirmó que el Papa consagrará Rusia es porque hace falta hacer la
consagración que ella pidió. Nos parece obvio tener que decir esto. Y como
consecuencia de ello habrá un tiempo de paz. No como consecuencia de la Parusía,
de la diplomacia o de cualquier otra cosa, a las que la Virgen no menciona. Nos
guste o no, la Virgen vinculó en su mensaje un tiempo de paz a la consagración
de Rusia. Y es “un tiempo de paz” no “el tiempo definitivo de la paz”. El mensaje
lo deja claro, lo repetimos: “El Santo
Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún
tiempo de paz”.
Las propias palabras de la
Santísima Virgen refutan el argumento principal de los que omiten, niegan o
dejan al margen esas palabras.
Ahora
bien, los impugnadores se sostienen, negando esta parte del mensaje, en la
parte anterior donde dice la Virgen:
“Visteis
el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas,
Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si
hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a
acabar. Pero, si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará
otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que
es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo de sus crímenes,
por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo
Padre.
Para
impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la
comunión reparadora en los primeros sábados. Si atienden mis peticiones, Rusia
se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo,
promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán
martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán
aniquiladas”.
Para el mencionado
profesor, la consagración sólo debía hacerse para evitar la difusión del
comunismo que iba castigar el mundo, pero éste se difundió, ergo, ya no hace
falta. Sería pues anacrónica.
Respondemos:
1)
La Virgen dice que al papa consagrará Rusia y habrá
paz, por lo tanto, la consagración sigue siendo necesaria (aunque, al hacerse
tarde, sin poder evitar toda una serie de calamidades terribles que se han
producido y continúan en la Iglesia y el mundo).
2)
La Virgen no pidió la consagración de Rusia sólo en
tanto que comunista. De ser así, habría pedido la consagración de la Unión
Soviética –que en 1917 no estaba constituida pero sí ya en 1929, que es cuando
hizo el pedido de consagración. Pidió la consagración de Rusia porque estaba a
punto de ser víctima del comunismo, cuyo origen no es exactamente ruso, sino
judío y cuya financiación provino del Occidente judeo-masónico-protestante. Al
decir “los errores de Rusia” es simplemente porque Rusia se los apropiaría (lo
que no significa que Rusia no tenga sus errores propios, y muy graves, pues los
sigue teniendo).
3)
La Virgen pidió la consagración de Rusia el 13 de
junio de 1929: coincidiendo con la fecha del Edicto de Milán (triunfo de la
Iglesia sobre el paganismo por la conversión del Emperador Constantino y con él
el Imperio) y 1929 fue el año de la segunda parte de la Revolución comunista,
pero esta vez en Wall Street (24 de octubre). También fue el año del Tratado de
Letrán, tan importante para la Iglesia, y de la fundación por el papa Pío XI
del Collegium Russicum bajo el patronazgo de Santa Teresita de Lisieux, para
preparar sacerdotes para la evangelización de Rusia. Si queremos podemos
agregar que en ese año tan importante fue ordenado sacerdote Marcel Lefebvre,
quien iba a ser el baluarte del combate en defensa de la Iglesia, el verdadero
sacerdocio, la verdadera santa misa contra el modernismo conciliar. 13 de junio
es además cuando en 1960 el poder judío públicamente se encarama en el Vaticano
(entrevista de Juan XXIII con Jules Isaac). En tanto que otro 13 de junio se
revela públicamente la conexión entre los judíos y el comunismo: En una visita
al Museo judío y el Centro de tolerancia de Moscú, el 13 de junio de 2013, dijo
Vladimir Putin: “Ustedes saben, pensé
algo en este momento. La decisión de nacionalizar esta biblioteca fue tomada
por el primer gobierno soviético, cuya composición fue del 80 al 85 % judío”.
13 de junio es además la fecha del acuerdo en 2019 entre la ONU y el Foro
Económico Mundial para implementar la Agenda 2030, para imponer “los errores de
Rusia” en todo el mundo. ¿Todas casualidades? (3)
4)
Las circunstancias del pedido de la consagración,
en ocasión de una deslumbrante teofanía trinitaria, sugiere que se trata de una
consagración de superlativa importancia, que va más allá de combatir sólo una
ideología o la revolución en sí, más bien da que pensar en una gran victoria de
la Iglesia involucrada en ello.
La
posición –esta posición- “negacionista”, se apoya en que, según ellos: a) la Virgen
pidió la consagración para evitar la expansión del comunismo, b) el comunismo
se expandió, y c) el comunismo ya no existe. ¿Para qué entonces se iba a hacer
una consagración contra algo que no existe, contra un “fantasma”?
Como ya
vimos antes, el mensaje de la Virgen desarma completamente ese argumento,
puesto que señala que Rusia será consagrada y se convertirá, con sus efectos
beneficiosos. Eso significa que no habrá paz hasta entonces, y que seguirán
operando los efectos de aquella expansión extraordinaria que se dio a partir de
Rusia en 1917.
Pero,
¿por qué se irritan tanto los fatimicidas
contra los que promueven la oración por la consagración de Rusia? Quizás, en su
deseo de separarse todo lo posible de una posición errada a la cual no quieren
ser sospechados de pertenecer. Se trata de, por un lado, la sostenida por grupos
como los “Heraldos del Evangelio” (en Brasil, “Arautos”), secta bastante ridícula
y muy difundida (y también muy subvencionada) cuyo origen está en Plinio Correa
de Oliveira y su TFP, liberales “contrarrevolucionarios” de grandes
vinculaciones con la derecha liberal norteamericana, y que promueven un Reinado
de María de tinte mesiánico y milenarista, distorsionando la enseñanza de San
Luis María Grignion de Montfort.(4) Por el otro, estos fatimicidas tampoco quieren ser vinculados a una derecha liberal
que esgrime la bandera anticomunista para atraer prosélitos a su causa
gnóstico-capitalista. (5)
Tenemos
en cuenta esa doble asechanza, pero la verdad es que para combatir una posición
no hace falta caer en un “negacionismo” que llega hasta desvirtuar el mensaje
de Fátima. Ni lo uno, ni lo otro.
Para
combatir esa posición, que asocian a, v.gr, Trump y el “perenialismo”, entre
otros, se afirma que el comunismo ya no existe, y sólo es un espantajo para
engañar a los incautos que deben, entonces, apoyar a la derecha liberal. Así en
el mismo video que hemos mencionado, sentencia el profesor: “China no debe ser
considerada comunista, ella es capitalista”. ¡Caramba, hagan el favor de
avisarle a Xi Jinping, que está convencido de ser el jefe del Partido Comunista
Chino!…
Ya hemos
dejado establecida la necesidad de la consagración de Rusia, que, como
profetizó la Sma. Virgen, será realizada. Punto fuera de cuestión. Vale ahora
detenerse un poco en este otro asunto, el de que “el comunismo ya no existe”. Entramos
en un terreno sin dudas abierto a la polémica.
Si se
refieren al comunismo soviético, desde luego ya no existe. Nadie habla ya de la
“dictadura del proletariado” ni utiliza la fraseología marxista-leninista. Pero,
¿es eso el comunismo? ¿A eso se limita? El comunismo, una utopía igualitaria
panteísta, no comenzó con Marx sino que ha sido planteado por muchos intelectuales
–porque, como toda ideología, es obra de los intelectuales- a lo largo de la
historia: Platón, Campanella, Moro, Bacon, Harrington, Owen y otros. Muchos
quisieron imponer una comunidad socialista por la fuerza: Albigenses, Lolardos,
Fraticelli. Desde luego que su mayor impulso lo cobró con la masónica Revolución
francesa de 1789. Y a partir de Marx el comunismo recibió un elemento dinámico
decisivo, el de la dialéctica de la contradicción permanente en la esencia
misma de las cosas -contra el pensamiento metafísico- que Marx llamó “lucha de
clases”(6) Marx se alimentó de Hegel, que totalizó la idea del Estado como
creador de la historia. El marxismo corona lógicamente el hegelianismo con el
nietszchianismo y su voluntad de poder, el bergsonismo y su movimiento puro, y
toda la corriente pragmatista del evolucionismo modernista. (7) Todo eso está
siendo llevado a cabo por los utopistas que promueven actualmente el “Gran Reseteo”.
Ahora debe ser el “Estado mundial” (la ONU más el WEF, Foro de Davos) quien cree de nuevo la historia, dejando atrás todo el pasado, borrando completamente
la concepción aristotélico-tomista del Ser, quitando de la memoria todo
recuerdo del orden cristiano, volviendo estériles y desarticulando los Estados
nacionales y creando un nuevo ser humano
mediante el “transhumanismo”. El deseado igualitarismo –fachada de la
judeo-masonería para dominio de las masas, pues en las élites domina la más
rígida jerarquización- está siendo implementado hasta dentro de las filas de la
Iglesia católica –o mejor dicho, conciliar. En el mundo distópico que imaginó
Orwell en “1984”, “la frase “Nuestra
nueva y feliz vida” es la adaptación de un eslogan soviético muy popular: “La vida es mejor, camaradas, la vida es más
alegre”. Y por último la increíble “2
+ 2 = 5” es una referencia al plan quinquenal que el régimen soviético
pensaba concluir en 4 y no en 5 años, como muestra de eficiencia” (8) Ahora el
eslogan es “No tendrás nada y serás feliz”,
es decir, todo será de todos, o más bien nada será de nadie, sino que todo será
del gran Estado Mundial. En ese no
tendrás nada se incluye “no tendrás ni siquiera libre albedrío”. ¿Para qué
tenerlo si Dios no existe y tú, como partícula del Todo que es Dios, estarás
interconectado con todo lo que te rodea a través de la Internet? El
Dios-Estado-Mundial se ocupará de ti y tú serás feliz, puesto que eres una
parte integrante del Gran Todo. El eslogan de este “nuevo orden” tras el
reseteo debería ser: “Serás un código de barras, y serás feliz” (9)
De manera
tal que el comunismo, que se basa en el devenir, no en el ser, marcha de
continuo hacia su final (¿?) evolución. Es por eso que el comunismo de Marx no
era el de Babeuf o el de Rousseau; y el comunismo de Lenin no era exactamente
el de Marx. El comunismo de Stalin, no
era el mismo de Lenin ni el de Trotsky. El comunismo de Gramsci no era el de
Stalin. Igualmente el comunismo de Mao. Ni el de Castro era el de Mao. O el de
Marcuse. Ni el que hoy se aplica en Canadá, en Australia, o en España. La
torpeza de aquellos sanguinarios milicianos que provocaron la reacción
patriótica y dio lugar a la Guerra civil o Cruzada en España, ya no es
necesaria. La Democracia liberal-masónica se encargó destruir toda resistencia,
facilitando la tarea al comunismo. Es sabido: el liberalismo democrático es la
etapa previa y necesaria. De allí que no podía esperarse que, en Brasil, un
político como Bolsonaro fuese un “obstáculo” al comunismo de los banksters de
alguien como Lula. Más bien el liberalismo quitó las defensas necesarias, inoculó
su virus y el resultado son los gobiernos de izquierda, con sus variantes, pero
todos funcionales a un futuro gobierno mundial. El comunismo es la metástasis
que lleva a la aniquilación final del ser humano liberal, bajo el odio homicida
de Satanás.
Pero,
¿cómo podemos definir al comunismo? ¿Cuáles son sus rasgos esenciales?
El tomo
segundo de la Enciclopedia de la Religión Católica, nos da la siguiente
definición: "El comunismo es un sistema político-social por el cual se
quiere abolir el derecho de propiedad privada y establecer la comunidad
de bienes. El comunismo atenta contra las verdades y las instituciones
más preciadas que vive el hombre: la propiedad, la familia y la religión.
Fundado en una interpretación materialista de la Historia, característica de la
obra de Marx, intenta modificar la misma naturaleza humana por medio de
la violencia y del terror, prescindiendo en absoluto de los principios del
Evangelio que la Iglesia católica preconiza en su sabia doctrina social. Convierte
el individuo en una cifra. Desconoce los derechos inalienables del hombre;
y a una libertad moderada, substituye la más oprobiosa de las
esclavitudes".
Mons.
Miguel Ángel Builes, que nos proporciona esa cita, agrega: “Tenemos pues, en
resumen que el comunismo va contra el orden social, contra el principio de
autoridad, contra la propiedad privada, contra la familia, contra la libertad,
contra la dignidad de la persona humana y contra Dios”. André Lalande definía la
doctrina comunista así: “Toda la organización económica y social cuya base es
la propiedad común por oposición a la propiedad individual, y la intervención
activa de la sociedad en la vida de los individuos”. Y refiriéndose
especialmente al “Manifiesto” de Marx y Engels: “doctrina caracterizada por la
abolición de la propiedad de bienes raíces, individual y hereditaria; la
socialización de los medios de transporte y de producción; la educación
pública; la organización del crédito por el Estado y el enrolamiento de los
trabajadores bajo la dirección estatal”. El capitalismo salvaje ha logrado reducir
casi al mínimo la propiedad privada –cada vez en manos de menos personas-
gracias a las profundas crisis de sus democracias, pero sin necesidad de
coerción o violencia de tipo soviético. Hoy las masas dependen de los subsidios
del Estado, y pronto ni contarán con dinero físico, estarán atadas como hoy los
chinos al dinero-crédito que les es suministrado de acuerdo a su buena conducta
social, según lo establecido por las autoridades. Hubo un ensayo reciente con
los “pases-sanitarios”, la crisis del covid ayudó a profundizar todo eso. Hasta
el papa Francisco pide un “salario universal”. En lo cultural, el comunismo
aggiornado se ha impuesto en todas las esferas de influencia: todo el mundo es
hoy de izquierda, “librepensador”, contestatario, libertino, anti-religioso o
pseudo-místico.
Así pues,
la manera de buscar lograr todo eso –destruir todo orden donde la suprema
autoridad es Dios, imponer el naturalismo contra el sobrenaturalismo- varía con
las circunstancias de tiempo, de lugar, y de medios disponibles y más
efectivos. Sería idiota y verdaderamente anacrónico plantear hoy la “lucha de
clases” cuando las sociedades se han modificado tanto merced a los adelantos
tecnológicos, la disponibilidad económica de las masas y la reforma de los
regímenes laborales. El mismo principio debe ser aplicado pero a través de otra
lucha que busque conseguir el mismo fin. Por eso se promueve la “lucha contra
el heteropatriarcado”, la “lucha contra el racismo”, contra el “machismo” o
contra los “negacionistas anti-v…”.
El
profesor sostiene que China es capitalista. Decimos: sí y no. Es capitalista
ciertamente en su economía, porque permite la propiedad privada, a fin de
alcanzar una mayor eficiencia, viso el ejemplo del poderío estadounidense, pero
toda iniciativa privada en su prospera economía está supeditada al Partido
Comunista. En cambio, su régimen político-social es comunista. El poder político
está centralizado y hay una intrusión del Estado en la vida privada de sus
ciudadanos. Claro que los gobernantes chinos no son tontos y no quieren que les
pase lo mismo que a la Unión Soviética. Lenin mismo no era estúpido y se alejó
de Marx al llegar al gobierno, abriéndole las puertas al capital extranjero y
flexibilizando en cierta medida la propiedad privada, a fin de no provocar un
colapso económico. Los chinos han aprendido de Lenín. Tanto el comunismo en la
URSS como el comunismo en China son productos de la intelligentsia judía y los
banksters capitalistas de Wall Street. Los marxistas rusos y los plutócratas
judeo-masónicos son internacionalistas, cosmopolitas y profundamente
anticatólicos. La oposición entre capitalismo y comunismo es accidental y no
esencial. Es por eso que los vimos aliados en la Segunda guerra mundial.
El
totalitarismo del Estado, centralizando todo el poder y buscando el control
total, absoluto sobre el ser humano, eso no ha variado. En este caso se trata
ahora –como ya señalamos- de lograr establecer un Estado mundial, sueño dorado
de todo comunista, pero no de los comunistas retrógrados al estilo venezolano o
cubano, claro está. Y eso es lo que está logrando hoy el proyecto de globalización
mundial, de hecho son un puñado de gigantescos conglomerados anónimos lo dueños
de la economía del orbe entero. El proyecto de la Agenda 2030 no es otra cosa
que el Comunismo 5G, que busca obtener el control total sobre la población a
través de una super computadora. El Manifiesto Comunista aggiornado, perfeccionado
y llevado a sus últimas consecuencias, es el proyecto que hoy se está
imponiendo. Klaus Schwab, jefe del Foro Económico Mundial, exhibe sin problemas
en su despacho un busto del comunista Lenin. En su libro “El Gran reseteo”, de
2020, afirma que el mundo que saldrá de la pandemia será más socialista (y lo
es). También afirma que la pandemia servirá para ampliar y potenciar las
atribuciones del Estado. Zbrezinsky elogiaba en uno de sus libros al comunismo
y le pedía ser más democrático. Rockefeller apuntaba en sus memorias que su
modelo ideal de país era China comunista (algo que también confesó Justin
Trudeau, el primer ministro de Canadá). En 1979 Mons. Lefebvre en Canadá
pronosticaba que en el futuro próximo en ese país reinaría un comunismo peor
que el de los soviets…
La gran consigna
del Foro de Davos es “No tendrás nada y será feliz”, esto es, la abolición
total de la propiedad privada(10). La destrucción de la familia se opera a
través del feminismo y la ideología de género.(11) El libertinaje es un medio
de destruir la sociedad occidental para que no quede ningún vestigio del orden
querido por Dios, además de servir de control y reducción de la población. Se
instala además así el odio por todo lo que es normal, es decir, el ser humano
como criatura de Dios, hecho a su imagen y semejanza. El final de los
nacionalismos se dará a través de las migraciones masivas, sobre todo enviadas a
Europa (proyecto que data de hace cien años, por lo menos, con el Plan Kalergi).
El Secretario general de la ONU es un socialista. Todos los países de
Iberoamérica, más Francia y España tienen gobiernos de izquierda. Más un largo
etcétera. Pero, se dice que no existe el comunismo…
Desde
luego que el comunismo nominal sólo resiste vetustamente en Nicaragua,
Venezuela, Cuba y Corea del Norte, como para hacer creer a los ignorantes que
sí, efectivamente, el comunismo es cosa del pasado. Pero ese comunismo es cosa del pasado. El nuevo comunismo es la mayor
amenaza que ha sufrido la Iglesia y el Occidente otrora cristiano en toda su historia.
Cierto
que hay liberales de derecha que sólo apuntan al comunismo de la hoz y el
martillo y no ven el que realmente triunfa con su degeneración, el wokismo y la
imposición totalitaria de la coerción a partir de crisis inventadas por la
élite globalista, como la pandemia o la emergencia climática. Son incapaces de
vislumbrar el problema teológico detrás de las motivaciones y fundamentos del
comunismo, que es el liberalismo llevado hasta sus últimas consecuencias. Por
eso decía Jordán B. Genta de manera por demás clara: “Todo anticomunismo que se
apoye en la democracia, en la libertad, en el capitalismo o en un nacionalismo
panteísta, está condenado irremisiblemente a servir a la expansión del Poder Comunista”.
Es por
ello que hay que tener muy en cuenta esto que dice Jean Ousset: “Para
conducirnos al ateísmo, el comunismo no exige creer en tales o cuales
argumentos abstractos, exige participar en su acción, lo que, en la práctica,
es mucho más eficaz. ¡Y cuántos caen en la trampa, con el pretexto de que no se
les pide renegar explícitamente de su fe!”. ¿No es esto lo que hemos visto con
la “pandemia? La Iglesia plegada totalmente al totalitarismo de la OMS,
cerrando sus puertas, imponiendo las inyecciones y dando la comunión en la
mano. No se le pidió renegar explícitamente de la fe, simplemente se le pidió
que participara de la acción “sanitaria”. (Mismo juego revolucionario que logró
realizar la Iglesia conciliar con la FSSPX: “caminemos juntos”, “colaboremos” a
pesar de nuestras diferencias. Ahora ha aparecido Mons. Huonder para jugar ese
papel relevante de “Caballo de Troya”). Ahora se pide y se educa a las masas
para que participen de la protección del medio ambiente, de la custodia de la
“Casa común”, que eviten comer carne y otras “benéficas” supercherías…
En
definitiva, China es capitalista y es comunista a la vez. En el marxismo se trata de la conciliación de
los contrarios, tesis-antítesis y síntesis. “Mediante la dialéctica el
idealismo absoluto se convierte en un evolucionismo absoluto (…) Los que es y
lo que no es son la misma cosa. (…) Lo que es y lo que no es ya no se oponen
esencialmente, sino que son llamados a unirse” (J. Ousset). Pero, hay un
problema: China tiene el inconveniente de ser nacionalista, y, ése, es un obstáculo
para el verdadero comunismo, de por sí internacionalista. Por lo que creemos que
ocurre lo mismo que ocurrió cuando surgió Stalin en la URSS, que siendo el jefe
de la mayor nación comunista del planeta, era quien más interfería en los
planes del comunismo internacional (que tenía en mente encaramar en el poder a
León Trotsky). De allí la financiación a Hitler por parte de los banqueros de
Wall Street. De allí las bombas atómicas arrojadas en Japón, como advertencias
a Stalin. Y de allí, además de la desenfrenada codicia judeo-norteamericana, la
actual política del establishment globalista mundial apoyando la “santa
alianza” de la OTAN contra Rusia, para tener un mejor acceso hacia China, el
gran competidor en orden a establecer un gobierno mundial.
No puede
haber gobierno mundial con países que reivindiquen su propia soberanía e
identidad nacional. Y no puede haberlo porque el gobierno mundial debe ser
comunista, es decir, internacional, apátrida.
Aquí
entra en juego la consagración y conversión de Rusia, país destinado a tener un
papel relevante –siempre lo tuvo, pero más en estos tiempos, como lo vemos a
partir del 24 de febrero de 2021-, país que la Santísima Virgen parece haberse
reservado para sí, en lo que tiene que ver con el triunfo de su Corazón
Inmaculado. Este es el motivo por el que conviene tener presente a esta nación
en nuestras oraciones, particularmente demandando sea consagrada, en los
términos dados por la Madre de Dios, por el papa y los obispos.
¡Viva el
Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María!
NOTAS:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=mGfD20bI7QU&t=9s
(2) Otra
posición interpreta ese mensaje diciendo que puede ser tanto una profecía como
una orden que se da, o sea, sería un mensaje ambiguo que puede interpretarse de
dos formas totalmente diversas, cosa que jamás nadie, ni la multitud de
fatimistas e historiadores de Fátima han visto de ese modo. La frase es por demás
clara: el papa consagrará Rusia que se convertirá y habrá un tiempo de paz.
Además, no tiene sentido que la Virgen dé “una
orden” de convertir Rusia porque apenas un instante antes acaba de decir: “Para
impedirlo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la
comunión reparadora de los primeros sábados”. Es decir, que la petición u orden
será en otro momento, y no allí mismo. Como sabemos eso ocurrió el 13 de junio
de 1929.
Se sugiere también que es peligroso quedarse con eso
porque habría gente que se cruzaría de brazos esperando esa consagración, en
vez de seguir combatiendo los errores que se difunden desde Roma a partir del
Vaticano II. Sin embargo, los pastorcitos de Fátima sabían que irían al Cielo,
porque se los dijo la Virgen, y sin embargo eso no los volvió indolentes y
perezosos, sino que, por el contrario, se aplicaron a realizar sacrificios,
penitencias, oración y obras de caridad por amor a Dios. De manera tal que una
cosa no quita la otra.
(3) Puede leerse nuestro artículo respecto del
simbolismo del número 13 en relación al combate entre la Iglesia y la
Contra-Iglesia: https://agendafatima.blogspot.com/2023/05/la-iglesia-la-contra-iglesia-y-el.html
(4) En los años ’70 y ’80 del pasado siglo la TFP
quiso hacer pie con fuerza en la Argentina, pero no encontró eco ni entre los
fieles ni entre la jerarquía católica ni mucho menos entre los
tradicionalistas, terminando sus días allí sin pena ni gloria.
(5)
Sabemos que hay entre los tradicionalistas de Brasil grupos partidistas bastante
enardecidos que se intercambian acusaciones exageradas, difamaciones
improcedentes, y altercan interminablemente entre sí. No nos interesa meternos
en eso de ningún modo, queremos dejarlo claro. Nos limitamos a decir la verdad
en cuanto está a nuestro alcance y hacer las críticas debidas y que creemos
necesarias. Y en vez de lanzar mensajes insidiosos o amenazas imprudentes,
hacemos como hacía Nuestro Señor Jesucristo: “Y para vencer el mal con el bien, así como ellos multiplicaban y
repetían las injurias, así Él multiplicaba su oración” (Padre La Palma,
Sagrada Pasión).
(6) “Para
el pensamiento marxista el comunismo no pasa de ser un medio a utilizar para la
Revolución permanente” (Jean Ousset, “Marxismo y Revolución”).
(7) Cfr.
J. Ousset, “Marxismo y Revolución”, apéndice I
(9) “Me parece evidente que el
comunismo procede de las herejías panteístas y de otras afines. Cuando todo es
Dios y Dios es todo, Dios es, sobre todo, democracia y multitud. Los
individuos, átomos divinos y nada más, salen del todo que les engendra
perpetuamente para entrar en el todo que perpetuamente les absorbe. He aquí la
clave del comunismo. Es el último avatar y resultado de todo el pensamiento
gnóstico”, Donoso Cortés, cit. por Etienne Couvert.
(10)Decía Graco Babeuf (1760-1797),
revolucionario francés que conspiró contra el directorio, ultra-comunista:
“Queremos la igualdad real o la muerte…La Revolución francesa sólo es
precursora de una Revolución mucho mayor, mucho más solemne y que será la
última…Consentimos…en hacer tabla rasa [Gran
Reseteo] para atenernos sólo a ella…La Ley agraria o el reparto de tierras
fue el deseo instantáneo de algunos soldados sin principios. Tendemos a algo
más sublime… ¡La comunidad de los bienes! No más propiedad individual de la tierra,
la tierra no es de nadie…Que no exista entre los hombres más diferencia que la
edad y el sexo…” (Discurso parecido al de Klaus Schwab y los actuales
utopistas, que debido a los adelantos científico-técnicos van todavía más
allá).
(11) Leemos en un sitio web español: “Una pensadora contemporánea de extrema
izquierda es Sophie Lewis, que actualmente trabaja en el «Centro de
Investigación en Estudios Feministas, Queer y Transgénero», en la Universidad
de Pensilvania, Filadelfia. Lewis odia la unidad familiar tradicional, su
gran idea es el «comunismo gestacional» o la abolición de las «formas diádicas
de formar familias». «Los lazos de amor tradicionales entre un niño y sus
padres solo enseñan a los niños a creer en la noción capitalista de propiedad
privada, que es lo que muchos padres «egoístamente» consideran a sus hijos, en
lugar de la propiedad común de la sociedad en general, o del Estado». La
llamada «naturaleza humana» no es más que una ilusión enfermiza. El amor de la
madre por su hijo no es natural en absoluto, sino un fantasma emocional evocado
por el dominio actual del capital global. La familia no es más que una
fábrica artificial de lavado de cerebro capitalista diseñada para «entrenarnos
para ser trabajadores, entrenarnos para ser habitantes de un sistema binario de
género y estratificado racialmente, entrenarnos para no ser homosexuales».