Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

domingo, 3 de agosto de 2025

SOBRE LA NUEVA MISA

 



Por MONS. MARCEL LEFEBVRE

 

Respecto a la Nueva Misa, destruyamos de inmediato esta idea absurda si la Nueva Misa es válida, se puede tomar parte en ella. La Iglesia siempre ha prohibido a los fieles asistir a las Misas de los cismáticos y de los herejes, aunque sean válidas. Es evidente que no se puede tomar parte en Misas sacrílegas, ni en Misas que ponen nuestra fe en peligro.

Además, es fácil demostrar que la nueva Misa, tal como ha sido formulada por la Comisión de la Liturgia, con todas las autorizaciones dadas por el Concilio de una manera oficial, y con todas las explicaciones dadas por Monseñor Bugnini, presenta un acercamiento inexplicable a la teología y al culto de los protestantes.

Así, por ejemplo, no aparecen muy claros, y hasta se contradicen, los dogmas fundamentales de la Santa Misa, que son los siguientes:

-sólo el Sacerdote es el único ministro,

-hay verdadero sacrificio, una acción sacrificial,

-la Victima es Nuestro Señor Jesucristo presente en la Hostia bajo las especies de pan y vino con su cuerpo, su sangre, su alma, y su divinidad,

-es sacrificio propiciatorio;

-el Sacrificio y el Sacramento se realizan con las palabras de la Consagración y no con las palabras que preceden o siguen.

Basta enumerar algunas de las novedades para demostrar el acercamiento a los protestantes:

-el altar transformado en mesa, sin el ara,

-la Misa cara al pueblo, en lengua vernácula, en voz alta

-la Misa tiene dos partes la Liturgia de la Palabra y la de la Eucaristía;

-los vasos sagrados vulgares, el pan fermentado, la distribución de la Eucaristía por laicos, en la mano,

-el Sagrario escondido;

-las lecturas hechas por mujeres,

-la Comunión dada por laicos.

Todas estas novedades están autorizadas.

Se puede pues decir sin ninguna exageración que la mayoría de estas Misas son sacrílegas y que disminuyen la fe, pervirtiéndola. La desacralización es tal que la Misa se expone a perder su carácter sobrenatural, su "misterio de fe", para convertirse nada más que en un acto de religión natural.

Estas Misas nuevas no solo no pueden ser motivo de una obligación para el precepto dominical, sino que además con relación a ellas hay que seguir las reglas de la Teología moral y del Derecho Canónico, que son las de la prudencia sobrenatural con relación a la participación o a la asistencia a una acción peligrosa para nuestra fe o eventualmente sacrílega.

¿Se debe decir entonces que todas esas Misas son inválidas? Desde que existen las condiciones esenciales para la validez, es, decir, la materia, la forma, la intención y el sacerdote válidamente ordenado, no se puede afirmar que sean inválidas. Las oraciones del Ofertorio, del Canon y de la Comunión del Sacerdote que rodean la Consagración son necesarias para la integridad del Sacrificio y del Sacramento, pero no para su validez. El Cardenal Mindszenty en la prisión, que a escondidas de sus guardias pronunciaba las palabras de la Consagración sobre un poco de pan y de vino para alimentarse del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor, realizó ciertamente el Sacrificio y el Sacramento.

Mas a medida que la fe de los sacerdotes se corrompa y que dejen de tener la intención que pone la Iglesia (porque la Iglesia no puede cambiar de intención), habrá menos Misas válidas. La formación actual no prepara a los seminaristas para asegurar la validez de las Misas. El Sacrificio propiciatorio de la Misa ya no es el fin esencial del Sacerdote. Nada más decepcionante y triste que oír los sermones o comunicados de los Obispos sobre la vocación, a raíz de una ordenación sacerdotal. Ya no saben lo que es un Sacerdote.

Para juzgar de la falta subjetiva de aquellos que celebran la nueva Misa y de los que asisten a ella, debemos aplicar la regla del discernimiento de espíritus según las directivas de la teología moral y pastoral. Debemos actuar siempre como médicos de almas y no como jueces y verdugos, como están tentados de hacerlo quienes están animados por un celo amargo y no por el verdadero celo. Los sacerdotes jóvenes han de inspirarse en las palabras de San Pio X en su primera encíclica y en los numerosos textos de autores espirituales como los de Dom Chautard, "El alma de todo apostolado", Garrigou-Lagrange en el tomo II de "Perfección cristiana y contemplación". y Dom Marmion en "Cristo, ideal del Monje".

 

Mons. Marcel Lefebvre, 8 de noviembre de 1979.

  

OFERTORIO ANTIGUO, OFERTORIO NUEVO: UNA FRACTURA

 



Por P. MATTHIEU DE BEAUNAY

Durante un retiro pascual dado en Écône el 17 de abril de 1984, Monseñor Lefebvre enseñaba que «el sacrificio es lo más esencial en la vida humana normal. El acto más importante de una criatura normal, es decir, de alguien que cree en Dios, que reconoce a Dios como el Creador de todas las cosas, es expresar este reconocimiento a Dios todopoderoso por el sacrificio, por la oblación de un ser que significa la oblación del hombre mismo a Dios».

Santo Tomás de Aquino enseña que el sacrificio, como acto de culto público, comporta necesariamente la oblación, la inmolación y la manducación. Estas son sus tres partes esenciales. La Misa, renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, constituye este sacrificio, este acto principal del culto rendido a Dios. Sus tres partes responden a un doble fin necesario – que funda la razón de ser del Sacrificio – la gloria de Dios y la expiación de los hombres en cuanto pecadores.

En la primera parte esencial de la Misa, es decir el Ofertorio, se realiza la ofrenda de las oblatas. La palabra «oblatas» significa las materias que van a servir para la inmolación del sacrificio, a saber, el pan y el vino. Esta palabra lleva en sí la noción de oblación u ofrenda. Esta oblación es la de Cristo que se va a inmolar unos instantes después, pero es también la de cada oferente o asistente a la misa en particular, y la de la Iglesia en general. El contenido del Ofertorio, las oraciones que lo forman, deben estar en correspondencia con lo que es: la primera parte esencial del sacrificio, sin la cual no hay sacrificio, la oblación.

En el Novus Ordo Missae, la oblación es desnaturalizada por degradación. Ya no responde al doble fin esencial del Sacrificio. Se convierte en un intercambio entre Dios y el hombre. Este último aporta el pan y el vino que Dios cambia espiritualmente y ya no sustancialmente. He aquí el texto: «Bendito eres, Señor, Dios del universo, porque de tu generosidad hemos recibido el pan (o: el vino) que te ofrecemos, fruto de la tierra (o: de la vid) y del trabajo del hombre, del que proviene para nosotros el pan de vida (o: la bebida espiritual)». Las expresiones empleadas tienen un sentido indeterminado que se aleja de la noción de don verdadero con vistas al sacrificio glorificador y reparador de los pecados, tal como está expresado en la primera oración del Ofertorio tradicional: «Recibid, Padre santo y todopoderoso, esta hostia sin mancha…»

Siempre en la misma línea de «des-sacrificialización», el nuevo ofertorio está amputado de las tres oraciones: «Oh Dios, que creaste la naturaleza humana de manera admirable y que de manera más admirable aún la restauraste en su dignidad primera…», «Te ofrecemos, Señor, este cáliz en olor de suavidad…» y «Ven, Santificador, Dios eterno y todopoderoso…» Se trata verdaderamente de una amputación y no de un reemplazo, pues no hay oraciones colocadas en su lugar. ¡Una severa supresión cuando se estudia el sentido profundo de estas oraciones y el vínculo que expresan con la finalidad propiciatoria y sacrificial de la Misa en la que se insertan! El hombre y el sacerdote que ofrecen ya no se reconocen como pecadores que piden misericordia al Dios de Justicia infinitamente ofendido. La realidad del hombre pecador que ofrece a Jesús, su Redentor, en sacrificio para la expiación y la reparación de sus pecados es borrada. Esto acarreará poco a poco la pérdida de esta verdad en los espíritus y en los corazones.

¿En qué se convierte entonces el doble fin profundo, esencial, de este acto de religión más eminente del catolicismo? Este cambio en el Ofertorio, seguido de los del Canon y de la comunión, constituye una conmoción, por una parte, en la concepción católica de la economía de la salvación y, por otra, en la concepción aún más importante de Dios como Maestro y Señor. Cincuenta años más tarde, los hechos hablan por sí mismos. Los estudios sobre el número de católicos y el número de los que saben definir a Dios y que practican, revelan, en Francia y en el mundo, una caída abismal desde la salida de la nueva Misa.

Finalmente, un argumento de crítica externa resalta bien este cambio en la esencia de la Misa: la aprobación de este nuevo Ordo Missae recibida de los protestantes. En el mismo sentido, Monseñor Bugnini – gran arquitecto del Novus Ordo Missae – decía el 19 de marzo de 1965: «Debemos quitar de nuestras oraciones católicas y de la liturgia católica todo lo que pueda ser sombra de tropiezo para nuestros hermanos separados». ¡Hay que notar que estas palabras fueron pronunciadas cuatro años antes de la promulgación de la nueva misa!

https://laportelatine.org/formation/crise-eglise/nouvelle-messe/offertoire-ancien-offertoire-nouveau-une-fracture


LOS ORÍGENES DE LA NUEVA MISA

 


Por P. PATRICK TROADEC

 

La nueva misa no fue fruto de una creación espontánea.


Para comprender cómo fue elaborada y aceptada por las autoridades religiosas en funciones, es necesario conocer sus fundamentos remotos y próximos.

De la Revolución protestante a la Revolución francesa

Todos los papas, desde Pío VI hasta Benedicto XV, remontan la crisis actual de la fe a la lucha emprendida contra la Iglesia en el siglo XVI por el protestantismo y el naturalismo, del cual esta herejía fue la causa y la primera propagadora.
Mons. Lefebvre, Ils l’ont découronné, Clovis.

El naturalismo exalta la naturaleza humana al punto de negar las secuelas del pecado original heredado de Adán y rechazar el orden sobrenatural que Dios comunica al hombre por los sacramentos. Los dos dogmas fundamentales del pecado original y de la gracia santificante son, por tanto, aniquilados por los partidarios de esta perniciosa teoría. Al atacar el orden sobrenatural, el demonio tenía como objetivo la destrucción de la civilización cristiana y, posteriormente, de la Iglesia católica. El naturalismo fue difundido en el siglo XVIII por la masonería en la sociedad civil y condujo a la Revolución. Los derechos del hombre reemplazaron los derechos de Dios con la trilogía: libertad, igualdad, fraternidad; libertad entendida como licencia, igualdad eliminando el principio de autoridad y fraternidad suplantando la caridad.

Una vez descristianizada la sociedad, algunos católicos buscaron durante el siglo XIX hacer compromisos entre los principios de la religión católica y los de la nueva sociedad impregnada de liberalismo: los papas los llamaron católicos liberales. El sueño de nuestros enemigos iba a poder concretarse.

Los documentos de la Alta Venta, de los Carbonarios, que cayeron en manos del papa Gregorio XVI, revelaron las diferentes etapas de su plan diabólico:

“El Papa, sea quien sea, nunca irá a las sociedades secretas: son las sociedades secretas las que deben dar el primer paso hacia la Iglesia, con el fin de vencerla. El trabajo no es obra de un día, ni de un mes, ni de un año; puede durar varios años, tal vez un siglo; pero en nuestras filas el soldado no muere y el combate continúa. No pretendemos ganar al Papa para nuestra causa, eso sería un sueño ridículo (...). Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, como los judíos esperan al Mesías, es un Papa según nuestras necesidades (...). No dudamos en alcanzar ese objetivo supremo de nuestros esfuerzos (...). Pues bien, para asegurarnos un Papa en las proporciones exigidas, se trata ante todo de formarle una generación digna del reinado que soñamos (...). Queréis que el clero marche bajo vuestra bandera creyendo siempre marchar bajo la de los apóstoles. Queréis hacer desaparecer el último vestigio de los tiranos y opresores, tendiendo vuestras redes en el fondo de las sacristías, seminarios y conventos. Si no precipitáis nada, os prometemos una pesca más milagrosa que la de Simón Barjona. El pescador de peces se convirtió en pescador de hombres; vosotros, traeréis amigos en torno a la Sede apostólica. Habréis predicado una revolución con tiara y capa, marchando con la cruz y la bandera, una revolución que no necesitará más que un pequeño estímulo para incendiar los cuatro rincones del mundo.”

El plan es claro: ya no se trata de atacar a la Iglesia desde fuera, sino de penetrarla y escalar poco a poco los grados de la jerarquía para finalmente colocar en el trono de Pedro “un pontífice que, como la mayoría de sus contemporáneos, estará necesariamente más o menos impregnado de principios humanitarios” [1].

La intrusión modernista

Esta instrucción dada en 1820 fue publicada por orden del papa Pío IX con el fin de advertir a los sacerdotes y fieles. Desgraciadamente, su advertencia no bastó para conjurar el peligro, ya que cerca de un siglo más tarde, san Pío X constata:

“A los artífices del error ya no se les encuentra entre los enemigos declarados. Se esconden, y eso es motivo de grave aprensión y angustia, dentro mismo y en el corazón de la Iglesia, enemigos tanto más temibles cuanto menos lo parecen. Hablamos de numerosos católicos laicos, y —lo que es aún más lamentable— de sacerdotes que, con apariencia de amor por la Iglesia, absolutamente carentes de filosofía y teología serias, impregnados hasta la médula de un veneno de error absorbido en las fuentes de los adversarios de la fe católica, se presentan, con absoluto desprecio de toda modestia, como los renovadores de la Iglesia.” [2]

EXPERTO ESTADOUNIDENSE AFIRMA QUE EL GENOCIDIO ISRAELÍ EN GAZA OCURRE CON LA COMPLICIDAD DE LOS ESTADOS UNIDOS

 


Viernes 1 de agosto de 2025

Un politólogo estadounidense ha afirmado que el régimen israelí, con la complicidad de la administración estadounidense, está cometiendo un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza asediada.

John Mearsheimer, estudioso de relaciones internacionales y profesor de ciencias políticas en la Universidad de Chicago, declaró en una entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson que lo que está ocurriendo en Gaza es un esfuerzo sistemático por parte de Israel para desmantelar la identidad nacional palestina.

Mearsheimer afirmó que la entidad ocupante está apuntando específicamente a los palestinos como grupo, con el objetivo no solo de matar a un gran número de ellos, sino también de borrar su identidad como pueblo.

“Los israelíes están perpetrando un genocidio en Gaza”, afirmó, añadiendo que Estados Unidos es “cómplice de este genocidio”.

Mearsheimer subrayó que los israelíes desde hace tiempo aspiran a expulsar a la población palestina de lo que consideran la “Gran Israel”, que “incluye el Estado de Israel creado en 1948 y los territorios ocupados”.

El politólogo estadounidense afirmó que la ocupación israelí aprovechó los ataques de represalia palestinos del 7 de octubre de 2023, calificándolos como una “excelente oportunidad para la limpieza étnica” en el territorio asediado.

“En otras palabras, es una excelente oportunidad para ir a la guerra en Gaza y expulsar a los palestinos de Gaza y resolver el problema demográfico al que se enfrentan”, añadió.

Subrayando que Israel llevó a cabo una limpieza étnica a gran escala en la región también en 1948 y en 1967, Mearsheimer describió la última campaña en Gaza como “el tercer intento de una limpieza étnica masiva”.

Afirmó que la limpieza étnica es un tema “del que los sionistas han hablado desde el principio, y del que han hablado extensamente porque no hay manera de que puedan crear una Gran Israel sin llevar a cabo una limpieza étnica masiva”.

David Ben Gurion, Vladimir Jabotinsky y otros líderes sionistas israelíes eran plenamente conscientes de que para alcanzar sus objetivos sería necesario hacer “cosas horribles” a los palestinos, añadió Mearsheimer.

Mearsheimer subrayó que cuando una gran potencia como Estados Unidos tiene intereses contrapuestos con otro país, da prioridad a los propios, siguiendo un enfoque de “Estados Unidos primero”. Sin embargo, respecto a Israel, es lo contrario: “Israel primero”, afirmó.

La política de Washington en Asia Occidental refleja claramente esto, con numerosas pruebas que lo respaldan, subrayó el estudioso.

Refiriéndose al lobby israelí en Estados Unidos, Mearsheimer afirmó: “Pienso que el lobby es un grupo de interés increíblemente poderoso, y elijo las palabras con cuidado. Tiene un poder increíble, y fundamentalmente está en una posición tal que puede influir profundamente en la política exterior estadounidense en Medio Oriente… cuando se trata de Medio Oriente, y nuevamente, de la cuestión palestina en particular, tiene un poder increíble. Y no hay presidente dispuesto a oponerse al lobby”.

Con el apoyo de Estados Unidos, el régimen israelí está devastando la Franja de Gaza asediada después de la Operación Inundación de Al-Aqsa del 7 de octubre de 2023, y ha matado al menos a 60.249 palestinos, hiriendo a más de 147.000. La mayoría de las víctimas son mujeres y niños, ya que los ataques indiscriminados israelíes apuntan a escuelas, mezquitas e incluso tiendas que albergan a los palestinos desplazados.

La incesante campaña de bombardeos de Israel ha devastado el enclave y ha provocado escasez de alimentos, carestía y hambre aguda.

 

https://www.andreacarancini.it/2025/08/john-mearsheimer-afferma-che-il-genocidio-israeliano-a-gaza-avviene-con-la-complicita-degli-stati-uniti/

 

EL COMPLOT MUNDIALISTA – PHILIPPE PLONCARD D’ASSAC

 


EL COMPLOT MUNDIALISTA, por Philippe Ploncard d’Assac, Éditions de la Société de Philosophie Politique, 2011.

 

Capítulo VI - El Complot Mundialista

 

La declaración de Roger Leray, Gran Maestre del Gran Oriente de Francia durante el Convento de 1968 (1), demuestra la persistencia y el empeño incansable del complot mundialista: “Hace doscientos años, el caballero de Ramsay anunció la República universal. Desde entonces, incansablemente, los masones del mundo entero participan en su edificación”, recordaba. Hoy en día, los conjurados del mundialismo lo proclaman abiertamente, como lo hizo el financiero judío estadounidense Paul Warburg, quien afirmaba ante el Senado de los Estados Unidos, el 17 de febrero de 1950:

Tendremos un gobierno mundial, lo quiera o no usted. La única cuestión es saber si será creado por conquista o por consentimiento”.

Este tema fue retomado veinte años más tarde por otro grande de las finanzas cosmopolitas, el barón Edmond de Rothschild (2), declarando:

“El cerrojo que debe saltar es la nación”.

He aquí lo que se pretende imponernos con la Europa comunitaria supranacional, para destruir las naciones europeas.

Esto bajo el pretexto de constituir una fuerza capaz de oponerse a los intereses estadounidenses, cuando en realidad ocurre todo lo contrario. Cuanto más se destruyen las soberanías nacionales, menos resiste Europa comunitaria —que se suponía debía tomar el relevo— a las órdenes de Washington, y más se compromete en las guerras deseadas por el mundialismo cosmopolita, del cual los Estados Unidos son el brazo armado.

Es lamentable, en este contexto, que hombres que pretenden combatir el cosmopolitismo, sueñen con una Europa-Nación basada en un regionalismo folclórico.

No hacen sino el juego del mundialismo y se comportan como “compañeros de ruta” del mismo (3).

Esta Europa supranacional no es más que un pretexto para hacer aceptar a los pueblos de Europa su abandono de la soberanía.

Ya en 1976, el mundialista Jean Monnet, hombre de los estadounidenses, revelaba en sus Memorias el objetivo perseguido:

“La Comunidad misma —escribía— no es más que una etapa hacia las formas de organización del mañana”.

Esta declaración cobraba todo su sentido cuando la revista de la Gran Logia de Francia (4) proclamaba:

“Los masones del Gran Oriente no son los únicos que promueven la destrucción de las naciones; los de la Gran Logia de Francia sostienen el mismo discurso”.

“La construcción de un espacio europeo no es, para los masones, más que el precursor de un espacio universal, de una Patria Tierra”.

Se ve así que la utopía mundialista de la República universal no ha cesado de avanzar desde los inicios de la llamada Revolución francesa.

De Ramsay a Weishaupt, a Kloots, se llega a Monnet, a Rothschild, a Warburg, anunciando un “gobierno mundial”, impuesto si es necesario “por la fuerza”.

Hoy, la connivencia de un Nicolas Sarkozy con el mundialismo se revela en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en octubre de 2007:

“En nombre de Francia, llamo a todos los Estados a reunirse para fundar un nuevo orden mundial del siglo XXI” (5).

Y en la carta de misión enviada el 27 de agosto de 2007 a su ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, de origen judío como él, Nicolas Sarkozy escribía:

“Es en definitiva hacia un ‘ministerio de la Mundialización’ que les pedimos hacer evolucionar nuestra herramienta diplomática” (6).

Y en su discurso del 16 de enero de 2009, Nicolas Sarkozy advertía amenazante:

“Avanzaremos juntos hacia ese Nuevo Orden Mundial.

Y nadie, digo bien nadie, podrá oponérsele”.

¿Qué es esto, sino la invocación a la mítica y mesiánica República universal? ¡Simplemente olvida que lo propio de las utopías es derrumbarse, pues llevan en sí mismas los gérmenes de su autodestrucción!

 

 

1) Humanisme, juillet 1969

(2) Entreprise, 18.7.1970

(3) P. P. d'Assac. Enquête sur la Nouvelle-Droite et ses " Compagnons de route". Édit. Société de Philosophie Politique.

(4), Points de Vue Initiatiques, N°72, 1989.

(5) Id. Ant.

(6) La Politique N° 77. Novembre 2007.

 

NOTA AGENDA FÁTIMA: Si “lo que debe saltar es la nación”, para que haya un gobierno mundial, se entiende perfectamente la guerra contra Rusia, estado-nación que promueve un orden multipolar de naciones, contra un orden mundial cosmopolita judío de una “República universal”. Entonces es muy cierta la conclusión de Ploncard: ¿Qué es esto, sino la invocación a la mítica y mesiánica República universal? ¡Simplemente olvida que lo propio de las utopías es derrumbarse, pues llevan en sí mismas los gérmenes de su autodestrucción!”. Simplemente, la utopía globalista no quiere desaparecer y por ello quiere llevar a todo el mundo a la guerra.


LA OTRA CAMPANA N°12 - EL PLAN ANDINIA Y SU RELACIÓN CON LA SITUACIÓN INTERNACIONAL - PTE 02

 

martes, 29 de julio de 2025

REFUTACIÓN SINTÉTICA DEL LIBERALISMO

 


Por JUAN VAZQUEZ DE MELLA

 

Señores: no puede existir una sociedad sin un orden de principios morales y jurídicos inmutable e inviolable que sirva de frontera a la libertad humana, individual o colectiva. La inviolabilidad de los principios o de las instituciones que los representan tiene que estar en alguna parte; porque si todo es variable y violable, no existe más que el imperio de la fuerza, y el derecho es un proscripto. Y una sociedad que no esté unida por el derecho será una congregación de fieras, pero no será una sociedad de personas. Mas una inviolabilidad cuyo fundamento sea variable es contradictoria, porque depende del cambio; y lo que es hoy inviolable no lo será mañana, y entonces no habrá nada que deba ser perpetuamente inviolable, porque habrá inviolabilidades opuestas. Pero una doctrina inmutable e inviolable, para no ser una abstracción debe estar bajo la custodia de una autoridad de su misma naturaleza; porque si fuera contraria, la destruiría. Y como todas las autoridades humanas cambian y pasan, es necesaria una autoridad divina que exista como directora suprema entre los hombres. Esa autoridad, para ser divina y no confundirse con las autoridades humanas, y para ser proporcionada a la naturaleza de la doctrina encomendada a su guarda, tiene que ser perpetua y no contradecirse nunca. De todas las autoridades religiosas que se han conocido en el mundo, sólo la de la Iglesia católica subsiste hace cerca de dos mil años sin haber incurrido en una contradicción, viviendo en una lucha doctrinal perpetua, y es, además, la única que sube por el pueblo escogido, y mediante una estirpe de profetas y patriarcas, hasta el umbral de la Historia. Luego, sólo ella es divina, y tiene, por lo tanto, el derecho de dirigir en ese orden supremo a las autoridades humanas.

El Estado, que es lo primero en la esfera política, está subordinado a ese orden religioso, moral y jurídico supremo, y su potestad está limitada por esa soberanía, que es superior a la suya. De donde se deduce que no tiene por sí mismo derechos, como no se le concedan circunstancialmente por la potestad superior, más que como medios de cumplir los deberes religiosos que le obligan lo mismo que a las demás personas. Y esta conclusión implica esta otra: que es falso el cesarismo radical o atenuado que afirma lo contrario.

Lo que supone a su vez que es anticristiano el absolutismo que, sea cualquiera la forma de gobierno en que se manifieste, no reconoce en realidad más límites al poder del Estado que los que él mismo se traza. Luego, es falsa toda soberanía única y absoluta, ya radique en el César individual o en el César colectivo, que no reconozca sobre ella y por encima de sus decretos y de sus votos la soberanía del orden religioso, moral y jurídico supremo. Y como la relación de dependencia respecto a ese orden abarca por tal aspecto a todas las personas individuales o sociales, el Estado, que está ligado con igual vínculo, tiene que reconocerlo y respetarlo en los demás con el derecho de conformarse con él, so pena de romper el suyo, que es el mismo lazo repetido en las otras entidades, según la naturaleza de cada una. Y como no se puede reconocer esa relación de dependencia a un orden que impera de igual manera sobre el Estado que sobre las otras personas sin reconocer los deberes y los derechos que implica, y no se pueden reconocer esos deberes y derechos sin afirmar la personalidad y la relativa independencia de los sujetos en que radica con respecto al poder civil, resulta que sólo el orden religioso, moral y jurídico que la Iglesia mantiene, y mirado por un solo aspecto, incluye la afirmación de una jerarquía de personas —como el individuo, la familia, que se puede prolongar en Escuela, Universidad, Gremio y congregarse en municipios, comarcas, regiones y nación— que tienen, frente al Estado, una escala ascendente de derechos, sólo teniendo en cuenta los religiosos y los que de ellos suponen, que son otros tantos límites a los desbordamientos de su soberanía.

De manera que la Iglesia, con su existencia como sociedad organizada e independiente, es ya en este concepto un límite frente al poder del Estado; y por el orden doctrinal que mantiene y aplica, es otro límite jurídico, superior a su soberanía; y por la relación de las personas individuales y colectivas con ese orden y los derechos y deberes que él establece, fija otro límite, el de la jerarquía social, como nuevo baluarte para sitiar la tiranía. No se puede negar uno solo de esos límites sin concluir por negar los tres, porque no son más que la aplicación de un mismo principio. Y no se puede afirmar uno con lógica sin afirmar los tres.

Pues bien, señores, el liberalismo los ha negado todos, porque niega el principio de que son consecuencias. El liberalismo radical y lógico —del cual son derivaciones hábilmente atenuadas, según las fuerzas sociales contrarias, todos los demás— consiste esencialmente en la negación de un orden religioso, moral y jurídico superior y obligatorio como límite de la libertad humana, empezando por la del individuo y acabando por la del Estado.

Y como niega, o prescinde de ese orden, no reconoce su soberanía sobre el orden civil, y por eso el poder civil no quiere reconocer los deberes y derechos que engendra en las demás personas sociales. Y de aquí que las leyes en que penetra no sean más que un estado de sublevación permanente contra la Iglesia que empiece por emanciparse de su potestad y, después, de su doctrina, y siga negando en toda la jerarquía de las personas sociales los deberes y derechos religiosos que él quebrantó, y que acabe negando los derechos naturales también, para que no sean medios de recuperar los demás derechos perdidos. Así, señores, un absolutismo esencial sistemático, una verdadera Estadolatría, consecuencia inmediata de la Ateocracia, es la nota fundamental del Estado moderno. ¿Y vamos a transigir, en nombre de los intereses de la Iglesia, con el que vive de la tiranía que ejerce sobre sus derechos, que son los de nuestras conciencias cristianas?  Jamás. Toda transacción en esta materia es una resta moral que hacemos de nuestro derecho y una suma con que aumentamos su despotismo para que lo merme más.

Por eso hay que combatir el liberalismo como una doctrina que en cualquiera de sus escuelas, radical o doctrinaria, individualista u orgánica, socialista o anarquista, implica, en la medida en que sostenga la negación del orden religioso obligatorio y la proporción en que ceda a los hechos opuestos a su principio, el Ateísmo jurídico, que es, en último análisis y extremadas lógicamente las conclusiones, lo que, mirado por el aspecto religioso, constituye su esencia. Pero no basta anatematizar el principio y rechazarlo como un error abstracto si después se le acepta cobarde e hipócritamente en la práctica como un hecho; porque semejante procedimiento, trasladado del orden político, que es parte del orden moral, a todos los actos humanos que éste comprende, ya que no hay razón alguna para que estén regidos por leyes opuestas, equivaldría a expulsar el deber de la vida en beneficio de toda violación radical y constante.

Se parte del hecho como de una realidad con la que hay que contar, pero no para darle fuerza, aceptándola aunque sea con las cómodas y sabidas reservas mentales, sino como de una tiranía que sólo es lícito soportar mientras se trabaja por exterminarla, como de un error que hay que desarraigar, como de una pérdida del territorio que es preciso reconquistar a viva fuerza; y para eso, señores, la primera condición es no transigir, no suspender ni por un instante el litigio, ni darlo por resuelto ni provisionalmente siquiera, porque eso sería el error de la táctica novísima del retroceso perpetuo y del fraude piadoso, empezar una campaña auxiliando al enemigo y partiendo de una derrota voluntaria; pues, como se ha dicho elocuentemente, la resignación de los vencidos es el complemento de la victoria, lo que quiere decir que no existe verdadero triunfo en los vencedores mientras no se lo otorga la resignación de los vencidos.

 

Juan Vázquez de Mella
Discurso pronunciado en el Teatro de Santiago,
el 29 de julio de 1902. Obras Completas, t. V, p. 162.

sábado, 26 de julio de 2025

SOLVE ET COAGULA - MONS. CARLO MARIA VIGANÒ

 


Stephen Kokx entrevista al Arzobispo Viganò.

 

 

“Lo diré sin rodeos: el lobby sinodal espera que León otorgue legitimidad canónica a un proceso subversivo de desmantelamiento del Papado; una especie de abdicación voluntaria del Monarca en favor de un Parlamento que, en respuesta a la renuncia al poder de jurisdicción y gobierno, lo reconozca como un primado honorífico que pueda ser útil en el plano ecuménico. En un paradójico absurdo jurídico, este lobby exige que quien posee un derecho divino ejerza la autoridad suprema para transmitir ese derecho al sínodo, algo que el Papa no puede hacer. Este golpe eclesial pretende llevar hasta sus últimas consecuencias el proceso revolucionario iniciado en el Vaticano II con la colegialidad episcopal de Lumen Gentium, extendiendo el gobierno de la Iglesia Católica a los laicos y a las mujeres, en detrimento total del vínculo indisoluble entre el poder del Orden Sagrado y el poder de Jurisdicción que ha existido en la Iglesia desde tiempos inmemoriales”.

 

 

Publicado en Kokx News el 18 de julio de 2025

Stephen Kokx – Excelencia, muchas de las decisiones de Prevost indican que desea continuar por el camino herético de sus predecesores, particularmente el camino sinodal trazado por Jorge Bergoglio. Muchos parecen creer que debemos “darle tiempo” y “mantener la esperanza” de que las cosas mejoren. Al mismo tiempo, parece que la agenda de Prevost es bastante clara y que el silencio o el “darle el beneficio de la duda” –a la vez que se presenta su pontificado de forma más positiva– podría causar escándalo por omisión y/o por crear falsas esperanzas. ¿Qué opina de estos argumentos y cómo deberían los católicos contemplar este “pontificado” con poco más de dos meses de existencia?

Arzobispo Viganò –

Ninguno de nosotros puede juzgar el fuero interno, es decir, las disposiciones interiores con las que una persona actúa o habla: solo Nuestro Señor, que ve lo más profundo de los corazones, puede hacerlo. Pero esto no significa que no podamos emitir un juicio en el fuero externo, es decir, sobre los efectos y consecuencias que las acciones o declaraciones de una persona pueden tener en general o en un contexto específico. Esto también se aplica a León, cuya elección es vista por muchos como un signo de cambio respecto al desastroso período de usurpación bergogliana, aunque no hay evidencia que lo sugiera. De hecho, las acciones de gobierno de León, sus nombramientos y declaraciones públicas se multiplican, demostrando su plena alineación con su predecesor de infausta memoria.

Yo mismo, como creo que muchos notaron en los días inmediatamente posteriores a la elección, preferí abstenerme de expresar públicamente mi parecer sobre León con comentarios que podrían haber parecido apresurados.

Sin embargo, tras poco más de dos meses, creo que ya es posible encontrar coherencia entre las acciones y declaraciones de León y la línea trazada por Bergoglio. Y quizás aquella aparición improvisada de la hermana Nathalie Becquart y otros miembros de la élite sinodal para tomarse una selfie con el recién elegido papa adquiera hoy un significado que al principio pudo pasar desapercibido. El mensaje que se puede sacar de esto –y que se acompaña de las sonrisas radiantes y satisfechas de muchos electores ultraprogresistas (entre ellos el cardenal Cupich de Chicago) que aparecieron en la Logia tras la fumata blanca– es que el camino sinodal, del que la Iglesia bergogliana y post-bergogliana no puede escapar de ningún modo, ya ha sido trazado, y que Leo fue elegido en la cuarta votación como continuador del mandato sinodal, y no del munus petrinum.

Lo diré sin rodeos: el lobby sinodal espera que León otorgue legitimidad canónica a un proceso subversivo de desmantelamiento del Papado; una especie de abdicación voluntaria del Monarca en favor de un Parlamento que, en respuesta a la renuncia al poder de jurisdicción y gobierno, lo reconozca como un primado honorífico que pueda ser útil en el plano ecuménico. En un paradójico absurdo jurídico, este lobby exige que quien posee un derecho divino ejerza la autoridad suprema para transmitir ese derecho al sínodo, algo que el Papa no puede hacer. Este golpe eclesial pretende llevar hasta sus últimas consecuencias el proceso revolucionario iniciado en el Vaticano II con la colegialidad episcopal de Lumen Gentium, extendiendo el gobierno de la Iglesia Católica a los laicos y a las mujeres, en detrimento total del vínculo indisoluble entre el poder del Orden Sagrado y el poder de Jurisdicción que ha existido en la Iglesia desde tiempos inmemoriales. Por otro lado, la extensión a las mujeres de funciones antes reservadas a los clérigos abre la posibilidad práctica de introducir roles para-ministeriales como diaconisas y ministros no ordenados. Es imposible no ver en esto también la realización de lo que exige la Agenda 2030 para la Igualdad de Género.

No sé si mis hermanos obispos y los fieles se dan cuenta de la amenaza mortal que representa esta acción subversiva y fraudulenta para la Iglesia Católica. Lo que la Revolución hizo en las naciones católicas se está consumando aquí en el plano eclesial: abolir la monarquía de derecho divino y reemplazarla por el fraude de la soberanía popular, cuando en realidad lo que se busca es trasladar el poder a manos de una élite y transformarlo en tiranía. La sinodalización en este sentido, o mejor dicho, la pseudo-democratización de la Iglesia, constituirá el instrumento y la causa de su destrucción, exactamente como ya ha ocurrido en la esfera civil. Esta aversión a la Realeza sagrada del Papado manifiesta todo el odio de Satanás: pues tanto en los monarcas católicos como en el Pontífice romano brilla la Sagrada Majestad de Cristo Rey y Pontífice, que reina desde el Trono de la Cruz.

Esta democratización –solo nominal, ya que en realidad el poder reside en el lobby– implica necesariamente una burocratización de la Iglesia, y sabemos que la burocracia es uno de los principales instrumentos de control de la masonería. Los burócratas, bajo el pretexto de procedimientos “democráticos” y “sinodales”, pueden manipular asambleas, orientar votaciones, moldear el consenso y hacer parecer que una propuesta surge espontáneamente de la base, cuando en realidad ha sido cuidadosamente diseñada por quienes manejan todo el aparato organizativo del Sínodo. Es una ficción colosal, un engaño que reproduce grotescamente la desintegración de la sociedad civil después de 1789. Un fraude que también conducirá al Terror, la dictadura de un cuerpo sin rostro ni nombre, que promulgará dogmas climáticos y nuevos pecados contra el medio ambiente, excomuniones por dañar a los migrantes o por negar el dogma de la inclusión LGBTQ+, y lo hará en nombre de la Iglesia sinodal. En este caso, sin embargo, no hay un Luis XVI que guillotinar: el monarca ya se ha inclinado ante los ídolos globalistas y su rendición parece convencida y deseada, casi planificada de antemano.

A quienes persisten en idealizar la imagen de León según un modelo ciertamente tranquilizador pero que no se corresponde con la realidad, les aconsejo que evalúen los hechos tal como son, y no intenten adaptarlos a sus deseos. Parto de un hecho indiscutible: que Robert Francis Prevost fue nombrado Prefecto del Dicasterio para los Obispos y creado Cardenal en 2023 por el mismo Bergoglio. Y si Bergoglio hubiera tenido siquiera la más mínima sospecha de que Prevost no sería coherente con su línea de gobierno, nunca lo habría elevado al cardenalato, ni lo habría colocado al frente de un Dicasterio estratégico como el que decide sobre los nombramientos episcopales.

Temo que León represente un “modernismo con rostro humano”, por usar la expresión “socialismo con rostro humano” asociada a la Primavera de Praga de 1968, y que su modo indudablemente persuasivo y afable pueda inducir a error a muchos, especialmente a los “católicos conservadores”, llevándolos a construir una imagen virtual del Papa que, sin embargo, no parece corresponder con la realidad. El tiempo transcurrido entre el Nuntio vobis y la promulgación de la Missa votiva “verde” ha visto emerger una serie de pronunciamientos sobre diversos temas, todos los cuales nos muestran a un León plenamente comprometido con la eclesiología conciliar y sinodal, con la única diferencia respecto a su predecesor en su tono más cortés.

No olvidemos que durante la psicopandemia, el obispo Prevost no dudó en apoyar la narrativa pro-vacunas, recomendando el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el cumplimiento de las inútiles y perjudiciales normas sanitarias de la OMS. Sus recientes llamados a una “conversión ecológica” emplean una terminología teológica que transforma una teoría anticientífica psicoambientalista, impregnada de neomaltusianismo y gnosticismo, en una Religión de la Naturaleza mucho más presentable, ante la cual se inclina como cabeza de la Iglesia de Roma, testigo clave del globalismo.

Pero si los arquitectos de la Agenda 2030 son declarados enemigos de Nuestro Señor Jesucristo y de su Iglesia; si sus falsas emergencias sirven para legitimar falsas soluciones que implican el exterminio de parte de la humanidad y la esclavitud de los sobrevivientes, ¿cómo es posible, me pregunto, que un Papa no se dé cuenta de la enorme responsabilidad moral que asume al ratificar el golpe de Estado del Nuevo Orden Mundial?

¿Cómo juzgarán el tribunal de la Historia –y el infalible tribunal de Cristo Rey y Pontífice– esta traición del munus petrinum?

León se encuentra en una encrucijada: o elige el camino ancho y cómodo del consenso del mundo y de los enemigos de Cristo y pierde su alma junto con el Rebaño que el Señor le ha confiado; o elige el camino estrecho y escarpado de la sequela Christi, del retorno a la Tradición, en testimonio heroico de Cristo, y de Cristo Crucificado (1 Cor 2,2). Ha llegado la hora de cerrar de una vez por todas la “experiencia conciliar”, con sus terribles fracasos y devastaciones en todos los frentes. Persistir en este camino de autodestrucción y perdición suicida significaría hacerse responsable de una ruina anunciada, fomentándola en vez de denunciarla y combatirla por todos los medios. Recordemos con confianza las palabras de Nuestro Señor a Pedro: Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos (Lc 22,32).

16 de julio de 2025

Beata María Virgen del Monte Carmelo

https://exsurgedomine.it/250718-solve-eng/

 

LA DEMOLICIÓN DEL PAPADO POR ETAPAS

 

La demolición del Papado por etapas

 


 

Por P. FLAVIO MATEOS

 

Capítulo de nuestro libro “FATIMA Y EL MILAGRO DEL SOL. LA GUERRA DEL ANTICRISTO CONTRA EL PAPADO”, Ediciones Reacción, 2024. Lo actualizamos.

 

Puede verse una lógica en las acciones y actitudes de los revolucionarios que tomaron la Iglesia en el Vaticano II (“la Revolución de octubre pacífica en la Iglesia”, como lo llamó el dominico Congar). La intrusión de la democracia (influencia sobre todo del americanismo, pero llevada a cabo con particular habilidad por los neo-teólogos subjetivistas alemanes) ha debido desacralizar paulatinamente el Papado, mientras iban democratizando cada vez más la Iglesia, que de conciliar está pasando a ser ahora sinodal. En una palabra: protestante.

Podemos establecer algunos de esos hitos en este camino de deformación del Papado:

 

1.- Colegialidad y bicefalismo en la Iglesia, en la constitución dogmática Lumen Gentium (1964). [1]

2.- Pablo VI visita la sede de las Naciones Unidas (ONU). Se presenta como un hombre igual a los demás, que ha de ponerse al servicio de las Naciones (cuando las Naciones deben estar al servicio de la Iglesia). Hace una “ratificación moral y solemne de esta augusta Organización” (nacida de la Revolución anticristiana y merced al triunfo masónico-liberal-comunista tras la Segunda Guerra Mundial), y afirma que “Los pueblos se vuelven a las Naciones Unidas como hacia la última esperanza de concordia y paz” (¡!) (1965).

3.- Pablo VI entrega su anillo, símbolo de la autoridad papal suprema, al herético, cismático y falso arzobispo de Canterbury, en la basílica de San Pablo extramuros (1966).

4.-Declaración de Pablo VI: “el Papa es el más grave obstáculo en el camino hacia el ecumenismo” (1967).

5.- Deposición de la tiara por Pablo VI (1969). La Iglesia adopta la democracia, el Papa deja de ser un monarca.

6.- Actitudes populistas, adopción de sombreros, gorras o cascos grotescos y hasta bailes de música moderna por parte de los papas conciliares (desde el posconcilio hasta la actualidad).

7.- Reunión interreligiosa de Asís. El Papa (Juan Pablo II) es uno más entre todos los líderes de las falsas religiones. (1986)

8.- Juan Pablo II es el primer Papa en visitar una sinagoga (1986). El Papa en pie de igualdad con el Rabino de Roma, como dos amigos. Los Papas posteriores seguirán su ejemplo.

9.- Redefinición ecuménica del Papado, proyectada en la encíclica Ut unum sint de Juan Pablo II (1995).

10.- Benedicto XVI quita la tiara de su escudo papal (2005).

11.- Tras su renuncia (2013), Benedicto XVI se convierte en “papa emérito” (viejo proyecto suyo, en connubio con Karl Rahner). Permanece en Roma, donde hay ahora “dos Papas”.

12.- Francisco se dedica sistemáticamente a derruir la imagen de Papa, bajo capa de “humildad”. Hasta llegará a colocarse una nariz de payaso.

13.- Documento de estudio del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos: “El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y en las respuestas a la encíclica Ut unum sint”, tendiente a establecer una “Iglesia sinodal”, donde el Papa pasaría a ser no ya un primus inter pares con los obispos católicos, sino también con los de otras denominaciones o sectas cristianas. Así lo explicita el cardenal Koch (modernista y, desde luego, “sinodal”): “el primado debe ejercerse de manera sinodal […] poniéndonos a la escucha de las diferentes tradiciones cristianas con respecto a la sinodalidad y al primado, como contribución al proceso sinodal”.

14.-Francisco, hacia el penoso final de su pontificado, aparece públicamente sin la sotana blanca, con un grotesco pijama.

15.-León XIV, promotor de la iglesia “sinodal” o “democrática, afirma indirectamente en un discurso a una “Peregrinación ecuménica ortodoxa-católica de los Estados Unidos” que Roma (es decir, el Papa) no tiene la primacía respecto de las otras denominaciones cristianas. El Papa ya no es “un obstáculo en el camino al ecumenismo”. La doctrina católica es arrojada al cesto de la basura.

 

Última reflexión: aunque los modernistas, herejes y masones hagan todos los esfuerzos que su perversa sinuosidad les aconseje, aunque conjuren y arbitren asambleas y nuevos documentos, todo va a un final fracaso: el Papado seguirá en pie puesto que la palabra de Dios no pasa: “Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella” (Mt. XVI, 18).

 

[1] “¿Cómo introduce esta constitución la bicefalia en la Iglesia? Tras recordar que el Papa «tiene la potestad plena, suprema y universal sobre la Iglesia [...]», LG añade inmediatamente que «el orden de los obispos [...] constituye también el sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia» (§ 22). Mientras que hasta entonces la Iglesia había sido una monarquía con un único poder supremo, el del Papa, LG afirma de repente un doble poder supremo, una Iglesia bicéfala. Junto al Papa, el colegio episcopal (incluido el Papa) también está sometido al poder supremo. Este cambio de doctrina fue tan considerable que el Papa Pablo VI consideró que debía intervenir y redactar una «nota explicativa prævia» (nota explicativa preliminar) que debía adjuntarse a la Constitución, en la que matizaba este cambio: «Para no poner en tela de juicio la plenitud del poder del Romano Pontífice, [...] el colegio está siempre y necesariamente de acuerdo con su cabeza, que en el colegio conserva íntegramente su oficio de vicario de Cristo y pastor de la Iglesia universal». Esta nota impide, pues, que el colegio ejerza por sí solo el poder supremo en la Iglesia, lo que constituye una herejía condenada, pero no suprime la «bicefalia». El nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 ratificó esta doctrina de la doble potestad suprema en el canon 336: «El colegio episcopal, cuya cabeza es el sumo pontífice y del que forman parte los obispos [...] está también, en unión con su cabeza y nunca sin ella, sometido a la suprema autoridad de la Iglesia”. (Petit catéchisme du concile Vatican II, Le Sel de la terre No 93, ÉTÉ 2015).

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...