Quizás Dios se haya querido llevar a Monseñor
Williamson antes de que pudiese ser testigo del colapso general que parece
advenirse. En todo caso él advertía muy bien que los signos, humanamente
hablando, son apabullantes. La Iglesia conciliar se hunde y pretende llevarse
consigo, como el Titanic, a la Tradición católica en bloque, comenzando por la
infiel FSSPX, arrastrando detrás todo lo que resiste a ese estado de caos,
confusión y apostasía. Todas las cabezas parecen haberse salido de su sitio.
La Inglaterra parece ubicarse -¡cuándo no!- a la
vanguardia del desquicio. La Ministra de Hacienda del Reino Unido, Rachel
Reeves, ha colocado en su despacho una fotografía de Ellen Wilkinson, miembro
fundador del Partido Comunista Británico, y anuncia nuevos impuestos previstos
por el Gobierno laborista (socialista) británico, que podrían privar a las
catedrales más famosas del Reino Unido de recursos para su mantenimiento y
provocar el cierre de 1.000 edificios históricos. Reino Unido además ha
completado un ensayo sobre la huella de carbono en el que asignaron 40kg
de CO2 por persona. Por otro lado, el «arma milagrosa» rusa Oreshnik
se desplegará en Bielorrusia de un día para otro, informa el Daily Express.
Desde el territorio bielorruso, el misil podrá volar a Londres en menos de
nueve minutos. Incluso sin carga nuclear, el «Oreshnik» es capaz de «vaporizar
objetivos», y es imposible interceptar un misil hipersónico. Sin embargo, en clara señal de provocación, Gran Bretaña acaba de sellar una alianza con Ucrania, para
continuar la guerra contra Rusia.
Definitivamente, Inglaterra no merece un obispo como
Williamson. Nunca escuchado, a pesar de sus constantes advertencias, siempre fue
marginalizado (“oh, el cura nazi”), empujado hacia el ostracismo. Va de suyo
que con decir esto no pretendemos hacer del obispo que con tanto vigor defendió
la fe católica y, en lo personal, tan deferente fue con nosotros en tantos
encuentros que hemos tenido, una figura monolítica, incontrovertible, puesto
que tuvo grandes aciertos pero también grandes errores. No nos parece, por eso
mismo, acorde con la realidad ensayar la lisonja desorbitada, la desbordante
zalamería, y menos la manipulación mediática. No faltará, por supuesto, quien
caiga en eso.
Mons. Williamson vio nacer la resistencia contra la
debacle traidora de los liberales que coparon la congregación fundada por Mons.
Lefebvre, y tuvo el mérito de convertirse en su autoridad moral, pero no el de
organizarla y estructurarla. Esto es un hecho, y que trae y traerá
consecuencias negativas. Mas, se comprende en gran medida –aunque no se
justifique- en el hecho de que Mons. Williamson fue, por sobre todas las cosas,
un profesor y un intelectual destacadísimo, y no un estratega. En muchos casos,
y es historia, se observa una distancia considerable entre la lección doctrinal
brillante, y la operación en el terreno del combate. El papa León XIII es un
ejemplo muy conocido de tal contraste.
Esta faceta de Mons. Williamson de gran profesor
parece, por otra parte, no destacarse lo suficiente, pero sus clases y
conferencias, particularmente diseccionando hasta el mínimo detalle el
liberalismo y el modernismo conciliares, a partir de las enseñanzas de las
encíclicas papales, que como pocos y siguiendo a Mons. Lefebvre, supo asimilar,
han esclarecido a muchísimos clérigos y laicos. Particularmente su exposición
sobre “Pascendi” resulta insuperable.
Otra característica williamsoniana ha sido la de no
titubear a la hora de decir cosas que pudieren resultar políticamente incorrectas.
Pero es sobre todo el defender sus convicciones sin hesitaciones lo que ha
molestado a los mediocres que lo único que desean es seguir la “línea del
partido”, sin importar qué torcida ésta pudiere estar. Por esto se entiende la
hipócrita declaración de la Casa general de la Neo FSSPX a la muerte del obispo:
“Con
gran pesar recibimos la noticia del fallecimiento de Monseñor Richard
Williamson”, afirman quienes no tuvieron “pesar” al expulsarlo injustamente
tras cuarenta años de notable servicio a la congregación, por denunciar la
deriva liberal que incluso otros dos obispos de la Fraternidad reconocieron en
la famosa carta de los tres obispos al Superior general, que en su momento, al
hacerse pública, evitó la trampa mortal de la prelatura personal que estaba a
punto de cerrarse sobre la obra de Mons. Lefebvre. Y así ahora Menzingen afirma
con un gris laconismo: “Lamentablemente, su camino y el de la Fraternidad se
separaron hace muchos años”, una frase que podría decirse respecto de la actual
Fraternidad y Monseñor Marcel Lefebvre.
En honor
a la brevedad, la Neo Fraternidad se deshizo del obispo que no podía ser
“kosher” para el acuerdo con Roma y le abrió sus puertas al obispo Vitus Huonder,
que como Presidente delegado de la Conferencia Episcopal Suiza para la “Comisión de Discusión Judeo-Católica Romana”
se ocupó de establecer el Dies
Judaicus [Día del
Judaísmo], celebrado primero en Suiza el año 2011, y que luego se ha ido
extendiendo a otras naciones. Fue este mismo obispo enviado por Francisco para
reconciliar a la Neo Fraternidad kosher, el que dijo con asepsia farisaica: “El Papa contempla a muchas personas de la
Fraternidad que quieren vivir su fe. No se les puede culpar a todos por la
persona Williamson. Eso sería culparlos colectivamente”. Muy lejos del breve y despreciable
comunicado emitido en la muerte de Mons. Williamson, la Neo FSSPX, a la muerte
del obispo Huonder, publicó un lujoso libro (en venta, desde luego)
conmemorando su figura: 128 páginas en papel estucado, incluyendo 153
fotografías. Así pues, fue celebrado como si hubiese sido el fundador mismo de
la congregación. La Roma modernista de Francisco, desde luego, tomó debida nota
de que los neo lefebvristas, deseosos de mostrarse amigables y simpáticos,
cumplen sus deberes. Ahora es tiempo de que les otorguen los obispos que andan urgentemente
necesitando.
Las reacciones desdeñosas
contra Mons. Williamson no se acaban allí, por supuesto. Un bloguero español, conocido
como Pacopepe de la Cigoña, tilda de “cismático” al
fallecido gran obispo, y apenas le dedica estas líneas –menos que la Neo
Fraternidad-, diciendo con displicencia: “Vivo
o muerto eclesialmente no tiene la menor importancia. Solo es una noticia
curiosa” (en Infovaticana). Luego de leer semejante imbecilidad, falsedad y
menosprecio, nos enteramos que el que tal dice “es el comentarista de
asuntos eclesiales más leído de España. Su blog, La Cigüeña de la Torre,
es el número uno de nuestro país en lo que a información eclesial se refiere y
uno de los más leídos de Hispanoamérica. Es también el protagonista del
libro Conversaciones con Paco Pepe, que actualmente se encuentra entre
los 100 libros más vendidos de Amazon” (sic). ¿Puede sorprendernos, pues,
el estado calamitoso de la Iglesia, y particularmente en España, cuando a la muerte
de uno de los grandes defensores de la Tradición católica, el “comentarista de
asuntos eclesiales más leído de España” incurre en tal exabrupto, muy propio de
cualquier modernista o progresista encuadrado (nunca mejor dicho) con la
demolición operada desde el Vaticano? Y eso a pesar de que alguien dice de este
“Pacopepe” que la suya es "toda una vida quijotesca dedicada a desfacer entuertos
inadmisibles generados incluso en las más altas instancias de la Jerarquía".
"En el fondo, soy una
hermanita de la caridad", dice el “Pacopepe”: pero acaba de
demostrar que ni es hermanita ni tiene caridad. Para terminar, dice este
personaje –no ofendamos a Cervantes llamándolo quijotesco- diciendo que se negó
a ver “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson y que se negará siempre: "Me negué a verla en su día y me negaré
siempre" (sic). Y lejos de explicar por qué se niega a ver la película
más católica de la historia, se nos invita a comprar su libro donde daría la
respuesta. Creemos que el lector podrá sacar sus propias conclusiones, sin
necesidad de leer el libro de este señor.
En el
ángulo opuesto, unas sentidas palabras dio a conocer Mons. Viganò: “Un querido Amigo, un venerable hermano en el
episcopado, un compañero de batallas ha concluido su peregrinación terrenal y
ha pasado a la eternidad”, así comienza su texto. Si bien no todo lo que
dice es exacto, en relación a la “construcción” de la resistencia (tema harto
complejo de dilucidar fuera de sus líneas y trincheras), destacamos
especialmente las siguientes palabras, que tanto honran a Mons. Williamson: “Fue un
ferviente devoto de la Santísima Virgen y especialmente de Nuestra Señora de
Fátima. Su convicción de la victoria del Inmaculado Corazón, según las promesas
de Nuestra Señora, fue el faro de su vida interior y de su acción, y el rezo
fiel del Santo Rosario fue su arma invencible”.
Mucho
deberían agradecer a Mons. Williamson, asimismo, los fieles
“tradi-conservadores”, si de defender la verdad se trata. Pero, lamentablemente
en general ha primado un silencio previsible, como más previsible lo es el de
los caracterizados fariseos (en general de la sedevacancia) que nunca han
escondido su profunda y arraigada aversión por el obispo de Kent.
Concluyamos
estas líneas con unas palabras que creemos muy atendibles de Mons. Viganò,
hacia el final de su elogio fúnebre:
“Esta asimilación del Sacrificio no puede
limitarse a ser meramente ritual. Toda alma sacerdotal —se lo digo a ustedes,
queridos hermanos clérigos— debe hacerse también víctima mística, según el
modelo de la Víctima pura, santa e inmaculada, para realizar plenamente en su
propia carne lo que falta a los
padecimientos de Cristo, para el bien de su cuerpo, que es la Iglesia (Col
1, 24). Esto es lo que ha hecho monseñor Williamson, que aceptó sufrir la
persecución y el exilio por amor a Cristo y para no renegar de los solemnes
compromisos asumidos en la plenitud del sacerdocio.
En el Paraíso, reunidos en adoración al Cordero
y a la Santísima Trinidad en la eterna Liturgia celestial, todos los Santos de
todos los tiempos están unidos por el amor al Sacrificio perfecto. Recemos para
que monseñor Williamson sea bienvenido entre las huestes celestiales, y que
desde allí nos vea repetir los gestos sagrados y las palabras santas que tuvo
en sus labios hasta pocos días antes de dejarnos”.
P. Flavio Mateos, SAJM
P.S.: Puede
ser útil dar un repaso por algunos destacados Comentarios Eleison, para reflexionar un poco sobre los temas
candentes de la vida eclesial y el mundo moderno:
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2021/10/comentarios-eleison-la-sabiduria-de.html#more
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2021/08/comentarios-eleison-gran-reseteo.html
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2021/07/mons-williamson-sobre-francisco-y-el.html
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2017/12/comentarios-eleison-liberalismo-religion.html#more
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2017/06/comentarios-eleison-fatima-es-crucial-i.html#more
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2017/06/comentarios-eleison-fatima-es-crucial-ii.html#more
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2016/09/comentarios-eleison-contra-el-nom.html
http://syllabus-errorum.blogspot.com/2016/06/comentarios-eleison-la-argucia-del-anti.html
https://castigatridendomoreselrustico.blogspot.com/2016/09/lindo-queso.html