Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

sábado, 15 de febrero de 2025

¿FUERA DE QUÉ IGLESIA?

 


por JEAN MADIRAN

 

Como reacción a la alocución papal del 24 de mayo de 1976, Jean Madiran escribió el siguiente artículo que apareció por primera vez en el Supplément-Voltigeur de Itinéraires del 15 de junio de 1976. La siguiente traducción fue realizada por el Padre Urban Synder y apareció en The Remnant del 21 de julio de 1976.

«En su alocución al Consistorio del 24 de mayo de 1976, donde menciona varias veces por su nombre al arzobispo Lefebvre, Pablo VI parece cortarle el rollo y sin embargo no lo hace. Acusa al arzobispo de «ponerse fuera de la Iglesia». ¿Pero qué Iglesia? Hay dos. Y Pablo VI no ha renunciado a ser el Papa de estas dos Iglesias simultáneamente. En tales condiciones, 'fuera de la Iglesia' es equívoco y no corta nada.

Que ahora haya dos Iglesias, con un mismo Pablo VI a la cabeza de ambas, no lo decimos nosotros, no nos lo inventamos, sino que simplemente constatamos cómo son las cosas.

Muchos episcopados, que se declaran en comunión con el Papa, y a los que el Papa no rechaza de su comunión, están objetivamente fuera de la comunión católica.

El episcopado de Holanda, en un documento oficial, ha puesto explícitamente en duda la concepción virginal de Nuestro Señor, pero no han sido emplazados por el Papa a retractarse o a dimitir. Al contrario, han difundido por todo el mundo su «catecismo holandés», que no contiene lo que es necesario saber para la salvación, y que inspira todos los nuevos catecismos.

El episcopado francés, desde 1969, somete a los fieles, 'como recuerdo de la fe', a la falsa enseñanza de que en la misa 'se trata simplemente de un memorial'. Ninguna de nuestras protestas o súplicas ha conseguido hacerles desmentir o siquiera explicar esto. Es en nombre del Concilio, del Papa y de los obispos en comunión con él que ahora, desde hace diez años o más, y sin ningún desmentido eficaz, se nos imponen todos los discursos y, decisiones que instalan la apostasía inmanente, la autodemolición permanente, la capitulación ante el mundo, el culto al hombre, la apertura al comunismo. No se trata aquí de un puñado de disidentes marginales, como insinúa el Papa en su alocución. Se trata de la mayor parte de los actuales titulares de la sucesión apostólica. ¿Titulares legítimos? Sí, pero prevaricadores, desertores, impostores. Pablo VI permanece a su frente sin desautorizarlos ni corregirlos. Los mantiene en su comunión, preside también su Iglesia.

El arzobispo Lefebvre no se encuentra en su situación actual por culpa suya. No ha innovado nada, no ha inventado nada, no ha revocado nada; simplemente ha conservado y transmitido el depósito que recibió. Ha mantenido las promesas de su bautismo, la doctrina de su catecismo, la misa de su ordenación, los dogmas definidos por Papas y Concilios, la teología y la eclesiología tradicional de la Iglesia de Roma. Sólo por su existencia, por su propio ser, y sin haberlo querido, es así testigo de una crisis que no es obra suya, sino de un Papa incierto a la cabeza de dos Iglesias al mismo tiempo.

El cardenal Suenens declaró en 1969: «Podríamos elaborar una lista impresionante de tesis, enseñadas ayer y anteayer en Roma como verdades únicas (seules valables), y que fueron eliminadas por los Padres conciliares». ¡Una formidable revolución doctrinal! El cardenal Suenens se alegra de ello. La mayor parte de los actuales titulares de la sucesión apostólica piensan y hablan sobre este punto como el cardenal Suenens. Ni él ni ellos son desautorizados. Pablo VI permanece a su cabeza y los mantiene en su comunión; una comunión en la que profesan que la Iglesia, ayer y antes de ayer, se equivocó. Pero en todos estos puntos en los que enseñan que la Iglesia se equivocó, ¿quién o qué puede garantizarnos que no son ellos mismos los que, hoy, se equivocan y nos engañan?

No sirve de nada asegurar que el Concilio está mal interpretado y el Papa mal entendido. Si el Concilio ha sido constantemente interpretado como lo ha sido, es con el consentimiento activo o pasivo de los obispos en comunión con el Papa. Así se establece una Iglesia conciliar, distinta de la Iglesia católica. Y ningún obispo, por escandalosos que sean sus excesos postconciliares, ha recibido de Pablo VI las severas reprimendas públicas que ha reservado sólo para el arzobispo Lefebvre, y por la única razón de que el arzobispo permanece inconmoviblemente fiel a la religión católica tal como era hasta 1958.

Si la religión católica, tal como era en 1958 a la muerte de Pío XII, contenía algunas cosas facultativas, variables, que (supongamos) se han vuelto anacrónicas en 1976, permanecer apegado a ellas no constituye, de todos modos, un delito. El anacronismo no es necesariamente en sí mismo algo que te pone «fuera de la Iglesia». Si vamos a hablar de anacronismos puros, simples e ilimitados, están en los nuevos catecismos de los que se han extirpado las cosas necesarias para la salvación; están en las misas vernáculas, acompañadas de cantos marxistas y danzas eróticas; están en la falsificación de las Escrituras impuesta por el episcopado, como cuando una lectura litúrgica (francesa) proclama que «para vivir santamente es necesario casarse»; están en todas las demás cosas infames de este tipo de las que, durante los últimos diez años, ninguna ha sido retractada por los culpables, o condenada por una autoridad superior. Hay realmente crímenes en la Iglesia, los que acabamos de mencionar, pero se consideran menos criminales que preservar la religión católica tal como era en 1958 a la muerte de Pío XII.

Todo esto presupone una nueva religión, otra comunidad eclesial, que sin embargo está instalada en los puestos de mando de la administración de la Iglesia, y se jacta de la comunión con el Papa Pablo, teniendo al mismo tiempo, por decirlo suavemente, el consentimiento del Papa Pablo.

¿El arzobispo Lefebvre «fuera de la Iglesia»? Fuera de la que se acaba de mencionar, ciertamente. Pero sobrepasa la creencia que una persona 'se ponga fuera' de la Iglesia católica, sin moverse, o simplemente permaneciendo en la religión católica tal como era a la muerte de Pío XII en 1958.

Hay dos Iglesias bajo Pablo VI. No ver que hay dos, o no ver que son extrañas la una a la otra, o no ver que Pablo VI hasta ahora preside ambas, participa de la ceguera y en algunos casos quizás de una ceguera invencible. Pero cuando se ha visto una vez, no decirlo sería añadir complicidad por silencio a una enorme monstruosidad.

Gustave Corcao en la revista Itineraires del mes de noviembre de 1975, y luego el padre Bruckberger en L' Aurore del 18 de marzo de 1976, comentaron en prensa:

Cito:

La crisis religiosa no es como la del siglo XIV, cuando se tenían, para una sola Iglesia, dos o tres Papas simultáneamente; hoy, más bien, se trata de un solo Papa para dos Iglesias, la católica y la postconciliar.

Pero pertenecer simultáneamente a dos Iglesias tan contrarias es imposible. Es imposible incluso para un Papa, por la propia definición de su cargo. Si Pablo VI no se desmarca, va a haber como resultado un inevitable estallido (choc en retour)».

 

https://thecatacombs.org/showthread.php?tid=6805

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