Neutralización
del tercer secreto de Fátima
Parte
2 (final)
por Frère Louis-Marie O.P.
Le Sel de la terre N° 53 ÉTÉ 2005
Integralidad
Segunda
pregunta: ¿tenemos ahora, uniendo el texto revelado el 26 de junio de 2000 a lo que Sor Lucía había revelado en 1941, todo el secreto revelado el 13 de julio de 1917 por
Nuestra Señora?
Oficialmente, y a primera
vista, la respuesta es: sí.
Sin
embargo, se han planteado tres hipótesis para defender la idea de que queda algo
por desvelar, y merecen ser presentadas
brevemente aquí:
1)
La hipótesis de un texto amputado
(el texto revelado
el 26 de junio de 2000
sería auténtico, pero habría sido amputado por el Vaticano de algunos pasajes
embarazosos);
2)
La hipótesis de un tercer secreto
en dos partes (se dice que el texto publicado el 26 de junio de 2000 es
auténtico y completo; pero existe otro texto,
escrito por separado,
que lo completa y que aún no ha sido
revelado);
3)
La hipótesis de un segundo
secreto incompleto (el tercer secreto estaría
ahora completamente revelado, pero el segundo no; la incisión "En
Portugal se conservará siempre el dogma de la fe" no sería el comienzo del tercer secreto
de Fátima, sino el comienzo
de una parte del segundo
secreto aún desconocida).
Veamos brevemente estos tres supuestos
¿Un texto
truncado?
La
hipótesis de que el texto revelado el 26 de junio de 2000 fue amputado de ciertos pasajes es, por así decirlo, la
hija natural del trabajo de la C.R.C. Dado que el secreto revelado
no correspondía a lo que se suponía
que debía ser, se vislumbró una solución en la existencia de
pasajes censurados por el Vaticano. Esta
hipótesis vale, pues, lo que valían los argumentos de la C.R.C., que ya hemos examinado. Su única ventaja teórica
sería vincular el tercer secreto a la frasecita
"En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe", y así
explicarlo. Pero en la práctica, y considerando el texto que nos ha sido entregado, es difícil ver cómo esto es posible,
ya que la primera frase enlaza directamente las dos partes anteriormente reveladas con la
visión[1], sin dejar espacio para
posibles palabras de Nuestra Señora.
Es difícil ver dónde encajarían los pasajes omitidos. Además, se sabe por diversos
relatos que el tercer secreto debe ser relativamente corto,
y los añadidos lo harían necesariamente aún más largo.
En resumen,
esta hipótesis, que no se basa en ninguna prueba
ni indicio positivo, plantea más dificultades de las que resuelve.
¿Un tercer
secreto en dos partes?
La
hipótesis de un tercer secreto en dos fragmentos, que habrían sido escritos separadamente por Sor Lucía
y transmitidos por separado a la Santa
Sede fue propuesta por Andrew M. Cesanek. Ya ha sido presentada anteriormente
en Sel de la Terre[2].
Se basaba en una ambigüedad en la traducción inglesa
de una carta de Sor Lucía, así como en las discrepancias entre ciertas fuentes en cuanto a la fecha del traslado del secreto a Roma, la fecha de su lectura por Juan Pablo
II, etc. (discrepancias que, en realidad,
se explican mejor por los errores o imprecisiones de ciertos autores que por la hipótesis gratuita
de dos redacciones diferentes;
las diferencias de detalle son casi inevitables, incluso entre testigos
de perfecta buena
fe [3]).
El único testimonio que se puede aducir en favor de esta tesis es la confidencia de un jesuita,
el padre Schweigl,
profesor de la Universidad Gregoriana y del Russicum. Encargado por
Pío XII de interrogar a Sor Lucía sobre
la consagración de Rusia en 1952, el jesuita austriaco confió, a su regreso, a uno
de sus parientes (cuyo nombre
no se da):
“No puedo revelar nada de lo que conocí
en Fátima sobre el tercer secreto, pero puedo decir que tiene dos partes: una se refiere
al Papa; la otra, lógicamente -aunque no debo decir nada-, debería ser la continuación de las
palabras: "En Portugal
se conservará siempre el dogma de la fe".[4]
Se
trata de un testimonio interesante, aunque indirecto (el padre Schweigl ha fallecido y no se sabe hasta qué punto
el amigo anónimo que transcribió sus palabras pudo garantizar su exactitud literal).
Pero es difícil encontrar un argumento
sólido a favor de la tesis de Cesanek. La expresión "dos partes" no significa "dos textos escritos por separado".
De hecho, se puede constatar que el texto
revelado por el Vaticano sí contiene dos visiones diferentes y, por tanto, dos partes. Y que la segunda de estas
partes concierne efectivamente al Papa. En cuanto a la primera parte, el padre Schweigl se limita a decir que "lógicamente debería ser" la continuación de la frase sobre
Portugal. Se trata, pues, de una suposición, no de un testimonio real
sobre el contenido del secreto. En resumen,
nada permite dudar seriamente de la integridad de lo que tenemos.
Uno
se pregunta además por qué Sor Lucía habría dividido el tercer secreto en dos documentos, escritos con pocos días de diferencia y guardados por separado.
A falta de pruebas
positivas a favor de esta tesis, debe considerarse inverosímil.
¿Un segundo
secreto inconcluso?
Tercera opinión: el "eslabón perdido" no se encuentra en el tercer secreto, sino en el segundo. Esta idea fue desarrollada (como hipótesis) por el abate Knittel:
Las explicaciones o comentarios de la Virgen que darían
pleno sentido al texto
del tercer secreto sobre el Santo Padre estarían contenidas en el final del segundo secreto, aún no publicado, tras la
incisión: "En Portugal se conservará siempre
el dogma de la fe, etc.". El secreto incluiría, pues, una visión inicial
(del infierno) y una visión final
(sobre el Santo Padre), con las palabras de la Virgen explicando las dos visiones. [...]
¿Dónde está, se preguntará, el final del segundo secreto
de Fátima, no transcrito
en las Memorias de Sor Lucía?
Confesaremos simplemente que no lo sabemos. De hecho, ¿se escribió alguna vez?
Y si no es así, ¿no se debe
precisamente la excepcional longevidad de la vida de Sor Lucía a que sigue siendo la única depositaria de este
terrible secreto, dispuesta en todo
momento a dar a conocer su contenido cuando la Suprema Autoridad lo solicite
expresamente?[5]
La
gran ventaja de esta hipótesis es que daría una posibilidad de desarrollo a la famosa frase sobre la fe en Portugal
(¿pero esta posibilidad de explicación habría desaparecido con Sor Lucía?).
Su debilidad es que no tiene pistas positivas (excepto,
quizás, la confidencia del padre Schweigl
citada anteriormente; pero esto puede interpretarse de otra manera).
También es difícil
de conciliar con la división del secreto dada por la propia Sor Lucía en su tercera Memoria. ("El secreto
comprende tres cosas distintas, y revelaré dos
de ellas").
Conclusión: Un texto
probablemente completo
Aunque no se puede afirmar con certeza que ahora tengamos
el secreto completo del 13 de julio de 1917, ningún indicio positivo permite asegurar
que la Santa Sede habría disimulado elementos cuando fue la revelación del 26 de junio de 2000.
Sin
estar absolutamente segura, la completitud del tercer secreto de Fátima parece incluso
probable.
Materialmente, todo habría sido entregado.
Pero
si no hubo ocultación material, hubo una ocultación formal: se hizo todo lo
posible para distorsionar el significado del mensaje de Fátima - en el mismo momento
en que fue entregado íntegramente al público. El secreto no fue amputado, sino neutralizado, vaciado de su contenido. Esto es lo que nos queda por ver.
La interpretación del tercer secreto
Tesis oficial: es Juan
Pablo II
Dos
intenciones parecen haber presidido la publicación del tercer secreto. La primera fue la de Juan Pablo II, que,
veinte años después del atentado del 13 de
mayo de 1981, consiguió por fin convencerse de que él era el obispo
vestido de blanco visto por los tres niños.
Por lo tanto, antes de morir,
tenía que contárselo al mundo.
Los
cardenales, aunque se vieron obligados a apoyar esta interpretación, mostraron
mucha menos convicción. Su intención principal
parecía ser deshacerse por fin de un expediente
engorroso (y, al mismo tiempo, cerrar la boca
a los "fundamentalistas" que se habían apoderado de él). Fátima se
refiere al siglo XX, por lo que
Fátima está desfasada, ya que estamos entrando en el siglo XXI. Este es el mensaje contenido en las primeras palabras
de Mons. Bertone, con las que abre la introducción al documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
En la transición del segundo al
tercer milenio, el Papa Juan Pablo II decidió
hacer público el texto de la tercera parte del "Secreto de Fátima".
Lo dijo el
Cardenal Sodano el 13 de mayo
de 2000 en Fátima:
Las situaciones a las que se
refiere la tercera parte del secreto de Fátima
parecen pertenecer ahora al pasado.
Pero había que probarlo.
Y cualquiera que compare metódicamente los hechos del 13 de mayo de 1981
con los descritos en la visión tendrá que admitir que la dificultad no es pequeña.
La visión
nos presenta a un Papa:
–
extenuado por la fatiga y el
agotamiento ("medio temblando"), mientras que Juan Pablo
II estaba en aquel momento casi atléticamente fuerte;
–
caminando con dificultad ("con paso vacilante"), mientras
que él era transportado, sin ningún esfuerzo, por el "papamóvil";
–
atravesando una ciudad en ruinas, subiendo
después una montaña
"escarpada", mientras él permanecía en la grandiosa
(y llana) plaza de San Pedro;
–
rodeado de cadáveres, mientras él era aclamado por una multitud
de cuarenta mil
peregrinos;
–
afligido por el dolor
y la pena, mientras él repartía sonrisas;
–
postrado de rodillas al pie de una gran cruz, mientras,
de pie, él acababa de devolver a su padre una niña
a la que había cogido en brazos;
–
objetivo de un grupo de soldados,
mientras que él era el objetivo de un único
sicario (civil);
–
alcanzado por varios disparos
y
flechas, mientras que nada se
corresponde con ese detalle (¡tan inesperado que debe
representar algo!);
–
realmente asesinado por esos
disparos, mientras que Juan Pablo II no morirá sino 24 años después, en su cama;
–
acompañado en la muerte por
obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y
cristianos de toda condición, mientras que en la plaza de San Pedro no murió
nadie el 13 de mayo de 1981...
El cardenal
Sodano, que tiene que hacer coincidir los dos hechos,
obviamente no tiene una tarea fácil. En general, como señalan algunos
periódicos italianos, el asesinato del arzobispo de San Salvador, Óscar
Romero, el 24 de marzo de 1980, se
ajustaría mejor a la descripción: ¡también él vestía sotana blanca y tenía la ventaja sobre Juan Pablo II de haber
sido asesinado realmente y, además,
en una región montañosa (aunque el resto de la historia tampoco encaje)!
Para
salir airoso de este desafío, el cardenal Sodano evita cuidadosamente revelar el texto del secreto desde el
principio. En primer lugar, tuvo que meter en
la cabeza de la gente la idea de que se trataba de Juan Pablo II. El primer anuncio,
realizado el 13 de mayo de 2000 (aniversario del atentado), es sorprendentemente impreciso en cuanto al contenido real del secreto:
Con ocasión del solemne
acontecimiento de su visita a Fátima, el Pontífice me ha pedido que haga un anuncio. Como sabéis, el motivo de su visita
a Fátima es la beatificación de los dos pastorcitos. Pero también quiere dar a esta peregrinación el sentido de un renovado
gesto de gratitud a la Virgen por la protección que le ha dispensado durante
sus años de pontificado. Una protección
que parece referirse también a la llamada "tercera parte" del secreto de Fátima.
Este texto constituye una visión
profética comparable a las de la Sagrada Escritura
[...]. La visión de Fátima se refiere sobre todo a la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y contra los cristianos. Describe
el inmenso sufrimiento del pueblo de la fe en el último siglo del segundo milenio. Es
un vía crucis sin fin, guiado
por los papas
del siglo XX.
Según la interpretación de los
pastorcitos, confirmada recientemente por Sor
Lucía, el "obispo vestido de blanco" que reza por todos los fieles
es el Papa. También él,
caminando penosamente hacia la cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos, sacerdotes,
religiosos y religiosas y muchos
laicos), cae al suelo como muerto,
bajo los disparos de un arma
de fuego.
Tras el atentado del 13 de mayo de
1981, quedó claro para Su Santidad que había habido "una mano materna para guiar la trayectoria de la bala", permitiendo al "Papa moribundo" detenerse "en el
umbral de la muerte"[6]. Con ocasión de una visita a Roma del entonces
Obispo de Leiria-Fátima, el Papa decidió
entregarle la bala, que había permanecido en el jeep tras el
atentado, para que fuera conservada en el santuario. Por iniciativa del Obispo, fue colocada en la corona de la estatua de Nuestra Señora de Fátima.
Este
anuncio es una pequeña obra maestra. A todos los oyentes (que aún no conocen el texto del secreto, y no lo tendrán hasta cuarenta
días después), se les imponen
ya dos ideas esenciales:
—
la visión se refiere
generalmente a los sufrimientos de los mártires
del siglo XX (considerados en su conjunto), y en particular el
atentado contra Juan Pablo
II del 13 de mayo de 1981.
—
Sor Lucía confirma esta interpretación.
Ahora
bien, en realidad, -y esto es muy notable- el cardenal Sodano nunca afirma formalmente
que la visión de Fátima se refiera efectivamente al atentado del 13 de mayo. Se limita a unir las dos
imágenes (como en un montaje audiovisual),
sabiendo perfectamente que eso es lo que entenderá el público. Releamos
su texto: comienza diciendo que la
protección ejercida por la Virgen sobre Juan
Pablo II "parece referirse
también a lo que se llama 'la tercera parte' del secreto de Fátima...".
Un
enfoque tímido. A continuación habla de la visión e identifica a las personas ejecutadas en ella como "los
testigos de la fe del último siglo del segundo
milenio". Comenta: "Es un Vía Crucis sin fin, guiado por los papas
del siglo XX". Pero no sólo a
Juan Pablo II, sino a todos los papas del segundo milenio. El cardenal
continúa diciendo:
Según la interpretación de los
pastorcitos, confirmada recientemente por Sor
Lucía, el "obispo vestido de blanco" que reza por todos los
fieles es el Papa. También él,
caminando penosamente hacia la cruz entre los cadáveres de los mártires (obispos, sacerdotes, religiosos,
religiosas y muchos laicos), cae al suelo como muerto, bajo los disparos de un arma de
fuego.
El
oyente, a quien se le viene de hablar del atentado del 13 de mayo, escucha casi necesariamente este pasaje de Juan
Pablo II. Es él quien "cae al suelo como
muerto, bajo los golpes de una pistola"; y Sor Lucía confirma esta interpretación.
- En realidad, sin embargo, el cardenal, que es una mosca fina, se cuida de no afirmar esta identificación:
se limita a sugerirla hábilmente. (Del mismo modo, el texto no afirma que Sor Lucía reconociera
a Juan Pablo II en el "obispo de blanco"; sólo reconoció "al papa", sin ninguna precisión; pero
también en este caso el texto está hábilmente construido para sugerir
mucho más de lo
que dice).
Para que la ilusión sea completa,
sólo queda volver, en el párrafo siguiente,
al atentado del 13 de mayo y a la protección mariana que Juan Pablo II
dice haber experimentado. Si, después
de eso, el oyente no ha puesto el rostro de Juan
Pablo II en el Papa que "cae al suelo como muerto, bajo los golpes de un arma", ¡es para desesperarse! Y sin embargo,
una vez más, el cardenal
no apoya claramente esta
identificación. Sin duda, es demasiado consciente de las innumerables dificultades que surgirán una vez revelado el
texto, y que intenta evitar lo mejor que puede:
Este texto constituye una visión
profética comparable a las de las Escrituras, que no describen fotográficamente los detalles de los acontecimientos futuros,
sino que resumen y condensan en un
único fondo hechos que se distribuyen en el tiempo en una sucesión y duración indeterminadas. En consecuencia, la
clave de lectura del texto sólo puede ser simbólica.
Una
explicación contradictoria. Ciertamente, permite eliminar a voluntad todos los elementos perturbadores que el cardenal
Sodano ha apartado
cuidadosamente (la montaña escarpada, la gran ciudad semiderruida, el
grupo de soldados, las flechas,
etc.), pero en este caso, ¿por qué conservar otros, y precisamente los que pueden -en un momento dado, y separados de
los demás- evocar el atentado de
1981? El cardenal sabe bien que cualquier asimilación demasiado explícita del asesinato del "obispo vestido
de blanco" con el atentado contra Juan Pablo II tropieza con
dificultades insuperables. Por eso evita
hacer declaraciones demasiado tajantes. Con la gente acostumbrada a ver la televisión y a relacionar imágenes en
lugar de razonar lógicamente, eso pasará como una carta en el correo.
Y,
sin embargo, para su puesta en escena, el cardenal no sólo tuvo que eliminar
una serie de elementos molestos, sino incluso falsear
positivamente los
datos del mensaje:
1.
- En primer lugar, confunde los cadáveres que yacen en la ciudad semiderruida (los que el Papa encuentra
en su camino) con los mártires mencionados al final ("obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas, y muchos
laicos"); de ambos se dice que son "testigos de la fe del último siglo del segundo
milenio". Sin embargo, el texto los diferencia muy claramente: los primeros
no son mártires, sino sólo víctimas de una catástrofe (que no se especifica más, pero
que también evocan las ruinas); el Papa reza por sus almas, mientras que no se reza por los mártires.
En cambio, los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos asesinados al pie de la cruz "del mismo modo" que el Papa, y después de
él, son presentados como mártires cuya sangre
debe servir para irrigar las almas.
2. - A continuación, el cardenal
Sodano tergiversa el texto al hablar de un papa
que “cae a tierra como
muerto”, mientras que el secreto habla explícitamente de una muerte real y
efectiva.
3. - Por último, como ya hemos
indicado, es inexacto hablar de "un arma
de fuego": hay "todo un grupo de soldados que efectuaron
[en plural] varios disparos": esto implica varias armas.
Estas
tres alteraciones equivalen a una confesión: en efecto, es imposible hacer corresponder la visión del 13 de
julio de 1917 con el atentado del 13 de mayo de 1981. Fue sin duda con cierto alivio que el cardenal
Sodano, encargado de hacer
este anuncio, descargó entonces el expediente sobre la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Ratzinger: era la Congregación la que tendría
que revelar el texto real del secreto,
acompañado de un comentario.
Hay
varios indicios de que la operación fue laboriosa. En primer lugar, hubo que prorrogar el plazo de redacción del
comentario y aplazar la revelación del secreto
(anunciada el 13 de mayo) hasta el 26 de junio. Entre ambas fechas, se produjo un claro cambio de tono por parte
del cardenal Ratzinger. En mayo, seguía siendo muy asertivo
("La relación entre el atentado
y el tercer secreto es evidente, está en los hechos [7]"); el 26 de junio, lo
era mucho menos: "Vemos la
Iglesia de los mártires del siglo que termina,
representada a través de una escena
descrita en un lenguaje simbólico difícil
de descifrar" (comienzo del
comentario teológico); "Un texto así es simbólico y ofrece margen para la interpretación. No es una interpretación
histórica absoluta" (declaración a los periodistas
[8]); "No se puede decir
que cada elemento visual deba tener un significado histórico concreto" (comentario
teológico).
El
"comentario teológico" del cardenal Ratzinger parece esconderse en
varias ocasiones tras la
declaración del cardenal Sodano (citada cuatro veces) o tras Sor Lucía, que habría aprobado esta interpretación:
Como se desprende de la
documentación anterior, la interpretación dada por el Cardenal Sodano en su texto del 13 de mayo fue presentada primero
personalmente a Sor Lucía. A este respecto, Sor Lucía observó en primer
lugar que había recibido la visión, pero no su interpretación. La interpretación, dijo, no
era para la vidente, sino para la Iglesia. Sin embargo, después de leer el
texto, dijo que esta interpretación
correspondía a lo que ella había experimentado y que, por su parte, reconocía esta interpretación como correcta.
Por lo tanto, en lo que sigue, sólo podemos
intentar fundamentar en profundidad esta interpretación sobre
la base de los criterios desarrollados hasta ahora.
Todo
este intento puede resumirse en una palabra: la palabra "simbólico". Para el cardenal, todo es simbólico en
esta visión. Y un símbolo de realidades muy
generales. La ciudad semiderruida es el mundo moderno [9]; la subida a la montaña es la historia de la Iglesia en el
siglo XX; los cadáveres en el camino son
las guerras y el sufrimiento [10]; el propio Papa, el obispo vestido de blanco, representa todo el papado del
siglo XX [11].
El camino de la Iglesia se describe
así como un camino de cruz, como un camino a través de una época de violencia, destrucción y persecución. La historia de todo un siglo puede encontrarse representada en estas imágenes.
Pero
en este caso, si estas imágenes tienen un significado tan general, ¿por qué limitarse a un siglo? ¿No corresponde tal visión a toda la historia de la Iglesia? ¿Acaso las guerras,
los sufrimientos y las persecuciones no la han acompañado
desde su nacimiento? ¿Realmente los papas del siglo XX tuvieron que sufrir más que los del
XIX (Pío IX, combatido
frenéticamente por la masonería y deportado de los Estados
Pontificios), del XVIII
(Pío VI, encarcelado por la República Francesa y
muerto en cautiverio el 29 de agosto de 1799) o anteriores? ¿Y quién dice que
los papas del siglo XXI no sufrirán aún más?
Sin embargo, para el cardenal Ratzinger, es esencial ceñirse
al siglo XX. Es fácil
entender por qué cuando se leen las explicaciones que dio a los periodistas el 26 de junio de
2000:
Podemos ver realmente en esta visión
la historia de los mártires de un siglo y también,
en este sentido, las pasiones de los papas de este siglo, no sólo el atentado del 13 de mayo de 1981. Pero en
esta historia del sufrimiento de los papas, este atentado, que llevó al Santo Padre al borde de la muerte, es ciertamente
el punto culminante, particularmente identificado como el corazón de esta
visión [12].
En
otras palabras, el cardenal es perfectamente consciente de que es difícil relacionar el atentado del 13 de mayo de
1981 con la visión. Así que no se arriesga
a hacer las acrobacias que exigirían una conexión inmediata. Sortea el obstáculo
mediante un razonamiento:
—
1. la visión se refiere
al sufrimiento de los papas
en el siglo XX;
—
2. El atentado contra
Juan Pablo II marca la culminación de estas tensiones;
— 3. por lo tanto, este ataque es la culminación de la visión, que debe interpretarse en relación con ella.
Dejemos de lado la segunda proposición y consideremos únicamente la primera. Se trata,
evidentemente, de una afirmación gratuita. No hay nada - absolutamente nada- que haga del año 2000 la fecha final para la
consumación de las profecías de
Fátima, ¡después de la cual quedarían irremediablemente desfasadas! Tampoco hay ninguna garantía de que el
"clímax" del sufrimiento de los papas haya quedado atrás. Si, por tanto, no se encuentran en el transcurso del siglo XX hechos que
correspondan realmente a la profecía, es lógico concluir
que esos hechos están aún por venir, en lugar de querer descubrirlos
a toda costa en un atentado que concuerda con la visión en un pequeño detalle (los disparos), pero
diverge en todo lo demás. En efecto, todo lo demás
es diferente, desde el autor de los disparos (un grupo de soldados), hasta el resultado (la muerte), pasando
por la actitud del Papa (arrodillado al pie de una cruz), las personas
que le acompañaban (todas ellas mártires) y sus ejecutores (armados con flechas).
El argumento
del cardenal se basa enteramente en la suposición de que la profecía debe haberse cumplido
necesariamente en el siglo XX. A falta de un cumplimiento exacto y literal,
hay que recurrir a lo más parecido:
el atentado del
13 de mayo (en el que se produjeron, si no más, dos o tres disparos de fuego). Pero si se llevara al cardenal
hasta el límite de lo que permite limitar la visión al siglo XX, ¿qué podría
decir, salvo que, de hecho,
se realizó el 13 de mayo de 1981, y que, por tanto, todo está cumplido?
En resumen, el círculo es vicioso, y todo
el argumento se basa en una petición de principio.
El
cardenal no tenía elección: él debía llegar
a esta conclusión porque el Papa así
lo quería. Al igual que el cardenal Sodano, consiguió que Juan Pablo II cargara
con el peso de la identificación
del "obispo de
blanco":
En la visión, el Papa también es
asesinado camino del martirio. Cuando, tras el atentado
del 13 de mayo de 1981, el Papa
se hizo traer el texto de la tercera parte
del “secreto”, ¿no debía reconocer su propio destino? Él ha estado muy
próximo de las puertas de la muerte y él mismo explicó
de la siguiente manera cómo ha sido
salvado: "Fue la mano de una madre la que guió la trayectoria de la
bala y el Papa moribundo se detuvo en
el umbral de la muerte" (13 de mayo de 1994). El hecho de que una "mano materna" desviara aquí la bala fatal sólo demuestra una vez más que no existe un destino
inmutable, que la fe y la oración son poderes
que pueden influir en la historia y que, en última instancia, la oración es más
fuerte que las balas, la fe más poderosa
que las divisiones.
El
cardenal Ratzinger confió a algunos íntimos sus dificultades para aceptar la interpretación papal del
mensaje de Fátima. El Padre Schmidberger testifica:
Puedo decirles lo siguiente sobre
el tercer secreto de Fátima. En el año de su
publicación, con ocasión de una universidad de verano que se celebra
todos los años en Aigen, Austria,
Mons. Krenn, antiguo
obispo de St. Pölten, afirmó
públicamente que el cardenal Ratzinger
tenía dificultades para elaborar la explicación del secreto, y que estas dificultades aumentaban cuanto más profundizaba en el problema,
pero que era el Papa quien quería esta interpretación. Yo mismo estuve presente
en esta sesión y escuché
con mis propios oídos las afirmaciones del arzobispo Krenn, que no es en
absoluto un especialista en Fátima [13].
En
resumen, ni el cardenal Sodano ni el cardenal Ratzinger parecen creer firmemente en la teoría que desarrollan.
El cardenal Sodano se ve obligado a falsificar
tres veces el texto de la visión para defenderla. El cardenal Ratzinger, en cambio, parte
precisamente de lo que debe demostrar.
¿Qué
hay de Sor Lucía? ¿Confirmó realmente la interpretación papal del tercer secreto de Fátima? Esto en sí mismo
no sería imposible, pues conocemos su escrupulosa obediencia a las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, las cosas
son muy ambiguas. El Arzobispo Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se reunió con
Sor Lucía el 27 de abril de 2000 en Coimbra.
Su relato del encuentro se publica junto con el comentario teológico del cardenal Ratzinger sobre el secreto. Se presenta como sigue:
[...] Monseñor Tarcisio Bertone le entregó
entonces los dos sobres: el exterior y el que contenía la carta con la
tercera parte del "secreto" de Fátima, y ella dijo inmediatamente, tocándolo con los dedos:
"Este es mi papel", y luego leyéndolo: "Este es mi escrito".
Con la ayuda
del Obispo de Leiria-Fátima, se
lee e interpreta el texto original, que
está en portugués. Sor Lucía comparte la interpretación de que la tercera parte del "secreto" consiste en una visión profética, comparable a las de la historia sagrada.
Reafirma su convicción de que la visión de Fátima trata principalmente
de la lucha del comunismo ateo contra la Iglesia y los cristianos, y describe
el inmenso sufrimiento de las víctimas de la fe en el siglo
XX.
A la pregunta: "¿El
protagonista de la visión es el Papa?", Sor Lucía responde inmediatamente afirmativamente y recuerda
que los tres pastorcitos estaban muy tristes
por los sufrimientos del Papa, y que Jacinta
se lo repitió:
"Coitadinho
do Santo Padre, tenho muita pena dos pecadores!" ("¡Pobre Santo Padre, tiene mucha pena de
los pecadores!"). Sor Lucía continúa: "No
sabíamos el nombre del Papa, la Virgen no nos dio el nombre del Papa, no sabíamos si era Benedicto XV o Pío XII o
Pablo VI o Juan Pablo II, pero era el Papa que sufría
y eso nos hacía sufrir
también a nosotros.”
Hasta acá, nada sorprendente. La afirmación de que la visión describe “el inmenso sufrimiento de las
víctimas de la fe del siglo XX” no tiene nada de exclusivo. El hecho de que el
personaje principal de la visión sea el Papa también parece bien establecido. Sin embargo, el texto continúa:
En cuanto al pasaje relativo al
obispo vestido de blanco, es decir, al Santo
Padre -como percibieron inmediatamente los pastorcitos durante
la "visión"- que es herido de muerte y cae al suelo,
Sor Lucía coincide plenamente con la afirmación
del Papa: "Fue la mano de una madre la que guio la trayectoria de la bala y el Papa moribundo se detuvo en el
umbral de la muerte" (Juan Pablo II, Meditación
con los obispos italianos del Hospital Policlínico Gemelli).
Basta
leer atentamente este pasaje para percibir su extrañeza. En primer lugar, el autor habla de un obispo vestido
de blanco que "es herido de muerte y cae al suelo". Pero el texto del secreto
es muy diferente: no dice que el obispo
en cuestión "cae al suelo", sino muy
precisamente que “prosternado de
rodillas al pie de la gran Cruz, fue asesinado por un grupo de soldados”. Si Mons.
Bertone trata las palabras de Sor Lucía con el
mismo desinterés que el texto del secreto, ¡podemos temer lo peor!
Además, Mons. Bertone no dice, como cabría esperar: "En cuanto al obispo vestido de blanco, Sor Lucía opina que es Juan Pablo
II - o cualquier otra declaración similar.
No. Si miramos atentamente
su frase, su afirmación esencial
es ésta:
Sor Lucía coincide plenamente con
la afirmación del Papa: "Fue una mano misericordiosa
la que guió la trayectoria de la bala y el Papa moribundo se detuvo
en el umbral de la muerte.
Se
trata de una afirmación digna de consideración, pero no está relacionada en sí misma con la interpretación del
tercer secreto: es bastante concebible que la
Santísima Virgen protegiera de la muerte a Juan Pablo II sin verlo como el Papa mártir de la visión. Sin embargo, Mons.
Bertone une este hecho a la visión del 13 de julio con una aposición extremadamente
vaga:
En
cuanto al pasaje sobre
el obispo vestido de blanco [...] Sor Lucía coincide plenamente con la afirmación del Papa: "Fue la mano de una
madre la que guió la trayectoria del proyectil [...].
Mons.
Bertone establece una cierta conexión entre la visión profética del 13 de julio y el reconocimiento por
parte de Sor Lucía de la intervención de la
Virgen en el atentado del 13 de mayo de 1981, pero no nos dice con precisión de qué modo - y sobre todo en qué
sentido - esta conexión es confirmada por Sor
Lucía. Uno no puede dejar de pensar que si Sor Lucía hubiera dicho clara y formalmente: Sí, el obispo de blanco señala
a Juan Pablo II, se habría informado con la misma claridad. El hecho de que el
Arzobispo Bertone se vea obligado a recurrir a afirmaciones tan torpes (construcciones
que sugieren mucho más de lo que realmente
afirman) son en sí mismas muy reveladoras.
Continúa Mons. Bertone:
Cuando Sor Lucía, antes de entregar
al entonces Obispo de Leiria-Fátima la carta
lacrada que contenía la tercera parte del "secreto", había escrito en
el sobre exterior que sólo podría ser
abierta después de 1960, o por el Patriarca de Lisboa o por el Obispo de Leiria, Monseñor Bertone le preguntó:
"¿Por qué la fecha límite de 1960? ¿Fue Nuestra Señora quien indicó esta fecha? Sor Lucía respondió:
"No fue Nuestra Señora, sino que fui yo quien puso la fecha de 1960, porque,
según mi intuición, antes de 1960 no lo habríamos entendido, lo habríamos entendido
sólo después. Ahora podemos comprender mejor. Escribí lo que vi, la interpretación no me concierne, concierne al Papa.
[...]
Esta
última frase suena como una confesión: una admisión de la insistencia con la que se presionó a Sor Lucía para que
confirmara la interpretación oficial. Sin impugnarla
formalmente, Sor Lucía, está claro, no tiene intención de asumirla: "La interpretación no me concierne a
mí, concierne al Papa". Ni que decir tiene que esta reserva
no sería necesaria
si la interpretación oficial le pareciera evidente.
Por
último, la explicación de la fecha de 1960 es sorprendente, ya que Sor Lucía parece haber declarado lo contrario al canónigo Barthas en 1946:
Cuando me atreví a preguntar por
qué era necesario esperar hasta entonces, sólo obtuve
una respuesta [...]: Porque la Santísima Virgen así lo quiere.[14]
La
explicación de esta aparente discrepancia es probablemente la siguiente: Mons. Bertone debió preguntar a la vidente
si la Virgen le había indicado explícitamente esta fecha de 1960 en una aparición. Sor Lucía probablemente respondió, como había hecho en otras revelaciones, que:
El buen Dios no me lo manifiesta
por medio de apariciones; es por medio de un sentimiento íntimo e intenso de su
presencia en mi alma.[15]
Mons.
Bertone habrá traducido, sin excesivos escrúpulos: "No fue la Virgen,
sino que fui yo quien
puso la fecha de 1960".
Cualquiera
que sea esta hipótesis, el relato de Mons. Bertone de su conversación con Sor Lucía debe ser tomado con gran cautela. El
único punto que emerge con absoluta
certeza es una ausencia: no hay ninguna declaración explícita de Sor Lucía de que Juan Pablo II sea el Papa del
secreto. Parece legítimo concluir que
Sor Lucía no lo dijo. Sin duda admitió (fue fuertemente instada a hacerlo) un cierto vínculo entre el atentado del 13 de
mayo de 1981 y la visión del 13 de julio de 1917. Pero
este vínculo puede ser interpretado de
muy diferentes maneras. El atentado
del 13 de mayo de 1981 puede verse como una advertencia al Papado y un anuncio
del castigo que le espera si persiste
en rechazar las exigencias del Cielo. En aquella ocasión,
la Virgen habría
protegido al Papa de la muerte, pero precisamente para hacerle considerar
con más cuidado el terrible anuncio del secreto, no para suprimirlo.
De
hecho, el atentado llamó la atención de Juan Pablo II sobre las exigencias de Fátima. El Papa intentó responder, pero
sólo a medias. No consagró Rusia como el Cielo había pedido, ni promovió la devoción
reparadora de los Primeros Sábados[16]. Todo lleva a creer que
la terrible profecía del tercer secreto, lejos de estar desfasada, amenaza más que nunca nuestro siglo
XXI.
La nueva tesis
de la C.R.C.
De
cara a la tesis oficial se ubica, casi en simetría, la nueva tesis de la C.R.C.
El "obispo vestido de
blanco" no es Juan Pablo II,
sino Juan Pablo I.
A
partir de esta identificación, los hermanos de la C.R.C. encuentran una serie de indicios:
—
En primer lugar, el texto del
tercer secreto habla de un "Obispo vestido de Blanco", y Sor Lucía curiosamente ha puesto en mayúscula
la palabra "blanco" (Branco) [17].
Esta palabra puede traducirse al italiano como Albino, ¡que era el nombre de pila de Juan Pablo I!
Además, Sor Lucía escribe que fue visto "en una luz inmensa que es Dios". Ahora
bien, el apellido de Juan Pablo I, Luciani, evoca específicamente la
luz [18].
—
Lucía compara esta visión a la
luz divina con "algo parecido a la manera
en que la gente se ve en un espejo al pasar". Y los hermanos de la
C.R.C. explican que estas últimas
palabras ("al pasar") "expresan bien la brevedad de un pontificado de treinta y tres días. Él no hizo otra cosa que “pasar” [19].
—
Entre los cardenales que
conocieron a sor Lucía, sólo el cardenal Albino Luciani, Patriarca de Venecia, fue invitado a acudir al
locutorio carmelita el 11 de julio de
1977, por iniciativa de la propia sor Lucía. El Patriarca celebró la Misa y después, ante la insistencia de Sor
Lucía, habló con ella durante casi dos horas. El Cardenal quedó visiblemente conmovido por este encuentro.
—
Por último, se dice que Juan
Pablo I habría sido un papa mártir. La C.R.C. se inspira aquí en el sensacional libro de David Yallop, En el nombre de Dios, según el cual Juan Pablo I fue asesinado
por la mafia financiera del Vaticano (dirigida
por el cardenal Villot)[20]. Pero a la vez que corrige a este autor (intenta liberarse
de sus prejuicios izquierdistas), va alegremente más allá ya que
presenta como mártir a aquel
en quien David Yallop sólo vio a la víctima de un envenenamiento. Para ser mártir, hay que
morir por odio a la fe (y aceptar esta muerte).
—
Al final, los hermanos
de la C.R.C. se convencieron: Juan Pablo I
era efectivamente el Papa anunciado por el secreto.
"¡El Papa que ocupa los pensamientos de la Santísima Virgen,
desde 1917, es él! No hay duda. Sólo puede ser
él”.
Muy
curiosamente, el mismo Hermano Francisco de María de los Ángeles que invocó los diferentes elementos de la visión (soldados, flechas, etc.) para oponerse a su aplicación a Juan Pablo II (señalando con razón que no se encuentran
en el atentado del 13 de mayo de 1981), olvida este argumento en cuanto se refiere a Juan Pablo I. ¿No hay
soldados, ni flechas, ni disparos, ni compañeros
mártires? No importa. La prueba de que Juan Pablo I es el papa- mártir anunciado en Fátima es que él "es el único papa del
siglo XX que fue asesinado"
(p. 519). Aquí está implícito el famoso axioma de las autoridades romanas: la visión se refiere al pasado, a
los acontecimientos del siglo XX. La identificación
no se impone por sí misma, sino por
eliminación. Hay que elegir entre
los papas del siglo XX; y puesto que ningún otro fue asesinado, debe ser éste (que se supone que fue asesinado).
Sólo queda atribuirle a la fuerza todos los
rasgos de la visión. Así aprendemos, gracias al secreto de Fátima, que la muerte de
Juan Pablo I fue realmente un martirio:
[…] El martirio de Juan Pablo I era todavía
un secreto en la Iglesia, pero era un secreto
que nuestro Padre celestial quería que fuera revelado al mundo, y así se hizo el 26 de junio de 2000: con la
publicación del secreto de Fátima, la propia
Virgen María reeditó,
en su plenitud sobrenatural, el drama vivido por su elegido,
víctima inocente asesinada por sus hermanos. Fue representado en la visión simbólica del 13 de julio de 1917:
"Habiendo llegado a la cima de la montaña,
postrado de rodillas al pie de la gran cruz, fue asesinado por un grupo de soldados
que le dispararon varios tiros
y flechas.
La muerte del Obispo vestido de Blanco
es un sacrificio redentor, el sacrificio del buen Pastor
que da la vida por sus ovejas,
a semejanza de Jesucristo [...].[21]
Es difícil ir más lejos
en lo arbitrario [22].
Algunos elementos de interpretación
Podemos oír la
objeción desde aquí:
-
Usted que critica tan severamente las interpretaciones del Vaticano o de la C.R.C.,
¿tiene algo mejor que proponer?
A
lo que respondemos francamente: no, no tenemos una explicación general y perfecta del secreto de Fátima. No conocemos aún la última palabra. Tenemos
algunas pistas y algunos indicios, y hablaremos un poco de ellos, pero
no tenemos, como la C.R.C.
antes del año 2000, o como la C.R.C. después del año 2000, una "tesis" a defender o imponer.
En
este estado de incertidumbre, sin embargo, estamos perfectamente en condiciones de combatir tanto la
interpretación oficial del tercer secreto (tal
como se aplica a Juan Pablo II) como la de la C.R.C. (tal como se aplica
a Juan Pablo I), pues comparten el mismo defecto
fundamental: ellas no se imponen por
sí mismas. Imaginemos a un católico de base que, como todo el mundo, conoce las figuras de Juan Pablo I y Juan Pablo
II y se enfrenta al texto de la visión. Difícilmente se le ocurriría
la idea de aplicárselas. Podría acabar sucumbiendo
a las engañosas explicaciones del cardenal Sodano o a la sutil exégesis de la C.R.C., pero no es así como
habría entendido el texto del secreto en una primera lectura.
Nos
parece, por el contrario, que la explicación del tercer secreto de Fátima debe ser,
a su debido tiempo, evidente.
Es
probable que algunos de los elementos de esta explicación ya puedan verse o vislumbrarse. Pero sólo recibirán
su confirmación definitiva cuando se complete el conjunto.
Por
tanto, no tenemos ninguna "tesis" general que proponer. Sólo algunas hipótesis, más o menos concretas, más o
menos probables, e incluso, según los casos,
más o menos concordantes entre sí. En total, siete elementos, tomados prestados de la derecha o de la izquierda,
que sólo el futuro nos permitirá decidir.
-
¿Un vínculo con la crisis de fe?
¿Qué
relación precisa existe entre la visión del tercer secreto y la frase que la precede ("En Portugal se conservará
siempre el dogma de la fe")? Ninguno, dicen
las autoridades conciliares, que se apresuran a relegarla a una nota a pie de página. En cambio, algunos desearían
que esta pequeña frase formara parte realmente
del tercer secreto e indicara su
sentido general. La solución podría ser intermedia. La Virgen vino a Fátima
para advertir contra
el comunismo. Ella dio el remedio, en la consagración
de Rusia a su Inmaculado Corazón. También
previó que los Papas tardarían en utilizar este remedio, y anunció los castigos
que seguirían: guerra,
persecuciones, sufrimiento del Santo Padre.
Parece que también quiso, sin insistir más, sugerir, con delicadeza de madre, que el mal
podría ser mucho peor y corromper la
fe dentro de la propia Iglesia (en parte por la subversión comunista). Esto es lo que da a entender
la pequeña frase de Portugal [23]. No era necesario que dijera más, ya que de hecho
esa pequeña frase bastaba para dirigir
las mentes de los expertos hacia la actual crisis de fe[24] . Luego puede hablar de otra cosa, en la tercera parte,
sin referirse explícitamente a la crisis de
la Iglesia, pero manteniéndola en un segundo plano. Esto puede ayudar a comprender mejor algunos detalles de la segunda visión.
-El ángel
con la espada de fuego:
¿una guerra evitada?
Primera
visión del tercer secreto: un ángel con una espada de fuego, que parece incendiar el mundo, pero cuyas
llamas son apagadas por el esplendor que emana de la mano derecha
de Nuestra Señora,
mientras el ángel repite:
¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia!
Esta
visión se interpreta a menudo como una figura de la Guerra Fría. Se dice que la Virgen evitó con su intervención que este conflicto
degenerara en una guerra mundial.
De
hecho, en 1960 -el año en que el secreto iba a ser revelado-, el obispo Venancio organizó en Fátima dos jornadas
especiales de oración y penitencia; cientos
de obispos se unieron a esta llamada y los días 12 y 13 de octubre cientos de miles de peregrinos se reunieron en
Fátima. La ceremonia tuvo lugar bajo una
terrible tormenta, y muchos peregrinos pasaron la noche rezando bajo el viento y la lluvia. El sol no volvió a
salir hasta la mañana del 13 de octubre, justo
cuando la estatua de Nuestra Señora de Fátima salía de la Capelinha. Aquel octubre de 1960 marcó uno de los
puntos álgidos de la Guerra Fría: el mismo
día 12, en plena sesión de la ONU, el sucesor de Stalin, Nikita Jruschov, se permitió quitarse
los zapatos para golpear
violentamente la mesa con su zapato. En los días siguientes, los rusos
sufrieron una serie de estrepitosos fracasos en sus experimentos aeroespaciales y nucleares. El mariscal
Nedeline, viceministro de Defensa, murió junto con más de 150 altos cargos militares y científicos rusos en una
explosión en la base de Tyura-Tam, cerca de Baikonur
(Kazajstán)[25]. Parece que estos desastres evitaron el estallido de una guerra mundial (nuclear) en aquel momento.
-La ciudad
en ruinas: ¿la Iglesia postconciliar?
La segunda
visión presenta a un Papa caminando por una gran ciudad semiderruida y rezando por las almas de los cadáveres que encuentra a su paso.
Varios autores quieren
ver en ello una figura de la crisis de la Iglesia
especialmente visible desde
los años sesenta.[26] No hay razón para descartar a priori tal interpretación, que tiene la ventaja de
vincular la visión a la frasecita "En Portugal,
el dogma de fe será siempre preservado”. En sentido contrario, hay que señalar que la visión no presenta
al Papa y a la jerarquía como responsables de la crisis,
sino al contrario, doliéndose de ella y rezando
por los muertos.
-¿El anuncio de la destrucción de Roma?
Esta visión de la ciudad en ruinas es susceptible de una interpretación mucho más material: anunciaría simplemente
una destrucción (parcial) de la ciudad de Roma, probablemente en el curso
de una guerra o de una revolución. Tampoco en este caso hay motivos para descartar a priori tal interpretación, como tampoco los hay
para imponerla.[27]
-¿Un Papa mártir?
La interpretación material de la ciudad semiderruida conduciría lógicamente
a una interpretación igualmente material del asesinato del Papa. Cabe señalar que tal interpretación concuerda indirectamente con la tesis del
padre Alonso (según el cual el
secreto debía referirse a la crisis
de la Iglesia). El secreto
no se referiría directamente a la crisis, sino a su desenlace. Los fallos de la jerarquía eclesiástica reclaman un
castigo y una reparación adecuados. Dado que
la crisis ha alcanzado una gravedad absolutamente inaudita a causa del escándalo protagonizado por el propio
Romano Pontífice (libertad religiosa, los encuentros
de Asís, el beso del Corán, etc.), la reparación sólo podría llevarse a cabo mediante un acto heroico de fe por
parte de otro Pontífice. Éste merecería de
nuevo, con su martirio, la confianza y la devoción del pueblo cristiano hacia el Papa (igual que San Pedro reparó su
triple negación con el martirio). La Iglesia
sería así regenerada por la sangre de los mártires, con el papa a la cabeza.[28]
-La visión de San Juan Bosco
Fue
probablemente en mayo de 1862 cuando San Juan Bosco tuvo su famoso sueño de las dos columnas
sobre el mar (se lo contó a los jóvenes
de su congregación el 30 de mayo de 1862)[29].
La Iglesia está representada por una gran y majestuosa nave, acompañada por toda una flotilla de pequeñas embarcaciones. Frente a ella, innumerables
navíos, armados con espolones de hierro y armas de todo tipo, la asaltan
sin piedad. El viento y el mar embravecido favorecen
a los atacantes.
De
repente, dos columnas de granito se elevan sobre las aguas. La más alta lleva
una hostia radiante con la
inscripción Salvación de los creyentes.
La otra, en la que están grabadas las
palabras Auxilium christianorum (Auxilio de los cristianos), lleva una estatua de la Inmaculada.
Las bases de las columnas están decoradas con anclas, ganchos
y cadenas.
El
comandante de la gran nave (el Papa) convoca a bordo a los pilotos de las naves auxiliares (los obispos) para consultarles. Pero la tempestad
es tan violenta que los pilotos deben volver a sus pequeñas
embarcaciones lo antes posible (el
sueño de Don Bosco anuncia el Concilio Vaticano I, convocado el 6 de diciembre de 1864 por Pío IX para
remediar "por un medio extraordinario la
angustia extraordinaria de la
Iglesia", e interrumpido por la guerra de 1870).
Una
tregua permite al Papa reunirlos de nuevo, pero entonces estalla la tormenta, aún más violenta (esto parece
referirse al Concilio Vaticano II, que se convocó,
en efecto, cuando parecía relativamente en calma, y que provocó una violenta
tormenta).
Pero
las columnas siguen ahí, inmóviles sobre el mar embravecido. El Papa se da cuenta de que sólo ellas pueden
salvar a la Iglesia, e intenta guiar su barco,
cada vez más atacado: algunos enemigos le bombardean con cañones y fusiles, otros se abalanzan sobre él y le
golpean con sus espuelas; algunos arrojan a bordo un montón de libros malos y material
incendiario. Un tremendo
golpe abre una gran herida en el costado de la nave. Pero una misteriosa
ráfaga procedente de las dos columnas cierra la brecha por la que el mar intentaba precipitarse. El enemigo parece entonces abordar
el buque insignia:
comienza en cubierta
un furioso combate
cuerpo a cuerpo,
entre blasfemias y maldiciones. (Es fácil ver en esta descripción el estado de la Iglesia desde
el Vaticano II).
De
repente, el Papa es golpeado. Cae, sus súbditos lo levantan; pero un segundo golpe lo derriba; muere fulminado.
Resuena un grito de victoria. En los
barcos enemigos hay júbilo y danzas. Sin embargo, la muerte del Papa apenas se conoce antes de que se elija al
sucesor. Los pilotos, reunidos en consejo, han tomado la iniciativa. Los adversarios se desaniman. El nuevo pontífice supera todos los obstáculos y
conduce la nave hacia las dos columnas. Amarra la proa a la columna de la Hostia y la
popa a la de la Inmaculada.
Es la victoria de la Iglesia,
la derrota de los enemigos.
Sus barcos se dispersan,
chocan, se rompen y se hunden unos a otros. Los barcos que habían luchado por el Papa también vinieron a
unirse a las columnas. Otros que, lejos del peligro,
habían esperado prudentemente la victoria, siguieron su ejemplo.
En el mar -concluye
el
santo- reina ahora
una gran calma”.
Algunos
comentaristas de este sueño han intentado ver en el primer golpe contra el papa (del que se está
recuperando) el ataque del 13 de mayo de 1981.
Esta interpretación dista mucho de ser evidente (la visión podría muy
bien referirse a un papa aún por
venir que sufriría dos ataques sucesivos), pero, en cualquier caso, el ataque de 1981
no puede ser en modo alguno el segundo golpe
(el golpe mortal). Éste, por tanto, está aún por venir (es necesariamente un verdadero
asesinato, ya que conduce a la elección
de un sucesor). Se quiera entender
como se quiera el primer golpe, la
visión de San Juan Bosco contradice la
interpretación oficial del tercer secreto de Fátima (que habla explícitamente de un papa asesinado, y debe por tanto
referirse necesariamente al segundo golpe
anunciado por el santo).[30]
El
sueño de San Juan Bosco, por otra parte, parece confirmar la hipótesis de que la crisis actual terminará con el
martirio de un papa. Le sucedería el Papa Restaurador, que tal vez lograría finalmente la consagración de Rusia al Inmaculado
Corazón de María (amarrando así la Iglesia a la columna de la Inmaculada). En cualquier caso, sería él
quien gozaría de los frutos de esta consagración.
-Las visiones
de Jacinta
El
último elemento a tener en cuenta en la interpretación del tercer secreto son las visiones proféticas de Jacinta.
Sor Lucía relata dos de ellas en su tercera Memoria.
Junto con la visión del tercer secreto, podemos decir, con el padre Delestre,
que forman "un
tríptico en el que los tres cuadros
son complementarios y absolutamente
inseparables":
— "No sé cómo sucedió,
pero vi al Santo Padre, en una casa grande,
arrodillado ante una mesa, con la cabeza entre las manos, llorando.
Fuera había mucha gente. Algunos le
tiraban piedras, otros le insultaban y le decían cosas desagradables. Pobre Santo Padre. Hay que rezar mucho por él.
[Jacinta a Lucía, Tercera Memoria [31].]
"En otra ocasión, fuimos a Lapa do
Cabeço. [...] Al cabo de un rato, Jacinta se levantó y me llamó:
– ¿No ves tantas carreteras, tantos caminos y campos llenos
de gente que llora
de hambre y no tiene qué comer? ¿Y al Santo Padre en una iglesia, rezando ante el
Corazón Inmaculado de María? ¿Y tanta gente rezando con él?
Varios días después, Jacinta me preguntó:
– ¿Puedo decir que vi al
Santo Padre y a toda esa gente?
– ¡No! ¿No ves que esto es parte del secreto? ¿Y que pronto todo será descubierto?
– Está bien, así que no diré nada.[32]
A estas visiones hay que añadir las advertencias dadas por Nuestro Señor a Lucía
en agosto de 1931:
— Haz
saber a mis ministros que, puesto que siguen el ejemplo del rey de Francia
al retrasar la ejecución de mi petición,
le seguirán en la desgracia" [Lucía, carta del 29
de agosto de 1931].
- ¡Ellos no han querido escuchar mi
demanda!...Como el rey de Francia, se arrepentirán, y lo harán, pero será tarde
[Lucía, carta al padre Gonçalvès en 1936].
También se recuerda la advertencia de Sor Lucía en
1945:
Es necesario no dejar de rezar por
Su Santidad. Todavía le esperan grandes días de aflicción y tormento.[33]
Todos estos elementos no nos permiten,
por supuesto, penetrar
completamente en los misterios del tercer secreto.
Pero nos ayudan a comprender mejor su alcance general y a
alimentar más eficazmente nuestra piedad.
Conclusión
Las
grandes etapas de la historia del secreto de Fátima corresponden a las grandes etapas de la historia del siglo XX.
Manifestado a los tres niños durante la
Primera Guerra Mundial, el secreto permaneció desconocido para el gran público hasta la segunda (de la que
habla). Sin embargo, en la noche del 25 al 26
de julio de 1938, Lucía, como millones de personas en Europa, América y África, vio la gran aurora boreal.
Comprende que se cumple así el anuncio de Nuestra
Señora ("Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da
de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra [...]"), y se dispone
a advertir a las autoridades.[34] Fue durante esta guerra
cuando reveló al público las dos primeras partes y redactó
la tercera.
Sólo los papas del Vaticano II tomaron
conocimiento, a partir de 1960, del texto del tercer secreto. Se dirigía principalmente a ellos,
y era a ellos a quienes debía disuadir de la catastrófica apertura al mundo (y al comunismo) que desgraciadamente
provocó este Concilio al que Mons. Lefebvre llamó "la tercera
guerra mundial".
Cuarenta años más
tarde (pocos años antes de la muerte de Sor Lucía y de Juan Pablo II, ambos en 2005), las
autoridades romanas decidieron por fin revelar
el tercer secreto, no para ponerlo de relieve, sino al contrario, con la esperanza
de enterrarlo definitivamente. Como la divina Providencia se encarga de todo,
podemos pensar que lo necesitábamos más que nunca.
*
En
1937, el padre Kolbe anunció que la estatua de la Inmaculada reinaría en el centro de Moscú, pero, añadió, no antes de "la
prueba de sangre".[35]
¿Es
ésta la prueba anunciada por el tercer secreto de Fátima? Los elementos de interpretación expuestos permiten entreverlo.
Sin
embargo, como ya hemos dicho, no pretendemos imponer una tesis ni cerrar un debate que, sin duda, sólo
terminará con el pleno cumplimiento
de las profecías. Las divergencias de opinión en este ámbito son legítimas, y agradeceremos cualquier
elemento que pueda contribuir a rectificar, precisar o completar nuestro
juicio.
En
cualquier caso, todos estamos de acuerdo en un punto, porque la Virgen lo prometió solemnemente:
"Al fin, mi Corazón
Inmaculado triunfará”.
*
* *
NOTAS:
[1] Justo después del título: "La tercera parte del
secreto [...]" y de la fórmula introductoria ("Te escribo en
obediencia a ti, Dios mío...") Sor Lucía comienza: "Después de las
dos partes que ya he expuesto, vimos al lado izquierdo de la Virgen, un poco
más arriba, un ángel [...]".
[2] Véase la traducción del texto de Andrew M. CESANEK en
Le Sel de la terre 36, p. 180- 197, y algunas aclaraciones sobre esta tesis en
Le Sel de la terre 39, p. 246-248.
[3] Andrew M. Cesanek invoca así diez puntos de divergencia
que pueden impresionar en un primer momento, pero que difícilmente resisten un
examen profundo. Sobre la fecha del traslado del secreto al Santo Oficio, por
ejemplo, contrapone a Frère François De Marie-Des-Anges (que da la fecha del 16
de abril de 1957) con Mons. Bertone (que habla del 4 de abril de 1957).
Concluye que se trata de dos documentos diferentes. Pero, como señala el
Hermano FRANÇOIS DE MARIE-DES-ANGES: "Un crítico desprejuiciado habría
comenzado por examinar las fuentes de los dos historiadores para discernir si
uno de los dos había publicado informaciones inexactas. Ahora bien, la fecha
que hemos dado, siguiendo al Padre Alonso, es ciertamente errónea, porque él no
tuvo acceso a los archivos del Santo Oficio, mientras que el Arzobispo Bertone
los ha hojeado y ha encontrado informaciones precisas y fiables". (Juan
Pablo I, Papa del secreto, ibid., p. 20).
[4] Texto citado por Frère MICHEL, ibid, p. 476.
[5] Padre François KNITTEL "¿Dónde está el final del
segundo secreto de Fátima? Nouvelles de Chrétienté 78 (noviembre-diciembre de
2002).
[6] JUAN PABLO II, "Meditación con los obispos
italianos del hospital policlínico Gemelli", Insegnamenti, vol. XVIII,
1994, p. 1061. XVIII, 1994, p. 1061.
[7] Cardenal
Joseph RATZINGER entrevistado por el diario italiano La Repubblica, 19 de mayo de 2000.
[8]
Explicación oral del cardenal Joseph RATZINGER a los periodistas el 26 de junio
de 2000. Citado por Aura MIGUEL, Le Secret de Jean-Paul II, París, Mame-Plon,
2000, p. 236.
[9] “La montaña y la ciudad simbolizan el lugar de la
historia humana: la historia como dolorosa ascensión a las alturas, la historia
como lugar de creatividad y convivencia humanas, pero al mismo tiempo como
lugar de destrucción, por la que el hombre destruye la obra de su propio
trabajo. La ciudad puede ser un lugar de comunión y progreso, pero también un
lugar de los peligros y amenazas más extremos. En el monte está la cruz, fin y
punto de referencia de la historia”.
[10] “Del mismo modo que los lugares de la tierra están
sintéticamente representados por las dos imágenes de la montaña y la ciudad, y
orientados hacia la cruz, también los tiempos se presentan condensados: en la
visión podemos reconocer el siglo pasado como el siglo de los mártires, como el
siglo de los sufrimientos y persecuciones de la Iglesia, como el siglo de las
guerras mundiales y de muchas guerras locales, que llenaron toda la segunda
mitad del siglo, y que nos hicieron experimentar nuevas formas de crueldad”.
[11] “En el Vía Crucis de este siglo, la figura del Papa
tiene un papel especial. En su penosa ascensión a la montaña podemos encontrar
sin duda reunidos a varios papas que, desde Pío X hasta el papa actual, han
compartido los sufrimientos de este siglo y se han esforzado por avanzar en
medio de ellos por el camino de la cruz."
[12] Explicación oral del cardenal Joseph RATZINGER a los
periodistas el 26 de junio de 2000. Citado por Aura MIGUEL, Le Secret de
Jean-Paul II, París, Mame-Plon, 2000, p. 236.
[13] P. Franz SCHMIDBERGER, carta de 16 de abril de 2005 al
autor del artículo.
[14] Canónigo BARTHAS, Fátima, merveille du XX siècle,
1952, p. 83.
[15] Sor Lucía sobre las peticiones del Cielo a los obispos
españoles. Carta del 28 de febrero de 1943, citada por Frère MICHEL, ibid, p.
20.
[16] El hecho de que Juan Pablo II muriera el primer sábado
del mes es aún más notable, y parece una advertencia a su sucesor.
[17] En realidad, Sor Lucía es muy amplia en el uso de las
mayúsculas: las utiliza en "Obispo", "Mártires", etc.
[18] Frère Bruno (de la C.R.C.) citado por el Hermano
FRANÇOIS DE MARIE-DES-ANGES, Jean-Paul I, le pape du secret (Toute la verité
sur Fatima, vol. IV), Saint-Parres-lès-Vaudes, C.R.C., 2003, p. 277.
[19] ID, ibid, p. 278.
[20] David YALLOP, Au nom de Dieu, París, Christian
Bourgeois, 1984.
[21] Fr. FRANÇOIS DE MARIE-DES ANGES, ibid, p. 385.
[22] Sin embargo, Fr. François de Marie-des-Anges hace una
prudente reserva a esta identificación: "Al menos, para no prejuzgar el
futuro, digamos que Albino Luciani se nos aparecerá como el figurado del Papa
del secreto. Pues la profecía puede cumplirse todavía, en el futuro, de un modo
más literal" (p. 26).
[23] En su libro La Porte du Ciel, Paul Chaussée sugiere
que la famosa frase sobre Portugal debe entenderse como una indicación de
tiempo, que especifica la duración de la prueba: la prueba terminará antes de
que Portugal pierda su fe. El sur del país (Lisboa) ya está descristianizado y
no practica gran cosa; el centro se mantiene en un estado medio gracias a la
devoción mariana de Fátima, mientras que el norte sigue fiel a las devociones
tradicionales, sobre todo al rosario, pero no percibe la crisis. La nueva
generación (menores de 25 años) es materialista, mundana y está en proceso de
protestantización (a través de la Nueva Misa), o descristianización. Paul
Chaussée concluye que los acontecimientos que pondrán fin a este proceso de
desaparición de la fe (eliminando su causa) están relativamente cerca (Paul
CHAUSSÉE, La Porte du Ciel, autoedición [Haut Casteret, 33750
Beychac-et-Caillau], 2004, p. 175-176).
[24] A los que piensan que el tercer secreto es
necesariamente incompleto porque debe tratar explícitamente de la crisis en la
Iglesia, y completar la pequeña frase sobre Portugal, uno estaría tentado de
objetar: De dos cosas una. O bien esta pequeña frase es suficiente para indicar
una crisis de fe; en cuyo caso, ¿por qué sería absolutamente necesario que
Nuestra Señora dijera más? O no es suficiente. Pero en ese caso, ¿en qué se
basa para afirmar que el secreto debe hablar de la crisis de la Iglesia?
[25] Al padre Caillon, el gran apóstol de Fátima, le
gustaba contar este episodio. La historia aún se cuenta en el último número de
la revista del Ejército Azul en Francia (que más tarde se convirtió en el
Apostolado Mundial de Fátima), L'Appel de Notre-Dame (nº 196, 4º trimestre de
2004, p. 6).
[26] “La Ciudad Santa, la Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, en estado de autodemolición, presa de los humos de Satanás, por la
propia admisión de Pablo VI, ya que este papa mismo sacudió los cimientos,
derribó los muros, profanó y devastó el Santuario”. Hermano FRANÇOIS DE
MARIE-DES-ANGES, ibid, p. 142.
[27] Algunas profecías privadas aparentemente serias
apuntan en esta dirección. La estigmatizada Elena Aiello anunció una revolución
en Italia, en la que Roma sería “purificada en la sangre”, mientras que la
bandera roja sería izada en la cima de la basílica de San Pedro. Profecías
similares se atribuyen al Padre Pío. (Todos estos anuncios deben, por supuesto,
ser recibidos con cautela.) - Se sabe, por otra parte, que ciertos líderes
musulmanes sueñan con ocupar Roma.
[28] Según la obra de Margherita GUARDUCCI (Saint Pierre
retrouvée. Le martyre, la tombe, les reliques, París, 1974, p. 26-35), se dice
que el martirio de San Pedro tuvo lugar el 13 de octubre del 64, en una de las
siete colinas romanas (el Vaticano), durante los juegos organizados por Nerón
para celebrar sus diez años de reinado (se convirtió en emperador el 13 de octubre
del 54). Además, el 13 de mayo fue durante mucho tiempo la fiesta de todos los
mártires de la Iglesia romana (el Panteón romano les fue dedicado por el Papa
Bonifacio IV el 13 de mayo de 610). En un trabajo realizado antes de la
revelación del tercer secreto, el p. Gérard Mura vio en la elección por la
Virgen de estas fechas (13 de mayo, 13 de octubre) el anuncio del martirio de
un papa, antes de la renovación de la Iglesia. Para explicar el número 13, el
padre Mura se refirió también a la Mujer coronada de doce estrellas (los doce
apóstoles) en el Apocalipsis (cap. 12); el número 13 (12 + 1) podría
considerarse así como el símbolo de la unión de la Virgen con el papa y los
obispos.
[29] Existen varios relatos de este sueño, según los
diversos testigos a los que el santo se lo contó. Se puede consultar: Saint
JEAN BOSCO, Récits et visions (traduction nouvelle), Beaumont-Pied-de-Bœuf
(53290), éd. des Amis de saint Jean Bosco, 1995, p. 59-62.
[30] Bruno Cornacchiola, el vidente de la aparición de Tre
Fontane, en Roma, en 1947 (aparición implícitamente reconocida por Pío XII)
sigue vivo hoy. La Santísima Virgen parece habérsele aparecido de nuevo,
después del atentado del 13 de mayo de 1981, para indicarle que el papa habría
de sufrir una nueva agresión. Los autores que informan sobre el hecho lo
relacionan tontamente con el pseudoatentado del 13 de mayo de 1982 (un hombre
que había gritado a Juan Pablo II fue interrogado por la policía y se descubrió
que llevaba un arma blanca; véase Itinéraires 264, junio de 1982, pp. 349-352).
Uno se pregunta si la Virgen no estaba intentando hacer comprender a Juan Pablo
II que el atentado de 1981 no era la realización del tercer secreto, como
empezaba a imaginar, sino una simple advertencia. Prefirió aferrarse a su
sueño.
[31] Memorias de Sor LUCIA, 3ª Memoria (31 de agosto de
1941), p. 113.
[32] Memorias, ibid, p. 114.
[33] Sor LUCIA, carta del 2 de marzo de 1945; MARTINS,
Documentos, Oporto, 1976, pp. 497- 499; fr. MICHEL, ibid, p. 157 y 475.
[34] En particular, Lucía escribió al obispo de Leiria el 6
de febrero de 1939 (cuatro días antes de la muerte de Pío XI), advirtiéndole de
la inminencia de "la guerra predicha por Nuestra Señora".
[35] Véase el artículo "El Padre Maximiliano Kolbe,
contemporáneo y complemento de Fátima" en este número de Le Sel de la
Terre. - Hay que señalar de paso que los cismáticos "ortodoxos" se
niegan a honrar las estatuas de los santos (lo consideran incluso idolatría;
pero honran los iconos). Así pues, la visión de una estatua de la Inmaculada en
el centro de Moscú indica claramente una conversión al catolicismo.
Parte 1 en el siguiente enlace:
https://agendafatima.blogspot.com/2023/03/neutralizacion-del-tercer-secreto-de.html