Por GIL DE LA PISA ANTOLÍN
12/02/2023
Hace unas semanas comenté que Lucifer más que
nunca, –en nuestros días– se ha propuesto “imponer a la
Humanidad los diez ‘Anti mandamientos’”, en
la sociedad y en las leyes. En realidad, es un objetivo ya
logrado en la práctica pero, además, ese enemigo del Hombre, tiene
como placer favorito hacer de España la nación líder en
ese proyecto. (Otro objetivo a punto de conseguir), Tiene lógica, pues
desea resarcirse y desquitarse del daño que nuestros
antepasados hicieron a quien Jesucristo llamó “príncipe de este mundo”.
¿Cómo no va odiarnos Satanás si existen veinte
naciones, gracias a las cuales el Catolicismo aún tiene millones de fieles
y el español, es la primera lengua materna de los habitantes del
Cielo?
Por otra parte, en el Infierno, — ¿lo dudan
ustedes?– hay fiesta grande cada vez que el Diablo le ‘asesta una
apuñala trapera a nuestra Patria’…; sin ir muy
lejos, anteayer, cuando “la nación Católica por antonomasia”
nos dio una prueba más de la máxima degeneración de sus gobernantes
actuales; y la de sus políticos y funcionarios. La Sociedad civil,
consecuentemente, sigue ese mismo camino.
Recordemos lo ocurrido.
Hace un par de días los prevaricadores
del Consejo Constitucional, dando una prueba de que hemos llegado a la
cumbre de la degradación imperante en los Altos Tribunales, como defensores de
la Justicia –fruto de la Verdad– mintieron sobre la esencia del aborto y siendo
un crimen horrible e injustificable lo proclamaron DERECHO HUMANO. Solo
mentes embusteras, degeneradas y totalmente podridas, pueden firmar una
sentencia semejante. Pues el asesinato de un inocente,
hasta los pueblos más primitivos lo tienen como repudiable. No hay desprecio
suficiente para mentes humanas capaces de tal proceder. Si Dios maldijo a
Caín, ¿qué tendrá reservado –en su Justicia divina, infinita e irrevocable—para
esta prevaricación asesina?
Consta en los libros sagrados que hay pecados
que no se perdonan, que ni el propio Creador y Señor del Universo
puede absolver ni perdonar porque son “pecados contra el Espíritu
Santo” y éste, sin duda es uno de ellos. Él, no tiene
ninguna prisa para ejecutar su venganza.
“Los conde pumpido y compañía”, –¿son tan
necios que no saben calcular que han consumido ya la mayor parte de su
vida y, por lógica, no tardarán mucho en presentarse a dar
cuenta de su administración?” ¿Qué le dirán al Juez? … ¿“He aquí mis méritos
como ‘apóstol de la muerte’, enemigo de la vida”? ¿Que he
facilitado al menos un inconmensurable número de trituraciones en los
túrmix de los abortorios españoles –de un mínimo de cien mil muertos al año–? (¡Ah!…
¿que tú no crees en esos cuentos?…– Pues ya te enterarás cuando
oigas la sentencia)
Quisiera hacer una declaración… he utilizado a
propósito la palabra la “venganza de Dios” –con escándalo
probable de quienes confunden la bondad infinita del Creador con el
papanatismo. Él mismo, en la Biblia nos habla de sus “venganzas”
con los que luchan contra Él. Ya está bien de “aguar” la doctrina, la
moral y el culto católicos por los modernistas que gobiernan
nuestra Iglesia.
¡Es triste haber de reconocer la realidad viendo
cómo Satanás se ha salido con la suya logrando cambiar a España, de ser la
nación preocupada por cumplir los Mandamientos de Dios y de la Iglesia en
otra exactamente opuesta donde el Parlamento y los Gobiernos –el nacional y los
autonómicos—están obsesionados por imponer los “antimandamientos
diabólicos!
Realidad, que, por otra parte, nos
ayudará a comprender “ese otro odio visceral” a Franco, casi
medio siglo después de llamado a recibir el premio por haber servido a Dios y a
España, al modo de San Fernando o los Reyes Católicos.
De las Cortes “franquistas” salían leyes favorables
a los españoles y a su Fe, del Parlamento salen bodrios dañinos para
los españoles y la Iglesia de Cristo. Y, mientras tanto, nuestro Jefe de
Gobierno vive obsesionado por derribar la Cruz mayor del mundo, que proclama el
Reinado de Cristo sobre España y el Orbe entero. Hace sesenta años, a
semejante embustero, el pueblo español lo habría arrojado a patadas de la sede
del Gobierno.
Es el momento de preguntarse: ¿qué ha pasado en
España? ¿Lo saben ustedes? Yo sí.
Y lo puede saber cualquiera que haya vivido los
últimos noventa años de nuestra Historia y ame la verdad y la justicia…
Desgraciadamente no somos muchos los que hemos vivido con los ojos abiertos ni
hemos comulgado con ruedas de molino.
En mi libro — “La piedra roseta de la
Ciencia Política”– doy las pistas para entender los últimos cuarenta
y siete años de la vida española y cómo ha sido posible esta aberración
de las mentes que debieran poseer un mínimo de racionalidad para
merecer el respeto que sus cargos reclaman.