Por MONSEÑOR
WILLIAMSON
Comentarios Eleison DCCCXII
#812
Al
Inmaculado Corazón de María todos debemos rezar
Por la Santa Rusia, para que su papel salvador cumpla en
realizar.
Rusia está muy
presente en las noticias a causa de la guerra en Ucrania, que sigue haciendo estragos
en Año Nuevo, y nuestros viles medios de comunicación le están dando una mala
prensa uniforme. Sin duda, esto es en parte merecido porque la Rusia comunista
(1917–1991) efectivamente, en palabras de Nuestra Señora de Fátima, “difundió
sus errores por todo el mundo”. Sin embargo, ciertamente hay más en la enorme
tierra de Rusia de lo que se ve a simple vista. Winston Churchill (1874–1965)
era un político brillante, pero Rusia le desconcertaba, y la calificaba de
“acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”. Por el contrario,
Nuestra Señora de Fátima pidió al Papa y a los obispos católicos que
consagraran Rusia a su Inmaculado Corazón, y entonces “un período de paz sería
dado al mundo”. Pero, ¿por qué Rusia? ¿Por qué no países mucho más católicos
como Italia o Francia?
Seguramente la clave
de Rusia es que se trata de un pueblo profundamente religioso, conocido durante
siglos tras su conversión al cristianismo en 988 como la “Santa Rusia”, con la
correspondiente capacidad para el gran bien, o el gran mal. Esto es lo que
puede haber desconcertado a un materialista moderno como Churchill. Así,
también los rusos han llamado a Moscú la “Tercera Roma”, sugiriendo que es la
sucesora de la propia Roma y luego de la Constantinopla bizantina, como si
Moscú tuviera un papel central que desempeñar en la cristianización del mundo.
Un famoso asesor ruso del presidente Putin, Alexander Dugin, habla claramente
de la guerra en Ucrania como si Rusia luchara para impedir que el Nuevo Orden
Mundial descristianice a la humanidad. El propio Putin ha defendido a menudo lo
que son los valores naturales y cristianos frente a las perversiones inmorales
del podrido Occidente, recortando así la figura de un auténtico estadista en medio
de las marionetas que hoy se erigen en líderes de las naciones occidentales.
Ya ha ocurrido antes
en la historia que Rusia actuara para salvar a Europa de los demonios del liberalismo.
En 1812, Napoleón había puesto en marcha la Revolución Francesa en muchos
países de Europa, y ese año reunió un enorme ejército de 600.000 hombres para
invadir Rusia e incorporarla también a su ambición de un nuevo orden mundial,
aún por nacer. Se suele atribuir al invierno ruso la derrota de Napoleón, pero
fueron los rusos quienes con su patriotismo y valor en la batalla de Borodino
infligieron un duro golpe al ejército invasor. Despues en 1814 el zar Alejandro
I estuvo en París con soldados suyos para fortalecer la paz con Francia y
reunir la “Santa Alianza” para ayudar a Europa a mantener a raya la Revolución.
Incluso en 1941 Stalin reabrió las iglesias en la Rusia soviética para permitir
que la religión y el patriotismo del pueblo, y no su comunismo, hicieran la
mayor parte de la dura lucha necesaria para aplastar al nazismo en beneficio
temporal del mundo entero.
Un famoso novelista
ruso, Fiódor Dostoyevski (1821–1881), pone en boca de un personaje de su novela
titulada “Los demonios” o “Los poseídos” (1871) una asombrosa visión de la
futura locura y conversión de la “amada Rusia”. El personaje es un viejo y
tonto liberal, pero a medida que el delirio y la muerte se ciernen sobre él,
tiene momentos de pura perspicacia sobre el futuro: ve a Rusia llena de
demonios (como el hombre del Evangelio poseído por una legión de diablos (Mc.V,
1–20), para luego ser liberado de todos ellos y sentarse tranquilamente a los
pies de Nuestro Señor. ¿No preveía Dostoievski a Rusia poseída por la locura
del comunismo y luego liberada finalmente por la Consagración de mañana al
Inmaculado Corazón de María? He aquí el texto de Dostoevsky:
Ahora me vienen a la
mente un gran número de ideas. Verá, eso es exactamente como nuestra Rusia,
esos demonios que salen del enfermo y entran en los cerdos. Son todas las
llagas, todos los asquerosos contagios, todas las impurezas, todos los demonios
grandes y pequeños
que se han multiplicado en ese gran inválido,
nuestra amada Rusia, en el transcurso de épocas y épocas […] Pero una gran idea
y una gran Voluntad la abarcarán desde lo alto, como a aquel lunático poseído
de demonios [...] y todos esos demonios entrarán en los cerdos. y todos esos
demonios saldrán a la luz, toda la impureza, toda la podredumbre que se estaba
pudriendo en la superficie . . . y suplicarán por sí mismos entrar en los
cerdos; ¡y de hecho puede que ya hayan entrado en ellos! Somos nosotros,
nosotros y esos… jóvenes revolucionarios… y yo quizás a la cabeza de ellos, y
nos arrojaremos, poseídos y delirantes, desde las rocas al mar, y todos nos
ahogaremos; y será algo bueno también, pues es lo único para que somos aptos.
Pero el enfermo sanará y ‘se sentará a los pies de Jesús’, y todos lo mirarán
con asombro… pero ahora me emociona mucho… (“Demonios”, Pt. III,Cap.7.2)
Kyrie eleison