Acto de reparación y petición
al Inmaculado Corazón de María
Reina del Santísimo Rosario, Madre de
Dios y nuestra Madre admirable, vida, dulzura y esperanza nuestra,
A fin de ofrecer a tus hijos una ayuda
milagrosa y la seguridad de una intervención extraordinaria capaz de
transformar la ofensiva de las fuerzas del mal en un triunfo de la fe católica,
te has dignado aparecer en Fátima. Para mostrar que tu Divino Hijo ha
establecido tu Inmaculado Corazón como el gran, último y único remedio para
sanar todos los males de una humanidad desgarrada por siglos de rebelión y
revolución, has multiplicado los signos más maravillosos en todo el mundo.
Pero, desgraciadamente, nuestra ingratitud te ha devuelto olvido, indiferencia
y desprecio: la devoción reparadora de los primeros cinco sábados de mes no se
propagó como Dios quería y Rusia no fue consagrada a Tu Inmaculado Corazón por
el Papa en unión con los obispos de todo el mundo.
Con el dolor más profundo vemos el
terrible resultado: la Iglesia ha sido colmada de oprobios y abrevada de
amarguras por maquiavélicos enemigos; han puesto sus manos impías sobre todo lo
que ella tiene de más sagrado. Ahí donde ha sido establecida la sede del
bienaventurado Pedro y la Cátedra de la Verdad para iluminar a las naciones,
allí colocaron el trono de su abominable impiedad; de suerte que habiendo sido
herido el pastor, puedan dispersar el rebaño. Las naciones que una vez fueron
la cristiandad cayeron bajo el yugo de la iniquidad y de una apostasía
terrorífica.
Santísima Virgen, henos aquí
prosternados ante ti, movidos por el deseo de reparar, por un homenaje
especial, nuestra culpable indiferencia y los ultrajes de los que, en todas
partes, es víctima tu Inmaculado Corazón. El peso de nuestras faltas podría
conducirnos al desaliento, pero nuestra confianza en tu ayuda permanece
inquebrantable, porque nunca será demasiado tarde para recurrir a ti y jamás se
ha escuchado decir que alguien que haya pedido tu protección haya sido
abandonado. Así, a tu Inmaculado Corazón, sede de la misericordia, de la bondad
y del perdón, venimos a implorar para nosotros y para el prójimo, en particular
para el Papa, para los obispos, sacerdotes y almas consagradas de todo el
mundo, la gracia eficaz de conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para
cumplirla.
Ven, no tardes, interviene, salva la
Iglesia y la cristiandad, restaura el reino de tu Hijo. Tú eres la victoria en
todas las batallas de Dios, tú sola has destruido todas las herejías en el
mundo entero, tú serás, entonces, vencedora del liberalismo y del modernismo.
Por nuestra parte, haremos todo lo
posible para difundir y establecer la devoción a tu Inmaculado Corazón en todo
el mundo. Comenzaremos renovando nuestra consagración personal y la de todos
los que nos han sido confiados: todos somos tuyos. Practicaremos con nuevo
fervor la devoción de la comunión reparadora de los primeros sábados para
consolarte y obtener misericordia hacia los infortunados que te ofenden.
Inculcaremos en nuestros hijos un gran amor por ti, buscaremos cumplir, cada
uno de nosotros, nuestro deber de estado con espíritu de sacrificio y rezaremos
nuestros rosarios diarios pidiendo la gracia de ver al Papa consagrar a Rusia
como lo has pedido.
Refugio de los pecadores, consuelo de
los afligidos y socorro de los cristianos, en ti ponemos toda nuestra
esperanza, salva a tus hijos. Danos la alegría de ver el triunfo de tu
Inmaculado Corazón. En fin, sin atrevernos a acercarnos al trono de la Adorable
Trinidad por nuestras infidelidades, os suplicamos que le presentes estas
peticiones, en unión con este supremo acto de adoración y de reparación que le
ofrece el Corazón de tu Divino Hijo cada día sobre nuestros altares. Que así
sea.
La fiesta
del Corazón Inmaculado de María fue instituida por el Papa Pío XII en 1944, y
se celebra el 22 de agosto, coincidiendo con el día tradicional de la octava de
la Asunción. En 1969, Pablo VI, que no era un papa mariano, trasladó la
celebración del Inmaculado Corazón de María al sábado, inmediatamente después
de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Así la fiesta del Corazón
Inmaculado, en la iglesia conciliar, no sólo no tiene fecha fija, sino que
muchas veces la celebración de esta fiesta se omite cuando se ve impedida por
una fiesta de mayor rango. Esto se aplicaría cuando está previsto que caiga el
24 de junio (Natividad de San Juan Bautista) y el 29 de junio (Santos Pedro y
Pablo), y más raramente el 31 de mayo (Visitación de la Santísima Virgen María)
y el 3 de julio (Santo Tomás Apóstol). También se ve obstaculizada cuando debe
caer en el 25 de junio y en el 30 de junio debido a la coincidencia de las
solemnidades del día anterior, lo que obliga a trasladar una de ellas al día
siguiente [disponible].
Se
celebra como la fiesta patronal de la Congregación del Espíritu Santo (de donde
surgió Monseñor Lefebvre), la Sociedad de los Sagrados Corazones de Jesús y
María y la Sociedad Misionera del Corazón de María. Actualmente también es
fiesta especial de la Sociedad Sacerdotal de los Apóstoles de Jesús y María
(SAJM), que fue fundada precisamente el día de su fiesta, 22 de agosto de 2016,
en Francia.
El
término "Corazón Doloroso e Inmaculado de María" que algunos utilizan
se refiere a la devoción combinada del Corazón Inmaculado y de los Siete
Dolores de María, tal y como fue utilizada por primera vez por la terciaria
franciscana Berthe Petit.
El
Corazón Inmaculado atravesado por una espada está representado en la Medalla
Milagrosa. En efecto, la devoción al Corazón de María floreció tras la
manifestación de la Medalla Milagrosa a Santa Catalina Labouré en 1830. El
Sagrado Corazón de Jesús también aparece en la medalla, junto al Corazón
Inmaculado, coronado de espinas. La M de la medalla representa a la Virgen al
pie de la Cruz cuando Jesús fue crucificado. Esa bella imagen ocupa el cuadro
central del blasón episcopal de S.E. Mons. Tomás de Aquino O.S.B., prior del
último monasterio benedictino tradicional que queda en pie.