AGRADECIDO HOMENAJE
A MEINVIELLE
El autor de "En torno al progresismo cristiano" fue una de las
mentes más brillantes del catolicismo argentino. En obras muchas veces
proféticas alertó sobre la deriva de la Iglesia y las verdaderas raíces del
proceso revolucionario comunista.
Por MARIO CAPONNETTO
El próximo 2
de agosto se cumplirá un nuevo aniversario (el cuadragésimo noveno) de la
muerte del Padre Julio Meinvielle, una de las mentes más brillantes del
catolicismo argentino. Pese a ello, Meinvielle parece estar destinado a la
constante diatriba de los enemigos de la Fe y al injusto olvido, cuando no
incomprensión, de los propios, incluso de algunos que le fueron muy próximos. De
los primeros no vale la pena ocuparse demasiado: por regla general o no han
leído o han leído mal sus escritos y han echado a rodar un cúmulo de imposturas
que no merece gastar tiempo en ellas. En cuanto a los segundos, a los propios,
su actitud no deja de causar dolor al comprobar la enorme ingratitud
manifestada en su silencio. Por eso he querido titular estas líneas
"agradecido homenaje" pues de eso se trata: de ser agradecidos y de
saldar, siquiera mínimamente, tan grande deuda de gratitud.
Meinvielle
fue un cura de pueblo, como se ha dicho, y es cierto. Joven sacerdote lo vemos
como párroco en una barriada de Buenos Aires, Versalles, entregado de lleno a
una obra de evangelización y de progreso humano de aquellos feligreses que le
habían sido confiados. Gastó su fortuna personal en obras que aún perduran.
Atendía a los necesitados que acudían a su puerta cuando aún no se habían
inventado la "opción preferencial por los pobres" ni la
"teología del pueblo".
Aparte de su
experiencia parroquial se prodigó en múltiples iniciativas apostólicas (entre
ellas los Scouts católicos). Algunas de esas iniciativas le redituaban dinero
que, invariablemente, destinaba a socorrer a todo aquel que acudía en busca de
ayuda y, muy especialmente, a sostener los estudios europeos de numerosos
sacerdotes sin recursos que, gracias a su caridad, pudieron completar su
formación académica. La generosidad sin límites fue nota esencial de toda su
vida. He podido recoger testimonios directos de quienes más de una vez
advirtieron que el Cura dormía sin colchón pues había regalado el suyo a algún
pobre.
Pero junto a
este Meinvielle pastor de almas, "cura de pueblo", vivía otro
Meinvielle: el lúcido intelectual, el teólogo de ortodoxia impecable y de
mirada en ocasiones proféticas, el erudito discípulo del Aquinate, el escritor
prolífico, el polemista temible y el patriota que, como un buen centinela,
guardaba las murallas de la Ciudad asediada.
DOS ASPECTOS
Es imposible
en el breve espacio de una nota reseñar siquiera el significado y el alcance de
la obra teológica y filosófica de Meinvielle. Me limitaré a mencionar (y
brevemente, por cierto) sólo dos aspectos: de un lado, su certera visión del
grave fenómeno eclesial del progresismo del que predijo muchas de sus nefastas
consecuencias que hoy están a la vista. Por otro lado, su no menos certera
visión del proceso revolucionario del comunismo que sumiría a Hispanoamérica -y
a la Argentina con ella- en la trágica experiencia de los años sesenta y
setenta.
La
preocupación por el progresismo aparece tempranamente en la obra de Meinvielle.
En 1945 ve la luz su medular ensayo De Lamennais a Maritain en el que advierte
la deriva modernista del ilustre filósofo francés quien había formulado por esa
época su conocida tesis sobre la Nueva Cristiandad. Maritain fue, a no dudarlo,
uno de los grandes filósofos cristianos del siglo XX, un hombre dotado de un
singular genio metafísico y un gran renovador de la filosofía escolástica. Sin
embargo, en el plano social y político sus posturas no hacían sino reactualizar
los graves errores difundidos en el siglo XIX por el sacerdote francés Felicité
Robert de Lamennais cuyas ideas precursoras del llamado liberalismo católico (y
aún socialismo cristiano) habían merecido las más severas condenas del
magisterio pontificio.
La posición crítica de Meinvielle es muy clara desde el inicio. Se trata, en primer término, de una crítica formulada desde la teología, no desde la política o la sociología. Pero es, además, una crítica que apunta directa y exclusivamente a la noción mariteneana de la Nueva Cristiandad en la medida en que ésta representa una norma práctica en el plano de la acción social católica que como tal supone una inadmisible novedad respecto de lo que la Iglesia enseña y ha enseñado siempre. Se trata, sostiene taxativamente Meinvielle, de un proyecto de sociedad humana en la que lo sobrenatural resulta por completo eliminado. En este sentido, el hilo conductor que une a Lamennais con Maritain es, para Meinvielle, una idea radicalmente falsa del progreso. Uno y otro han sucumbido al "mito del progreso" con todas las graves consecuencias que de esto se derivan.
Si se tiene
en cuenta el año en fue escrita y publicada esta obra no es difícil advertir
que ella resultó en buena medida profética. No pasarían veinte años desde su
publicación cuando el progresismo entrevisto por Meinvielle se convertiría, a
partir de la experiencia conciliar y post conciliar, en este actual fenómeno
arrollador que viene gravando, cada día más, la vida de la Iglesia.
Es de
destacar que por aquellos años del Concilio y de los que inmediatamente le
sucedieron, Meinvielle prestó una constante atención a este fenómeno. Así lo
atestiguan los numerosos escritos de esos años: En torno al progresismo
cristiano, Un neo cristianismo sin Dios y sin Cristo, término del progresismo
cristiano, Un progresismo vergonzante, los tres aparecidos en 1964 antes de la
clausura del Concilio, los posteriores estudios críticos sobre Teilhard de
Chardín (1965) y Karl Rahner (editados póstumamente en 2013) y finalmente, la
obra que cierra en cierto modo toda esta extensa labor crítica sobre el
progresismo: su medular ensayo De la cábala al progresismo, publicado en 1970,
obra de madurez en la que Meinvielle desentraña la profunda raíz gnóstica del
progresismo llegando, de este modo, a la ultima ratio de este singlar fenómeno.
En lo que
respecta al segundo aspecto mencionado, a saber, la visión de Meinvielle del
proceso revolucionario desencadenado por el comunismo en los años sesenta y
setenta, la actuación de Meinvielle se desarrolló en un doble plano. En efecto,
por un lado Meinvielle intervino activamente en las concretas vicisitudes
políticas de la Argentina a través, sobre todo, de una asombrosa actividad
periodística. Célebres fueron sus denuncias de lo que él llamaba "el
aparato comunista" para la toma del poder. Aceptamos que en esto pudo
haberse equivocado más de una vez ya que se trataba de cuestiones contingentes
cuyo análisis dependía de cambiantes circunstancias sobre las que era posible
formular más de un juicio. No obstante los escritos de esta clase fueron un
valiosísimo llamado de alerta por desgracia no suficientemente atendida.
Muy otro es
el sentido y el alcance de la extraordinaria labor de esclarecimiento
filosófico y teológico que el Cura dedicó a desentrañar la verdadera naturaleza
del enemigo que se enfrentaba. Fruto de esta labor son sus dos libros El
comunismo en la revolución anticristiana (1961) y El poder destructivo de la
dialéctica comunista (1962), textos imprescindibles para entender la esencia
del comunismo:
En el
primero examina el proceso de la Revolución Anticristiana, en sus sucesivas
etapas y modalidades, entendida ésta como el conjunto de todos los esfuerzos
desarrollados a lo largo del curso histórico tendientes a destruir no sólo la
Iglesia sino, fundamentalmente, la Civilización Cristiana levantada bajo su
inspiración y guía. Es en el marco de este proceso revolucionario que se ha de
inscribir el comunismo si se pretende alcanzar de él una inteligencia completa
y verdadera. En este punto, Meinvielle (al igual que Genta por la misma época)
da en el blanco: sólo tomando como referencia comparativa la Ciudad Católica
-la sociedad elaborada de acuerdo al plan de Dios, el único que satisface
plenamente los designios de Dios y las aspiraciones del hombre- es posible
entender en su esencia el comunismo y con él la guerra revolucionaria que asoló
nuestro país en los años de plomo.
LA
DIALECTICA
En la
segunda de las obras mencionadas, El poder destructivo de la dialéctica
comunista, el punto de análisis no se sitúa en lo histórico sino en lo
filosófico. La esencia del comunismo inventado por Marx, sostiene Meinvielle en
el prólogo de la primera edición, no se entiende adecuadamente si no se pone en
el corazón mismo del comunismo el problema de la dialéctica; pero no de
"una dialéctica pura, operando en el vacío", sino una dialéctica que
penetra "en las dimensiones constitutivas del hombre, tal como éste ha
salido de la mano de Dios". A partir de este presupuesto, Meinvielle
desciende hasta las raíces últimas del proceso de auténtica subversión operado
en la intimidad misma del ser del hombre y con él de todo el universo.
Antes de
terminar, dos aclaraciones. Su polémica obra El judío en el misterio de la
historia, siempre denostada y casi nunca leída, no es un libelo antisemita sino
una profunda meditación teológica del papel de Israel en la historia de la
salvación. En cuanto a que era un hombre de miras estrechas, lo desmienten
varias de sus empresas intelectuales: baste citar solamente, a modo de ejemplo,
la revista Diálogo, que dirigió allá por 1954, en la que pueden leerse autores
tan diversos como Régis Jolivet, Víctor Frankl, Christopher Hollis, Julio
Irazusta, Sciacca, Guardini o Albert Frank-Duquesne, entre otros.
Termino
volviendo a la deuda de gratitud con que comencé estas líneas un tanto
deshilvanadas. En una larga conversación que tuve con Monseñor Giaquinta cuando
residía en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires en su calidad de Obispo
emérito de Resistencia, hablamos mucho de Meinvielle. Giaquinta lo quería y lo
admiraba; había sido su discípulo desde muy joven (más aún, me confesó que
había sido como un padre para el). Fue entonces cuando le pregunté si no creía
que la Iglesia argentina le debía un justo reconocimiento a la persona y a la
obra del Padre Julio. No obtuve respuesta. Todavía la sigo esperando.
Fuente:https://www.laprensa.com.ar/518292-Agradecido-homenaje-a-Meinvielle.note.aspx