Santa
María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y
en la hora de nuestra muerte.
Amén.
“Y porque
el teneros por Madre había de ser único refugio de los pecadores en vida y
muerte, quiso el Señor descubrirnos este tesoro en el mayor fervor de su
caridad, estando para expirar desde lo alto de la cruz, cuando en persona del
Evangelista nos dijo a todos lo que cada uno debe tomar como si se lo hubiera
dicho a sí: Ecce Mater tua. Advierte
bien y abre los ojos, porque ésta es tu
Madre”.
(“Historia
de la Sagrada Pasión”, P. Luis de La Palma. S.J., 1624)