“En el desconcierto que vivimos,
muchos pierden la cabeza y se desaniman, al no ver ninguna salida para la
crisis que sufre el mundo actual, tanto desde el punto de vista político y
familiar como religioso. Y, lo que es el colmo, este desconcierto se ha
infiltrado incluso en esta Iglesia católica, apostólica y romana, a la que
Cristo prometió asistir hasta el fin del mundo. A primera vista les parece a
muchos que todo esto ya no es verdad y caen en mayor o menor medida en la desesperación.
Habiendo tenido el gran privilegio de
vivir en la intimidad del Padre Vallet, en el momento de horas dramáticas,
quisiera deciros cuánto había comprendido él la verdadera y única solución a
todos nuestros males: ‘LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN, CONTINUACIÓN Y
CONSECUENCIA DE LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA’. ¡He allí nuestro
nuevo Lábaro, he allí nuestra esperanza!
La devoción al Sagrado Corazón no es
una devocioncilla privada y facultativa, que se puede practicar u omitir sin
inconvenientes.
“Es el acto de Religión por
excelencia”, dice Pío XII. “Es la forma más estimable de religión”, había dicho
León XIII.
Y en la carta “Annum Sacrum” para la
apertura del siglo XX, a pedido de Jesús mismo, transmitido por la
bienaventurada María del Divino Corazón, entonces humilde superiora del Buen
Pastor en Oporto, el Vicario de Cristo proclamaba al Sagrado Corazón: ‘EL NUEVO
LÁBARO’, que triunfará de todos los ataques de los poderes secretos contra la
Iglesia”.
P. Ludovico
M. J. Barrielle, La devoción al Sagrado
Corazón, nuevo lábaro, Editorial Iction, Bs. As., 1983.