Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

lunes, 1 de mayo de 2023

EL GRAN OBJETIVO

 


Por GIL DE LA PISA ANTOLÍN

 

El gran objetivo, ¡el supremo objetivo!,  de Satanás,  perseguido por medio de su Sinagoga –ese super poder  mundial que lleva las riendas del gobierno de España  desde la  muerte del Caudillo– no es otro que eliminar el Valle de los caídos y derribar la Cruz más imponente del mundo pues le recuerda la única derrota sufrida en los últimos siglos… La Cruz del Valle le resulta insoportable por todo lo que significa. Y lo tiene como paso previo –y visible– a la aniquilación de España como nación. A nosotros nos queda la esperanza y la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús pues prometió proteger a nuestra patria como su reino predilecto. No creo, pues, que vaya consentir ni lo primero ni lo segundo y, tanto la Cruz como España, seguirán siendo testimonio permanente del poder divino. Eso sí, todo español bien nacido debe ayudar con sus oraciones a que así sea.

 Pero mientras llega esa ayuda vemos a los hijos de Satanás servir con todo entusiasmo a su padre, burlándose de los españoles e insultándoles con esa chulería tan propia suya y haciendo cuanto les sale de las narices sin que, nosotros,   hagamos nada para mostrarnos dignos herederos de las generaciones antepasadas, creadoras del mayor Imperio y civilizadoras de medio mundo. No olviden que fuimos dueños de la quinta parte del globo terráqueo y engendramos veinte naciones tan modernas y cultas como las europeas.

Los españoles hemos dado muestras de una cobardía y bajeza indignas de nuestro pasado consintiendo la profanación de los restos mortales del Caudillo — salvador de España y, sobre todo, y especialmente de la libertad de la Iglesia Católica. Por eso le postura de la Jerarquía es más digna de Judas que de San Pedro y de los Apóstoles. Lo más sangrante, ver a Roma vivir ajena al ataque letal contra la Iglesia española por parte del Gobierno comunista.

Con este artículo deseo reprochar a nuestra Jerarquía y al propio Vaticano su incapacidad –o su cobardía– para defender la basílica del Valle de los Caídos teniendo la fuerza de un tratado internacional en vigor que lo hace intocable por parte del Gobierno español. Es incomprensible todo lo que ha ocurrido en ese lugar sagrado como su profanación permitiendo la exhumación de los restos del Caudillo y de José Antonio Primo de Rivera.

Desde el primer momento estaban obligados a parar los pies a esos políticos rojos que nos gobiernan, a leerles la cartilla, y negarles toda intervención en un terreno prohibido para ellos. Los españoles, en alguna forma, debemos pedir responsabilidades a la Jerarquía española e, igualmente, al Vaticano. Han escandalizado tanto su cobardía como su cínico comportamiento. Y lo llamo cínico, a ciencia y conciencia, ateniéndome a la definición del cinismo por la Real Academia de la Lengua Española: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.

 Señores obispos españoles, el Valle de los Caídos es un lugar sagrado perteneciente a nuestra Santa Madre la Iglesia por donación del Gobierno de Franco, con un monasterio fiel a su misión. Donde durante más de sesenta años han rezado por los españoles caídos durante la Cruzada –en ambos bandos–, cumpliendo la misión que se les encomendó y pidiendo a Dios protección para España, para su fe, sus valores, su unidad, su existencia. Su obligación es plantar cara a los hijos de Satanás que quieren cerrar el monasterio y derribar la Cruz, y lejos de ello se dan el lujo de no decir ni mu. Y hasta los reciben en Roma con una sonrisa culpable.

Y no será por ignorar su obligación ni la trascendencia que encierra todo lo relacionado con el tema. Hasta tiene su gracia que estén llevando a los altares a muchos de esos “caídos” –mártires de su Fe—mientras se desentiendan de “canonizar” –en cierta forma—al deslumbrante homenaje a quienes, con su Victoria en la Cruzada devolvieron la Libertad a la Iglesia. ¿No se ven ustedes como unos redomados “cínicos”? ¿Qué da más gloria a Dios, la canonización de un mártir o esa maravillosa Cruz y todo “el complejo sagrado del Valle de los Caídos”? ¿Tan poco inteligentes son ustedes e, ídem, los que integran los dicasterios de la Curia romana?

Siempre tuve claro que para ser obispo, había que ser primero “Vir”, — varón, hombre–. ¿Habrá que cambiar el concepto y pensar que para esa sagrada misión salida de la voluntad del Salvador y Redentor, vale cualquier pelele? ¡Sean dignos del don recibido para que el pueblo de Dios no tenga motivos para perder la Fe y los desprecien!

Les voy a hacer una confesión: Cuando en mis clases comentaba las palabras de Jesús, a propósito de los doctores de la Ley judía, los fariseos y saduceos: “Haced lo que ellos dicen pero no lo que ellos hacen”, les decía a mis alumnos que esa conducta indigna no se podía aplicar a nuestros obispos y sacerdotes, porque tenían claro cómo detestaba Jesús la cínica hipocresía, pero, siendo ya un adulto mayorcito, he vivido la realidad de la Jerarquía Modernista que se adueñó de la Iglesia hace ya seis décadas.

Desgraciadamente semejante proceder, está facilitando a Sánchez sus planes sobre el Valle de los Caídos y España. Es el momento de la oración y la petición de ayuda la a Reina del Cielo y a su divino Hijo. 

 

 

 

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