Por GIL DE LA PISA ANTOLÍN
El gran objetivo, ¡el supremo
objetivo!, de Satanás, perseguido por medio de su Sinagoga –ese
super poder mundial que lleva las riendas del gobierno de España
desde la muerte del Caudillo– no es otro que eliminar el Valle de los
caídos y derribar la Cruz más imponente del mundo pues le recuerda la única
derrota sufrida en los últimos siglos… La Cruz del Valle le
resulta insoportable por todo lo que significa. Y lo tiene como paso previo –y
visible– a la aniquilación de España como nación. A nosotros nos queda la
esperanza y la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús pues prometió proteger
a nuestra patria como su reino predilecto. No creo, pues, que vaya consentir ni
lo primero ni lo segundo y, tanto la Cruz como España, seguirán siendo
testimonio permanente del poder divino. Eso sí, todo español bien nacido debe
ayudar con sus oraciones a que así sea.
Pero mientras llega esa ayuda vemos a los hijos de Satanás servir con todo entusiasmo a su padre, burlándose de los españoles e insultándoles con esa chulería tan propia suya y haciendo cuanto les sale de las narices sin que, nosotros, hagamos nada para mostrarnos dignos herederos de las generaciones antepasadas, creadoras del mayor Imperio y civilizadoras de medio mundo. No olviden que fuimos dueños de la quinta parte del globo terráqueo y engendramos veinte naciones tan modernas y cultas como las europeas.
Los españoles hemos dado
muestras de una cobardía y bajeza indignas de nuestro pasado consintiendo la
profanación de los restos mortales del Caudillo — salvador de España y, sobre
todo, y especialmente de la libertad de la Iglesia Católica. Por eso le postura
de la Jerarquía es más digna de Judas que de San Pedro y de los Apóstoles. Lo
más sangrante, ver a Roma vivir ajena al ataque letal contra la Iglesia
española por parte del Gobierno comunista.
Con este artículo deseo
reprochar a nuestra Jerarquía y al propio Vaticano su incapacidad –o su
cobardía– para defender la basílica del Valle de los Caídos teniendo
la fuerza de un tratado internacional en vigor que lo hace intocable por parte
del Gobierno español. Es incomprensible todo lo que ha ocurrido en ese lugar
sagrado como su profanación permitiendo la exhumación de los restos del
Caudillo y de José Antonio Primo de Rivera.
Desde el primer momento
estaban obligados a parar los pies a esos políticos rojos que nos gobiernan, a
leerles la cartilla, y negarles toda intervención en un terreno prohibido para
ellos. Los españoles, en alguna forma, debemos pedir responsabilidades a la
Jerarquía española e, igualmente, al Vaticano. Han escandalizado tanto su
cobardía como su cínico comportamiento. Y lo llamo cínico, a ciencia y
conciencia, ateniéndome a la definición del cinismo por la Real Academia de la
Lengua Española: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de
acciones o doctrinas vituperables”.
Señores obispos
españoles, el Valle de los Caídos es un lugar sagrado
perteneciente a nuestra Santa Madre la Iglesia por donación del Gobierno de
Franco, con un monasterio fiel a su misión. Donde durante más de sesenta
años han rezado por los españoles caídos durante la Cruzada –en ambos bandos–,
cumpliendo la misión que se les encomendó y pidiendo a Dios protección para
España, para su fe, sus valores, su unidad, su existencia. Su obligación
es plantar cara a los hijos de Satanás que quieren cerrar el monasterio y
derribar la Cruz, y lejos de ello se dan el lujo de no decir ni mu. Y hasta los
reciben en Roma con una sonrisa culpable.
Y no será por ignorar su
obligación ni la trascendencia que encierra todo lo relacionado con el
tema. Hasta tiene su gracia que estén llevando a los altares a muchos de esos
“caídos” –mártires de su Fe—mientras se desentiendan de “canonizar” –en cierta
forma—al deslumbrante homenaje a quienes, con su Victoria en la Cruzada
devolvieron la Libertad a la Iglesia. ¿No se ven ustedes como unos redomados
“cínicos”? ¿Qué da más gloria a Dios, la canonización de un mártir o
esa maravillosa Cruz y todo “el complejo sagrado del Valle de los Caídos”?
¿Tan poco inteligentes son ustedes e, ídem, los que integran los
dicasterios de la Curia romana?
Siempre tuve claro que para
ser obispo, había que ser primero “Vir”, — varón, hombre–. ¿Habrá que cambiar
el concepto y pensar que para esa sagrada misión salida de la voluntad del
Salvador y Redentor, vale cualquier pelele? ¡Sean dignos del don recibido para
que el pueblo de Dios no tenga motivos para perder la Fe y los desprecien!
Les voy a hacer una confesión:
Cuando en mis clases comentaba las palabras de Jesús, a propósito de los
doctores de la Ley judía, los fariseos y saduceos: “Haced lo que ellos dicen
pero no lo que ellos hacen”, les decía a mis alumnos que esa conducta
indigna no se podía aplicar a nuestros obispos y sacerdotes, porque tenían
claro cómo detestaba Jesús la cínica hipocresía, pero, siendo
ya un adulto mayorcito, he vivido la realidad de la Jerarquía Modernista
que se adueñó de la Iglesia hace ya seis décadas.
Desgraciadamente semejante
proceder, está facilitando a Sánchez sus planes sobre el Valle de los Caídos y
España. Es el momento de la oración y la petición de ayuda la a Reina del Cielo
y a su divino Hijo.