Por Decíamos ayer... - 23.4.23
Nuevamente es «La hora de los enanos».
La hora del odio y de la venganza. La hora de los pequeños con poder, de los
peleles con mando, de los monigotes serviles... Vayan pues, estas recias y
piadosas líneas, de llamativa actualidad, y escritas en defensa y honra de su
padre, como reparación de este nuevo ultraje, y como homenaje a su
memoria.
Fue misericordia de Dios el llevárselo a las
regiones de la paz eterna. Tras un breve martirio, el descanso. ¡Eran muchos
sus merecimientos para que la divina generosidad no le indultara de este
espectáculo!
Todo bulle como una gusanera. Como si no hubiera
pasado nada. Los mismos hombres, las mismas palabras vacías, los mismos
aspavientos. ¡Y todo tan chico! Contra la obra ingente de seis años –orden,
paz, riqueza, trabajo, cultura, dignidad, alegría–, las fórmulas apolilladas de
antaño, las menudas retóricas de antaño, las mismas sutilezas de leguleyo que
ni el Derecho sabe.
Aquí están los políticos a quienes nadie desconoce.
Todos pasan de sexagenarios. Gobernaron docenas de veces. Casi ninguno sirvió
para nada. Pero no escarmentaron. Piensan que una breve abstinencia –que ellos
disfrazan de persecución– los redime del pasado inútil.
Aquí están los ridículos intelectuales, henchidos de pedantería. Son la descendencia, venida a menos, de aquellos intelectuales que negaron la movilidad de la tierra y su redondez, y la posibilidad del ferrocarril, porque todo ello pugnaba con las fórmulas. ¡Pobrecillos! ¿Cómo van a entender –al través de sus gafas de miopes– el atisbo aislado de la luz divina? Lo que no cabe en sus estrechas cabezas creen que no puede existir. ¡Y encima se ríen con aire de superioridad!
Aquí están los murmuradores, los envenenados de
achicoria y nicotina, los snobs, los cobardes, los diligentes en acercarse
siempre al sol que calienta más, (algunos, ¡quién lo dijera!, aristócratas,
descendientes de aquellos cuyos espinazos antes se quebraban que se
torcían...).
Aquí están todos. Abigarrados, mezquinos,
chillones, engolados en su mísera pequeñez. Todos hablan a un tiempo. No se
hizo nada. Se malgastaron los caudales públicos. Las victorias militares
acaecieron bajo el mando de aquel caudillo como pudo acaecer otra cosa. Todo
fue suerte o mentira. Y, antes que nada, ese Gobierno no fue un Gobierno
inteligente (¡santa palabra para deslumbrar a los tontos!); gobernó para
España, a la española, no al gusto de la docena de los elegidos. Prefirió
prescindir de solemnidades hipócritas mejor que falsificarlas.
Los enanos han podido más que el gigante. Se le
enredaron a los pies y lo echaron a tierra. Luego, le torturaron a aguijonazos.
Y él, que era bueno, sensible, sencillo; él, que no estaba acorazado contra las
miserias; él, que por ser muy hombre (muy humana) gozaba y padecía como los
niños, inclinó su cabeza una mañana y no la alzó más.
Ahora es la hora de los enanos. ¡Cómo se vengan del
silencio a que los redujo! ¡Cómo se agitan, cómo babean, cómo se revuelcan
impúdicamente en su venenoso regocijo! ¡Hay que tirarlo todo! ¡Que no quede ni
rastro de lo que él hizo! Y los más ridículos de todos los enanos –los
pedantes– sonríen irónicamente.
Él también sonríe. Pero su risa es clara, como su
espíritu sencillo y fuerte. Nosotros padecemos –como él antes– todas las
torturas de la injusticia. Pero él ya goza el premio allá en lo alto, en los
ámbitos de la perpetua serenidad. Nada puede inquietarle, porque desde allí se
disciernen la grandeza y la pequeñez. Pasarán los años, torrente de cuyas
espumas sólo surgen las cumbres cimeras. Toda esta mezquina gentecilla
–abogadetes, politiquillos, escritorzuelos, mequetrefes– se perderá arrastrada
por las aguas. ¿Quién se acordará de los tales dentro de cien años? Mientras
que la figura de él –sencilla y fuerte como su espíritu– se alzará sobre las
centurias, grande, serena, luminosa de gloria y de martirio.
(ABC, 16 de marzo de 1931.)
* En «Obras de José Antonio Primo de
Rivera – Edición cronológica», Recopilación de Agustín del Río Cisneros.
Delegación Nacional de la Sección Femenina de F.E.T. y de las J.O.N.S. – 1964,
pp. 3-4.
_________________________
https://blogdeciamosayer.blogspot.com/2023/04/la-hora-de-los-enanos-jose-antonio.html