UN SOMBRÍO ANIVERSARIO
Por THE
FATIMA CENTER
Hoy se
cumple el séptimo aniversario del fallecimiento del Padre Gruner, el 29 de
abril de 2015. Nuestros corazones aún están llenos de cálido afecto por este
celosísimo sacerdote de Jesucristo, así como de gratitud y admiración por sus
incansables labores en el Apostolado de Fátima, que fue la obra de su vida.
Tan
profundamente parecido a su Divino Maestro (a quien en las Letanías del Santo
Nombre llamamos el gran Amante de nuestras almas, "Amante de
nosotros"), el Padre Gruner nos enriqueció a todos, habiéndose volcado con
una generosidad sin límites en el servicio de la Iglesia, sin reparar en costes
personales. Y soportó tremendas dificultades y persecuciones por nuestro bien,
para anunciarnos fielmente el Mensaje intacto de Nuestra Señora de Fátima. Con la
más rara valentía, el Padre Gruner se negó a tomar el camino de un asalariado
que se auto-preserva, estando decidido como el Apóstol Pablo a no retener nada
que fuera necesario para nosotros (Hechos 20:20), aunque amándonos más, fue
demasiado a menudo (en tantos casos y a través de tantas calumnias) amado menos
(2 Cor. 12:15).
Los
acontecimientos sin precedentes de los dos últimos años, que han derrumbado los
últimos vestigios del orden cristiano y de los derechos humanos en la sociedad
occidental, han comenzado por fin a llevar a la conciencia (y a las
conciencias) de muchos el Mensaje de Fátima, que ha sido descuidado durante
demasiado tiempo, pero el Padre Gruner habría sido la última persona en
sentirse satisfecha al verse así reivindicada. Su mayor esperanza era que
pudiéramos librarnos de los horrores que ahora comienzan a desarrollarse.
Con
nuestras propias vidas y almas todavía en la balanza, seguimos confiando en las
oraciones del Padre Gruner para que el Papa y los obispos atiendan por fin a las
peticiones de Nuestra Señora de Fátima para la Consagración de Rusia a Su
Inmaculado Corazón, y para la promoción de la devoción reparadora del Primer
Sábado, antes de que la peor de sus funestas advertencias proféticas -la
aniquilación de las naciones, alcanzando a innumerables almas en una muerte no
prevista- se haga realidad.
Concédele, Señor, el descanso eterno y haz
que brille para él la luz perpetua. Que su alma y las almas de todos los fieles
difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.