Por
la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María;
Para
consolarla por todos los pecados, irreverencias, blasfemias, ofensas, ultrajes
e ingratitudes.
Oh,
Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón muy digno de ser
amado, en el que la adorable Trinidad está siempre complacida, digno de la
veneración y el amor de todos los Ángeles y hombres;
Corazón
muy semejante al Sagrado Corazón de Jesús, del que eres la imagen perfecta;
Corazón lleno de bondad, siempre compasivo con nuestras miserias;
Dígnate
derretir nuestros helados corazones y haz que se transformen totalmente a
semejanza del Corazón de Jesús, nuestro Divino Salvador.
Derrama
en ellos el amor de tus virtudes, enciende en ellos ese fuego divino con el que
Tú misma ardiste siempre. En Ti, que la Santa Iglesia encuentre un refugio
seguro; protégela y sé su más querido refugio, su torre de fortaleza,
inexpugnable contra todo asalto de sus enemigos.
Sé
tú el camino que conduce a Jesús y el canal a través del cual recibimos todas
las gracias necesarias para nuestra salvación.
Sé
nuestro refugio en el tiempo de angustia, nuestro consuelo en medio de la
prueba, nuestra fuerza contra la tentación, nuestro amparo en la persecución,
nuestra ayuda en todo peligro, y especialmente en la hora de la muerte, cuando
todo el infierno desate contra nosotros sus legiones para arrebatarnos el alma,
en ese momento espantoso, en esa hora tan llena de pavor de la que depende
nuestra eternidad.
Ah,
pues, tiernísima Virgen, haznos sentir la dulzura de tu Corazón maternal y el
poder de tu intercesión con Jesús, y ábrenos un refugio seguro en esa única
fuente de misericordia, desde donde podamos llegar a alabarle contigo en el
paraíso, por los siglos de los siglos. Amén.