Reproducimos a
continuación un artículo publicado en la revista Mikael, órgano oficial del
Seminario Arquidiocesano de Paraná. La revista apareció entre 1973 y 1983. La
nota corresponde al número 23, del Segundo Cuatrimestre de 1980.
Los destacados en negrita
son del artículo original. Hemos añadido algunas imágenes, de las que la nota
original carecía.
Publicamos esta nota en el
Día de la Reconquista, hecho histórico que tanta relevancia tuvo en el
establecimiento de los colores celeste y blanco como nuestros colores
nacionales.
LA VIRGEN
Y LOS
COLORES DE NUESTRA BANDERA
Siendo la
Argentina, desde su cuna, un país eminentemente mariano, fruto de la
herencia hispánica, resulta natural la relación que la historia nos muestra
entre la Santísima Virgen, especialmente en su advocación de Nuestra Señora de
Luján, y los colores azul y blanco de nuestra bandera. No existe ciertamente un
documento, firmado por Belgrano, donde se declare expresamente que impuso a la
bandera los colores marianos. Pero es un error creer que hace falta un
documento tal, inédito y lleno de polvo, para demostrar esta verdad. Porque
científicamente hay un amplio contexto documental y un ceñido substrato
biográfico que autorizan con toda legitimidad a concluir que los colores
nacionales derivan de los colores del manto de Nuestra Señora. Cuando Vicente
Sierra se refiere a este tema, pese a ser un historiador de reconocida posición
católica, se muestra hipercrítico; sin embargo, luego de haber expuesto
diversas objeciones, concluye que los colores de nuestra bandera fueron tomados
por los porteños de la bandera de los Borbones, concretamente de la de Carlos
III, el cual había fundado la Orden de la Inmaculada Concepción a la que
perteneció Belgrano. Los siguientes extractos de varios libros, nos confirman
en la conclusión anterior. (N. de la R.)
"Cuando
el rey Carlos III consagró España y las Indias a la Inmaculada en 1761, y
proclamó a la Virgen principal Patrona de sus reinos, creó también la Orden
Real de su nombre, cuyos caballeros recibían, como condecoración, el medallón
esmaltado con la imagen azul y blanca de la Inmaculada, pendiente al cuello de
una cinta de tres franjas: blanca en el medio, y azules a los costados. El
artículo 40 de los estatutos de la Orden, reformados en 1804, dice:
Las
insignias serán una banda de seda ancha dividida en tres franjas iguales, la
del centro blanca y las dos laterales de color azul celeste".
(Aníbal
Afilio Rottjer, El General Manuel Belgrano, Ed. Don Bosco, Bs. As., 1970, p.
62)
"Mitre
dijo que los colores nacionales blanco y azul celeste
pudieron ser adoptados 'en señal de fidelidad al rey de España, Carlos IV, que
usaba la banda celeste de la Orden de Carlos III, como puede verse en sus
retratos al óleo... La cruz de esta orden es esmaltada de blanco y celeste,
colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la
Iglesia'. El artículo IV de los estatutos de dicha orden, decretados en 1804,
dice:
'Las
insignias... serán una banda de seda ancha dividida en tres fajas iguales, la
del centro blanca, y las dos laterales de color azul celeste'.
Augusto
Fernández Díaz recuerda que, cuando en el último ensayo de gobierno republicano
en España se acordó cambiar la bandera rojo y gualda por otra de tres franjas:
rojo, gualda y morado, Miguel de Unamuno, entonces diputado, dijo:
"Bandera
monárquica podríais acaso llamar a la celeste y blanca de los Borbones de la
casa española, cuyos colores son también los de la República Argentina
y los de la Purísima Concepción"
(Vicente
Sierra, Historia de la Argentina, Ed. Garriga Argentina, T. V, 1962, L. III ,
cap. II, p. 472)
"Si
bien la escarapela azul y blanca no se usó en 1810, y sólo aparece al año
siguiente, como distintivo de la Sociedad Patriótica, sus colores habían
adquirido una especial significación, por haberlos usado los voluntarios que
prepararon la Reconquista, y que, reunidos en Luján, combatieron
luego en la Chacra de Perdriel. Las crónicas de Luján nos hablan del Real
Pendón de la Villa de Nuestra Señora, bordado en 1760 por las monjas catalinas
de Buenos Aires. En él había dos escudos: uno con las armas del rey y otro con
la imagen de la Pura y Limpia Concepción de María Santísima, singular patrona y
fundadora de la villa. El Cabildo de Luján entregó este estandarte a las tropas
de Pueyrredón, como su mejor contribución para el servicio y la defensa de la
patria. Después de implorar el auxilio de la Virgen, y usando, como distintivo
de reconocimiento, los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas
al cuello, una azul y otra blanca, y que llaman de la medida de la
Virgen, porque cada una medía 38 centímetros, que era la altura de la
imagen de la Virgen de Luján, los 300 soldados improvisados se lanzan al ataque
contra 700 veteranos de Beresford, y mueren en la acción tres argentinos y
veinte británicos. Los dispersos se unen más tarde a las fuerzas de Liniers, y
obtienen, días después, la victoria definitiva, que se atribuyó oficialmente a
la intervención de la Virgen María, como consta en las actas del Cabildo de
1806. Estos colores los conservaron los húsares de Pueyrredón en la Defensa,
durante las jornadas de julio de 1807".
(Aníbal
Atilio Rottjer, op. cit., pp. 61-62)
"¡Soldados!
Somos de ahora en adelante el Regimiento de la Virgen. Jurando nuestras
banderas os parecerá que besáis su manto... Al que faltare a su palabra,
Dios y la Virgen, por la Patria, se lo demanden".
(Proclama
del Coronel Domingo French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812;
en P. Jorge María Salvaire, Historia de Nuestra Señora de Lujan, T. II, 1885,
pp. 268 ss.).
"Carlos
III, Carlos IV y Fernando VII vestían sobre el pecho la banda azul y blanca con
el camafeo de la Inmaculada, y el manto real lucía estos mismos colores,
como puede observarse en los retratos que adornan los salones del Escorial y el
palacio de Oriente en Madrid, donde se custodian también las condecoraciones
con la cruz esmaltada en blanco y celeste. Pueyrredón y Azcuénaga los usaron,
como caballeros de esa Orden, y Belgrano, como congregante mariano en las
universidades de Salamanca y de Valladolid. Ya hemos referido en otro lugar que
Belgrano, al recibirse de abogado, juró 'defender el dogma de la Inmaculada
Concepción de la Virgen María, Patrona de las Españas', y que, al ser nombrado
secretario del Consulado, declaró en el acta fundamental de la institución que
la ponía 'bajo la protección de Dios' y elegía 'como Patrona a la Inmaculada
Virgen María', cuyos colores, azul y blanco, colocó en el escudo que ostentaba el
frente del edificio".
(Aníbal
Atilio Rottjer, op. cit., pp. 62-63)
"...al
fundarse el Consulado en 1794, quiso Belgrano que su patrona fuese la
Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de la dicha Institución
constaba de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón
nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones diversas de las
que tuvo en 1794?
El Padre
Salvaire no conocía estos curiosos datos y, sin embargo, confirma nuestra
opinión al afirmar que 'con indecible emoción cuentan no pocos ancianos, que al
dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria, los colores blanco y azul
celeste, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la
Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto' ".
(Guillermo
Furlong S.J., Belgrano. El Santo de la espada y de la pluma, Club de Lectores,
Bs. As., 1974, pp. 35-36)
"Al
emprender la marcha (hacia el Paraguay) pasa (Belgrano) por la Villa de Nuestra
Señora de Luján donde se detiene para satisfacer el deseo que le anima de poner
su nueva carrera y las grandes empresas que idea en su mente, bajo la
protección de la milagrosa Virgen de Luján. Manda, al efecto, celebrar en ese
Santuario una solemne misa en honor de la Virgen a la que asiste personalmente,
a la cabeza del Ejército de su mando, y robusteciendo su corazón con el
cumplimiento de este acto religioso, prosigue lleno de fe y de esperanza el
camino que le trazara el deber y el honor".
(P. Jorge
María Salvaire, op. cit., pp. 262-263)
"José
Lino Gamboa, antiguo cabildante de Luján, juntamente con Carlos Belgrano,
hermano del General, afirmó que:
'Al dar
Belgrano los colores celeste y blanco a la bandera patria, había querido,
cediendo a los impulsos de su piedad, honrar a la Pura y Limpia Concepción de
María, de quien era ardiente devoto por haberse amparado a su Santuario de
Luján'".
(José
Manuel Eizaguirre, La bandera argentina, Peuser, Bs., As., 1900, p. 43)
"El
sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján
y presidente de su Cabildo, dijo:
Mi
hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján de
quien era ferviente devoto.
Y en este
sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados
historiadores".
(Aníbal
Atilio Rottjer, op. cit., p. 66)
Fuente:
https://heraldicaargentina.blogspot.com/2023/08/la-virgen-y-los-colores-de-nuestra.html