Antonio Caponnetto es el principal referente del nacionalismo católico
argentino. Es, además, uno de mis Maestros. Eminencia intelectual, poeta,
historiador, filósofo, pedagogo. Un hombre sabio que ha vivido una vida
peligrosa, recta, humilde. Cristiana.
Aquí su opinión respecto de Milei: la suscribirían todos los grandes
referentes del nacionalismo católico argentino. Milei es un MAL ABSOLUTO, como
se desprende; no un “mal menor”.
Hace poco, Nicolás Márquez, youtuber –si se me perdona el feo
neologismo- de moda, dijo que la causa por la cual cierto sector conservador en
la Argentina no le presta adhesión a Milei es el “caponnettismo”. Su discípulo
Jordán Abud le respondió AQUÍ. Yo diría que gracias al
“caponnettismo” un puñado de argentinos aún custodian la Verdad y conservan la
coherencia.
Nos consta que Antonio no se encuentra en el mejor momento para escribir
y, sin perjuicio, lo ha hecho, refrendando su proverbial cortesía. Gracias,
querido Antonio, muchas gracias. Gracias por este escrito, y, sobre todo, por
todo tu magisterio.
Que los exitistas sigan creyendo en el recuento de votos, en el azar
democrático y en las disidencias controladas: nosotros estamos con Dios. Que no
se plebiscita. Y eso basta.
BRUNO ACOSTA
NOTA DE AGENDA FÁTIMA:
Un amigo nos
anotició recientemente de que en una entrevista efectuada a un intelectual
brasileño, éste, hablando de la simpatía del Padre Castellani por el
milenarismo, y refiriéndose desdeñosamente a Antonio Caponnetto, deslizó que hay
que tener reservas contra todo seguidor del P. Castellani. Podemos inferir este
silogismo disparatado: 1) Todo argentino tradicionalista supuestamente es
castellaniano, 2) y como Castellani es milenarista, 3) luego todo argentino
afín a Castellani es milenarista. Absurdo. En el caso del allí referido
Caponnetto, sólo dos veces en su larguísima carrera intelectual y docente, se
refirió, y de rondón, al milenarismo, y siempre desde una posición adversa. Y
para que nadie nos acuse –porque hoy vuelan las rápidas sospechas y acusaciones-
de milenaristas, en más de una ocasión hemos refutado al milenarismo. Por caso,
cuando sobre ese y otros temas dejamos sentada nuestra discrepancia con el P. Castellani,
en el libro “Castellani y Lefebvre” de nuestra autoría. De manera tal que poner
la sospecha en todo seguidor de Castellani es un abuso y una injusticia. Y esto
sin hablar del trato desdeñoso, peyorativo que se le inflige a ese gigante de
la Fe (un genio, como le escuchamos decir de él a un obispo de la Tradición católica
nada sospechoso de modernismo, milenarismo o acuerdismo) que fue el Padre
Castellani.
F.M.
Por ANTONIO CAPONNETTO
“Pondré mi ley dentro de
ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”. Jeremías, 31,33.
La Libertad Avanza. Los
católicos retroceden hasta la incongruencia y la doblez pocas veces vista. Y no
hablamos de los católicos de misa y olla –que con ambas cosas se salvan, quede
dicho- sino de los ilustrados, con sus latines y griegos que suelen escandir
pulidamente.
No importa que Milei sea
una excreción humana, ufanándose de sus vicios, nigromancias, brujerías y
degeneraciones por doquier. La respuesta será que no debemos pedir que gobierne
un santo o un héroe. La heterodoxia podrá ser desaprobada en el ámbito
religioso; en el resto manda la diosa praxeología, paradójicamente devenida en
la nueva e implacable ortodoxia.
Son tradicionalistas,
claro; de vetus ordo incluso, y bien por éso. Pero han aprendido rápido la
moderna lección de Maquiavelo: el príncipe tiene que aunar las cualidades del
zorro y del león, astucia y fuerza, habilidad y eficacia. Virtud y sabiduría al
arcón de los recuerdos medievales.
Mejor un pervertido que nos
asegure el bienestar, que un Monseñor Tiso, gobernante de Eslovaquia, muerto
mártir de Cristo por defender a su pueblo. Mejor un psicópata alucinado y
gnóstico al que le cierren las cuentas, que un Oliveira Salazar, mitad asceta,
mitad sabio, pero derrotado al final por el mundo.
Buenos gobernantes llenos
de pecados, los hubo en la historia. A veces con conciencia de tenerlos, otras
no. En ocasiones contritos, otras no. Pero que se inste a elegir a un
pervertido convicto y confeso, en nombre de la doble moral, separando la vida
privada de la pública, como si ningún correlato hubiera, éso ya linda la
justificación de la indecencia. Bien dice García Morente que la “publificación”
de la existencia, sin rendirle cuentas a la vida interior, es el sello nefasto
que caracteriza al demócrata.
La Libertad Avanza. Los
católicos reculan hasta la esquizofrenia. No importa que Milei se presente
explícitamente como aquel que “se arrodilla” - literaliter- ante
cabalistas, talmudistas, sinagogas y logias masónicas transnacionales. Quien se
ampare en estos argumentos será tenido por conspiracionista, y expulsado fuera
de las redes, donde todo es llanto y rechinar de led. En la política
juego que transitamos –según la retratara el insigne Gueydan de
Roussel- el testigo de la verdad vuelve al casillero número cero del ludo
democrático, y no tira más los dados hasta que no se arrepienta de su teoría
del complot.
No importa tampoco que, en
su batiburrillo de liberalismo y anarquismo, Milei explaye cada vez con mayor
minucia y convicción su ideario monstruosamente transhumanista, idolatrando la
amalgama siniestra de la robótica, la inteligencia artificial, el darwinismo, la
ingeniería genética, la tecnologización del sexo y la postverdad. Con
propuestas que incluyen, entre otras, la reducción de los embarazos a seis
meses, para aligerar “la carga” de las mujeres.
Quien recuerde estos
postulados –vistos y oídos y a disposición documentada de cualquiera- es un
purista, principista, poeta o cartujo. Un singular, como diría el “novelista”
Castellani ¡Afuera con estos soñadores! ¡Si Milei es pro vida, vamos! Empezando
por la vida de sus hijos caninos, para quienes toda pasión paternal es poca.
La Libertad Avanza. Los
católicos retrechan y recejan sin los antañones escrúpulos de la moral
evangélica. Nada de quedarse en la Nicomaquea comentada por Santo Tomás. Hay
que llegar a Max Weber con su taxonomía de las diversas éticas, a piacere del
consumidor. No importa que Milei haya sostenido que los culpables de delitos de
lesa humanidad no deben ser indultados sino cumplir con su pena, aceptando
incluso la expresión “delitos de lesa humanidad” impuesta por la guerra
semántica. Fantasías de nosotros, los aguafiestas del carnaval democrático.
Milei es el nuevo San Pedro Nolasco de los militares presos.
No importa que prometa
plebiscitar la ley del aborto, sometiendo así al poder de los guarismos
herodianos la legitimidad o ilegitimidad del genocidio embrionario. Y que
algunos de sus principales acólitos –tienen nombres y apellidos y cargos: los
conocemos muy bien- estén a favor de la legalización del infanticidio y lo
hayan aprobado. Milei, nos dicen, es “pañuelo celeste”. Somos nosotros los
daltónicos.
No importa que no crea en
la institución del matrimonio; que lo reduzca a un contrato entre miembros de
la sexualidad que se me antoje; que cada quien es libre de drogarse,
suicidarse, vender sus órganos, negociar con sus hijos o decidir el día en el
que muere. Que grite a los cuatro vientos su orfandad de padres vivos, a
quienes repudia con un odio crispado de torpor y de venganza incesante. Milei
–según sus prosélitos- está en contra del feminismo y de lgbteísmo. Y hasta va
a reemplazar la ESI por la pornografía, tal cual proclamó sin rubores uno de
sus alfiles y candidatos de primera línea. Toda una garantía.
No habrá ESI, ni gremios
maricas, ni ministerios de mujeres ni Inadis. Y todo esto por una única y
última ratio: que son gastos para el Estado, incompatibles con el minarquismo.
Privadamente, cada quien podrá hacer de su pandero un búcaro o de sus pompis
unos tiestos con legumbres y hortalizas. ¿Contranatura, aberración, vicio
nefando, enfermedad, protervia? Nada de eso. Ha llegado la hora del proyecto
personal de vida, como una nueva hora de la espada lugoniana. Pero esta vez con
admitidas resonancias freudianas. Somos nosotros los que no sabemos nada de
tácticas y de estrategias electorales. Por suerte una gavilla de youtubers nos
desasnan. Como a Alcibíades o a Cratilo, a ellos les ha dicho el número de
“like” que son los más bellos del cyberespacio.
La Libertad Avanza. Los
católicos huyen y se repliegan a un universo en el que ya no existen las
condenas al liberalismo, ni las sentencias excomulgantes para los hermanos tres
puntos, ni las maldiciones contra los deicidas y la repulsa para los fariseos.
No importa que Milei tenga sus ídolos entre los rapiñadores de nuestras
Malvinas y los asesinos de nuestros soldados. Traer a colación este pequeño
detalle ahora, que está a punto de ganar la tómbola sufragista, es propio de
nacionalistas recalcitrantes. ¡A por ellos mis influencers!
No importa que el sujeto
abisal no sepa dirigirse al auditorio sin destruir la sintaxis, la gramática,
la prosodia, el buen gusto y la belleza idiomática. Que confunda el arte
retórico con el relincho y no pueda salir de la segunda palabra sin repetir sus
torpes muletillas. No habrá más lenguaje inclusivo. Coprolalia para todos. Ni
importa asimismo que sus gestos y sus exabruptos sean los propios de una bestia
frenética y un basilisco poseso. Tranquilos. Suprimirá el lenguaje inclusivo,
repetimos. ¿Entendieron pedazos de m...y manga de h.d.p., o les tengo
que meter a cada uno una patada en el c...?
¡Basta de violencia de
género! Es un gasto que el Estado no se puede permitir, mucho menos si lo vamos
a destruir violentamente. De ahora en más, el que quiera violencia de género
que se la costee por sí mismo. Como con las escuelas y los centros educativos.
Se acabó el monopolio estatal. Que cada quien adoctrine, ideologice y lave el
cerebro de sus hijos como se le dé la gana. En el respeto irrestricto al
proyecto de vida del otro, da lo mismo que una universidad de medicina esté
presidida por la doctora Rímolo, o que otra de Derecho la conduzca Justiniano.
Terminemos al fin. Milei no
es el fracaso del progresismo ni su vencedor en la supuesta batalla cultural.
Milei es el economicismo atroz, la cuantofrenia, la numerolatría, el
inmanentismo, el naturalismo, el laicismo, la moral de situación y el
consecuencialismo ético. El apatridismo de los cipayos decimonónicos y el
posmodernismo de los millennias. El cerebro binario, el chip para evolucionar y
la genitalidad tántrica para vivir zoológicamente satisfechos. Más progresista
no se consigue.
Por mucho que vayan con el
mejor manual casuístico bajo el sobaco, no habrá artilugio que pueda mitigar
las culpas graves del católico argentino que le entregue su voto a este
demente.
Somos conscientes de que
puede salir un despistado, creyendo que este ataque a Milei supone de parte
nuestra otra opción electoral. Por las dudas, que alguien le explique que somos
mucho peor de lo que suponen. Somos ultramontanamente antidemocráticos. La partidocracia
toda –entera, completa, redonda- nos da náuseas. Si nos centramos en Milei es
porque su nombre, hoy, es una sinécdoque; esto es una parte que se puede tomar
por el todo. En mejores palabras: una basura genérica que engloba y tipifica al
resto.
Y puede salir otro
espetándonos bravuconamente qué proponemos nosotros, entonces, ya que el
sistema es intrínsecamente perverso y no estamos dispuestos a cooperar con él.
Pues hemos tomado la precaución de escribir cuatro volúmenes para ello, amén de
un centenar de artículos. Y sobre todo, hemos tomado la precaución de vivir
setenta y dos años, gastados - según creemos con sencillez- en aprender y
enseñar la recta doctrina heredada de los maestros.
Dios nos hizo de barro,
pero su soplido nos infundió dignidad creatural. Dignidad que se conserva y se
cultiva en tanto obedezcamos y alabemos a Dios, privada y públicamente. Cuando
se prefiere volver a ser sólo barro y embarrarse, se peca contra Dios y su
Orden Creado.
Embarrarse no es ni medio
ni fin en política. Es inmoralidad, desesperación, estupidez y culpa. Es
cooperación activa con los hijos de las tinieblas. La libertad
anarco-libertaria puede avanzar cuanto quiera, secundada por sus cómplices
católicos y derechistas. Lo mismo el resto de la partidocracia regiminosa. Pero
a Jesucristo, la libertad genuina, pues es la Verdad Encarnada, no lo para
nadie.
Fuente:
https://reverdad.blogspot.com/2023/09/antoniocaponnettosobremilei.html