LA DEVOCIÓN
MARIANA EN RUSIA
La devoción mariana fue trasplantada a Rusia
(en Kiev) por Bizancio, en el s. X, al tiempo del bautismo de Vladimir (año
988). A solo tres años de distancia de una tal conversión, unos arquitectos
griegos se dedicaban ya a la construcción de la primera catedral de Kiev [1], solemnemente consagrada a la
Asunción el 12 de marzo del año 996. El ejemplo de Kiev [2] fue bien pronto imitado por las diferentes ciudades, que
después se convirtieron, sucesivamente, en capitales de la gran Rusia:
Novgorod, Moscú y San Petersburgo. Tampoco tardó la corte de los zares en
imitar los usos de la corte imperial de Bizancio: fastuosos cortejos, solemnes
festejos públicos en honor de María, etc. La piedad del pueblo ruso fue después
alimentada continuamente por la liturgia bizantina, tan rica en devoción
mariana. Esta devoción está tan acentuada, que el escritor ruso Nicolás Berdiaev
ha dicho, hiperbólicamente, que la religión entre los rusos, más que una
religión de Cristo es una religión de María» (v. Gordillo, M., La divozione alla
Madonna..., p. 11, v. bibl.). De casi mil monasterios existentes en Rusia en
1917, mucho más de la mitad estaban consagrados a la augusta Madre de Dios.
Son numerosísimos, en Rusia, los llamados
iconos. Más de 260 de éstos son considerados como milagrosos (así vemos en el
Calendario de la iglesia de Moscú de 1954). Se los encuentra (mejor dicho, se
los encontraba) [3] en los caminos y
en las plazas, en las casas privadas y en los edificios públicos. Los templos
estaban repletos de ellos: se veían en las iconóstasis, en los atriles, en el
recinto construido para ocultar a los cantores, en los muros. Delante de ellos
arden pequeñas lámparas de día y de noche. Estos iconos presentan cuatro tipos:
la imagen Orante, la «Bogoljubskaja» (que es la más común, la Virgen en pie a
la derecha del Hijo, un poco inclinada hacia Él, en actitud de rogarle por la
salvación del mundo), la “Odighitria” (Nuestra Señora con el Niño en el brazo
izquierdo) y la «Kyrjiotissa» o “Nicopeia” (“Nuestra Madre celestial”, “Nuestra
Señora de las Victorias”).
En todos los domicilios rusos, aun en los más
pobres, jamás faltaba la imagen de María colocada en lugar preeminente (o sobre
la cuna de los niños), siempre adornada con manteles o tapices bordados, y con
flores, y una lámpara de aceite que continuamente ardía ante ella. Con ella
solían los padres bendecir a sus hijos en las grandes separaciones de la vida
(bodas, partidas para la guerra, etc.). Estos iconos milagrosos son designados
con diferentes títulos, como, por ej., “la flor que nunca se marchita”, “la
consolación”, “el regocijo”, “la salvación de los perdidos”, “el gozo de los
afligidos”, “la veloz escuchadora”, “la enjugadora de lágrimas”, “el ojo
vigilante”, “la médica”, etc. Ntra. Sra. de los Siete Dolores es conocida por
los rusos bajo el título de “la ablandadora de los corazones malos” o “de las
Siete Flechas”. En 1905, cuando el emperador Nicolás II concedía a los
católicos la libertad de culto, los católicos de las pequeñas ciudades de
Lipovetz (en Kiev) organizaron una peregrinación al santuario de Berdytchev,
recorriendo a pie 80 km., llevando con ellos pequeñas imágenes de Nuestra
Señora, y cantando el “avemaría” en latín. Se les fue uniendo, a lo largo del
camino, una verdadera muchedumbre de “ortodoxos”. A la Virgen ha recurrido
siempre, y no en vano, el pueblo ruso en los casos de emergencia de su historia.
En tales ocasiones se postraba ante su icono gritando desde lo más profundo del
alma: “¡Santísima Madre de Dios, salva a la tierra rusa!”. Pedro el Grande, en
los albores del s. XVIII, antes de emprender la batalla decisiva contra los
suecos, oró con todo su ejército ante el milagroso icono de Ntra. Sra. de
Kazan. En los comienzos del siglo XIX la prodigiosa imagen de Smolensk siguió al
ejército ruso que rechazó la invasión napoleónica.
En todos los distritos de Rusia se hacían,
durante la estación del estío, solemnes procesiones en las que se transportaba
de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, alguno de los iconos más venerados,
particularmente el de Kazan. Toda ciudad y toda aldea salían al encuentro de la
celestial Visitante entre el festivo sonido de las campanas, entre el ardiente
entusiasmo de los fieles. Era una verdadera y propia «Peregrinatio Mariae» (Cf.
Tchetverikoff, Piété Orthodoxe, t. III, n. 8, pp. 462-463).
La liturgia de la misa y del oficio está totalmente
esmaltada de alabanzas e invocaciones a María. Para darse una idea, baste notar
que solamente para los meses de octubre y noviembre los libros litúrgicos
contenían no menos de mil fórmulas y expresiones de alabanzas marianas; y para
el período del llamado Triodion (correspondiente a la Cuaresma y al tiempo
pascual) contienen más de 700. Casi todas las fiestas marianas de la Iglesia
latina se celebran también en la Iglesia rusa y en idénticos días. Y hay,
además, otras fiestas particulares, entre las cuales la del primero de octubre,
consagrado a la protección de María. Entre todas las fiestas tiene la primacía
la de la Anunciación (23 de marzo). Es la fiesta más solemne, en la tierra y en
el cielo, después de la fiesta de Pascua. En dicho día se observa un
rigurosísimo descanso festivo, en torno al cual han florecido muchas aunque
significativas leyendas. Son numerosos los cantos populares en honor de María,
especialmente entre los ucranianos y rusos blancos [4]. En un himno nacional la Virgen es invocada como «Purísima
Virgen, Madre de la tierra rusa».
Es digno de particular mención el rito de la
llamada «elevación de la Panaguia», muy frecuente, especialmente en los tiempos
pasados, en los monasterios y en las casas privadas, después de la cena. El superior,
en los monasterios, y el padre de familia, en las casas privadas, toma con una
mano un pedazo de pan en forma de triángulo (para significar la Santísima
Trinidad, por nosotros conocida a través del parto virginal de María) y lo
eleva diciendo: «¡Gloria a la Santa Trinidad! ¡Madre de Dios, toda santa,
ayúdanos!» Y la familia responde: «Todas las generaciones te engrandecen...»
Con dicho pedazo de pan, conservado en cajitas adornadas con piedras preciosas
llamadas «panaguiarias», se bendecía a los viajeros a su partida, la casa y los
reclutas antes de iniciar el servicio militar.
La revolución bolchevique se ha valido y se
vale de todos los medios para alejar del alma rusa la imagen de Nuestra Señora,
pero no lo consigue. Pío XII, en 1942, en el acto de consagración de la Iglesia
y de todo el género humano al Corazón Inmaculado de María, no dejaba de
recordar la tierna devoción mariana del pueblo ruso: «A los pueblos separados
por el error —decía— y por la discordia, especialmente a aquellos que os profesan
singular devoción, donde no había casa que no ostentase vuestro venerando
icono, hoy acaso escondido y reservado para mejores días, dadles la paz y
reconducidlos al único redil de Cristo, bajo el único y verdadero pastor.»[5] Y de una manera todavía más
explícita, el mismo Sumo Pontífice volvía al argumento en la carta apostólica a
los pueblos de Rusia, donde decía: «...Sabemos... con grandísima esperanza y
consuelo grandísimo del alma, que vosotros (los pueblos rusos) obsequiáis y
amáis con intensísima piedad a la Virgen María, Madre de Dios, y que veneráis
sus sagradas imágenes. Sabemos que en la misma fortaleza de la ciudad moscovita
fue erigido un templo —en el cual hoy, ¡oh dolor!, enmudece el culto divino—,
un templo, decimos, dedicado a la Asunción de la Santísima Virgen María; lo
cual, por cierto, es testimonio patentísimo del amor de vuestros mayores y del
vuestro también a la alma Madre de Dios.» Es sabido cómo, el 13 de mayo de
1947, volaba hacia Rusia una imagen de la Virgen de Fátima, procedente de la
Cova di Iría. Después de cuatro años de continua peregrinación a través de tres
continentes, en enero de 1951 encontraba finalmente su nido al lado de las
torres del Kremlin, en una habitación que mira a la plaza Roja [6].
FUENTE: Diccionario
Mariano, P. Gabrielle M. Roschini, O.S.M. Editorial Litúrgica Española,
1964, PP. 552 a 554.
BIBL.: Spiaguin A. Il culto della Madre di Dio presso il popolo russo, en Rivista
Mariana «Mater Dei», a. 1932, pp. 156-162; Tyszkiewicz, S., S. J.. La dévotion des saints Russes á Marie,
en Du Manoir. III, pp. 697-710; Ramponi, C., Le icone russe, en “Scuola Catt.”. 79 (1951) pp. 454-462; ,C arr.,
A., O. F. M. Conv., Mary and Russia's
Mother-Soil, en «Amer. Eccl. Rev.», 129 (1953) pp. 88-94; Gordillo, M.. S.
J.. La devozione della Madonna tra i popoli
della Russia. en «Unitas» (1953) pp. 5-12; Tyszkiewicz, S., S. Í-. Il culto di María presso gil “ortodossi”
russi, en «Vita cristiana», 23 (1954) pp. 546-555; Floridi, U. A., Il culto della «Bogorodica» nella Russia di ieri
e di oggi, en «Civ. Cait.». 1954, I, pp. 637-647; Rivera, A., C M. F., Una exposición de Iconos rusos, en
«Eph. Mar.», 5 (1955) pp, 470-472; Herochko, L.. Le culte de Notre-Dame en Biélorussie, en Du Manoir, IV, np
729-744; Koren, A.. S. J., Russia e la
Madonna, en «María e la Chiesa de! silenzío», Roma 1957, pp. 87-90.
NOTAS DE
AGENDA FÁTIMA:
[1] Es decir, en el año 991. Exactamente 1.000
años más tarde, en 1991, se desmoronaba el imperio de los soviets, la URSS,
primer país comunista de la historia.
[2] Nótese que Kiev es el comienzo de la
devoción mariana en Rusia, y es también ahora el epicentro de la guerra que
lleva adelante Satanás, pero que puede llevar al mundo a un cambio radical,
retornando, a través del triunfo del Corazón Inmaculado, a la devoción mariana.
La geopolítica cobra así sentido, vista según la teología de la historia. Piénsese
también que tanto los autores de la revolución comunista como los actuales
actores de la guerra en Kiev contra Rusia son judíos.
[3] Este texto fue escrito en 1961, cuando Rusia
sufría aún el yugo comunista.
[4] El actual presidente de Ucrania, Zelensky,
es judío y ha afirmado su voluntad de querer hacer de Ucrania “un nuevo
Israel”. Por lo tanto, ha de desterrar al cristianismo de esa tierra. Los niños
cantan el himno nacional del país en inglés.
[5] Gracias a Dios, hoy eso ha cambiado y los
iconos han vuelto en todo su esplendor. Hasta el presidente Vladimir Putin
tiene uno en su despacho del Kremlin.
[6] Está pendiente aún la consagración de Rusia
al Corazón Inmaculado de María. Entonces Rusia se convertirá al catolicismo y
será dado al mundo un tiempo de paz. Estamos viviendo los tiempos previos a esa
dichosa conversión, antes de la cual llegará un gran castigo para el mundo
apóstata y la “Iglesia conciliar”.