Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

lunes, 6 de octubre de 2025

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

 



Por P. FLAVIO MATEOS, SAJM

 

“…el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin”.

 

“El Universo no es un proceso natural, como piensan los evolucionistas o naturalistas, sino que es un poema gigantesco, un poema dramático del cual Dios se ha reservado la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente Creación, Redención, Parusía”. Así lo llamaba el padre Castellani.

Nuestra vida es una aventura espiritual rumbo a la eternidad. Y, lo queramos o no, nuestra vida está inserta en ese combate gigantesco entre el Cielo y el Infierno. Es lo que vimos brevemente días pasados cuando la fiesta de San Miguel Arcángel. Esto es así porque somos creaturas e hijos de Dios. Nuestra alma inmortal, a veces incomprensible hasta para nosotros mismos, indiferente para el resto del mundo, ha motivado que un Dios se encarnara y sufriera la muerte en la cruz para rescatarnos. Como si fuera poco, nos ha dado en herencia a su Santísima Madre. Y Ella, personalmente, se involucra en nuestra vida, al parecer insignificante, como se involucra en los combates más trascendentes de la Iglesia, especialmente a partir del siglo XIII, donde le reveló a santo Domingo de Guzmán el santo Rosario.

Ese combate recrudece, esa guerra se hace más pesada, más cruel, más dura, a medida que nos acercamos al desenlace de la guerra, con el esperado triunfo de Cristo Rey. En esa guerra iniciada por Lucifer en los comienzos, vivimos y recibimos nuevos ataques contra el Reinado de Cristo.  

Hace unos pocos días, el nuevo papa, nuevo por su elección pero viejo y rancio en sus ideas, que no hacen sino continuar los errores y la apostasía iniciada con el Vaticano II, particularmente agudizados con Francisco, hizo su video mensual del mes de octubre, pero no para alentar el rezo del Rosario, como había hecho en doce encíclicas su predecesor onomástico León XIII, sino para festejar los 60 años del documento Nostra Aetate, la carta más señalada de la rendición vaticana ante la Sinagoga de Satanás.

Dice León XIV a manera de oración, titulada “Por la colaboración entre las distintas tradiciones religiosas”:

Que los ejemplos concretos de paz,
justicia y fraternidad en las religiones
nos impulsen a creer que es posible vivir
y trabajar juntos, más allá de las diferencias.

Que las religiones no sean usadas como arma ni muralla,
sino vividas como puentes y profecía:
haciendo creíble el sueño del bien común,
acompañando la vida, sosteniendo la esperanza
y siendo levadura de unidad en un mundo fragmentado.

Tristemente sigue la línea inaugurada en el Vaticano II: derrotismo ante los poderes mundanos y descoronamiento de Cristo Rey. Con un lenguaje humanista, pacifista y vacuo pide que las religiones no sean usadas como arma ni muralla. Sin embargo, las falsas religiones son usadas por el diablo como armas para destruir la única religión verdadera y para perder las almas que la Iglesia católica tiene por fin rescatar.

Ya dijo N.S. Jesucristo que Él no vino a traer la paz:

 

No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer paz, sino espada”. (Mt. 10,34)

“¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo, sino división. Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos, y dos contra tres. Estarán divididos, el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”. (Lc. 12,51-53)

 

El rosario es un arma

 

Nuestro Señor sabía que iba a ser rechazado por el mundo y que ese combate de los suyos contra el mundo sería hasta el fin. Por eso Él, pacífico y pacificador, Príncipe de la paz, sin embargo, no vino a prometer una falsa paz irénica, en una “cultura del encuentro” utópica y una fraternidad universal que no puede existir fuera de su Reino, o sea fuera de la Iglesia católica.

Porque el que no acepta a Cristo está bajo la influencia del Enemigo. Por lo tanto, existe una muralla invisible entre uno y otro, entre la verdad y el error.

¿Qué la religión no debe ser usada como un arma? Desde el momento en que Lucifer declaró la guerra, y San Miguel contraatacó, el hijo fiel de Dios no puede estar desarmado nunca. ¿No se representa a San Miguel acaso con una espada en la mano?

Y acá precisamente entra en la historia el santo Rosario, tal como lo conocemos hoy. ¿Qué ha sido el Rosario desde sus inicios, sino un arma en defensa de la fe católica?

Pero el lenguaje sentimental y humanista cree que las armas con que nos defendemos son un símbolo del mal que infligimos. Errado. Combatimos en defensa propia y porque amamos al enemigo, deseando que éste se convierta. Reconocemos que existen las legiones que son instrumentalizadas por las fuerzas del mal y debemos repelerlas, a la vez que rezamos por ellos. Eso se ve claramente en la aparición del Rosario.

Es decir que el Rosario es un arma por la cual se obtiene la verdadera paz, y esta paz es la que da libertad a la Santa Iglesia de Cristo. Por eso la paz está prometida al Corazón Inmaculado, cuando el papa consagre a Rusia. Una paz que implica la defensa contra los enemigos de la Iglesia, que nunca dejarán de existir en este mundo.

El Rosario, o Salterio de Jesús y María, fue instituido por Santo Domingo, el fundador de los Dominicos, que fueron los encargados de difundirlo. Según la tradición apareció en 1212, cuando en Toulouse, Francia, Nuestra Señora irrumpió en la historia, apareciendo a Santo Domingo de Guzmán. En ese momento, en la Iglesia de Francia, hubo un movimiento herético, que tuvo un gran poder sobre la gente, el movimiento llamado de los Albigenses o los Cátaros, o sea los “puros”. Era una nueva manifestación de los antiguos maniqueos. Esta herejía era peligrosa no sólo para la Iglesia sino también para la sociedad toda. Por eso el Papa Inocencio III estaba preparando una Cruzada para detener la revuelta, cuando Nuestra Señora intervino, eligiendo a un joven Sacerdote de los Cánonigos Regulares de España, Domingo de Guzmán, que estaba en Tolouse predicando. El Beato Alano de Rupe relata que Santo Domingo, afligido por la herejía de los Albigenses, se postró en el suelo en un pequeño bosque, a las afueras de la ciudad, orando incesantemente y haciendo penitencia para implorar la ayuda de la Reina del Cielo, cuando se le apareció, en un esplendor de Gloria, la Virgen del Rosario. Fue, presumiblemente, la noche entre el 24 y el 25 de marzo de 1212, la noche de la Anunciación de la Santísima Virgen María, que se mantuvo durante muchos siglos, la fiesta del Rosario.

La Virgen María, ofreciendo a Santo Domingo una Guirnalda de 15 Lirios y 150 Rosas (de la cual se derivan los quince Misterios del Rosario), le dijo: "Toma y recita Mi Rosario: ¡verás grandes maravillas! Obtendrás todo lo que me pidas en el rosario.”. En el lugar donde apareció la Virgen del Rosario a Santo Domingo, se levantó la Iglesia de los Jacobinos, la más majestuosa de las Iglesias dominicanas, de estilo gótico, en forma de M de María, dividida en el medio por 8 columnas monumentales, que en cada una de los capiteles se dividen en ocho ramas. Las columnas simbolizan el Árbol del Rosario, y hay ocho columnas, pues ocho son las letras que forman la palabra: Rosarium. Las ramas que se ramifican de cada columna son ocho, y ocho son las letras que forman las palabras: Ave María. Un simbolismo expresivo del Rosario, como el Árbol del Ave María. La Iglesia de los Jacobinos, desde 1369, alberga además el cuerpo de Santo Tomás de Aquino.

 

Victorias del Rosario

 

Y bien, fue gracias al rosario que se salvó a Francia de la herejía de los Cátaros. El 12 de septiembre de 1213 fue manifiesta la virtud del rosario para obtener la victoria de los cristianos sobre los enemigos de la Iglesia, en inferioridad numérica, en la imponente Batalla de Muret, al sur de Toulouse, Francia. Hubo que pelear con las armas, pero lo decisivo fue el rosario de María. Fue la principal arma y la principal muralla contra los herejes.

A partir de entonces, se sucedieron las batallas por la Cristiandad contra los herejes e invasores: no se fue a su encuentro para dialogar con quienes sólo querían acabar con los cristianos.

Repasemos someramente algunos hechos:

-El 7 de octubre de 1571, la gloriosa Batalla de Lepanto, donde la Cristiandad triunfa contra la dominación musulmana, que hasta entonces parecía volverse imbatible, gracias al rezo del santo rosario, convocado por el glorioso papa san Pío V (que no sólo fue el que codificó la santa Misa, además tuvo el mérito de excomulgar a la impiadosa y hereje Reina de Inglaterra).

-1° de noviembre de 1628, la ciudad francesa de Rochelle, sostenida por Inglaterra, amenazaba extender el protestantismo a toda Francia. Por orden del rey Luis XIII, el Rosario fue rezado solemnemente en un convento dominico de Paris, en presencia de toda la corte. El rey asimismo demandó a un célebre predicador dominico, predicar una misión a las fuerzas armadas. Se distribuyeron 15.000 rosarios entre las tropas, las cuales cada noche llevaron en triunfo una estatua de la Virgen alrededor de la ciudad, portando antorchas, mientras rezaban el rosario. La ciudad fue finalmente tomada, entrando los dominicos en primer lugar. En acción de gracias el rey hizo construir la iglesia Nuestra Señora de las Victorias en Paris.

-En 1646, la victoria del Rosario en Filipinas salvó el catolicismo en toda el Asia. Una flota de navíos protestantes holandeses se apostó amenazante frente a la ciudad de Manila, defendida sólo por dos galeones comerciales, el “Encarnación” y el “Rosario”, armados de apuro. Entonces el venerable padre Juan de Conca O.P. se lanzó a predicar el rosario y hacerlo rezar en los dos navíos. Los marinos hicieron el voto de ir, en caso de victoria, en peregrinación sobre los pies desnudos a la imagen de la Virgen del Rosario conservada en el convento dominico de Manila. De marzo a octubre, se produjeron cinco encuentros violentos, que resultaron en cinco victorias humanamente inexplicables para los hispano-filipinos. Desde entonces se difundió una muy grande devoción del Rosario en todo Filipinas, llamado el “Reino del Santo Rosario” por el papa Pío XII.

-El 12 de septiembre de 1683, fiesta del santo nombre de María, en la batalla de Viena las armas cristianas del sacro Imperio Romano Germánico –conducidas por el rey polaco Jan III Sobieski- obtuvieron una extraordinaria victoria sobre los invasores islámicos, sosteniéndose en el rezo del santo Rosario.

-Pese a las derrotas infringidas por los ejércitos cristianos, los turcos no cesaron de acosar a la Europa cristiana. Pero nuevamente en otra fiesta mariana serían derrotados. El 5 de agosto de 1716, durante la fiesta de Ntra. Sra. de las Nieves, el príncipe Eugenio al frente del ejército imperial austríaco, obtuvo la victoria sobre los turcos que amenazaban Europa, en Belgrado, en la batalla de Petrovaradin. A raíz de esta victoria el papa Clemente XI (1700-1721) dispuso que fuera celebrada por la Iglesia universal la fiesta de Ntra. Sra. del Rosario.

-Entre 1793 y 1795, la heroica guerra de la Vendée condujo a la gloria del martirio a una multitud de vendeanos, salvando el catolicismo en la Francia revolucionaria, que buscaba exterminarlo. Fue el fruto de las predicaciones del amor de la sabiduría de la cruz y el santo Rosario por parte de San Luis María Grignion de Montfort, casi cien años antes.

-En el Japón, el rezo del Rosario, que había sido predicado por jesuitas y franciscanos, mantuvo el coraje de los mártires en el siglo XVI, y conservó a los japoneses firmes en la fe aun cuando estuvieron sin sacerdotes, en todo el siglo XIX.

-En 1807 se produjo la segunda invasión inglesa a Buenos Aires (llamada en verdad Santa María de los Buenos Aires), en el por entonces Virreinato del Río de la Plata. El año anterior los británicos habían ocupado la ciudad y realizado todo tipo de desmanes incluyendo profanaciones a las iglesias católicas. Pero fueron expulsados tras la campaña de la Reconquista, encabezada por el comandante y luego virrey Santiago de Liniers (1753-1810), noble y militar de origen francés, con ancestros protagonistas de la gesta vendeana, que se sostuvo mediante el rezo del santo Rosario.

--Ya entrado el siglo XX, los cristeros mejicanos se acompañaban del Rosario en todos los instantes de su vida. “Los cristeros oraban y cantaban a altas horas de la noche, rezando colectivamente el Rosario, de rodillas, y cantando los laudes a la Virgen o a Cristo, entre las decenas” (Jean Meyer).

Hubo varias victorias importantes también en el transcurso del siglo XX, pero para no extendernos demasiado no las vamos a mencionar. Queda patente el poder del santo rosario, cuando se lo reza con fe, convicción y amor.

Así lo enseñaba a rezar el padre Pío, del que se cuenta lo siguiente:

“El Padre Pío llegó a San Giovanni Rotondo en septiembre de 1916: aquella sería su morada definitiva durante más de cincuenta años, hasta su muerte, en 1968. Hacía pocas semanas que había llegado, cuando tuvo una nueva visión, que años más tarde refirió al padre Tarcisio da Cervinara, pero llamándola, por humildad, “sueño”.

«Parecía que me encontraba en la ventana del pequeño coro de la iglesita de S. Giovanni Rotondo y, en la placita que está delante, estaba apiñada una multitud inmensa. Después de haber observado toda aquella innumerable multitud de personas, asomándome a la ventana del coro, pregunto: “¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?”. Y toda esa muchedumbre, en coro, con voz estentórea y ensordecedora, grita a voz en cuello: “¡La muerte del Padre Pío!”. ¡¡¡Me di cuenta de que eran todos demonios!!! A estas palabras, volví al coro para orar. Enseguida me vino al encuentro la Virgen que, con dolorida mirada materna y con gesto decidido, me puso entre las manos un “Arma” diciéndome: “¡Con esta “Arma” eres tú quien vencerá!” La usé desde la ventana del coro y toda aquella gente cayó fulminantemente al suelo quedando aturdida. Me desperté. Después me dormí de nuevo y me encontré en la misma ventana. Vi de nuevo una numerosa muchedumbre. Maravillado, y no sin una cierta desilusión, dije gritando: “¡Ah!, ¿no estáis muertos?”. Y de nuevo pregunté: “¿Quiénes sois?”… Responden: “¡Somos cristianos!”. Aliviado, digo a todos: “Sois hijos de Jesús… Entonces, ¡venid conmigo! ¡Seguidme y obedecedme! ¡Y jamás nadie os hará daño!”. Y añadí: “Estrechad siempre en vuestra mano el “Arma de María” y obtendréis siempre y en todas partes victoria sobre los enemigos infernales”».

Esa “Arma” era el rosario, que el padre Pío no se cansaba de rezar todo el día.

 (Del libro Padre Pío contra satanás, de Marco Tosatti, Homo Legens, 2018)

 

Habla la Santísima Virgen

 

Por si no fuera suficiente, la misma Santísima Virgen en Lourdes le dijo a Santa Bernardita: “Recen el rosario por los pecadores”. Y en la más importante de sus apariciones del siglo XX en Fátima, ha mandado rezar el rosario en todos sus mensajes:

13 de mayoRezad el tercio [o corona del Rosario] todos los días a fin de obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra…

13 de junioQuiero que vosotros […] digáis el tercio todos los días…

13 de julioQuiero que vosotros […] continuéis recitando el tercio todos los días en honor de Nuestra Señora del Rosario…

 19 de agostoQuiero que vosotros […] continuéis recitando el tercio todos los días…

13 de septiembreContinuad diciendo el tercio…

13 de octubreQuiero […] que se continúe siempre recitando el tercio todos los días…

El 13 de octubre de 1917, última de sus apariciones públicas en Fátima, la Santísima Virgen, luego de pedir se le hiciese allí una capilla en su honor, dijo: “Yo soy Nuestra Señora del Rosario”.

 Y durante el milagro del sol, mientras el sol giraba, los tres pastores, Lucía, Jacinta y Francisco tuvieron una visión que simbolizaba las tres coronas del Rosario:

-Representando a los Misterios Gozosos: San José se apareció con el Niño Jesús y Nuestra Señora: San José y el Niño Jesús bendecían a la multitud;

-Representando los Misterios Dolorosos: Nuestro Señor se apareció con Nuestra Señora de los Dolores;

-Representando los Misterios Gloriosos: La Virgen María en el Cielo fue vista sosteniendo el escapulario del Monte Carmelo. 

Diría luego la hermana Lucía:

“El santo rosario y el Corazón Inmaculado de María son los dos últimos recursos que Dios da a l mundo”.

 

Hablan los Papas

 

Pero asimismo los papas anteriores a la crisis conciliar han recomendado una y otra vez la devoción del santo Rosario.

Sixto IV (1478), decía que “el Rosario es un medio eficaz para honrar a Dios y a la Virgen, y para ahuyentar los graves males del mundo”.

León X (1514), afirmaba que “había sido instituido contra los heresiarcas y herejías”.

San Pío V, (1566), decía que “con este modo de orar, encendidos con sus meditaciones e inflamados con sus plegarias, los hombres se volvían otros, las herejías se disipaban y brillaba la luz de la fe católica”. Fue este papa quien mediante la bula Consueverunt Romani Pontifices (17 de septiembre de 1569) expone el origen y los frutos del Rosario, lo aprueba oficialmente como práctica de oración, lo recomienda a todos los fieles y confiere indulgencias, definiendo además claramente la estructura del Rosario: 15 decenas de Avemarías con los Padrenuestros correspondientes, ligadas a la meditación de los misterios de la vida de Cristo y de la Virgen.

Pío IX (1857), el Papa de la Inmaculada y del Syllabus, aconseja a todos los cristianos: “Rezad esta oración tan sencilla… Anunciad que el Papa no se contenta con bendecir el Rosario, sino que lo reza cada día y quiere que sus hijos hagan otro tanto. Tal es mi última palabra, que os dejo como recuerdo”.

León XIII fue el papa que escribió 12 encíclicas sobre el rosario. Decía:

"En aquellas personas, familias y pueblos donde la práctica del Rosario ha permanecido en un sitio de honor, no hay que temer que la ignorancia y los errores perniciosos destruyan la fe" (Magnum, 7 de septiembre de 1892).

En otra encíclica del mismo año, afirma que el Rosario es “una magnífica forma de oración, un medio eficaz para conservar la fe y un modelo sobresaliente de virtud perfecta” (Magnae Dei Matris).

En Laetitiae Sanctae (1893), presenta el Rosario como una solución sobrenatural de los problemas sociales y políticos.

Un año más tarde explica, cómo el Rosario es el resumen de toda la religión cristiana, a través de María (1894: Jucunda Semper).

En Adjutricem Populi (1895), señala cómo el propósito final del Rosario es el Reino de Cristo Rey sobre todas las almas.

Decía el papa Pío XI en su encíclica dedicada al rosario (Ingravescentibus malis): “Cuando el impío poder mahometano, confiando en su poderosa flota y en sus aguerridos ejércitos, amenazó a los pueblos de Europa con la ruina y la esclavitud, entonces -por sugerencia del Soberano Pontífice- se imploró fervorosamente la protección de la Madre celestial y el enemigo fue derrotado y sus naves hundidas. Así los fieles de todos los tiempos, tanto en la desgracia pública como en la necesidad privada, se dirigen en súplica a María, la benigna, para que acuda en su ayuda y les conceda socorro y remedio contra los dolores del cuerpo y del alma. Y nunca su poderosísima ayuda fue esperada en vano por quienes la imploraron con piadosa y confiada oración”.

Y el papa Pío XII, en su encíclica sobre el rosario Ingruentium Malorum 1951:

“…con alegre expectación y reanimada esperanza vemos acercarse ya el próximo mes de octubre, durante el cual los fieles acostumbran acudir con mayor frecuencia a las iglesias, para en ellas elevar sus súplicas a María mediante las oraciones del santo Rosario. Oraciones que este año, Venerables Hermanos, deseamos se hagan con mayor fervor de ánimo, como lo requieren las necesidades cada día más graves; pues bien conocida Nos es la poderosa eficacia de tal devoción para obtener la ayuda maternal de la Virgen, porque, si bien puede conseguirse con diversas maneras de orar, sin embargo, estimamos que el santo Rosario es el medio más conveniente y eficaz, según lo recomienda su origen, más celestial que humano, y su misma naturaleza. ¿Qué plegaria, en efecto, más idónea y más bella que la oración dominical y la salutación angélica, que son como las flores con que se compone esta mística corona? A la oración vocal va también unida la meditación de los sagrados misterios, y así se logra otra grandísima ventaja, a saber, que todos, aun los más sencillos y los menos instruidos, encuentran en ella una manera fácil y rápida para alimentar y defender su propia fe. Y en verdad que con la frecuente meditación de los misterios el espíritu, poco a poco y sin dificultad, absorbe y se asimila la virtud en ellos encerrada, se anima de modo admirable a esperar los bienes inmortales y se siente inclinado, fuerte y suavemente, a seguir las huellas de Cristo mismo y de su Madre. Aun la misma oración tantas veces repetida con idénticas fórmulas, lejos de resultar estéril y enojosa, posee (como lo demuestra la experiencia) una admirable virtud para infundir confianza al que reza y para hacer como una especie de dulce violencia al maternal corazón de María.

 

Monseñor Lefebvre y los teólogos

 

“Rezar el rosario es, ante todo, pasar tiempo con la Virgen, Madre de Dios, recordando su unión a los misterios de Cristo, presentándole nuestra súplica a fin de que ella misma la presente a Jesús […] es una bella conversación penetrada de fe, de confianza y de amor, con la Madre de Dios y la nuestra” P. Calmel)

“El rosario es una escuela de contemplación, pues nos eleva poco a poco por encima de la oración vocal y de la meditación razonada o discursiva. Los antiguos teólogos han comparado este movimiento de contemplación al movimiento en espiral que describen ciertos pájaros como la golondrina para elevarse muy alto. Este movimiento en espiral es también como un camino que serpentea para hacer sin fatiga la ascensión de una montaña” (P. Garrigou-Lagrange)

“[El Rosario] viene a ser un compendio del Evangelio, una especie de historia de la vida, pasión y triunfos del Señor, puesta con claridad al alcance de los más rústicos, y propia para grabar en su memoria la verdad del Cristianismo”. (Bergier, Diccionario de Teología)

Monseñor Lefebvre tenía claro que el combate es sobre todo sobrenatural y por eso afirmaba: ““Pienso que ustedes están de acuerdo conmigo, que el gran medio de salvar la Iglesia y de salvar las almas es la oración, y la oración especialmente a la Virgen María y el santo Rosario en particular”.

Y no dudaba también en hablar del rosario como de un arma: “El rosario, es nuestra arma. Él debe ser nuestra arma contra el demonio, contra satanás. Los ejemplos magníficos suscitados por la recitación del rosario y que la Historia ha transmitido deben incitaros a rezarlo a menudo, e incluso rezar las tres coronas si podéis. Confiad por lo tanto en la Santísima Virgen María”.

Dicho todo lo cual, hay que saber usar de esta “arma” para que su efecto sea el deseado, que no es otro que unirse cada vez más a Jesucristo para hacer la voluntad de Dios. Y ésta es su gloria a través de nuestra santificación, como miembros de la Iglesia militante. Porque hay que saber que, si nuestro corazón no es recto, no podremos obtener lo que más necesitamos, que es configurarnos a Jesucristo. Hemos sabido de personas que cometían graves pecados y reincidían en ellos. Preguntados si rezaban, afirmaban rezar todos los días el rosario. Pero si el rosario no nos santifica, si no sirve de barrera contra el diablo y sus argucias, no es culpa del rosario, sino porque no se tiene la intención santa al rezarlo o se piden cosas malas. Del mismo modo hace un tiempo atrás se empezaron a organizar “Rosarios de hombres” en varios países de Europa y América. En principio loable iniciativa. Pero, por lo menos en Argentina, ello fue manipulado por grupos de jóvenes liberales para desviar esa iniciativa hacia fines políticos partidistas. Y todo acabó en la nada.

No queremos con esto afirmar que incluso en estos casos no se deba esperar absolutamente nada, porque el Rosario tiene en estos últimos tiempos un poder de conversión asombroso. Pero lo que sí hay que entender es que debe tomarse el rosario como un santo y seña del cristiano que quiere ser fiel soldado de Cristo rey, que quiere ser el más devoto hijo de la Virgen, y renovar cada vez sus promesas bautismales.   

Por lo tanto, la oración debe ser, como lo indica el Catecismo: devota, recogida, humilde, confiada y perseverante.

«Se ha dicho que la forma monótona del rosario engendra rutina —escribe el padre Garrigou-Lagrange O.P.—. Toda oración puede degenerar en rutina, incluso el Ordinario de la Misa, incluso el prólogo de san Juan leído al final del sacrificio. Pero ello proviene, no ciertamente de que estas grandes oraciones sean imperfectas, sino de que no las decimos como se debe, con fe, con confianza y con amor». […] Un gran medio para que nuestros rosarios no degeneren en oración mecánica es evitar la precipitación: «Es una lástima ver cómo la mayoría dicen su rosario o su corona. Lo dicen con una precipitación sorprendente y hasta se comen una parte de las palabras. ¡No se querría hacer un cumplido de esta manera ridícula al último de los hombres, y se cree que Jesús y María quedarán honrados! Después de eso, ¿hay que extrañarse de que las más santas oraciones de la religión cristiana queden casi sin ningún fruto, y que, después de mil y diez mil rosarios recitados, no se sea más santo? Frenemos nuestra precipitación natural al recitar nuestro rosario. [...] Una decena dicha pausadamente nos será más meritoria que miles de rosarios recitados de apuro, sin reflexionar ni detenerse».

Menéndez y Pelayo escribió estos versos, para contestar a los que dicen que el rosario no es bueno por ser repetitivo:

 

“Que el Rosario ¿son repeticiones?

Tú no entiendes de amores y tristezas:

¿Qué pobre se cansó de pedir dones?

¿Qué enamorado de decir ternezas?

 

Otro punto a destacar es la eficacia actual de los misterios de la vida de Cristo. “Es la divinidad de Cristo la que nos va a dar la clave de esta cuestión: Nuestro Señor Jesucristo, siendo Dios, puede hacer eficaces para nosotros hoy los misterios de su vida pasada. Los misterios no son, por tanto, simples recuerdos. En su encíclica sobre la liturgia Mediator Dei, del 20 de noviembre de 1947, el papa Pío XII dice que ellos no son solamente la causa pasada de nuestra salvación, sino que son también la «causa actual: […] en razón de los méritos y de las oraciones de la vida de Cristo, estos misterios son la fuente de la gracia divina. Se prolongan en nosotros por sus efectos». Dom Columba Marmion comenta diciendo: «Si el tiempo de merecer ha cesado para Nuestro Señor, el tiempo de comunicar el fruto de sus méritos dura y se continuará hasta la salvación del último de los elegidos; Cristo está siempre vivo para interceder por nosotros (Hb 7, 25)». (P. Marie-Dominique OP)

Por esto es importante acostumbrarse a leer en los Evangelios los pasajes donde están narrados los misterios del rosario, para tenerlos más presentes cuando lo rezamos. Asimismo, hacer la meditación que es parte de los cinco primeros sábados de mes, pedidos por Nuestra Señora del Rosario de Fátima.

Vamos a terminar citando las quince promesas a quienes recen el santo Rosario, dadas por la Santísima Virgen al beato Alano de Rupe en el siglo XV:

1. Los que fielmente me sirven mediante el rezo del Santo Rosario, recibirán insignes gracias.

2. Yo prometo mi protección especial, y las más notables gracias a todos los que recitasen el Santo Rosario.

3. El Rosario será la defensa más poderosa contra las fuerzas del infierno. Se destruirá el vicio, se disminuirá el pecado y se vencerá a todas las herejías.

4. Por el rezo del Santo Rosario, crecerán las virtudes y también las buenas obras. Las almas obtendrán la misericordia de Dios en abundancia. Se apartarán los corazones del amor al mundo y sus vanidades y serán elevados a desear los bienes eternos. Ojalá que las almas hiciesen el propósito de santificarse por este medio.

5. El alma que se recomienda a mí por el rezo del Santo Rosario, no perecerá jamás.

6. El que recitase el Rosario devotamente, aplicándose a meditar los Sagrados Misterios, no será vencido por la mala fortuna. En Su justo juicio, Dios no lo castigará. No sufrirá la muerte improvisa. Y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y será digno de alcanzar la vida eterna.

7. El que conserva una verdadera devoción al Rosario, no morirá sin los sacramentos de la Iglesia.

8. Los que fielmente rezan el Santo Rosario, tendrán en la vida y en la muerte, la Luz de Dios y la plenitud de Su gracia. En la hora de la muerte, participarán de los méritos de los santos en el Paraíso.

9. Yo libraré del Purgatorio a los que han acostumbrado rezar el Santo Rosario.

10. Los que permanecen fieles hijos del Santo Rosario, merecerán un grado elevado de gloria en el Cielo.

11. Se obtendrá todo lo que se me pidiere mediante la recitación del Santo Rosario.

12. Todos los que propagan el Santo Rosario recibirán mi auxilio en sus necesidades.

13. Para los devotos del Santo Rosario, he obtenido de mi Divino Hijo, la intercesión de toda la Corte Celestial durante la vida y en la hora de la muerte. 14. Todos los que rezan el Santo Rosario son hijos míos, y hermanos de mi unigénito Jesucristo.

15. La devoción al Santo Rosario es gran señal de la predestinación.

 

Tengamos pues absoluta confianza en que no hay ningún problema que no podamos resolver gracias al Rosario.

Pidamos a la Santísima Virgen nos haga verdaderos devotos del santo rosario y nos mantenga fieles hasta el último instante de nuestra vida. Y que la Santa Iglesia vuelva a obtener pronto las victorias del rosario, así como ocurrió en el pasado, en esta guerra que le han declarado las sectas masónicas y la sinagoga de Satanás, para que Cristo vuelva a ser coronado por las autoridades del Vaticano, y venga pronto el Reinado de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María.

Que así sea.

 

Ave María Purísima

Sin pecado concebida.

 

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...